Todavía en situación precaria

Al menos 52 millones de personas en el mundo, la mayoría mujeres, están empleadas como trabajadoras domésticas, de acuerdo con el primer estudio de este sector realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Esta cifra representa 7,5% del total del empleo asalariado de las mujeres en el mundo, pero en algunas regiones como Asia y Pacífico y América Latina, el porcentaje es sensiblemente superior.



A partir de 1995 aproximadamente se produjo un incremento de más de 19 millones en el número de personas que tenían como ocupación el trabajo doméstico, destacándose que se verificó además una fuerte migración a otros países para ocupar estos puestos de trabajo. El informe del organismo aclara que es probable que estas cifras subestimen los números reales y los trabajadores domésticos en realidad sean decenas de millones más.

Se excluye a niños y niñas trabajadoras domésticas menores de 15 años ya que no están comprendidos en las encuestas utilizadas para elaborar el informe. Sin embargo, un informe de 2008 del organismo destaca que el número de niños que trabaja en tareas domésticas remuneradas era de 7,4 millones en todo el mundo.

Además de cuantificar el total de personas en este tipo de ocupación, el informe señala que “a los trabajadores domésticos se les exige que trabajen más horas que los otros trabajadores, y en muchos países no disfrutan del mismo derecho al descanso semanal que otros”. Además de la falta de derechos, la dependencia extrema de un empleador y la naturaleza aislada y desprotegida del trabajo doméstico hacen a estos trabajadores “vulnerables a la explotación y el abuso”, señala Sandra Polaski, subdirectora general de la OIT.

La falta de protección legal, además de aumentar su vulnerabilidad, resulta en que reciben salarios inferiores a los de otros trabajadores en ocupaciones y con cantidad de horas de trabajo similares.

En el caso de los trabajadores migrantes, la precaria situación legal en la que se encuentran, sumada a la habitual falta de conocimiento del idioma y las leyes locales, los dejan expuestos a prácticas abusivas que incluyen extremos como la violencia física y sexual, el abuso psicológico, el no pago de los salarios, esclavitud por deudas y condiciones de vida y trabajo impropios.

Los trabajadores domésticos “con cama” son especialmente vulnerables a la explotación, ya que con frecuencia el salario que reciben es fijo, sin considerar las horas trabajadas, lo que hace que en la práctica estén disponibles cuando quiera que se los necesite.

“Las grandes disparidades entre los salarios y las condiciones de trabajo de los trabajadores domésticos comparados con los otros trabajadores en el mismo país ponen de manifiesto la necesidad de acción a nivel nacional por parte de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores a fin de mejorar las vidas laborales de estas personas vulnerables pero muy trabajadoras”, concluyó Polaski.

En la presentación del informe, Martín Oelz, especialista en tomas de condiciones de trabajo de la OIT, destacó que los trabajadores domésticos “han estado ausentes de las políticas públicas” y agregó que eso es así en parte “porque éstos están empleados por individuos ‘privados’, por hogares, trabajan en casas de familia y no en fábricas u oficinas”. Oelz recordó la adopción, en junio de 2011, de un nuevo convenio de OIT sobre trabajo doméstico que incluye normas que tienen como objetivo garantizar condiciones de trabajo y remuneración “decentes” para los trabajadores domésticos en todo el mundo. Dijo que este convenio debe ser una referencia para gobiernos y organizaciones de trabajadores con el objetivo de darles a estas personas los derechos que otros ya tienen.

Sin embargo, hasta el momento el convenio ha sido ratificado solamente por tres países -Uruguay fue el primero-, otros tres han completado los procedimientos nacionales de ratificación, y muchos otros los han iniciado.

Fuente: La Diaria

 

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