Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº34, en 2001. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.

El intercambio de marcos conceptuales entre organizaciones de mujeres y organizaciones de ecología y desarrollo, la identificación de las diferencias y convergencias entre ambos y la identificación del potencial de articulación y sinergia entre las agendas de trabajo de género y las de sustentabilidad, fueron los principales objetivos del seminario realizado en Santiago de Chile el 14 y 15 de diciembre de 2000.

El programa incluyó tres Mesas sobre los siguientes temas: «Marcos conceptuales y paradigmas: género y sustentabilidad», «Perspectiva sobre neoliberalismo y globalización desde el género y la sustentabilidad (incluyendo modelos de desarrollo y sustentabilidad socio-ambiental)», y «Sustentabilidad democrática y ciudadanía».

Lo que sigue son extractos de algunas de las ponencias y un comentario crítico.

Natacha Molina G. (SERNAM – Chile)

(…) El punto de llegada al que deberíamos aspirar es hacer de la equidad de género y del desarrollo sustentable dos aspectos de un mismo proceso o movimiento transformador, cuyos ejes nos son todavía desconocidos.

(…) Desde el punto de vista de las necesidades prácticas y demandas inmediatas de las mujeres no cabe duda que existen múltiples puntos de encuentro, en especial en lo referido al rol de las mujeres en la conservación del medio ambiente y de los recursos para la manutención de la vida cotidiana. De hecho las principales activistas de la causa ecologista son mujeres.

Sin embargo, desde el punto de vista de las necesidades estratégicas (igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres, y afirmación de su condición de sujetos), algunos argumentos de la causa ambientalista parecieran reforzar o mantener la identificación de la mujer con la naturaleza y por tanto con un rol preferente en el mundo privado con la consecuente subordinación que ello trae consigo (…) eximiendo a los hombres de toda responsabilidad en este campo.

Sin descartar la realidad de estas demandas, resulta necesario fortalecer los argumentos relativos a la transformación de las mujeres en sujetos de derechos, de tal modo que la lucha ambientalista no termine convirtiendo éstas en las principales sostenedoras de tal lucha, y aún más del cuidado medioambiental, mientras en los espacios públicos predominantemente masculinos, continúan intocadas la depredación y la privatización de los recursos naturales.

Sara Larrain (Programa Chile Sustentable)

(…) Iniciar un proceso de intercambio entre los actores de ambos movimientos (feminista y ecologista) es necesario para la formación y fortalecimiento ciudadano, tanto en el marco de las transiciones hacia la democracia en nuestros países, como para enfrentar los desafíos de redemocratización que plantea la globalización».(…)

El desafío de la sustentabilidad implica la satisfacción de las necesidades humanas establecidas en los derechos económicos, sociales, políticos y culturales (y no sólo aquellos de salud, educación, vivienda, reconocidos en las tradicionales políticas sociales, que por cierto, sí aseguran la reproducción biológica de las personas como recursos humanos al servicio del mercado), sino que implica además la distribución del ingreso, la equidad entre los géneros, entre las razas, las culturas… y entre las sociedades del Norte y del Sur.

(…) Finalmente la sustentabilidad también implica una ampliación de las concepciones tradicionales de libertad política, pues asegura que cada ciudadano pueda actualizar su derecho a ser un actor en la decisión e implementación de su propio desarrollo; así la sustentabilidad política incorpora junto a las tradicionales concepciones de libertades políticas, los requerimientos de autodeterminación de los pueblos indígenas o de las comunidades locales o regionales en relación a poderes centralizados, y la reivindicación de equidad de género en el ámbito público y privado. Esta dimensión política de la sustentabilidad permite asegurar el incremento de la profundización democrática y por tanto niveles crecientes de gobernabilidad.

Frente a una posible negociación distributiva entre el Norte y el Sur debe definirse un nivel de bienestar, una calidad básica para la vida de los seres humanos.

(…) A este eje del espacio ambiental hemos llamado línea de dignidad. A esta línea deben confluir las sociedades del Norte y del Sur, las sociedades que requieren límites al consumo, y las que requieren expandir su consumo. Esto implica que la definición de bienestar en el marco de la sustentabilidad socio-ambiental es una línea de convergencia y equidad que sustituye los actuales objetivos e indicadores ambientales nacionales por objetivos per capita, es decir implica el reconocimiento de los derechos ambientales iguales de todos los habitantes del planeta. Avanzar en esta dirección es el principal desafío del movimiento ciudadano por la sustentabilidad.

(…) Actualmente, uno de los principales desafíos políticos para la implementación del desarrollo sustentable es acelerar el diálogo Norte-Sur, e integrar concepciones de sustentabilidad (que consideren la dignidad de la vida humana y también los límites al consumo) en un reto común para la implementación de Sociedades Sustentables en nuestro planetaEl segundo desafío es generar mayor voluntad política a nivel de la ciudadanía, y de los gobiernos para lograr concretar las propuestas existentes para el desarrollo sustentable.(…) El tercer desafío es incorporar la dimensión ético-política de la sustentabilidad en el trabajo de las organizaciones ciudadanas con el fin de condicionar las propuestas de desarrollo especialmente en lo que se refiere a sus dimensiones económicas, comerciales y financieras a la participación democrática de la ciudadanía.

