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La
Equidad de Género en el Estado
Conferencia*
Dra.
Virginia Guzmán
Trataré
de tomar cierta distancia histórica, tratando de captar los procesos
que han aparecido en América latina y la región, para después
ubicarnos en qué es lo que pasa con la institucionalidad de género
hoy día en esta coyuntura, cuáles son los desafíos
y cuál es la experiencia de la región en este momento, haciendo
un recuento de lo que ha pasado en otros países.
El primer
aspecto, es pensar la institucionalidad de género, no como una
medida orgánica administrativa, sino pensar que el que exista o
no exista una institucionalidad es el producto de procesos donde intervienen
distintos actores con distintas concepciones que se interrelacionan entre
sí, y que la cristalización de ese proceso es el surgimiento
de una institucionalidad de género, que se expresa en determinadas
concepciones de lo que deben ser, por ejemplo, las relaciones entre hombres
y mujeres en distintos ámbitos de la sociedad, así como
acerca de la interpretación que se hace de la realidad y la existencia
de un nuevo sistema de discriminación que es el sistema de desigualdad
de género.
De esa manera
siempre vamos a entender lo que es una institucionalidad de género
al interior de un contexto mayor formado por muchas lógicas: lógicas
políticas, culturales, económicas. Entonces, para hablar
de institucionalidad debemos ubicarnos en un contexto, en un sistema de
actores, en un sistema de alianzas y en un sistema de fuerzas. Y esto
lo quisiera demostrar haciendo alusión a lo que ha sido la generación
de estas institucionalidades en América latina que son los procesos
que más conozco. Hay un conjunto inicial de institucionalidades
que surgen en la región durante los procesos de democratización.
En Brasil, en Paraguay, en Chile y, de alguna manera en Ecuador y en Colombia
-en un proceso modernizador determinado-, las instituciones surgen en
un momento en que los países -por una presión de fuerzas
democráticas- vienen a establecer nuevos marcos jurídicos,
que son marcos constitucionales y a instalar otras formas de gobierno.
En esa coyuntura
las mujeres han representado una fuerza democratizadora muy importante,
y son reconocidas por otros actores sociales como artífices de
los procesos de democracia. Las mujeres son legi-timadas en esos momentos.
Estoy pensando en Chile, en Paraguay y eso es muy importante porque hace
que el tema de género y democracia sean temas que están
en el centro de la discusión.
¿Qué
es lo que representa en ese momento la partici-pación de las mujeres
y la creación de la institucionalidad de género?
Representa
varias cosas. Las mujeres contribuyen a ampliar, a diversificar los actores
dentro de la sociedad civil - obreros, campesinos, etc.- y empiezan a
surgir nuevos actores, dentro de los cuales las mujeres, el movimiento
indígena, los jóvenes, los movimientos medioambientales,
empiezan a ser sujetos políticos. Sujetos políticos con
interpretaciones de la realidad social con demandas que enriquecen la
circulación de ideas, expresan lo que es la complejidad de los
problemas, y enriquecen también -o complejizan- lo que son las
alianzas. Las mujeres entran en este proceso democratizador en el sentido
de diversidad, pluralidad e incorporación de nuevas voces al Estado.
Ahora bien, los mecanismos de género -llamémoslos así-
no son mecanismos estáticos sino que van cambiando en el tiempo
de acuerdo a las coyunturas que les toca vivir. Otro momento de gran importancia
para los mecanismos de género, para las institucionalidades de
género, es el de las conferencias mundiales que se dan en los '90.
Allí hay un movimiento global y hay una agenda global, y esa agenda
global señala la importancia que tiene que a nivel de los gobiernos
existan mecanismos coordinadores de políticas públicas a
favor de la equidad de género.
Esto significa
pedir a los gobiernos y a las distintas sociedades que reconozcan nuevamente
la existencia de un sistema que genera desigualdades entre hombres y mujeres.
Hacer políticas de género es eso: reconocer que en la sociedad
funciona una lógica generadora de desigualdades, frente a la cual
el Estado tiene la responsabilidad de afectar esos mecanismos generadores
de desigualdad. Y los puede afectar no sólo a partir de políticas
específicas, sino a partir de incluir en todas las políticas
esta perspectiva de equidad de género. La propuesta del mecanismo
de género que está en la plataforma de acción mundial
es generar un mecanismo que tenga incidencia en el conjunto de la acción
del Estado, y no sólo en políticas específicas, para
afectar aquellos mecanismos que generan desigualdad, para redistribuir
oportunidades entre hombres y mujeres, y también para generar condiciones
de autonomía para las mujeres.
