Fernán Gómez
Pese a la cuota de género establecida en 2007 por el PIT-CNT, pasó más de una década hasta que se vieran cambios en la representación de mujeres en cargos dirigentes del sindicalismo uruguayo. Actualmente se encuentran cinco mujeres en la Secretaría Ejecutiva de la central sindical: Valeria Ripol, Abigail Puig, Soraya Larrosa, Fernanda Aguirre y Laura Alberti. Llegar a esta situación ha requerido de mucho tiempo y trabajo, ya que a lo largo de su trayectoria los puestos dirigentes de la organización han sido principalmente ocupados por hombres. Sin embargo, la representación de mujeres todavía resulta limitada: la cuota de género mencionada antes no ha sido implementada hasta ahora debido a la autonomía de los sindicatos con respecto a la central, lo que hace difícil que se lleven a cabo medidas así. Esto demuestra una resignación por parte de los sindicatos de resolver esta problemática, lo que puede llevar a la siguiente pregunta: ¿cómo en una organización que lucha por la igualdad social pueden manifestarse desigualdades también sociales?
La inclusión de mujeres en la Secretaría Ejecutiva aparece como un evento agridulce. Por un lado, nos muestra que las cosas están cambiando, que se está generando una mayor intervención de mujeres en la lucha sindical, pero por otro lado, nos muestra qué tan fuertemente han sido rechazadas y siguen siéndolo en estos espacios.
Milagro Pau, Secretaria Ejecutiva de la Secretaría de género, equidad y diversidad del PIT-CNT, dice que las sindicalistas, como cargan con responsabilidades relacionadas con el cuidado de su hogar y su familia, no son vistas -así como no se ven a sí mismas- como posibles dirigentes, debido a que no tienen el tiempo suficiente como para ejercer estas responsabilidades. Por otro lado, Lilián Abracinskas, directora de Mujer y Salud en Uruguay (Mysu) dijo en una nota que hubo pocas acciones por parte de los organismos del PIT-CNT para concientizar sobre la presencia de la desigualdad de género en los sindicatos uruguayos. La mayoría de las acciones sobre este tema están relacionadas con casos extremos de violencia de género, como acoso sexual. Pero muchos otros aspectos de estas desigualdades no son tratados, quedándose invisibilizados.
Dos elementos se encuentran mezclados aquí: por un lado, la falta de participación de mujeres en los sindicatos para lograr el cumplimiento de exigencias ligadas a roles de género; y por otro lado, una falta de concientización dentro de estas organizaciones con respecto a las problemáticas de género. Esta mezcla puede vincularse con dos conceptos relacionados a la desigualdad de género dentro del mercado laboral: la división sexual del trabajo y el techo de cristal. La división sexual del trabajo implica que a las personas se les dan diferentes responsabilidades y obligaciones en una sociedad dependiendo de su sexo. Esto quiere decir que son los hombres quienes se encargan de proveer a la familia y las mujeres las que mantienen el orden del hogar y la familia y cuidan a sus miembros (hijas, hijos, personas mayores y/o dependientes, etc.). Esta división del trabajo hace que muchas mujeres abandonen la lucha sindical ya que terminan priorizando el cumplimiento de las obligaciones de su hogar y sus trabajos, dejando el sindicalismo de lado.
El techo de cristal, dentro del mundo del trabajo, es una metáfora que alude a la barrera transparente que impide que mujeres accedan a los puestos más altos dentro de una organización. Por ejemplo, una mujer puede renunciar a un puesto directivo en una empresa que le demanda mucho tiempo porque tiene que ocuparse de los quehaceres de la casa, y elegir ese puesto implica no cumplir con ciertas exigencias. Se llama “techo de cristal” porque describe barreras muchas veces invisibilizadas por instituciones o mecanismos legales. Según Almudena Fontecha, Secretaria de la Igualdad de la Unión General de Trabajadores de España, este techo de cristal es resultado de una rotatividad de los cargos menores ocupados por mujeres. Muchas trabajadoras se dedican sólo temporalmente a la lucha sindical, haciendo que su trayectoria sea más limitada y corta que la de los hombres. Esto es debido a la división sexual del trabajo mencionada anteriormente, lo que muestra cómo ambos conceptos se entremezclan para crear una exclusión dentro de los sindicatos que tiene más de social y cultural que de organizativo o burocrático. Sin embargo, esta exclusión también tiene un tinte histórico, teniendo su origen mucho tiempo atrás.
