|
Virginia
Vargas
Articulación Feminista Marcosur
Evaluar
el Foro Social Mundial 2007 en Nairobi no es fácil. El haber logrado
realizar el FSM en África es de por sí una ganancia, pues
ensancha el horizonte del FSM con la presencia de un continente que había
estado débilmente presente en toda su riqueza y complejidad. De
muchas formas, el FSM 2007 ha sido una experiencia indudablemente enriquecedora
que debemos celebrar. Sin embargo, el FSM en Nairobi también ha
condensado muchos de los nudos irresueltos que han acompañado al
FSM desde su primera edición en 2001. Y ha añadido otros
más, insospechados dentro de las dinámicas y la cultura
política del FSM y su Carta de Principios.
Los feminismos que confluyen en el Foro Social Mundial son diversos, multiculturales,
desde corrientes políticas distintas que alimentan una multiplicidad
de agendas, lo que hace que sean en sí mismos también un
espacio de aprendizaje sobre las diferentes formas de construir movimiento
y de generar alianzas. La elección misma del Foro como espacio
de participación e incidencia expresa un posicionamiento que sostiene
que las agendas de las mujeres y las agendas feministas son parte fundamental
de las agendas democráticas, en lo global y lo local, y que estas
agendas necesitan trascender el espacio propio para buscar conectarlo,
dialogar y disputar contenidos con otras fuerzas y movimientos sociales
orientados al cambio democrático, abriéndose hacia interacciones
y alianzas que amplíen los contenidos del horizonte emancipatorio
y avancen en el desarrollo de un contrapoder, alternativo a los poderes
hegemónicos. Estas interacciones amplían los marcos de sentido
de otros espacios/movimientos al mismo tiempo que se amplían los
propios, a través de un proceso de diálogo continuo que
no renuncia a las disputas y a la diferencia. No es simplemente articulación.
Es un proceso donde la articulación es vista como práctica
política relacional y transformadora, que permite “no compartimentalizar
las opresiones, sino formular estrategias para desafiarlas conjuntamente
sobre la base de una comprensión sobre cómo se conectan
y articulan”… (Brah 2004),
Las
interacciones, alianzas y disputas con otros movimientos son parte de
las dinámicas del FSM. Existen múltiples agendas, con algunas
dimensiones compartidas: las luchas contra las injusticias que trae el
neoliberalismo, el rechazo y denuncia al creciente militarismo como las
más constantes. Pero neoliberalismo y guerra no bastan para definir
caminos ni énfasis comunes; existen otras dimensiones político
culturales indesligables de los procesos emancipatorios: las luchas contra
los fundamentalismos, por el reconocimiento de los derechos sexuales y
reproductivos, aborto, estado laico, orientación sexual, dan hoy
el terreno de la disputa, no solo con los estados y espacios oficiales
sino con otros movimientos democráticos.
A lo largo de estos años del FSM como espacio y como proceso se
han generado alianzas intramovimientos desde un nuevo posicionamiento
político, construido desde una autonomía entendida, no como
cierres y clausuras, sino dialogante y negociadora, desde perfiles propios,
que marcan el diálogo con otros movimientos, cuya única
condición es el reconocimiento del otro-la otra como sujetos de
derecho, la equidad como un valor democrático a incorporar en las
instancias organizativas o articuladoras de otros movimientos y actores-as
sociales y el reconocimiento de la diversidad sexual como un valor y un
derecho democrático.
Para los feminismos, el FSM es un terreno de despliegue de articulaciones
y alianzas, pero también de disputa, frente a desbalances de poder,
frente a la urgencia de democratizar las relaciones de género,
frente al reconocimiento de la diversidad sexual. Esta dimensión
de disputa es una de las características fundamentales de las dinámicas
del Foro y la que alimenta los procesos de democratización, en
la medida que la democracia es justamente la negociación del conflicto
y no su negación. Nos coloca también frente al objetivo,
señalado por Teivo Teivanen, de revertir una tradición,
tan propia de la izquierda tradicional, que asume la idea que politizar
las diferencias es polarizarlas (Teivanen 2006). En este sentido, la politización
de las diferencias es el mayor acto de libertad en el FSM, en diálogo
y en disputa con otros movimientos y redes globales.
