|
Virginia
Vargas
El
FSM llegó a su sexta edición con una novedad organizativa
y descentralizada: la realización, paralela, de tres Foros en tres
continentes Asia (Karachi - Pakistán, marzo 2006), África
(Bamako - Malí, 19 al 22 enero 2006) y América Latina (Caracas
- Venezuela, 24 al 29 enero 2006). Este último fue también
organizado como el II Foro Hemisférico. El análisis de las
articulaciones de estos tres Foros es una tarea pendiente. En el 2007
el Foro Social Mundial, ya no policéntrico, se realizara en la
ciudad de Nairobi Kenya, en África.
La
peculiaridad del Foro de Caracas fue indudablemente el país y el
proceso de la revolución bolivariana impulsada por el Presidente
Chávez. En perspectiva más amplia, el gobierno venezolano
se enmarca en lo que se ha llamado la nueva oleada democrática
de gobiernos de América Latina, y que expresa el respaldo electoral
de coaliciones políticas y/o partidos políticos de izquierda
en varios países de la región. Dentro de ella, Venezuela
tiene especial significación, por el fuerte contenido antiimperialista
del gobierno de Chávez, su cuestionamiento al modelo neoliberal,
siendo uno de los pocos presidentes que se atreve a disentir de forma
abierta con las políticas imperialistas de la administración
Bush. El gobierno ha impulsado la organización de amplios sectores
populares alrededor del proyecto chavista. Existe, al mismo
tiempo, una polarización creciente vivida en el país entre
el gobierno y la oposición. Y existen críticas importantes,
desde varios sectores democráticos, que perciben un estilo presidencial
de rasgos autoritarios.
Desde el Comité Internacional del Foro se plantearon desde el principio
interrogantes en relación a la autonomía del foro, alertando
sobre el riesgo que se convirtiera en un foro chavista, es
decir, copado por los intereses del gobierno. Ante este eventual riesgo,
tanto el Comité Organizador venezolano como el Comité Organizador
Hemisférico generaron buenas condiciones para preservar un Foro
autónomo del gobierno. Aunque hubo mayoría absoluta de venezolanos,
esta no se expresó en una presencia chavista organizada, ni copamiento
de actividades, ni nada que expresara una actitud partidaria antes que
un intercambio político entre actores sociales. Por ello, la primera
constatación es que el Foro no fue un foro chavista. Sin embargo,
la presencia de Chávez en el horizonte del foro fue innegable.
Esta
presencia, además de la misma personalidad de Chávez y de
la curiosidad política de todos y todas en el proceso venezolano,
se nutrió de dos actividades organizadas por algunos de los movimientos
sociales nucleados en la Asamblea de los Movimientos Sociales con el presidente
Chávez. A pesar que ambas actividades se realizaron fuera del Foro,
en horario nocturno, (7 pm) y sin su auspicio, su impacto
fue significativo, tanto por el riesgo de hipotecar la autonomía
de los movimientos sociales como porque entre los muchos temas que trató
también opinó sobre el futuro del Foro.
Sus
opiniones sobre el Foro tuvieron mayor impacto porque se ubican en una
de las discusiones centrales que el foro vive actualmente: entre los que
aspiran a un Foro con capacidad de decisión, con declaraciones
y posicionamientos colectivos frente a los grandes problemas del contexto
mundial actual, con una relación más activa con los partidos
políticos y los gobiernos de corte izquierdista. Y los que, afirmando
la Carta de Principios del FSM, privilegian su característica de
ser un espacio no confesional, no gubernamental, no partidario, ni pro
lucha armada, sino un espacio-proceso de los movimientos, redes, formas
de expresión de las luchas globales contraculturales, contrasistémicas,
que contienen nuevas sensibilidades y nuevas posturas políticas
y luchas emancipatorias propias del siglo XXI, y donde la diversidad de
estrategias y agendas es su más preciada característica
y condición para lograr ese otro mundo posible. Esta
multiplicidad de caminos emancipatorios rompe con la vieja idea vanguardista
de luchas principales y luchas secundarias, estas últimas a ser
logradas después que las grandes luchas han sido ganadas.
Mientras para algunos, las estrategias comunes se logran a partir del
diálogo creativo y perseverante entre los propios movimientos sociales
e intelectuales, valorizando las identidades de cada uno de los sujetos
envueltos en vez de anularlos o diluirlos (Antonio Martins), otros, como
el prestigioso intelectual Ignacio Ramonet de Le Monde Diplomatique, o
Samir Amin, de África, sostienen que el Foro ya cumplió
una etapa, y debe dar paso a otro momento, de construcción del
sujeto colectivo revolucionario.
Las
opiniones iniciales del Presidente Chávez en relación al
Foro, aparecidas al día siguiente en Terra Viva, periódico
que traía diariamente artículos y opiniones sobre el Foro,
se adscribían a esta última vertiente, al afirmar el riesgo
que el FSM se convierta en un festival anual de turismo revolucionario.
