La historia que le trajo a esta página es un caso real. Le sucedió en Argentina a Ana María, de 20 años y madre de 3 niños. Recurrió al hospital de la localidad de Vera a causa de un fuerte malestar de muelas. Tras largos 5 meses de atención odontológica, fue derivada a un hospital de la ciudad de Santa Fe, donde le detectaron cáncer (rabdomiosarcoma alveolar) . Le extrajeron una parte del tumor de las partes blandas de su cuello, sin explicarle que en su estado debía tomar precauciones para no quedar embarazada. Un mes después, es derivada a un hospital para seguir el tratamiento oncológico, pero ante un incipiente embarazo, éste ve demorado su inicio. En el registro de la reunión donde se analizó el caso por parte del Comité de Bioética del hospital, queda constancia de que los profesionales decidieron dejar en suspenso el tratamiento, pues el indicado para la patología está contraindicado si hay un embarazo en curso. Además, se destaca que la enfermedad aún puede ser tratada con quimioterapia y radioterapia para mejorar la calidad de vida, pero que se descartaba, otra vez, por el embarazo. La posibilidad de realizar un aborto terapéutico se descartó por convicciones y cuestiones religiosas y culturales del equipo de salud, a pesar e haber sido solicitado por Ana María. Ana María estuvo internada durante dos meses, con fuertes dolores que fueron tratados con analgésicos comunes para no afectar el feto. A las 22 semanas de gestación el médico decidió realizar una cesárea, explicando que la paciente se encontraba pre-morten. Una marcada insuficiencia respiratoria y la falla de órganos indicaban el inminente desenlace. La beba sólo sobrevivió 24 horas y Ana María falleció unos días después. Durante sus últimos 6 meses de vida no recibió tratamiento, estuvo lejos de sus hijos y debió soportar el dolor de la enfermedad.