Importancia de las Conferencias internacionales
Son muy importantes las conferencias en general, pero sobre todo, si se
hace un estudio de lo que sucede en América latina y en los países
centroamericanos tienen una mayor importancia. Uno mira el antes y el
después de la conferencia, y en el antes -muchas veces- una pequeña
oficina que estaba a cargo de proyectos para grupos de mujeres vulnerables
se convierte en una oficina que cambia de posición jerárquica
y se ubica en una dimensión normativa y coordinadora de políticas.
En la coyuntura actual enfrentamos los mecanismos en una coyuntura que
ha cambiado. De 1982 -cuando surgen los primeros mecanismos- al 2002 estamos
en otro mundo, en otra sociedad, que es el eje central de lo que representa
la globalización, de lo que representa la gran interconexión
de las sociedades entre sí, y de lo que significa -yo creo que
eso es muy fuerte y marca la tarea que pueden tener acá los mecanismos-
el proceso de crear una nueva institucionalidad, en general, que sea acorde
a las transformaciones sociales en curso.
Si miramos
en este momento el conjunto de la sociedad, vemos que no hay aspecto o
espacio o ámbito de la sociedad donde las instituciones no hayan
sido fuertemente cuestionadas. Empezando por lo económico, o sea
por la globalización de la economía y la interde-pendencia
de la economía, que hace pensar en una serie de nuevas institucionalidades
económicas. Y, de hecho, gran parte del impulso a las reformas
del Estado es un intento de adecuar las institucionalidades del Estado
a las exigencias de incorporación a la nueva economía internacional.
En el ámbito
de lo político, vemos que están pasando muchas cosas entre
lo que es el sistema de partidos y el sistema de representación
política, y entre los que son sujetos políticos habituales.
Junto a los partidos surgen nuevos movimientos y una serie de instancias
de inter-mediación entre el Estado y la sociedad, por lo tanto
la política no se vehiculiza necesariamente en la relación
Estado-Sociedad. Creo que los países centroame-ricanos, que han
salido de conflictos muy largos, son muy expresivos en eso: la cantidad
de mesas de diálogo, de diálogos nacionales, etc., y la
combinación de estos sistemas. Parece ser que la fórmula
del sistema político Estado-Nación empieza a ser cuestionada
y exige pensar en nuevas institucionalidades.
Un elemento
sumamente importante en este cambio, que viene de antes, es lo que significa
la transnacionalización de los actores sociales. Los actores sociales
tienen una voluntad de trascender los límites, y el impacto y la
fuerza de un movimiento más transnacional tiene efecto nacional
a nivel de los países. El caso del movimiento indígena es
muy fuerte en ese sentido, como también el movimiento de las mujeres,
donde -de alguna manera- los límites que se erigen dentro de las
sociedades son empujados gracias a la fuerza de movimientos internacionales
o a la existencia de convenciones internacionales.
Quisiera
hacer un simple bosquejo de lo que pueden hacer estas transformaciones
a nivel privado. A nivel de la vida privada, creo que el cambio más
grande es el de la distinción entre lo que es familia y la vida
privada. Es decir, primero el reconocimiento de distintos tipos de familia,
y después pensar que en lo privado hay un elemento de intimidad,
de privacidad, de derecho a la elección y estilo de vida personal,
una diferenciación que tiene más fuerza en este momento
de la sociedad. Estamos cambiando la sociedad. Y en este momento se plantea
la generación de una institucionalidad de género que también
pretende cambiar las reglas de juego. ¿Entre quiénes? Las
reglas de juego que organizan las relaciones entre hombres y mujeres en
distintas esferas de la sociedad. Yo creo que al interior de ese contexto
es donde nosotros tenemos que ver la generación de estas institucionalidades.
Hablamos
en este momento de una institucionalidad en un contexto de globalización
que se caracteriza por la generación de nuevos marcos jurídicos
-para ustedes es clarísimo acá en el Uruguay-. Mi revisión
de los distintos países a los que he ido, resulta por un lado en
que una vez elaborada una constitución es necesario adecuarla a
la legislación nacional, entonces hay una productividad enorme
en cuanto a nuevos marcos jurídicos que, de alguna manera, cristalicen
los acuerdos y convenciones internacionales.
Por supuesto
que generar una institucionalidad no significa actuar en el vacío.