Y que era el momento de pasar a la acción revolucionaria. Ante
estas declaraciones, se generó una sensibilidad inmediata en muchas
de los/las participantes en el Foro y fueron tema de discusión
en varios de los paneles donde se discutía justamente sobre su
futuro, su autonomía, sus dinámicas de poder. No eran tanto
el contenido de las opiniones, sino el hecho que sea un representante
de gobierno el que asumiera la potestad de opinar sobre un proceso autónomo
de las sociedades civiles y sus movimientos. Sin embargo, la tensión
originada por estas primeras declaraciones quedó en parte diluida
luego de las vertidas, dos días después, con motivo de la
reunión con la Asamblea de movimientos sociales, al expresar su
reconocimiento a la autonomía del Foro, enfatizando su importancia
como proceso plural. Fue indudable que varios de los representantes venezolanos
en el Comité de Organización hicieron llegar las críticas
que habían suscitado sus primeras declaraciones.
Estas opiniones han seguido expresándose en documentos y artículos,
previos y posteriores al Foro de Caracas. Un antecedente inmediato que
constituye un referente importante para este posicionamiento, y un cierto
estilo político, es lo que se ha llamado el Bamako Appeal
impulsado por algunas instituciones como el Foro Mundial de las Alternativas,
Third World Center, Third World Forum, entre otros. El Bamako Appeal es
un manifiesto elaborado en una reunión previa al Foro Policéntrico
de Bamako, que en este momento está en circulación para
firmas de adhesión. Esta iniciativa tiene continuidad con la Declaracion
de Porto Alegre, en el FSM 2005 y elaborado por 19 intelectuales (la mayoría
absoluta hombres, la mayoría blancos, la mayoría bastante
adultos). Indudablemente todas las expresiones, reflexiones politicas
y manifiestos (y hay muchos en los diferentes Foros) son importantes.
El problema, como bien señala Peter Waterman, no es el contenido
con el cual muchos/as podemos estar de acuerdo (aunque lo referente a
las mujeres es marca-damente pobre y lo referido a diversidades sexuales
es inexistente), sino más bien el procedimiento: elaborado por
un pequeño grupo, complementado por la audiencia invitada a la
reunión, editado por el grupo original, y colocado en circulación
como si fuera producto del Foro de Bamako.
Para
algunos, como Luis Hernández, el Foro de Caracas tuvo un carácter
marcadamente político estatal, al centrar el debate en las estrategias
de poder , la naturaleza de los gobiernos de izquierda en América
Latina, la resistencia al imperialismo y la integración regional.
Y aunque, sigue Navarro, los movimientos indígenas, feministas,
ambientalistas, comercio justo, comunicación alternativa, diversidad
sexual, economía popular, estuvieron presentes, el sello específico
del Foro no estuvo marcado por sus reivindicaciones (Hernández
Navarro, 2006).
Atilio
Boron, celebra este giro como un cambio positivo porque los
movimientos discutieron temas urgentes en vez de regodearse en su
narcisismo, explorando las infinitas gradaciones y matices que les confiere
su única identidad, desentendiéndose por completo de los
desafíos planteados por la coyuntura nacional, regional e internacional
(Boron, 2006). Por su parte, Emir Sader, en un último artículo
alerta sobre el riesgo de "intrascendencia" de los Foros si
no pasan de la resistencia a la lucha por un mundo pos-neoliberal, es
decir, delimitar la acción al plano de la sociedad civil,
sin participar de la lucha por otro poder político (Sader 2006).
Lo riesgoso de estas opiniones reside tanto en el intento de reducir el
Foro a una de sus múltiples expresiones, como en el pretender que
sólo la negociación y alianza con los gobiernos progresistas
y los partidos políticos, reemplazando movimientos sociales y sociedades
civiles democráticas, da sentido político al Foro. Tenemos
aprendizajes históricos fundamentales de todos estos años
de lucha y de los errores de las izquierdas en los 70 y 80 . Uno de ellos
ha sido que lo político no es solo lo político estatal y
la política ya no es percibida ni ejercida sólo en relación
a los estados, sino también a, y desde, la sociedad. Que el socialismo
es no solo cambio en modos de producción sino en el imaginario
social y en la cultura y la subjetividad política, que las transformaciones
emancipatorias no son procesos únicos sino múltiples, que
implican tanto dimensiones materiales como simbólicas y subjetivas,
tanto sociales como personales, que el error de las izquierdas fue el
seguir sosteniendo, a pesar de las evidencias, la existencia de un sujeto
privilegiado de cambio, una única forma de hacer política,
alrededor de la existencia de contradicciones principales y secundarias
y la consiguiente jerarquización de las luchas. Sin reconocer,
finalmente, que las exclusiones y subordinaciones de clase, raza, etnia,
género, edad, orientación sexual, son parte indesligable
de un mismo sistema de dominación. Enorme riesgo reducir la lucha
a una de estas dimensiones. Enorme riesgo de desplazar lo que son los
nuevos procesos y nuevas rutas emancipatorias traidos por múltiples
y renovados actores sociales.
