“Una ciudad para las mujeres, también” es una iniciativa de trabajo en Montevideo que estamos impulsando desde el Consejo de Igualdad de Género. Consiste en trabajar las propuestas del lineamiento estratégico del Plan de Igualdad que se propone “Mejorar las condiciones para el uso, disfrute y apropiación sin exclusiones de los espacios públicos de Montevideo” y trabajar específicamente en:
a) la accesibilidad, seguridad y apropiación del espacio público por parte de las mujeres; b) la adecuación de la infraestructura y el equipamiento de la ciudad favoreciendo la inclusión universal, c) incorporar la perspectiva de género a las políticas de transporte público, d) la prevención de la violencia de género en los espacios públicos, e) y la incorporación de la perspectiva de género en los procesos de planificación urbana y en los Instrumentos de Ordenamiento Territorial.
as mujeres como sujetos del espacio urbano estamos atravesadas por desigualdades y necesidades diversas . Las mujeres (en general con sus hijos) que ocupan “ilegalmente” un territorio para tener una vivienda no viven seguramente “el derecho a la ciudad “ como un derecho de todas y todos.
Los paisajes urbanos de muros y rejas nos devuelven una ciudad hostil que define las fronteras de lo in-deseable, con territorios que se cierran y privatizan, naturalizando la segregación urbana, (a pesar de las expresas prohibiciones de las políticas de planificación territorial a la consolidación de barrios privados en Montevideo). Estas realidades marcadas por las tendencias del mercado, conviven con las luchas de resistencia por abrir y democratizar el espacio público, promovidas no solo por actores sociales sino también por políticas gubernamentales progresistas. Son lenguajes e imaginarios que disputan sentidos desde presencias incomodas, como clasificadores y ocupantes que enfrentan la mercantilización del espacio público o simplemente pretenden sobrevivir en ciudades que expulsan y confinan la pobreza. El Montevideo de mi infancia, de la escuela pública como constructora de una ciudadanía policlasista, no tiene nada que ver con este Montevideo que define las fronteras de exclusiones urbanas de barrios para los ricos y para los pobres.
Como dice Saskia Sassen “el potencial de la ciudad tiene unos límites, e históricamente hemos sido testigos de la capacidad de las ciudades para sobrevivir a otros sistemas formalmente más cerrados y rígidos, así como a la existencia de potentes fuerzas desurbanizadoras. Entre las fuerzas desurbanizadoras de la época actual están la desigualdad extrema, la privatización del espacio urbano, con sus diferentes formas de expulsión, así como la rápida expansión de la vigilancia masiva de la ciudadanía en las democracias más “avanzadas” del mundo. Estas fuerzas silencian la voz de la ciudad y destruyen las capacidades urbanas”. (Sassen 2014:43)
La definición de lo urbano, de lo local, de lo territorial está atravesada por múltiples dimensiones de fronteras abiertas pero también de exclusiones donde se mueven una simultaneidad de actores/as, tiempos y culturas, que desafían nuestra capacidad de imaginación para pensar estrategias que posibiliten construir espacios para la vida en común en medio de este capitalismo depredador y violento.
Dice Sayak Valencia que “el capitalismo, en su versión gore, surge de la pobreza, de la obediencia ciega a las demandas de hiperconsumo y no [sólo] de los elementos gore en sí mismos (sobreexposición de los individuos a la violencia televisada o los videojuegos como Grand Thief Auto), ya que la “economía es una forma de violencia”.
En la definición de “capitalismo gore”, la autora parte de afirmaciones de Beatriz Preciado cuando señala que en la sociedad actual existe una insuficiencia teórico-conceptual para explicar la producción del valor. Por ello: “es preciso elaborar un nuevo concepto filosófico equivalente en el dominio [gore] al concepto de fuerza de trabajo en el dominio de la economía clásica,”proponemos aquí el concepto de “prácticas gore”, que desembocan en una “producción gore”. Preciado dibuja “una cronología de las transformaciones de la producción industrial del último siglo desde el punto de vista del que se convertirá progresivamente en el negocio del nuevo milenio: la gestión política del cuerpo, del sexo y de la sexualidad”.[1]
La lucha de las mujeres y de otros actores en la ciudad intervienen en estas disputas de sentidos en contextos cada vez mas complejos y fragmentados colocando en escena la problematización de la “norma hegemónica” como parte del debate político actual y abren nuevas perspectivas de lo político que surgen de lugares de enunciación muchas veces por fuera del sistema político. La emergencia de los movimientos feministas, gay, lésbicos, transexuales, trangéneros, queers constituyen espacios de construcción de nuevas subjetividades políticas y problematizan la noción de lo público pero solo excepcionalmente estas nuevas dimensiones logran articularse en alguna lucha concreta. Aunque existen luchas concretas donde estas articulaciones se expresan como el caso de resistencia en un espacio en Recife que generó el movimiento Ocupe Estelita.