Cuando se genera una nueva institucionalidad, se genera al interior de
una estructura institucional que tiene determinadas reglas de juego. Y
hay dos ideas que me gusta recordar: una, que el tema de la equidad de
género, en sus dimensiones de redistribución de oportunidades,
de autonomía, de reconocimiento de las mujeres, es un tema relativamente
nuevo, es un tema innovador. La mayoría de los Estados sigue interpretando
la realidad con otros conceptos, con otras aproximaciones. Las institucionalidades
de género tienen que llegar a entrar en un intercambio discursivo
simbólico con lo que son autoridades, para mostrarles que los marcos
interpretativos que ellos utilizan son sesgados y que en esos marcos interpretativos
tienen que incluir una nueva perspectiva.
Es muy fuerte
que le digan "señor, esto que usted hace tan habitualmente
como considerar que su interlocutor es el jefe de familia, no es tan evidente",
porque detrás de él hay una concepción de lo que
es familia que lo lleva a desconocer la posibilidad de otros tipos de
familia, y esto que está haciendo está significando la exclusión
de un sector de ciudadanas.
Todos los
que han sido autoridades y han trabajado a nivel de la institucionalidad,
saben cuánto esfuerzo significa, -cuánta apertura de espacio
de discusión, de debate, cuánta construcción de argumento,
cuánta construcción de conocimiento-, instalar el tema en
una institucionalidad mayor. Porque el papel de las institucionalidades
de género no es trabajar dentro de una institucionalidad sino en
el conjunto de la institucionalidad.
Por otro
lado, también actúa -y creo que esto es muy fuerte- dentro
de un sistema de Estado que ya está organizado de distinta manera.
Por supuesto que un Estado muy sectorializado, donde no hay ministerios
de coordinación política, ni ministerios de coordinación
social, va a tener más dificultades a la institucionalidad de género
porque la institucionalidad de género tiene una vocación
intersectorial y se enfrenta con un Estado que tiene una mirada muy sectorial.
Hay toda una norma-tividad a la que se enfrenta este mecanismo de género.
Y es necesario entender, que ahí la normatividad, la institucionalidad
tiene dos dimensiones: la dimensión coactiva -que puede ser limitante
en algún momento-, pero también tiene la dimensión
habilitadora. O sea, desde el momento en que existen institucionalidad
y normatividad me puedo apoyar en ellas y puedo reproducirlas, doy estabilidad
a mis logros. Eso lo sabemos todas las que hemos querido trabajar en políticas
de género: la importancia de sacar los logros del avatar de las
correlaciones de fuerza y darles cierta continuidad, más allá
de las voluntades políticas, más allá de las correlaciones
políticas de fuerza. Por otro lado, esta institucionalidad de género
se da en un contexto en el que existen actores sociales con distinto poder.
Esta institucionalidad de género, en un momento determinado, tiene
que sustentarse y es expresión de una determinada correlación
de fuerzas políticas, que no es necesariamente la correlación
de fuerzas políticas que pasa por el partido, sino que es una correlación
de fuerza política que se da entre aquellos actores que en un momento
determinado consideran legítima y pertinente la equidad de género,
y aquellos actores que consideran secundaria y no prioritaria la equidad
de género.
Los recortes
políticos habituales no son indicativos del tipo de respuesta y
fuerza que se le puede dar a la demanda de equidad de género. Tanto
más, que dada la complejidad de las sociedades, los gobiernos también
son expresión de alianzas políticas increíblemente
heterogéneas. Por ejemplo, en ese sentido creo que el gobierno
de Lula es una expresión de una alianza muy grande, y de cómo
al interior de la misma alianza hay sectores que son proclives a los planteamientos
de la equidad de género y hay otros sectores que no lo son y que
sin embargo forman parte de la misma alianza.
En esta circunstancia,
se ha planteado en América latina qué son los mecanismos
de género, qué aspiran, qué quieren, qué es
lo común entre ellos. Yo diría -antes de tocar este tema-
que justamente las coacciones que encuentra un mecanismo de género
para actuar expresan igualmente la presión de cambio que significa
dentro del Estado la inclusión de un mecanismo de género,
o de un nuevo mecanismo político institucional. El mecanismo de
género es una presión importante para explicitar qué
son las misiones institucionales.
Generalmente,
con la rutina del Estado y del Ejecutivo, las misiones eran casi inertes,
la gente actuaba a un nivel de procedimiento sin casi plantearse lo que
eran las misiones y las finalidades. El mecanismo de género, la
interlocución con los otros sectores, les obliga a pensar en sus
misiones y en sus lineamientos. Les obliga o es una presión de
cambio para eso. Tienen que señalar, tienen que explicitar qué
supuestos existen en la base de sus políticas.
