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Los
Terceros Diálogos Feministas (DF) se realizaron del 17 al 19 de
enero de 2007 en Nairobi, Kenya, antes del VII Foro Social Mundial (FSM).
Con el título “Transformando la Democracia: Visiones y Estrategias
Feministas”, más de 200 mujeres de todo el mundo se reunieron
durante dos días y medio a debatir cómo combatir los fundamentalismos,
el militarismo y la globalización neoliberal. Los DF fueron concebidos
como espacios de diálogo y articulación para incidir y posicionar
las preocupaciones del movimiento feminista internacional en la agenda
del FSM. Los primeros DF se celebraron en Mumbai, India (2004), como continuación
de la reunión estratégica de mujeres espontáneamente
realizada a la sombra de un árbol en Porto Alegre en 2002. Los
segundos DF se organizaron en Porto Alegre, Brasil (2005). Con la tercera
edición de los Diálogos se consolida un espacio vital para
repensar y avanzar en la construcción de los proyectos políticos
del movimiento feminista y las nuevas formas de los procesos democráticos.
Lilián Celiberti y Guacira César de Oliveira profundizan
en la elaboración política que se dio en estos Terceros
Diálogos Feministas.
Más información en: http://feministdialogue.isiswomen.org.
Lilian
Celiberti
Articulación Feminista Marcosur
Es
un gran placer para nosotras latinoamericanas compartir este espacio con
tantas mujeres africanas y de otras partes del mundo.
Todas
hemos llegado a Nairobi y a los Diálogos feministas con muchas
interrogantes, con deseos de compartir angustias y frustraciones, también
logros y fundamentalmente compartir nuestras ganas de cambiar la vida,
el mundo.
Desde nuestros múltiples espacios de acción enfrentamos
cada día un sistema capitalista destructivo, productor de exclusiones
y margi-nalidades, pobreza, violencia.
Hemos
venido a compartir sueños y esperanzas y luchas, y nuestro coraje
para imaginar otros mundos posibles.
No voy a decir nada original, porque la única originalidad es poder
pensar juntas y estas reflexiones surgen de nuestros debates de estos
días.
Los feminismos se han multiplicado y abierto a nuevas voces, experiencias,
subjetividades. Nuevas actoras interpelan, cuestionan y aportan nuevos
sentidos a nuestras luchas. El feminismo mismo ha complejizado sus campos
de intervención, hoy tenemos análisis feminista de las políticas
comerciales, y macroeconómicas, de la sustentabilidad ambiental,
las nuevas tecnologías, la cibernética etc. Las mujeres
formamos parte de todos los movimientos sociales y muchas de ellas son
también feministas.
Todas
somos conscientes de las injusticias y exclusiones de millones de personas,
mujeres y hombres de este planeta y es contra esas injusticias y exclusiones
que nos organizamos. Es desde el nuevo protagonismo de sectores y actores/as
sociales excluidos que se formulan interpelaciones, cuestionamientos y
debates a otros actores sociales. Así nació el movimiento
feminista, en diaálogo, ruptura, e interpelación con otros
movimientos, con los partidos políticos de izquierda y de derecha
y fue desde esas interpelaciones que creamos el lugar político
de los feminismos. (Betânia Ávila)
También como feministas nos sentimos interpeladas y asumimos el
desafío de cómo pasar de reconocer las discriminaciones
raciales, étnicas, por opción u orientación sexual,
a elaborar un discurso político que articule la lucha contra el
etnocentrismo, el racismo, la homofobia, la heteronormatividad y las diferencias
genera-cionales. Esta elaboración política nos plantea nuevos
campos de debate para pasar de la victimización al empoderamiento,
de la hegemonía cultural a la interculturalidad, del reconocimiento
al diálogo y la recuperación de saberes de los que cada
ser humano es portador. No se trata solo de saber quiénes y cómo
son discriminados, sino de abrir un camino de interacción que aporte
nuevas elaboraciones políticas, nuevos caminos críticos
y emancipatorios. La acción política la hacen los y las
sujetas y es necesario estar dispuestas a movilizar nuestras certezas,
revisar nuestras prácticas y desarrollar la capacidad de escucha.
No
tenemos aun palabras y conceptos suficientes para definir el campo político
en el que queremos movernos, lo hemos nombrado en estos DF, la construcción
de una democracia radical como forma de resignificar la democracia y los
sistemas políticos pero también para delimitar un campo
de búsqueda que apuesta al protagonismo de las y los actores, y
que desconfía de los regímenes que se llamen como se llamen,
se dirigen desde arriba en nombre de un pueblo sin sujeto.