(…) El desarrollo sustentable implica una definición ética de la ciudadanía: esto es una opción por la equidad social, por la sustentabilidad ambiental y por la profundización democrática. Ello fortalece el posicionamiento ciudadano por la lógica del bien común como factor de sustentabilidad y gobernabilidad y fundamenta una visión crítica de la lógica neoliberal dominante en las actuales opciones de desarrollo. Permite evaluar las propuestas y estrategias de desarrollo desde una perspectiva del bien común; y ello puede generar desde los ciudadanos un condicionamiento del desarrollo a los objetivos de la sustentabilidad, aportando a la construcción de una visión y una cultura para avanzar hacia sociedades sustentables.

El concepto de sustentabilidad o de sociedades sustentables presenta la oportunidad de generar un actor ciudadano para el logro de cambios globales (agenda social, ambiental y política integrada). La agenda de la sustentabilidad no es una agenda técnica, sino una social y política con componentes técnicos claves. (…) Es un marco que estimula mayor articulación entre propuestas intersectoriales a nivel local, regional o nacional. Esto permite avanzar desde las agendas temáticas aisladas hacia una agenda política de los movimientos sociales. El marco de la sustentabilidad es un factor de articulación y de construcción de identidad común entre diversos líderes y movimientos sociales. La agenda común permite compartir estrategias para objetivos comunes y ello aporta fortalecimiento y visibilidad de las organizaciones ciudadanas (…).

Virginia Guzmán (Centro de Estudios de la Mujer de Chile)

(…) La internacionalización, las corrientes de migraciones juegan un papel fundamental y obligan a explorar la posibilidad de una ciudadanía en un contexto más amplio que el nacional. Por otro lado, se observa una mundialización de la sociedad civil expresada entre otras cosas en asambleas internacionales sobre medio ambiente, mujer, habitat entre otros temas. En este sentido, el Estado, interlocutor privilegiado de la ciudadanía en los estados nacionales, pierde centralidad. Se amplían los interlocutores frente a los cuales se puede demandar derechos y las problemáticas trascienden las fronteras nacionales. Si la ciudadanía es el lugar del reconocimiento y la reivindicación de un sujeto de derecho frente a un determinado poder, y ese poder fue normalmente el Estado, hoy día se generan campos o espacios en donde la gente hace lo equivalente con la ciudadanía..

Aparecen el reclamo de nuevos derechos que no son extendibles a otros ciudadanos (género, edad,etnia) y cuyos titulares no son los individuos sino las colectividades. Sin embargo para estos nuevos derechos no existen instituciones o sólo existen embrionariamente y parcialmente (acción positiva).

(…) Los procesos de globalización ponen de manifiesto la presencia de una nueva lógica de exclusión que no se asocia a las formas de explotación y dominación. La economía dominada por fuerzas trasnacionales que operan en mercados globalizados redefine las formas de exclusión como el estar al margen. Vastos sectores de la humanidad son marginados pero a diferencia de otras formas conocidas de exclusión, ellos tienen relaciones muy débiles con la sociedad. Los nuevos excluidos representan una amenaza porque no tienen el poder para cambiar el sistema económico. Sin embargo su existencia significa un desafío para las bases morales de nuestra sociedad.

(…) Los desafíos que plantea la sustentabilidad democrática, son para la construcción de democracias políticas, «superando enclaves autoritarios, neutralizando los poderes tácticos y extendiendo los principios de las instituciones democráticas a distintas esferas de la sociedad (…) La extensión de la ciudadanía es entonces el elemento clave en los procesos de democratización. (…) Las feministas han contribuido a mover la frontera de lo público y privado, poniendo en debate y acción pública problemas considerados «privados», y por otro lado, han presionado fuertemente para ampliar los principios de la democracia a esos ámbitos privados, junto con la democratización social generando mecanismos de superación de nuevas formas de exclusión, favorecer la recomposición de los actores sociales o el fortalecimiento de la sociedad civil. Un requisito importante para esta tarea es combinar adecuadamente la política de igualdad (que significa necesariamente redistribución) con la aceptación de la diversidad sociocultural.

(…) La sustentabilidad democrática de la sociedad se asienta entre otras dimensiones en la equidad de género y en los derechos ambientales. La exclusión de las mujeres de la política, el no respeto a sus derechos humanos, la mayor vulnerabilidad a caer en situaciones de pobreza y explotación, la sub-utilización de sus recursos fragiliza la sustentabilidad de las sociedades. De la misma forma, el nulo respeto a la preservación del ambiente y la naturaleza, pone en riesgo la sobrevivencia del planeta.

