Du Guesclin, Julienne, heroína (Francia, 1333 – 1405).
Hermana del célebre Condestable, defendió y salvó la ciudad de Pontorson del ataque de los ingleses en ausencia de éste. Terminó sus días como abadesa en un Convento.
Galindo, Beatriz, erudita, (España, 1475 - 1534).
Llamada "la Latina" por su conocimiento profundo del latin, vivió en la corte de Isabel La Católica enseñando a la familia real. Escribió "Poesías", "Comentarios sobre Aristóteles" y "Notas sobre los antiguos griegos", siendo considerada un prodigio de sabiduría.
Isabella D'Este, Marquesa de Mantua, mecenas (Italia, (1474 - 1539).
Contrató los servicios de pintores como Mantegna, Bellini y Lombardo entre otros, convirtiendo la ciudad de Mantua en el centro de las actividades artísticas del Renacimiento.
Isabel La Católica, Reina,(España, 1451 – 1504). Junto a su marido Fernando de Aragón, convirtió España en un "estado moderno" con - entre otros - los siguientes y polémicos emprendimientos: la Reconquista de los territorios en poder de los árabes, la expulsión de los judíos y el apoyo incondicional a la Inquisición. Por otro lado, creyó firmemente en el proyecto de Cristóbal Colón y llegó a empeñar sus joyas para financiar su viaje al Nuevo Mundo.
Jefimija, princesa y poeta, (Serbia, 1349 – 1404).
A la muerte de su esposo se retiró a un convento donde escribió el poema en verso "Alabanza del príncipe Lazar", en el que describe la suerte de su pueblo vencido en Kosovo. Bordó el poema sobre seda.
Juana de Arco, guerrera, (Francia, 1412 – 1431). A los 13 años, mientras cuidaba ovejas, oyó "una voz que venía de Dios" y le indicaba su destino: levantar el sitio que los ingleses mantenían sobre Orleans. Tardó 4 años en obedecer el mandato, y pudo convencer al rey Carlos VII - a pesar de su juventud y su sexo – que le diera armas y ejército para salvar a Francia. Lo logró aunque para ello debió vestirse de varón con pesadas armaduras que disimulaban su cuerpo. Traidores a sueldo de Inglaterra la acusaron de hereje, de "puta" y de "bruja" y luego de un proceso en el que se defendió brillantemente, fue quemada viva por orden de la Inquisición. Tenía 19 años. Francia y la Iglesia la rehabilitaron solemnemente 24 años más tarde. Se habían equivocado.