Las mujeres en las revoluciones independentistas

Los procesos de independencia que vivieron los países de la región son recordados y celebrados en cada aniversario. Cómo no recordar el tiempo en el que las naciones latinoamericanas comenzaron a construirse, lenta y pacientemente, hace alrededor de 200 años. Este 25 de agosto se cumplieron 190 años de la Declaratoria de la Independencia de nuestro país, si bien es una fecha que puede resultar cuestionada por diversos motivos, en el imaginario nacional representa el “nacimiento” del país, su liberación, siempre recordada de la mano de los grandes caudillos nacionales como Artigas y Lavalleja, vinculada además a aquellos valerosos 33 orientales y a todos los hombres que participaron en la revolución independista.

 

 

Y esto es así porque las naciones necesitan sus historias, necesitan sus héroes, pero también es necesario recordar con justicia. Recordar que en estos procesos revolucionarios tan importantes además de las historias oficiales hay historias escondidas que esperan ser reveladas, como lo son las de las mujeres que acompañaron estos procesos, que fueron igual de valerosas, que se arriesgaron y lucharon desde sus lugares por la idea y el sueño de una patria propia, su accionar ha sido invisibilizado a lo largo de la historia.

 

Si bien a continuación mencionaremos solamente algunas de las mujeres cuyos nombres han quedado registrados, fueron muchas las que a través de los diversos sectores sociales participaron de diferentes maneras colaborando con el proceso independentista.

 

Son estos momentos de agitación del orden social establecido donde suele originarse circunstancias excepcionales que permiten a las mujeres salir de los roles de género asignados culturalmente permitiéndoles ocupar nuevos lugares. Durante estos procesos revolucionarios lograron politizar los ámbitos privados y utilizarlos a su favor, desde la organización de reuniones en sus hogares hasta la organización de una vasta red de espionaje, muy significativa para la planificación de emboscadas, la recolección de información y los intentos de subversión en las tropas realistas. 

 

Podemos mencionar algunos casos concretos como el de Josefa Oribe, quien se encontraba casada con Felipe Contucci, con el cual mantenía diferencias importantes en cuanto a sus opiniones políticas dada la defensa de Contucci del domino español del Río de la Plata, por lo que el matrimonio ya no pudo seguir adelante luego del estallido de la revolución. Josefa no dudo en apartarse de su esposo y continuar su propio camino en defensa de su patria y de la independencia. Colaboró activamente recolectando fondos para los patriotas, en una ocasión en la que los revolucionarios necesitaban con urgencia material médico Josefa no dudo en disfrazarse de lavandera, pintar su cara de negro y entrar a la plaza en busca de estos.

 

Sus convicciones la llevaron a dirigir su propio camino, sin miedo y con valentía en defensa de la libertad de la patria, dejando de lado sus “obligaciones cómo “mujer”, siendo fiel a sí misma y a sus ideas.

 

Otra de las mujeres que podemos mencionar es Ana Monterroso de Lavalleja, quién también acompaño la revolución, y no por ser “la esposa de”, sino por las múltiples acciones que llevó a cabo.  Se encargó de asuntos políticos, se vinculó con las organizaciones clandestinas, repartió cartas a los aliados, organizó reuniones etc. Ana Monterroso tampoco dudo en arriesgarse y luchar por la libertad de su patria.

 

Si miramos la región no pueden dejar de mencionarse figuras como las de Manuela Sáenz y Juana Azurduy, altamente comprometidas con la libertad de América.

 

Mujeres que lucharon a la par de sus compañeros entregando sus vidas a la causa.  Sin embargo, esto parece no haber sido suficiente para que hoy sean recordadas con el respeto y admiración que merecen, ni ellas ni el resto de las mujeres anónimas que también fueron parte fundamental de estas luchas, que forjaron nuestras historias y a quienes también debemos hoy nuestro presente. 

 

 

 

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