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"Creo
que las mujeres poseen el derecho humano básico a decidir qué
hacer con un embarazo. Otros conceptos bien establecidos dentro del marco
de los derechos humanos refuerzan ese argumento, incluyendo la integridad
corporal, el derecho a la salud, el derecho a practicar (o no) una religión
y el derecho a ser libre de leyes religiosas en sociedades democráticas
modernas. A pesar de lo afirmado por inteligentes individuos en contra
del derecho a decidir respecto a que el aborto es una cuestión
de los derechos humanos del feto, la comunidad de derechos humanos da
pasos firmes hacia el reconocimiento del derecho a decidir de la mujer
y no existe postura contraria alguna dentro de esa comunidad que siquiera
considere la cuestión de si el feto constituye o no una entidad
con derechos.
Por
muchos años, una verdad evidente del debate del aborto ha sido
que quienes estamos a favor del derecho a decidir poseemos derechos y
quienes se oponen al aborto legal poseen la moral; que quienes apoyan
los derechos al aborto se concentran en la mujer y quienes se oponen a
esos derechos se concentran en el feto. Después de 30 años
de existencia del aborto legal y de un debate que no muestra señales
de terminar o de que tenga un ganador evidente, ¿no es hora ya
de tratar de combinar los derechos y la moral, de considerar tanto a la
mujer como a la vida humana en desarrollo? Fundamentalmente, el aborto
no es una cuestión política y la política no dará
fin al enorme conflicto sobre el aborto. El aborto es una cuestión
moral profunda y por ello fracasarán los esfuerzos por ganar el
apoyo de la mayoría del pueblo estadounidense de cualquier movimiento
que no aborde y respete todos los valores que se encuentran en juego al
diseñar una política social en materia de aborto.
Una
observación acerca de la terminología: Cualquier artículo
cuidadoso sobre el aborto se topa con el problema de cómo definir
a las y los opositores y proponentes del aborto legal. Por lo general,
trato de usar términos más específicos: ¿quiénes
apoyan? o ¿quiénes se oponen? al aborto legal. En ocasiones,
parece justo llamar provida a algunos grupos e individuos cuya postura
es más amplia, que entre otros aspectos incluye oponerse a la guerra
y a la pena capital, así como medidas de apoyo sociales y políticas
que permiten a la gente llevar vidas saludables y productivas. De igual
manera, estoy convencida que sólo a pocos oponentes del aborto
legal los motiva realmente un profundo respeto por la vida fetal. Si todos
ellos actuaran motivados por ese respeto, ¿se conducirían
como si el aborto fuera un asesinato?, como dijo hace muchos años
Randall Ferry, fundador de Operación Rescate. El ejemplo de los
obispos católicos ilustra mi argumento claramente. Yo esperaría
que si los obispos realmente creyeran que el aborto es un asesinato, harían
muchos más sacrificios a nivel individual y colectivo para garantizar
que no hubiera abortos. Aunque la dirigencia católica es muy reservada
en cuanto a los gastos en los que incurre, es evidente que el monto que
dedican a la prevención del aborto es muy pequeño. Los obispos
afirman que el aborto es el mayor problema moral de nuestros tiempos,
que las y los católicos no pueden votar por candidatos a favor
del derecho a decidir y que las y los legisladores creyentes a favor del
derecho a decidir cometen un grave pecado al apoyar el aborto legal. Si
ésa es la respuesta ante un asesinato, es retórica y débil.
¿Cómo puede un obispo o sacerdote justificar que se asigne
un centavo del presupuesto a gastos discrecionales en vez de usarlo para
ayudar a tantas mujeres que no interrumpirían sus embarazos si
contaran con los recursos para criar a ese niño o niña?
No se gastaría en cenas, en boletos de avión de clase "business",
en vacaciones, en flores para el altar mientras se necesitara ese dinero
para evitar abortos. El mismo estándar se debería aplicar
a creyentes laicos que hablan en contra del aborto; sólo algunos
de ellos hacen algo que no sea atacar a políticos católicos
por el derecho a decidir y apoyar al partido republicano. Si usted cree
que el aborto es el peor de los males que enfrenta la humanidad, austeridad
y sacrificio es lo menos que se le puede pedir".
Tomado
del artículo ¿Hay vida después de Roe?
de Frances Kissling, publicado en la revista Conscience,
Invierno 2004/2005
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