Politizando las diferencias
“…
el FSM es un espacio donde el feminismo encuentra un locus fecundo para
tejer sus alianzas, ideales con otros sujetos, pero también para
actuar y marcar sus contribuciones para la democratización de la
política…“ (Betânia Ávila 2003). Esta
democratización de la política se sustenta en el rechazo
a una totalidad emancipatoria, a la dicotomía entre lo social-
cultural y lo político, a la idea que existen luchas principales
y secundarias. Y se asienta en el entendimiento de “la relación
entre sexualidad, producción y reproducción como cuestiones
que hacen parte de los planos simbólicos y materiales de las relaciones
sociales de explotación y dominación, y una exigencia analítica
traída por la politización de las varias dimensiones del
conflicto social que revelan los movimientos sociales” (Ávila
2003), abriéndose de esta forma a múltiples emancipaciones,
interconectadas, fortaleciéndose y disputando democráticamente
los contenidos y ampliación de sus agendas. Teivo Teivanen también
abona a esta percepción al sostener que el FSM muestra elo-cuentemente
que no hay totalidad que pueda contener la inagotable diversidad de teorías
y prácticas del mundo hoy día. (Teivanen, 2006). Indudablemente
la pregunta política que surge en esta inagotable diversidad es
qué diferencias merecen reconocimiento y cuáles deben ser
rechazadas porque atentan contra el reconocimiento de esta misma diversidad.
El
FSM 2007 tuvo aciertos indudables: la dinámica del 4to día,
que produjo cientos de propuestas de movilización y acción
para 2007, culminando en una semana conjunta y diversa en todo el mundo,
de acciones y movilizaciones. Esta metodología permite, como dice
Wallerstein, pasar de la “defensa a la ofensa”, empezando
así a disolver la tensión que se venía arrastrando
desde los inicios de los FSM: entre foro espacio abierto para todos los
que quieren transformar el sistema mundo existente y entre los que quieren
organizar acciones políticas específicas desde el FSM (Wallerstein,
2007) 1
El
desarrollo de las actividades del Foro fue desigual. Muchos de los paneles
auto-organizados desarrollaron discusiones con especial riqueza de análisis
y capacidad de propuesta. Se posicionaron con fuerza temas como VIH /Sida,
el agua, reforma agraria, soberanía alimentaria. Las actividades
co-organizadas (entre el Comité Africano y redes/movimientos globales)
que estaban también orientadas al público en general tuvieron
poca participación de gente del Foro y menos participación
de personas de fuera. Algunas de ellas hablan de la existencia de tres
foros paralelos: el del estadio, sitio central donde se realizaban muchos
de los paneles, el de los pasillos rodeando el estadio, con música,
expresiones culturales, venta de productos de artesanía locales,
las movilizaciones y marchas. Y el de las grandes carpas, fuera del estadio,
inmensas y generalmente despobladas, donde se realizaban actividades coorganizadas
y paneles abiertos al público. “Era el sector geográfico
del Foro de intersección con la sociedad civil de Nairobi”,
insuficientemente presente en la vida cotidiana del Foro (Sergio Ferrari,
2007). Otras hablan de la existencia de ”otro” Foro, el realizado
por el People´s Parliament (Parlamento de los Pueblos) en la ciudad
de Nairobi, Kenya (Oloo, 2007).
A los problemas ya constantes de traducción, de déficit
financiero, de organización de los espacios, que también
han sido parte de Foros anteriores, se sumaron otros problemas, que para
muchos ponen en cuestión la Carta de Principios. Problemas de tercerización
(entrega de las inscripciones y los restaurantes a empresas privadas,
precios de inscripción considerados altos para los movimientos
populares de Kenya, aunque hubo un paquete importante de inscripciones
sin costo), seguridad policial, en algunos casos militarizada (en una
sociedad con altos índices de criminalidad) produjeron reacciones
en contra de muchas/os de las/os participantes. En un comunicado lanzado
por la Asamblea de Movimientos sociales se critica las tendencias a la
comercialización, a la privatización y a la militarización
del espacio del Foro. Frente a estos problemas se ha propuesto elaborar
un documento de “normas de conducta” para los organizadores
de los próximos foros.
Los
problemas presentados en el Foro de Nairobi evidencian lo que comienzan
a ser interrogantes importantes en relación al Foro mismo: ¿es
posible tener eventos tan grandes, con precios de inscripción que
dejan fuera justamente a aquellos que el FSM quiere privilegiar? ¿Es
posible tener eventos que arrojen pérdidas significativas para
el Comité organizador? ¿El problema del financiamiento debe
ser solo responsabilidad de los comités nacionales que organizan
el Foro? ¿Dónde conseguir recursos sin violentar la Carta
de Principios? ¿cuántos recursos? ¿Son siempre las
grandes ONG, por los recursos que manejan, las que tienen más posibilidades
de organizar actividades que los mismos movimientos sociales? Para responder
a estas preguntas es necesario una evaluación histórica
del desarrollo del proceso del FSM en estos 7 años, y ya existe
un Grupo de Trabajo que está preparando los términos de
esta evaluación para la siguiente reunión del Comité
Internacional.