Ir a las calles es ocupar el espacio de la “aparición” en el sentido de Arendt que transgrede la norma hegemónica y permite la conquista de los espacios públicos como paisajes de la diversidad. La pluralización de los escenarios físicos y simbólicos es una tarea democratizadora y educativa para habitar espacios compartidos, ciudades de múltiples sentidos y actores que abren inesperados horizontes y movimientos como los “pro-bici, de huertas urbanas o campañas contra el acoso callejero. Estas iniciativas conviven con dinámicas de exclusión, basadas en el consenso extractivista-financiero del capitalismo actual, que afirma las lógicas del mercado como ejes para la construcción de la ciudad, legitimado en nuevas formas de poder, y de exclusión.
Como dice Harvey “La cuestión de qué tipo de ciudad queremos no puede estar divorciada de la que plantea qué tipo de lazos sociales, de relaciones con la naturaleza, de estilos de vida, de tecnologías y de valores estéticos deseamos. El derecho a la ciudad es mucho más que la libertad individual de acceder a los recursos urbanos: se trata del derecho a cambiarnos a nosotros mismos cambiando la ciudad. [2] (Harvey, 2008)
Territorios y miradas
¿Qué tipo de ciudad queremos las mujeres? Maria Angeles Duran afirma que “Si la memoria urbana es parte de la identidad colectiva y si la identidad colectiva es el terreno del que emergen las identidades privadas ¿cómo podrá afirmarse la identidad y la memoria de quien no ocupa lugar en la escena, en la representación” Duran 1998
Para el movimiento feminista la memoria ha sido un hilo de construcción de si mismo recuperando historias de mujeres borradas en la historia oficial. Por eso algunas de las iniciativas en movimiento fue recuperar nombres de mujeres y re-nombrar simbólicamente las calles de Montevideo en una performance que se llamó MINAS como estas.
En el 8 de marzo del año anterior la organización DATA llevó adelante un proyecto al que llamaron “A Tú nombre” donde identificaron que en más de cinco mil calles que existen en Montevideo solo 100 llevan nombres de mujeres[3].
Los espacios, así como el sentido que tenemos de ellos se estructuran sobre la base del género y crean y refuerzan a su vez las relaciones de género. Y esta falta de trazos y nombres refuerzan la ausencia, la invisibilidad de las mujeres como constructoras de la ciudad y la ciudadanía.
La distinción público/privado, actuó como un poderoso principio de exclusión. Como bien define María Ines García Canal “la diferencia de género es previa y constitutiva de toda mirada que aprende a buscar cualquier desviación y anomalía, cada movimiento o gesto que no corresponde con lo legislado para un sexo o bien para otro es registrado con el ojo avisado, siempre dispuesto a nominar cualquier desplazamiento o perversión”[4].
La presencia de las mujeres en los espacios de decisión local sigue siendo un indicador importante para analizar las problemáticas de género. En todo el país, la presencia de mujeres en las Alcaldías disminuyó en las elecciones del 2015 respecto al 2010 pasando de un magro 23.6%, en 2010, al aún mas insuficiente 17% en 2015. La politóloga Verónica Perez afirma que “este descenso se registra en un contexto que en principio podría plantearse como “amigable” para la elección de mujeres debido, por un lado, a que de una elección a otra se crearon 23 concejos municipales –y por lo tanto 23 cargos de alcaldes/as- y, por otro lado, a que en las elecciones de 2015 rigió la ley de cuotas para la elección de los concejos municipales”. Para los cargos de concejales la presencia de las mujeres aumentó levemente pasando de 18.3% en 2010 a 23.9%. (Verónica Perez 2015).
La ciudad como escenario de múltiples actores y voces
La construcción de la democracia y la ciudadanía está más que nunca vinculada a un proceso de construcción de sentidos. Melucci define las condiciones de una sociedad democrática como aquella capaz ”de mantener abiertos los dilemas de la complejidad, sometiéndolos a la negociación y a la decisión y transformándolos así en reglas provisionales para la coexistencia, pero sin anular por ello la especificidad y la autonomía de los sujetos involucrados” (Melucci 2001, p 59). Los dilemas abiertos presentan nuevos paisajes de conflicto que surgen del incremento de las violencias cotidianas, maras y barras bravas, ajustes de cuenta, la pedagogía de la crueldad como define Rita Segato a la violencia hacia las mujeres en el momento actual en contextos estructutrales de violencia simbólica y material. ¿Podemos vivir en ciudades compartidas? Qué políticas públicas hay que desarrollar para contribuir a la habitabilidad de la ciudad?
Las voces de diferentes actores dan una particular fisonomía al paisaje urbano. Movimientos de diferente signo y con diferentes universos y utopías entrecruzan miradas y en el mejor de los casos algunos diálogos. Todo esfuerzo de gestión democrática de las ciudades está dirigido a aumentar los actores que participan y deciden acerca de las prioridades de gestión o legislativas de gobierno. Esto es particularmente importante cuando hablamos de actoras cuyos problemas aun son aun considerados secundarios.