Indudablemente
que la interlocución entre gobiernos, partidos políticos
y movimientos sociales es crucial en este proceso de querer cambiar el
mundo. Sin embargo el piso y la orientación de la que se parte
es diferente. Los gobiernos progresistas en AL son una ganancia porque
amplian los márgenes de maniobra de los movimientos sociales y
porque tienen más interés en lograr una mayor y más
justa redistribución de recursos materiales y subjetivos. Sin embargo,
los riesgos de suplantar a imagen y semejanza- las miradas críticas
y propuestas autónomas de los movimientos sociales, elimina una
de las dimensiones políticas democráticas fundantes del
FSM, la de fortalecer la trama asociativa y contracultural, confrontando
los arreglos sociales, sexuales, económicos antidemocráticos
presentes también en las fuerzas de cambio, incluyendo los mismos
gobiernos progresistas.
Más
aún cuando la ola democrática de los gobiernos en América
Latina es heterogénea. Algunos con énfasis mucho más
claros en confrontar el modelo neoliberal (Venezuela), otros más
complacientes con él (Chile, Brasil). Algunos con desarrollo más
asentado de la democracia y reglas de convivencia democráticas
(Uruguay, Chile). Otros con democracias de menor desarrollo y mayor riesgo
autoritario (Venezuela, eventualmente Perú si Humala gana en la
segunda vuelta). El triunfo de Evo Morales ha traído una nueva
realidad, al ser expresión, por primera vez, de las realidades
indígenas (quechuas y aymaras pero con significación simbólica
indudablemente mayor), realidades históricas y actualmente excluidas,
recuperando la defensa de la hoja de coca como símbolo de la cultura
andina, afirmando dimensiones simbólicas de mucha potencialidad
movilizadora en y más allá de la región andina. El
triunfo de Michelle Bachelet en Chile pone a toda esta oleada
aquello que estaba ausente o débilmente expresado: las mujeres
como sujetos políticos, con propuestas y demandas claras a la democracia.
Y es que esta oleada democrática no necesariamente asume, por ejemplo,
los derechos humanos y ciudadanos de las mujeres, ni de las diversidades
sexuales. El caso del presidente Vázquez, de Uruguay y su anuncio
de objetar la ley de despenalización del aborto si es aprobada
en el parlamento, luego de haberse entrevistado con la jerarquía
eclesiástica, es un buen ejemplo de esta dificultad. En estas condiciones,
el posicionamiento autónomo de los movimientos sociales, su capacidad
de presión y fiscalización, son fundamentales para visibilizar
vacíos y contradicciones e impulsar un mayor avance democrático.
El
Foro de Caracas sí tuvo mayor énfasis en el eje de poder
político y luchas de emancipación social. Este énfasis
es producto de la variable sensibilidad de los- las participantes en los
Foros, atentos a los cambios en la región, y de la enorme capacidad
que ha mostrado el Foro, desde su primera edición, de repensarse
permanentemente a sí mismo, hacia las dimensiones nuevas que van
apareciendo, hacia un funcionamiento más democrático e inclusivo,
más expresivo de la diversidad. Lo novedoso es que el abordaje
frente a este eje fue múltiple. La Agenda posneoliberal organizó,
por ejemplo, un seminario de tres días sobre la relación
entre partidos, gobiernos, movimientos sociales y democracia. Una reflexión
significativa, además de la importancia del diálogo y la
controversia, es la exigencia que los partidos políticos avancen
en su propia democratización, superando su percepción de
vanguardia a la cual son subsidiarios los movimientos sociales. Y en este
proceso de discusión participaron activamente movimientos sociales,
como el feminista. Lo que significa que, a diferencia de lo que sostiene
Atilio Boron, los movimientos no se regodean con sus propias reflexiones,
ni se desentienden de su realidad sino que están activamente impulsando
y alimentando los nuevos temas, incorporando además dimensiones
ausentes en las perspectivas de cambio, como es la dimensión interpersonal,
subjetiva y contracultural.
Finalmente,
creo que otro mundo es posible sin pensamientos únicos, por más
radicales que estos aparezcan, que el mundo posible y diferente es una
construcción colectiva contracultu-ral desde múltiples dimensiones.
No reconocer esta multiplicidad de luchas y abordajes, seguir pensando
en una contradicción principal y un sujeto único, aunque
sea en este caso llamado colectivo, es perpetuar la lógica de la
exclusión.
Referencias bibliográficas
Boron, Atilio, 2006. El Foro de Caracas: la otra mirada.
Alai amlatina 27.02.06.
Luis Hernádez Navarro, 2006. Hay debate, reflexión y fiesta,
pero el FSM enfrenta una crisis de identidad. La Jornada, Viernes 27 de
enero de 2006.
Sader, Emilio, 2006. De la Resistencia a la lucha por un mundo posneoliberal
o la intrascendencia. ALAI , 01.20.2006
Waterman, Peter, 2006. The Bamako Appeal: A Post-Modern Janus? Discussion
Draft.
|