Pero
el Foro de Nairobi tuvo otros problemas, que hicieron retroceder dramáticamente
lo que ha sido hasta ahora una de sus importantes características:
sus intentos de construir una nueva cultura política, entre los
movimien-tos, redes y actor@s sociales, la permanente ampliación
de sus márgenes de entendimiento colectivo, el reconocimiento de
la validez de otras luchas, su apertura a visiones feministas y a las
luchas de orientación sexual…todo ello ya constituye el bagaje
político, metodológico y epistemológico de los FSM.
Por
ello, una novedad, tremendamente negativa para las luchas democráticas
-y no solo de feministas y de las comunidades LGBTT- se dio por la masiva
y activa presencia de las Iglesias en general, y dentro de ellas, iglesias
reaccionarias y fundamentalistas para con los derechos de las mujeres
y las luchas de orientación sexual. Esta discusión ya se
había dado al interior de una de las reuniones preparatorias del
Foro, en la cual varios de los participantes africanos señalaron,
en relación a la orientación sexual, que ese no era un problema
africano, sino occidental. No se hicieron cargo de una realidad evidente
que requería asegurar el respeto a estas presencias y limitar la
presencia de grupos antidemocráticos. Al no hacerlo, por primera
vez existió un despliegue inusitado de “stands” de
las iglesias, y, dentro de ellas, de grupos de iglesias abiertamente reaccionarias
y fundamentalistas, por primera vez se realizó una marcha contra
el aborto. Por primera vez también en la ceremonia de clausura,
cuando habló una lesbiana, el nivel de agresión de un sector
importante de los participantes fue escandaloso.
¿La
"Evangelización" del Foro?
Y
esto es un asunto delicado. El rol de iglesias progresistas en África
es indudable. En países con débiles sociedades civiles,
las iglesias son un factor catalizador de organización e iniciativas
populares; y muchas asumen un compromiso social y político contra
la pobreza (no necesariamente la exclusión). Y si bien en todos
los demás foros la presencia de personas ligadas a las iglesias
ha sido constante, con ellas ha existido una relación de disputa,
pero también de respeto a los diferentes posicionamientos, reconociendo
que la espiritualidad tiene distintas formas de manifestarse. Lo que ha
unido a estas miradas es su reconocimiento y respeto a la Carta de Principios,
que explícitamente asume que el FSM es un espacio plural y diversificado,
no confesional, no gubernamental y no partidario, orientado a consolidar
una globalización solidaria que respete los derechos humanos de
todos las/os ciudadanas/os. Pero una cosa es la presencia de personas
ligadas a las iglesias que aportan a la transformación social,
respetando la carta de Principios, y otra es la presencia de aquellas
expresiones religiosas y eclesiásticas que tienen una limitada
perspectiva de los derechos humanos, una moralidad que se posiciona contra
los pensamientos humanistas y libertarios, cuya acción cotidiana
confronta la carta de Principios y que pretende quitarle a las personas,
especialmente mujeres, homosexuales, gays, lesbianas y trans, el reconocimiento
de sus derechos, de su libertad y de su autonomía. La presencia
de grupos eclesiásticos antidemocráticos, cuya propuesta
cotidiana no solo afecta a mujeres y homosexuales sino al mismo espíritu
de pluralidad democrática que el Foro contiene, va en contra de
la metodología misma del Foro.
No
obstante, la presencia de los movimientos de diversidad sexual en el FSM
2007 fue amplia, activa, afirmativa, enriquecedora, especialmente de aquellas
organizaciones africanas y kenyanas de gays, lesbianas, travestis, transgéneros,
transexuales e intersex. Las organizaciones de Kenya habían estado
en contacto con los –las organizadores del Foro tanto para armar
el caucus de diversidad sexual, registrar eventos, como para aportar al
éxito del Foro. Es decir, hubo un proceso en el que estos movimientos
estuvieron envueltos, negociando y apoyando al Foro. Ya había visibilidad
y presencia en el momento en que dentro de la reunión de la comisión
de metodología y contenido se afirmaba que la homosexualidad no
era un problema africano.