Ana Falú habla de “la necesidad de diseñar políticas públicas de seguridad urbana que prevengan y atiendan la violencia ejercida sobre las mujeres y las niñas/os en los espacios públicos, la calle y el transporte. Políticas que privilegien un enfoque preventivo y no represivo, involucrando a distintos sectores sociales y, al mismo tiempo, que integren la seguridad urbana como atributo del espacio físico en la planificación de la ciudad”
Sin movimientos contestatarios y críticos no hay democratización posible pero las relaciones entre movimientos y actores sociales en la ciudad está marcado por relaciones de poder construidas socialmente, donde la representación de las mujeres en los espacios locales, y sus agendas para la construcción de ciudades, sigue teniendo una expresión minoritaria, donde se suman otras ausencias, como la de las personas afrodescendientes, o del movimiento de la disidencia sexual, y las y los jóvenes.
Las luchas emancipatorias no tienen una coherencia propositiva que las trasforme en un sistema de propuestas verosímil para las sociedades. En tal sentido como propone Boaventura de Sousa Santos, los grupos sociales interesados en la emancipación no pueden hoy, comenzar por defender la coherencia y eficacia de las alternativas emancipatorias sin correr el riesgo de profundizar su incoherencia y credibilidad. Es necesario recorrer un camino de debate, de confluencia de experiencias y de reconocimiento de las nuevas formas de sociabilidad, de nuevas subjetividades emancipatorias, de nuevas culturas políticas para poder “reinventar un mapa emancipatorio que no se convierta gradualmente en un nuevo mapa regulatorio” y reinventar una subjetividad individual y colectiva capaz de usar y querer usar ese mapa”, sería “el camino para delinear un trayecto progresista a través de una doble transición, epistemológica por un lado y societal por otro”. ( de Sousa Santos, 2001, p. 330)
En el espacio de la comunidad, dice de Sousa Santos, el paradigma de las comunidades homogéneas se confronta con el de las “comunidades amebas”. En éstas, “las identidades son siempre múltiples, inacabadas, siempre en proceso de reconstrucción y reinvención: una identificación en curso. La comunidad es en este paragdigma, inclusiva y permeable y se alimenta de los puentes que tiende a otras comunidades procurando relaciones interculturales que confieran significados mas profundos a su propia concepción de dignidad humana”[5] ( de Souza Santos, 2001, p 339)
Las ciudades que soñamos, están pobladas de plurales, de sujetos, actoras y actores, imaginaciones, y deseos. En ellas vivimos, amamos, construimos. Y el desafío sigue siendo cuánto podemos albergar de los sueños y necesidades, de otros y otras.
Bibliografía
Alderoqui Silvia y Penchasnky Pompi (Compiladores) Ciudad y Ciudadanos. Aportes para la enseñanza del mundo urbano. Paidós, Buenos Aires 2002
Butler, Judith, El Género en disputa. Paidós- Programa Universitario de estudios de Género UNAM, PUEG
Debate Feminista. Ciudadanía y Feminismo. Marta Lamas Editora, México 2001
Debate Feminista: Ciudad }. Marta Lamas Editora, Año 9, VOL. 17 México 1998
de Sousa Santos, Boaventura. A Crítica da razao indolente: Contra o desperdício da experiencia. Vol. I Cortez Editora Sao Pablo, 2000
Durán María-Angeles, Ciudades Compartidas. Consejo superior de los colegios de Arquitectos de España. 1998
Falú, Ana María, Inclusión y derecho a la ciudad. El ejercicio de los derechos ciudadanos de las mujeres en: Ciudad, Inclusión Social y Educación. Asociación Internacional de Ciudades Educadoras. 2014
Harvey David, The Right to the City, NLR 53, Setember- October 2008
Melucci Alberto, Vivencia y convivencia, teoría social para una era de la información. Editorial Trotta, Madrid 2001
Mouffe Chantal. El retorno de lo político. Paidos, Barcelona 1999
Monográfico 55. Ciudad, Inclusión Social y Educación. Asociación Internacional de Ciudades Educadoras. 2014
Preciado Beatriz; Testo Yonqui, Testo Yonqui. Espasa Calpe, Madrid, 2008
Pérez, Veronica. La participación política de las mujeres en el nivel sub-nacional en Uruguay. Cotidiano Mujer 2015
Sassen Saskya; La voz de las ciudades en: “Ciudad, Inclusión Social y Educación”. Asociación Internacional de Ciudades Educadoras. 2014
Valencia Sayak, Capitalismo Gore y Necropolítica en México Relaciones Internacionales, núm. 19, febrero de 2012 GERI – UAM
Virginia Vargas 2002, Los nuevos derroteros de los feminismos latinoamericanos en lo global: las disputas feministas por una globalización alternativa. Documento de trabajo.
[1] Preciado, Beatriz, Testo Yonqui. Espasa Calpe, Madrid, 2008, p. 26. Ibíd. p. 38
[2]David Harvey, The Right to the City, NLR 53, September- October 2008
[3] (Proyecto a Tú nombre realizado por DATA una agrupación ciudadana que integra la plataforma de Gobierno Abierto)
[4] María Inés García Canal, Espacio y diferenciación de género. Debate Feminista Año 9, Volumen 17 1998
[5] Traducción propia de texto original en portugués.