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Fanny
Puyesky, abogada, escritora, dramaturga, ha resuelto ser Cassandra en
su último libro Diario de una Diosa.1
Cassandra/Fanny
encarna a diferentes heroínas transformándose a través
de los tiempos, desde las Diosas del Olimpo hasta las Olimpias de Gouges
de la Revolución Francesa, en una referente sabia, incrédula
del disparatado mundo pensado, dirigido, creado por el sexo masculino,
una humanidad privada de la Diosa y su imagen.
El
humor, a veces negro, a veces infantil, es el vehículo que aceita
las aproximaciones a los grandes de la historia: la interna
del Olimpo, Zeus y Afrodita, Moisés y el pacto de los prepucios,
Mahoma y sus barbudos, la creación de la primera MM (multinacional
masculina) en el Vaticano, Colón, Isabelita y el Fondo Monetario
Una
sola excepción, Me disculparán si algunas pocas veces
me desvío de esa línea: cuando Cassandra encarna a Lucrecia
Borgia no me quedó lugar para el humor, pero sí para ponerle
palabras a mi indignación sobre lo que permanece bastante oculto
aún hoy. Se refiere a los niños esclavos de la perversión
de su padre, a las niñas y niños abusados.
Como
abogada profundamente comprometida con la denuncia de los derechos humanos
Puyesky recomienda Nunca culpen a los niños por los pecados
de los padres. Ellos (los niños) no tienen la culpa de ser la fruta
del árbol envenenado.
El
resto de este recorrido por la misoginia de la historia universal enfatizando
en las desiguales relaciones de poder entre los géneros, es enfocado,
junto al humor mencionado desde una rigurosidad histórica y literaria
oculta tras una imperdonable ausencia de la nutrida bibliografía
consultada. Otras ediciones la traerán. Prometido.
E.F.
1 Ed. Planeta, Buenos Aires, 2005.
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