En la investigación “La participación de las mujeres en las organizaciones sindicales,”Carmen Urrutia Pérez, Secretaria General del Departamento Confederal de la Mujer de la Unión Sindical Obrera (España), aborda la evolución histórica de la participación de mujeres en los sindicatos del mundo occidental. Según este texto, en la posguerra los sindicatos se convierten en agentes que interactúan con el estado y pactan condiciones laborales. Lo fundamental de esto es que en esta interacción se toman decisiones que refieren al ámbito público, al mercado laboral. Durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres comienzan a tener una mayor inserción en el mercado laboral ya que muchos hombres estaban enlistados en el ejército.[1] Sin embargo, ya con el fin de la guerra quedan recluidas en el ámbito privado, ocupándose de tareas domésticas. Las negociaciones que involucran al Estado de bienestar durante esta época son referentes al ámbito público y más específicamente el laboral, no tomándose en cuenta problemáticas relacionadas con desigualdades de género. Esto quiere decir que sus condiciones sociales y laborales no son cuestionadas ni puestas sobre la mesa. Esta lucha por mejores condiciones y derechos es llevada a cabo por hombres, cuyas problemáticas toman lugar en el ambiente público, y son quienes reclaman y construyen mejor calidad de trabajo; por lo tanto las mujeres sindicalistas deben meterse en esta lógica desde una posición de sumisión, ya que mejoran sus condiciones laborales pero no las relacionadas con la desigualdad de género. Las luchas por los derechos laborales han sido, a lo largo de la historia, dirigidas por hombres, lo cual no quiere decir que sólo ellos hayan formado parte.
En los años ‘70, esto comienza a cambiar con la llegada de un concepto llamado “derecho desigual igualatorio”, teniendo su origen en los Estados Unidos. Según este concepto, no pueden considerarse iguales situaciones desiguales, habiendo una diferencia inmensa entre la igualdad jurídica y la práctica social. Esto hizo que de a poco se observaran distintas formas de desigualdades antes no cuestionadas, como las desigualdades de género en el ámbito laboral. Es en esta época también donde hay un auge de movimientos sociales, como los feministas o los vinculados a discriminaciones raciales, que reclaman el cumplimiento de derechos humanos hasta entonces ignorados. Estos movimientos ayudan a visibilizar desigualdades sociales antes invisibilizadas y, de esta manera, surgen conceptos como “igualdad de oportunidades”, “acciones positivas”, “discriminación positiva”, los cuales funcionan como mecanismos para combatir estas desigualdades, al menos temporalmente. Así se empieza a considerar que la inserción de las mujeres en el mercado laboral se hace en condiciones injustas. Ya durante los años ‘80 y ‘90, en Europa, algunas políticas sociales comienzan a hacer uso de una perspectiva de género, incluyendo las que afectan el mercado laboral. Es en este contexto donde surgen departamentos en las organizaciones de trabajadores relacionados a temáticas de género.
Distintos hitos dificultaron la integración de mujeres en los sindicatos. Esta trayectoria histórica, según Urrutia Pérez, se lleva a cabo con la interacción de diferentes aspectos sociales que dificultaron el desarrollo de una mayor igualdad de género en la lucha sindical a lo largo de la historia: sexualidad (la violencia y la sexualidad han estado relacionadas en el ambiente sindical y laboral, teniendo al acoso sexual como ejemplo), maternidad (la legislación proteccionista, relacionada con la maternidad, presenta a las mujeres como necesitadas de protección, y de esta manera se contrapone a la legislación laboral, ya que excluye a las mujeres del ámbito público), familia (una concepción de las mujeres como obligadas a mantenerse devotas al hogar, y los hombres a dedicarse al trabajo, hace que concurran menos a los sindicatos y se les exija más atención a su familia) y valor del trabajo femenino (el empleo estable está diseñado para los hombres, mientras las mujeres que trabajan tienen más reservados puestos de trabajo precario).
Todo esto demuestra cómo problemáticas basadas en desigualdades de género se encuentran presentes incluso en espacios construidos con el objetivo de romper desigualdades sociales, como los sindicatos. Actualmente están siendo más tomadas en cuenta estas problemáticas dentro de las organizaciones sindicales uruguayas, como lo demuestra la actual conformación de la Secretaría Ejecutiva del PIT-CNT, lo que quiere decir que hay lugar y voluntad política para generar, promover y mantener cambios que logren sindicatos más equitativos en el futuro.
Escuchá el programa de radio aquí: Ni Más Ni Menos 2019 #03 Sindicalismo y feminismo
Bibliografía
-Clavijo, F (2014). La participación sindical de las mujeres de Montevideo… ¿cuál es la realidad? Montevideo, Uruguay. Tesis Licenciatura en Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República.
-Portal PIT-CNT.UY (8 de marzo de 2019). Ante el fascismo, más feminismo. Página web oficial del PIT-CNT, artículo en:
https://www.pitcnt.uy/novedades/noticias/item/2999-ante-el-fascismo-mas-feminismo
-Portal PIT-CNT.UY (26 de mayo de 2018). Por primera vez cinco mujeres integrarán el Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT. Página web oficial del PIT-CNT, artículo en:
-García, D (1 de julio de 2016). Uruguay. Mujeres y sindicalismo: ¿y dónde están las compañeras? Correspondencia de prensa. Artículo en:
-Urrutia Pérez, C. (s/f). La participación de las mujeres en las organizaciones sindicales. Secretaría General Departamento Confederal de la Mujer (U.S.O.). Artículo en:
https://www.nodo50.org/mujeresred/sindicalismo-carmen_urrutia.html
-El techo de cristal, también en el sindicato. (7 de marzo de 2011). Blog Mujeres, El País. Artículo en:
https://elpais.com/elpais/2011/03/07/mujeres/1299477600_129947.html
[1] La incorporación de las mujeres en el mercado laboral durante la Segunda Guerra Mundial no es mencionado por la autora.