8 de marzo 2006

Cotidiano Nº 42

Lilián Celiberti

A la hora convocada, el Presidente de la República ingresó al salón de actos de la Casa de Gobierno. Su presencia en el Día Internacional de la Mujer, significaba un respaldo del gobierno al lanzamiento del Primer Plan Nacional de Igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres uruguayas.

Tal vez, por primera vez desde que inició su acción política en 1990, nadie acompañó con aplausos el ingreso de Tabaré Vázquez. Un significativo silencio se instaló en la sala, mientras se agitaban las manos naranja con la consigna VOTO a FAVOR DE LA SALUD REPRODUCTIVA.

Los cuerpos dialogan, con posturas y también silencios, por eso el Sr. Presidente comprendió el mensaje y se refirió a él en sus primeras palabras: Traía escrito un discurso pero lo voy a dejar para el final … me alegro enormemente de la masiva presencia de la prensa uruguaya y creo que también internacional y me alegro que hayan podido captar las expresiones de muchas de ustedes, cuando el Presidente de la República entró en sala, ocupando el estrado, demostrando que los uruguayos sabemos convivir en paz, en democracia, con respeto, con tolerancia, aún cuando en algunos temas pensemos distinto, pensemos diferente.

Me alegro enormemente que quienes están defendiendo una determinada posición en el tema de la interrupción de un embarazo, aquí en la sala de la propia Presidencia de la República, y en un acto como el del día de hoy, se hayan podido expresar libremente. Congratula el corazón de los demócratas, congratula la mejor historia de nuestro país, esta expresión que ha habido en esta sala... De verdad me alegra que así haya sucedido y de verdad esto abre un camino de análisis y discusión de un tema en el que podemos tener distintas opiniones, creo que todas respetables, donde seguramente con argumentos de distinto tipo, de distinta naturaleza, los uruguayos como lo hemos hecho históricamente, no cesaremos de buscar entre todos nosotros la posición que este país tiene sobre los distintos temas.

No debemos temer a la discusión, a la presentación de ideas por opuestas que sean, sí debemos temer al oscu-rantismo, a tratar de no discutir los temas, a tratar de subsumirlos o a tratar de imponer por la fuerza a otros, lo que nosotros creemos que es correcto o lo apreciamos desde una única perspectiva. Respeto a quienes se han expresado en forma diferente al Presidente de la República.

Es una afirmación tautológica Sr. Presidente, ya que el poder expresarse públicamente, sea en la Casa de Gobierno o en donde sea, es por definición una condición de la democracia. No da para congratularse.

Podría interpretarse que el Sr. Presidente, estaba retractándose públicamente de su anunciado VETO al Proyecto de Ley de Salud Reproductiva, en caso de aprobación parlamentaria. Pero en realidad no es así. Según declaraciones realizadas a la prensa inmediatamente después, mantiene su amenaza de vetar el proyecto, haciendo uso de una potestad constitucional, bien poco democrática por otra parte.

No quisiera centrarme en si el presidente dijo que no disolvería las Cámaras, me alcanza con el anuncio del veto para colocar en el debate la propia concepción de democracia que sustenta. Promover la participación ciudadana y estar abierto al diálogo supone no solo la disponibilidad de escuchar sino fundamentalmente la de respetar las opiniones ajenas.

¿Puede hablarse de diálogo democrático, cuando pesa sobre sus conclusiones una amenaza de veto? (Discutan que yo resuelvo)
¿Por qué no sería democrático que el parlamento votara una ley de salud reproductiva?
¿En que régimen el Presidente de la República y sus opiniones tienen más peso que la resolución de ambas cámaras parlamentarias?
¿Qué concepto de pluralidad tiene el Sr. Presidente?
¿Cómo define una sociedad los conflictos, y cómo enfrenta las diferencias?

Como feminista me importa profundizar el debate sobre el derecho a decidir de las mujeres, me importa que la experiencia de las mujeres frente a un embarazo no deseado (porque ese es el problema) tenga voz en el debate público.

La experiencia subjetiva de decidir acerca de continuar o no con un embarazo, es un dilema humano, que nace de la experiencia de vida de las mujeres, y de la diferencia sexual entre hombres y mujeres. Puede ser que aún para algunas mujeres su capacidad repro-ductiva siga siendo un "destino marcado", algo con lo que se "carga para siempre" pero sin duda son cada vez menos.

Como señala Marta Lamas1, mientras la diferencia sexual “continúe siendo un principio ordenador en nuestra sociedad, hay que cuestionar cómo se usa para marcar la división entre lo público y lo privado, y también cómo se borra del discurso y la práctica políticas, (...) Todas las diferencias de los grupos subordinados generan el mismo dilema: ignorar la diferencia lleva a una falsa neutralidad, pero centrarse en ella acentúa el estigma de la diferencia (...). Este dilema resume la contradicción entre las tareas que las feministas nos fijamos para hoy y la visión de sociedad que deseamos construir. ¿Cómo edificar una nación democrática en donde la diferencia sexual sea al mismo tiempo reconocida y relativizada?".

Es difícil abordar en serio la profundidad de los debates planteados, cuando se define como un dogma de gobierno la «defensa de la vida desde el momento de la concepción» como lo hizo ayer la Ministra de Salud Pública Maria Julia Muñoz.

El derecho a tomar la palabra amplía radicalmente las fronteras de lo político. La felicidad de las personas depende de cómo se articulan en sus vidas las múltiples dimensiones de su experiencia vital, de sus sueños, sus miedos, sus oportunidades. Y es en estos terrenos donde el dolor, la libertad, el goce y la responsabilidad de las mujeres en su diferencia, es siempre minimizada en el debate público.

No se trata solo de tener diferencias políticas, religiosas o morales, como ciudadana laica, no confesional, responsable y comprometida con la democracia quiero vivir en una sociedad donde mi autonomía para decidir tenga valor, sea reconocida y garantizada por el Estado.

1 (Democracia e igualdad política y diferencia sexual, en Disensos, Nº 35, versión electrónica).