La
autonomía y la horizontalidad han sido valores feministas en la
búsqueda de nuevas culturas políticas y nuevas formas de
hacer y construir movimiento. Sin embargo, cada vez más las acciones
y discursos feministas tienen nuevos nombres y rostros. Esta realidad
más capilar desafía la representación y nos interpela
cotidianamente en el hacer y decir en nombre del feminismo. Las jóvenes,
las nuevas feministas, las lesbianas, las afro descendientes y negras,
las de los sectores populares, las sindicalistas, las campesinas y rurales
nos interpelamos unas a otras, pero esta interpelación es todavía
más la expresión de un malestar que un debate político
y muchas veces ese malestar reintroduce oposiciones binarias; académicas
versus mujeres de “base”; blancas versus negras, heterosexuales
versus lesbianas, viejas y nuevas feministas. Para desarrollar pensamiento
crítico, para cuestionar y subvertir el patriarcado y el capitalismo
en todas sus expresiones guerreras y fundamentalismos, nos necesitamos
todas. Y es el diálogo, la herramienta para movilizar estas fuerzas,
estos sueños y estas búsquedas.
El
feminismo es acción política, pero ¿qué es
hacer política desde el feminismo? Hacer política es asumir
el riesgo, es construir estrategias que a su vez cambian y se modifican
en la acción. La acción política requiere análisis
de contexto y es desde estos contextos que se construyen estrategias.
No necesariamente las estrategias se enfrentan, para algunas de nosotras
las instituciones de la democracia liberal tienen valor y actuamos en
ella desarrollando capacidades de control ciudadano. Construir autonomía
no se opone a este nivel. Se opone solo cuando pensamos que aprobando
una ley de violencia contra las mujeres oponer un poco de género
en las políticas públicas significa un cambio de las estructuras
de poder de la sociedad.
Para dar solo un ejemplo de una de nuestras batallas políticas,
la lucha contra el VIH- Sida. Se puede decir “África está
siendo exterminada silenciosamente por el VIH y los laboratorios no quieren
que se produzcan genéricos para combatirlo con cócteles
especiales antivirales o retrovirales” y sin duda que es uno de
los aspectos a considerar. Pero nosotras sabemos que no es posible hablar
de VIH-Sida sin hablar de las relaciones de poder entre hombres y mujeres,
de la sexualidad como campo de expresión de estas relaciones de
poder. Las posiciones fundamentalistas y conservadoras en relación
a la sexualidad condenan a muerte a millones de mujeres. La acción
política feminista es problematizar este campo de lucha frente
a otros movimientos sociales y posiciones incluso en el campo progresista
y frente a las posiciones fundamentalistas y conservadoras.
No
será, como dice Boaventura de Sousa, mediante la defensa a ultranzas
de la coherencia de nuestras propuestas que haremos más creíble
y densa nuestra acción política. Es necesario construir
un camino de debate, de confluencia de experiencias, de profundización
teórica y elaboración política, desde el reconocimiento
de los múltiples sujetos del feminismo lo que nos permitirá
fortalecer las voces colectivas capaces de disputar el sentido de las
utopías en estas sociedades donde los cuerpos y las personas somos
solo mercancías.
Los
cambios se dan con múltiples acciones de subversión en lo
íntimo, lo privado y lo público. La transformación
social no se da por la cantidad de personas que adhieren a una causa,
se da también por la transformación cotidiana de las prácticas
y la subversión de las relaciones de poder. Dejar de pensar en
forma binaria y dicotómica es, como dice Diana Maffía un
compromiso ético con la diferencia y con nosotras mismas. Debemos
radicalmente cuestionar las normas que instituyen las categorías
y desigualdades entre las personas, diferencias de clase, raza, edad,
sexo, etnia.
¿Necesitamos
identidades políticas? Hacernos esta pregunta para poder diferenciar
el espacio de trabajo, capacitación, investigación y creación
de nuevos saberes de un espacio inclusivo de movimiento, que permita compartir
y construir agendas, discursos y posicionamientos comunes para fortalecer
identidades políticas plurales, desde la cual las diversas identidades
se puedan expresar y colocar en diálogo.
Estos puntos son algunos de los desafíos que han estado circulando
en nuestros debates de estos días, las preguntas quedan abiertas
para que desde nuestros espacios y prácticas vayamos construyendo
las respuestas. Las preguntas son enormes; ¿Cómo creamos
un diálogo intercultural? ¿Cómo avanzamos en la búsqueda
de nuevas prácticas políticas y elaboraciones teóricas?
¿Cómo enfrentamos los fundamentalismos económicos,
culturales, religiosos y políticos?
Construir
el respeto, el reconocimiento y el intercambio entre nosotras de diferentes
contextos y tradiciones feministas es un aporte para una nueva ética
política. Este desafio está en cada una de nosotras, las
que estamos aquí y las que no estando en Nairobi forman parte de
nuestros movimientos.
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