La institucionalidad
de género es una fuerte presión a la intersectorialidad.
Es muy difícil cualquier política de género que no
implique la creación de comités interministeriales y que
no implique la convergencia de recursos a distintos niveles. Pensemos
en las comisiones nacionales o departamentales de violencia, pensemos
en las comisiones de salud, en los programas de educación sexual
donde tienen que incluirse -por lo menos- educación, salud, mecanismos
de género, en los planes nacionales de emprendimiento económico
de las mujeres, etc. En general, las políticas presionan a la generación
de alianzas internas. Y en un Estado, muy sectorializado, encuentra dificultades
que limitan pero también son una presión a la intersectorialidad;
son un aporte en el sentido de modernidad del Estado.
El otro aspecto
a señalar como aporte de los mecanismos de género a lo que
pueden ser los procesos de reforma del Estado, es que la misma necesidad
de gestar una fuerza política que los sustente en muchos países
los lleva a gestar un sistema de relaciones y de consultas con organizaciones
de la sociedad civil. Y esto es así porque, en definitiva, las
organizaciones de la sociedad civil representan una fuerza y una experiencia
en muchos sentidos. Hasta ahora es la experiencia de una práctica
de identificación y de solución de problemas de conocimientos
que históricamente han empezado en las instituciones de la sociedad
civil y no del Estado, y en un momento determinado la posibilidad de tener
fuera del mecanismo un fuerza social y política que apoye en aquellas
demandas que el mecanismo mismo, por correlaciones de fuerzas internas,
no pueda plantear. De alguna manera, todas estas características
que tiene el mecanismo, son las demandas que generalmente se plantean
a un Estado para que sea más transparente, más eficiente
y menos sectorializado.
En ese sentido
doy un ejemplo: en Chile me tocó hacer el seguimiento del Plan
de Igualdad de Oportunidades, y tratamos de hacerlo no tanto en lo que
se había hecho o no, sino en la perspectiva de cuál era
el conjunto de actores que el Plan de Igualdad había movilizado
para cumplir sus objetivos. Y fue impresionante cómo el campo político
de referencia de los mecanismos de género eran las ONG de mujeres,
los programas académicos universitarios, las mujeres en los partidos
políticos, las profesionales mujeres. O sea, que todavía
era un campo político que respetaba la diversidad de posiciones
que ocupan las mujeres en la sociedad pero donde había pocos aliados
de otros movimientos o de autoridades políticas masculinas.
Cómo
generar "experiencia gubernamental"
Voy a hacer
como una radiografía: ¿cómo están los mecanismos
de género en la región?
Creo que
los mecanismos de género en la región tienen muy claro la
necesidad de tener una autoridad política. Eso significa tener
los recursos y estar en una posición jerárquica que les
permita incidir en los círculos de decisión. Lo ideal para
esto -y hay varios países que lo tienen- es la presencia en los
gabinetes ministeriales. Segundo, que les permita asistir a los gabinetes
ministeriales, y propiciar e impulsar comités interminis-teriales
y comisiones intersectoriales. Y éstos ¿qué son?
¿Son institutos, consejerías presidenciales, vice-ministerios?Las
responsables ¿tienen carácter de ministras? Ese tema es
clave. La presión sirve para llegar a los círculos de decisión
y para cómo llegar al primer círculo y al segundo círculo
de decisión. Lo ideal es el gabinete de ministros, o un ministerio
social. Y, en ese sentido, también es importante cómo el
mecanismo genera formas de establecer alianzas con los otros poderes del
Estado para plantear esta incidencia de la equidad de género.
El otro aspecto
fundamental del mecanismo es que pretende ser un gran generador de experticias
y de conocimiento. Se empieza a hacer una política de género
para la cual no hay experiencia acumulada, y para las cuales se tiene
que producir experiencia. Por lo tanto, no hay mecanismo de género
que no haya hecho dos cosas: una, tratar de ver la información
y el conocimiento que se produce dentro del ejecutivo y en el Estado desde
una perspectiva de género, tratar de generar herramientas -tipo
indicadores- que le permitan hacer un seguimiento de lo que hacen los
otros ministerios y, formar capa-cidades y recursos humanos al interior
del ejecutivo. Esta tarea de generar experticia para la implementación
de políticas de género es algo que comparten como objetivo
todos los mecanismos.