Indudablemente han habido voces de protesta: en el mismo CI2 (Comité
Internacional) llamando a que se promueva y potencie la lucha por los
derechos sexuales y los derechos reproductivos en todas las instancias
del proceso, como parte intrínseca del “espíritu”
democrático del Foro. Igualmente, frente a estas irrupciones antidemocráticas,
un conjunto de redes e instituciones elevaron un pronunciamiento al Comité
Internacional, algunos de cuyos párrafos señalan: “A
través de este documento afirmamos que las luchas de nuestr@s herman@s
por los derechos sexuales y reproductivos en todo el mundo también
son nuestras luchas. Y por lo tanto, evocando la diversidad creemos que
son parte fundamental de la construcción de esos otros mundos posibles
más solidarios y justos. … Dado que las luchas por la construcción
de otro mundo solamente pueden ser exitosas si reconocen la diversidad
de identidades y sujetos políticos, afirmamos que el Foro Social
Mundial es un proceso abierto a quienes reconocen esta diversidad. Las
organizaciones e individuos que promuevan la marginalización, exclusión
o discriminación de otros son ajenos a este proceso…. Hacemos
un llamado al Consejo Internacional, y a los diferentes Comités
Organizadores, a promover y potenciar la integración de las luchas
por los derechos sexuales y reproductivos en cada Foro Social alrededor
del mundo. Entendemos la diversidad de contextos culturales y políticos
que pueden darse, pero el derecho a la lucha por la autonomía y
la libertad de nuestr@s herman@s no es negociable.” (Carta al CI:
En Diversidad, otro mundo es posible3 ). Así, los derechos sexuales
y los derechos reproductivos son ya uno de los ejes tenaces de disputa
en lo global y en lo local.
Sin
embargo, es más que todo esto: es más porque incorpora,
en las decisiones en las instancias organizativas del Foro, miradas “particulares”,
o distanciadas de las nuevas expresiones de lucha por la ampliación
de los márgenes de las democracias que están expresándose
en sus países. Porque no ha sido solo las negativas para incorporar
más activamente la visibilidad del derecho a la orientación
sexual. También ha sido la restricción analítica
y política para las luchas de los y las trabajadoras que trae la
propuesta de “trabajo decente” propuesta por la OIT y asumida
en forma excluyente por la organización africana del Foro, en vez
de considerarlo como una propuesta y no como la totalidad de las estrategias
frente al trabajo (Waterman, 2007). Y ha sido la casi inexistencia del
Campamento de la Juventud, fuerza indiscutible y multitudinaria en los
anteriores foros y que en este último tuvo una participación,
según cifras dadas por varias fuentes, de no mas de 250 personas
en el campamento. No son temas ni espacios cualesquiera, son expresiones
de nuevas temáticas y nuevas presencias que han quedado oscurecidas
en el Foro, limitando su capacidad de reflexión y autorreflexión.
Por ello, estas exclusiones no son solo un asunto de competencia de feministas,
de movimientos LGBTT, de jóvenes, o de trabajadores y trabajadoras,
sino del Foro en su conjunto, y del CI dentro del Foro. Lo que está
en cuestión no es el Foro Social Mundial, ni el Foro de Nairobi.
Están en cuestión determinadas prácticas, que pueden
reconocerse y trabajarse, como lecciones aprendidas de lo que necesitamos
explicitar en relación a dinámicas y formas de funcionamiento
democrático de las instancias organizadoras. Y explicitar la amplitud
infinita del FSM con aquellas personas, organizaciones, movimientos que
están de acuerdo con la Carta de Principios y con el cambio político
y cultural que ella contiene como horizonte. La tarea que tenemos por
delante, parafraseando a Shannon Walsh, es “no romantizar nuestras
solidaridades sino analizar nuestras exclusiones” (Walsh 2007).
1 Esta decisión de facilitar
las movilizaciones y acciones, específicas o conjuntas, de las
redes y movimientos sociales y ONG que confluyen en el Foro se ha visto
facilitada por la decisión de realizar el FSM cada dos años.
2 Samir Amin fue el primero que tomó la palabra y el primero en
condenar la discriminación contra las y los actores de las luchas
por orientación sexual, seguido luego por otr@s integrantes del
CI.
3 Esta Carta, Inicialmente firmada por el Programa democracia y transformación
Global de la Universidad de San Marcos-Lima, la Articulación Feminista
Marcosur, el Centro Flora Tristán, ABONG y el Instituto Paulo Freire,
ha recibido un conjunto significativo de adhesiones.
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