Ahora bien, lo que se entienda por derechos ambientales y por equidad de género no está fijado ni definido de una vez para siempre, al contrario, es el producto de una construcción social y política en la que participan distintos actores con desigual poder. Las relaciones de hombres y mujeres con el medio ambiente no pasan por el sexo biológico de cada uno de ellos, sino por la particular posición que ocupan ellos al interior de las relaciones sociales y su acceso diferencial a los recursos naturales, productivos, sociales y políticos.

Isabel Carvalho (Programa Brasil Sustentable)

Analiza el concepto de sustentabilidad desde diferentes ópticas: como fenómeno empírico, como ideología y como categoría comprensiva para (re)pensar el mundo. Afirma que la noción de sustentabilidad puede ser tomada como horizonte de comprensión de los procesos de transformación de la sociedad contemporánea.

(…) El cabotaje fue la forma de navegación dominante desde tiempos inmemoriales y es usada todavía hoy. Implica navegar fuera de los límites, pero en contacto físico con ellos e ir realizando otras actividades a lo largo del trayecto, como la pesca o el comercio. Cuanto más lejos estuvieran los límites y más pequeños fueran, vistos desde lejos, mayores serían las posibilidades de autonomía. Pero cualquier cosa que hiciera perder de vista esos límites podría transformar una autonomía estimulante en un caos destructivo» (Boaventura Souza Santos, 2000-354).

(…) El proyecto democrático y emancipatorio está en el centro, tanto del ideario ecológico como de los movimientos sociales populares. En este sentido es parte importante de la inspiración política de un proyecto de sustentabilidad fuerte. Así como la navegación de cabotaje este proyecto se acerca a la frontera de los paradigmas de la sustentabilidad. En este sentido, los actores sociales que se organizan en torno a la idea de una sustentabilidad fuerte podrían ser pensados como «viajantes paradigmáticos» en el sentido que les confiere Boaventura.

Esto recoloca la discusión sobre las condiciones de la articulación de la sustentabilidad con la ciudadanía y la democracia, como una aventura que sobrepasa el continente exclusivamente ecológico, estando inserta entre los grandes dilemas políticos de la sociedad contemporánea.

Lilian Celiberti (Cotidiano Mujer, Uruguay)

El desarrollo sustentable, tal como lo define el Programa Cono Sur, implica una definición ética de la ciudadanía, una opción por la equidad social, sustentabilidad ambiental y profundización democrática. Para las feministas, y para los estudios de género los temas del desarrollo y la ubicación de las mujeres en esas estrategias han permitido ampliar la capacidad crítica de políticas concretas y también la capacidad propositiva en torno a políticas públicas.

La búsqueda de nuevos paradigmas ubica a ambas percepciones en una actitud de diálogo y posible relación de retroalimentación. Sin embargo, son temas de debate y confrontación.

El posicionamiento frente al paradigma tecnológico modernizante, señalado por Sara Larrain, ofrece sin duda dos campos diferentes de debate. Uno, relacionado con la vida cotidiana y la práctica social de las mujeres y hombres dentro de un esquema de relaciones que sigue determinando para las mujeres la responsabilidad en el ámbito de la reproducción y las tareas domésticas. Otro, es el del debate llevado adelante por las feministas en relación a los patrones patriarcales de la investigación científica. Mientras en las relaciones de nuestra vida cotidiana, sin duda aplaudimos, la lavadora, el «freezer», y hasta la telefonía celular, ello no implica dejar de cuestionar los paradigmas científicos y tecnológicos.

Natacha Molina, por su parte cuestiona algunas visiones esencialistas que se fundamentan en la unión entre naturaleza, mujer y algunas de las prácticas políticas ambientalistas que parecieran reforzar o mantener esta identificación y por tanto reforzar un rol de las mujeres preferentemente en el mundo privado.

Se plantea también, que la lucha ambientalista no termine convirtiendo a las mujeres en las principales sostenedoras del cuidado medio-ambiental, mientras los espacios públicos predominantemente masculinos mantienen intocadas la depredación ambiental y la privatización de los recursos naturales.

Derrida plantea que el pensamiento moderno ha sido marcado por las dicotomías. Deconstruir la polaridad rígida de los géneros, significa entonces problematizar tanto la oposición entre ellos, como la unidad interna de cada una. Joan Scott, una de las teóricas más reconocidas en relación a sus aportes para la construcción de la categoría de género, plantea la necesidad de deconstruir las categorías binarias masculino-femenino. No existe por tanto «la mujer» sino varias y diferentes mujeres, no necesariamente solidarias y cómplices entre sí.

Lo interesante de este debate es crear las posibilidades de una mirada más abierta y menos desconfiada de los sustentos teóricos y políticos que animan las prácticas de movimientos y personas comprometidas con una búsqueda ética de relaciones y sociedades más democráticas. No será el consenso fácil y superficial el que nos permitirá avanzar en esta búsqueda y menos aún el creer que somos poseedores de una verdad incuestionable. La articulación de los movimientos sociales, la construcción en la práctica social de agendas que construyan los parámetros éticos de la convivencia democrática parece estar emergiendo lentamente y la propia realización de este encuentro es un aporte en este sentido.

Compartir