La tercera
dimensión donde actúan los mecanismos es la acción
de cómo favorecer la participación de la mujer, en el sentido
de darle visibilidad como actora y acceso a círculos de decisión
(parlamento, partidos, etc.), pero -y ésta es una estrategia cada
vez más asumida- también dentro del ejercicio público
debe haber un equilibrio de género. Hay varios países que
ponen como requisito que el ejercicio de la autoridad pública sea
también un determinado equilibrio de género, en la medida
que es una manera de ir acumulando fuerza. Es decir, hay una preocupación
de que no solo las políticas de género vayan cambiando las
relaciones al exterior del Estado, sino que también vayan cambiando
su interior. A la larga se van generando desde el mecanismo -o por otros
mecanismos- nuevas instancias de género a nivel del ejecutivo,
del parlamento, del poder judicial. Se va creando un campo político
y una trama institucional en torno a la equidad de género.
Las leyes
solas no alcanzan
Veamos las
agendas que han abordado con más fuerza los mecanismos de equidad
de género por las condiciones de cambio y las transformaciones
sociales en el país.
Un primer
tema que está en todas las agendas es el tema de la violencia.
Leyes de violencia hay en todos los países, ha sido un éxito
la aprobación de las leyes, pero -pese a la existencia de las leyes-
en este momento estamos en una coyuntura muy particular. Las leyes no
siempre tienen el papel preventivo para disminuir la intensidad de la
violencia. Y, por otro lado, los triunfos que se han logrado con las leyes
a veces son cuestionados por el mismo supuesto de la universalidad de
la ley. Entonces, se dice -en algunos casos- ¿Cómo es posible
que haya prisión preventiva sin haberse probado que efectivamente
ése es el golpeador? En este momento -y en esto uno tendría
que estar siempre pendiente- los logros alcanzados son logros muy inestables,
por lo que mantenerlos en las agendas exige permanentemente una presencia
política importante. El tema de la universalidad -que es un tema
querido y cuestionado por nosotras- es también un tema que en un
momento puede significar retroceder en algunos logros.
El otro tema
que está en la agenda es el tema de la pobreza. No podría
no estar en la agenda después de lo que ha pasado en estas décadas
en nuestros países. En el caso de las políticas de pobreza
hay un elemento central que es, por un lado, visibilizar los aportes de
las mujeres para salir de la pobreza; segundo, visibilizar, evaluar y
compensar el desgaste de recursos humanos de las mujeres en esos programas
de pobreza y tratar de ver cómo hay algunos aspectos de la situación
de violencia, de cuidado infantil, de trabajo reproductivo, que puede
ser considerado como un aliviador de la pobreza. Tenemos que repensar
cuáles son los condicionantes de la pobreza, y cuáles son
los factores específicos relativos a la mujer que hay que considerar
en esos programas. Me preocupa el desgaste de la fuerza femenina en los
programas de pobreza. Porque las mujeres se organizan para todas las políticas
sociales: salud, educación, comunidad, medio ambiente, etc. y no
hay una evaluación de qué les significa como sobrecarga
de trabajo y qué pasa con aquel trabajo que deja de hacer por estar
en estos programas. Esto obliga a proponer un tema caro a las mujeres,
que es la relación entre lo productivo y lo reproductivo.
El otro tema
que está vigente es el tema de Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos
que está en la agenda de género latinoamericana de distintas
maneras.
Finalmente,
otro tema que voy a plantear es el tema de la participación y representación
política. Si uno ve estas agendas ahora, ve una agenda donde por
un lado está el polo de la justicia, de la igualdad, de la redistribución
de oportunidades. Pero en el otro polo están aquéllas otras
demandas que señalábamos, que tienen que ver con la autonomía,
el respeto a las decisiones, los estilos de vida, etc. Hay como una articulación
entre una agenda que une el polo de libertad con el polo de justicia.
La agenda
de género también enfrenta el desafío de incorporarse
en la discusión, no sólo de los marcos institucionales de
género sino de cómo entra en esta coyuntura donde se están
produciendo tantos cambios en los que tiene que ver el Estado, y en los
que tiene que ver el estado-sociedad, estado-mercado, estado-sociedad-familia.
Cómo se entra al corazón de esa discusión que está
caracterizando este momento de la sociedad.
* Conferencia realizada en base al documento elaborado
por Virginia Guzmán para la Unidad Mujer y Desarrollo de la CEPAL
en octubre de 2003 titulado: "Gobernabilidad democrática y
género, una articulación posible."
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