“Ni más ni menos”: una perspectiva feminista desde la Ciencia Política XI

En la columna de Ni Más Ni Menos en Nunca en Domingo 30/06/2015, conversamos sobre un tema que actualmente está en debate en nuestro país, principalmente entre las y los activistas feministas: la tipificación o no de los feminicidios como un nuevo delito en el Código Penal. Para eso invitamos a dos abogadas y militantes feministas con diferentes posiciones sobre la temática: Diana González y Flor de María Meza.

 

El primer argumento para incorporar este delito, tal como señaló nuestra invitada, Diana González, se relaciona con las razones que motivan el mismo. Esta abogada sostiene que las leyes deben generar igualdad, y que si no se reconoce en el plano legal que en muchas situaciones de violencia las mujeres son asesinadas por el hecho de ser mujeres, estamos invisibilizando el problema. Es por esto que considera que la tipificación del feminicidio sería un avance en nuestro Código Penal, entendiendo al mismo como un acuerdo básico sobre conductas que no son tolerables para una sociedad. Este “mínimo” ético a nivel jurídico sería un comienzo para empezar a atacar el problema, que sin dudas es más profundo y pertenece al plano cultural.

Por otro lado, los argumentos en contra de tipificar el feminicidio, se basan principalmente en el hecho de que esta medida no es suficiente para evitar que las mujeres sean asesinadas y además apunta a atacar una parte del problema luego de que la tragedia de la muerte de una mujer ya sucedió. Nuestra invitada, Flor de María Mezz, sostuvo que las medidas deberían ser integrales y tomadas antes de que la expresión más cruel de la violencia machista, como es el asesinato de mujeres, ocurra. Por otro lado, la abogada sostiene que este tipo de medidas pueden actuar como una válvula de escape de las autoridades y que éstas se conformen con tipificar el delito de feminicidio como forma de solucionar el problema, liberándose así de la responsabilidad de generar nuevas medidas en contra de la violencia basada en género. Además, desde esta postura también se advierte sobre el peligro de la inflación punitiva, que busca penalizar a las conductas no deseadas como única forma de solucionar los problemas de violencia de la sociedad.

Más allá de la relevancia y comprensión del debate planteado, es necesario entender que para problemas complejos como la violencia machista no es posible encontrar soluciones simples ni mágicas, y que las diferentes medidas no son excluyentes entre sí, sino que se deben complementar para atender los diferentes momentos de una situación de violencia hacia las mujeres. La tipificación del feminicidio no va a terminar con la muerte de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, pero sí puede servir como una herramienta más para visibilizar y cuantificar la problemática en el ámbito jurídico. Claro está que el problema está arraigado culturalmente en lo más profundo de nuestra sociedad y que una norma de un día para el otro no va a lograr grandes avances, pero sí puede marcar un precedente y dar una señal política sobre la gravedad de la situación actual.

Por otro lado, lo que sí parece urgente y encontramos un amplio consenso, también entre nuestras invitadas, es la necesidad de modificar el Código Penal vigente en nuestro país, que además de ser obsoleto para los tiempos que corren en general, carece de una perspectiva de derechos humanos y no contempla a las mujeres como personas sujetas de derecho, legitimando en algunos de sus artículos, la violencia hacia las mismas. Es necesario evolucionar hacia un código penal coherente que priorice la vida humana y no a la propiedad privada por sobre todas las cosas, y que en base a este criterio ordene cuáles conductas deben ser penadas y de qué manera, en consonancia también con las normas que dicta el derecho internacional, que ya le ha hecho a nuestro país varias observaciones por esta inconsistencia legal.

El problema de la violencia machista y de la muerte de mujeres es sin lugar a dudas profundo y complejo, pero también urgente, por lo cual, ninguna medida que tienda a mejorar e intente parar con la ola de muertes de mujeres (recordemos la cifra alarmante de 24 muertes en lo que a de este año), debería ser en principio descartada.

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