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DECLARACIÓN
Nosotras,
mujeres de Haití, Barbados, República Dominicana, Granada,
Puerto Rico, Martinica, Uruguay, Nicaragua, Canadá y Estados Unidos
de América, reunidas del 8 al 10 de diciembre de 2005, en Puerto
Príncipe Haití, en el marco del coloquio Regional
sobre la Ciudadanía de las Mujeres, después de haber compartido,
reflexionado y debatido sobre las limitaciones del ejercicio de nuestra
ciudadanía e identificado ciertas pistas de acción con el
fin de garantizar a todas las mujeres y a todos los miembros de nuestras
sociedades el gozo del conjunto de los Derechos que garantizan la ciudadanía
y la justicia social, reafirmamos en voz alta y fuerte nuestra voluntad
de ejercer nuestra ciudadanía sin ninguna limitación.
Nosotras
somos ciudadanas de esta región del mundo en donde las estructuras
sociales se caracterizan por la negación de derechos,
Donde los pobres, en mayoría mujeres, pagan por la aplicación
de las políticas neoliberales dictadas por las grandes instituciones
internacionales;
Donde las violencias específicas contra las mujeres ocasionan víctimas
cada vez más numerosas;
Donde la inseguridad política y las políticas de terror
impuestas por gobiernos, grupos políticos y/o paramilitares forman
alianzas con los "cárteles" del comercio ilícito
de armas y drogas, amordazan las poblaciones, impiden el ejercicio de
la ciudadanía y se atacan cada vez más al cuerpo de las
mujeres;
Donde el fundamentalismo religioso forma alianzas con la derecha conservadora
para arrebatar a las mujeres los derechos fundamentales en materia de
sexualidad y de salud reproductiva;
Donde el racismo y la xenofobia niegan toda posibilidad de coexistencia
armoniosa entre los diferentes grupos raciales;
Donde la migración internacional y el desarrollo de las comunidades
inmigrantes exigen abrir las fronteras de los derechos más allá
de los límites geográficos de los Estados Nación.
La ciudadanía se inscribe en una relación histórica
y cultural con la cohesión social relación esencialmente
evolutiva. Si la cohesión social asegura la estabilidad de una
comunidad, fija igualmente las desigualdades que prevalecen en ella. La
socialización diferenciada según el género asigna
a las mujeres un papel de vehículo de valores unidos a la estabilidad
en el mantenimiento de la cohesión social en su detrimento, teniendo
en cuenta el hecho de que se trata más bien de la perpetuación
del orden patriarcal. Sin embargo, gracias a sus exigencias y a su dinamismo,
los Movimientos Feministas han sabido articular una acción resuelta
social y política que pone en tela de juicio el statu quo. Las
demandas de igualdad, de ciudadanía de las mujeres sacuden los
fundamentos del orden patriarcal y contribuyen a la construcción
de nuevas maneras de convivencia. Sin embargo, existe y sigue existiendo
un desafío: romper sistemáticamente esta cohesión
social, en una dinámica ciudadana, revolucionaria con el fin de
alcanzar valores, ideales, esquemas de equidad y puntos de vista respetuosos
del modelo de democracia, de participación y de justicia social.
El
cuestionamiento sobre la ciudadanía de las mujeres quiere preservar
la especificidad de los Movimientos de Mujeres, queriendo al mismo tiempo
llegar a todo el conjunto social. Se trata de crear el lazo necesario
y duradero entre cohesión social y participación de las
mujeres. Los esfuerzos de las feministas para proponer una redefinición
de la noción, en base de su percepción y de sus experiencias,
han abierto pistas de explotación. Sobre el plano estrictamente
político, más allá de las expresiones individuales,
es necesario organizar colectivamente la participación, con el
fin de reforzarla y prevenir reflujos posibles. Es necesario también
subrayar la importancia de la actividad económica como vector de
acceso a la ciudadanía para las mujeres sobre todo en los países
en vía de desarrollo donde los recursos son muy limitados y la
competición ardua. La problemática de la ciudadanía
debe entonces articularse alrededor de temas de equidad y de pobreza y
las pistas de promoción de la ciudadanía a través
de la participación en el ámbito internacional deberán
también analizarse.
Al
final de estos tres días de debates, nosotras mujeres de la región
del Caribe y de América del Norte y de América Latina, nos
comprometemos a:
Estudiar las modalidades para el establecimiento de una red regional con
el fin de proseguir la reflexión y coordinar acciones a favor del
ejercicio pleno y completo de nuestra ciudadanía;
Proseguir en el ámbito local, regional y nacional la toma de conciencia,
la educación - por medio de técnicas informales en las estructuras
comunitarias y populares - y la movilización de los diferentes
segmentos de las poblaciones por el respeto de la ciudadanía.
Exigimos:
Del Gobierno de la República Dominicana la garantía de los
derechos de los ciudadanos/ciudadanas y de inmigrantes de origen haitiano
y el respeto de su integridad física;
Del Gobierno haitiano
El establecimiento, en el plazo más corto posible, de medidas que
puedan garantizar:
la entrega de las partidas de nacimiento a todos/todas los Haitianos y
Haitianas;
la supresión de barreras que limitan a las mujeres en las partidas
de nacimiento;
la utilización efectiva de la lengua criolla en la administración
pública.
La entrega de un premio de Defensa de las Libertades Ciudadanas a Sonia
Pierre por su lucha incesante, poniendo en peligro de su vida, por el
respeto de los derechos de suelo de los niños nacidos de padres
haitianos en República Dominicana.
Nosotras Mujeres de las Américas, venidas al encuentro de las Mujeres
Haitianas en nombre del destino común de los pueblos y en manifestación
de nuestra solidaridad hacia ellas, nos declaramos todas Haitianas sin
discriminación de género o de raza. Juntas, Mujeres de Haití
y Mujeres de las Américas, reafirmamos en este 10 de diciembre,
día de la conmemoración de la Declaración de los
Derechos de la Persona, que:
¡Los
Derechos de la Mujer son Derechos Humanos!
¡No hay Sociedad Democrática sin el Respeto de la Ciudadanía
Plena y Completa de las Mujeres!
Puerto
Príncipe,
10 de diciembre de 2005
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