La batalla por los contenidos

Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº36, en 2001. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.

Astrid Bant Haver *

Los eventos del 11 de Setiembre han afectado en distintas maneras y niveles a la sociedad estadounidense y las personas que la componen, entre ellas las víctimas civiles y trabajadores de servicios de emergencia, los familiares de las víctimas, los neoyorquinos, los estadounidenses musulmanes y árabes, las personas que han votado por Bush, Gore o Nader, la mayoría que no votó, los activistas contra la globalización, los pacifistas, los militares y las feministas.

En este momento, casi tres meses después de los atentados, una de las expresiones del impacto social más notable es el surgimiento de «la voz del pueblo norteamericano». En esta voz norteamericana, en cuya creación los medios de comunicación masivos han sido imprescindibles, domina el discurso, las posiciones y los símbolos relacionados al conservadurismo social, político y religioso. Retornaron la ideología del nacionalismo, del patriotismo, de la fuerza militar como solución al conflicto social, la dicotomía entre el bien y el mal, la lucha entre los civilizados contra los bárbaros, y la idea de los seres sobrenaturales y las iglesias identificados con los intereses del estado. La investigación, el análisis social, el contexto histórico, la diversidad, la confrontación de opiniones o la (auto-)crítica no son parte de la actual (re-)invención de un discurso hegemónico, totalizante, etno-céntrico y patriarcal, porque interfieren con el discurso conservador-unificador que celebra la unidad, la homogeneidad y la fraternidad al interior de los Estados Unidos.

¿Es un retorno a los valores y las seguridades, reales e imaginarias, pre-años sesenta? Sí, pero con un nuevo matiz: los derechos de las mujeres.

A partir de los acontecimientos del 11 de Setiembre, los derechos de las mujeres se han visto incluidos en la agenda del gobierno y forman un eje del proyecto de unificación de diferentes sectores bajo la bandera conservadora, principalmente como un argumento en favor de la intervención militar contra el Talibán. Laura Bush, en una radio-transmisión semanal reservada para el presidente, compartió su preocupación con la «práctica religiosa ilegítima» de «la brutal degradación» de las mujeres afganas por el Talibán y su temor de que, dada la oportunidad, estos terroristas impondrían las mismas leyes a las mujeres estadounidenses. Al mismo tiempo, el Departamento de Estado publicó un comunicado denunciando la disminución de mujeres profesionales en el mercado de trabajo desde el inicio del régimen Talibán (www.state.gov).

Es temprano para evaluar el compromiso del Gobierno Bush con los derechos de las mujeres afganas y otras mujeres, pero sus posiciones en el área de la salud y de los derechos de las mujeres hasta ahora no han sido progresistas, y la reinstalación de la regla internacional de censura del aborto (gagrule) fue el primer decreto que emitió su gobierno. Así que tenemos buenas razones para estar preocupadas por qué es lo que ellos entienden por los «derechos de las mujeres» – ¿qué incluiría y qué quedaría fuera de las políticas para dar acceso a estos derechos? Lo que sí sabemos con certeza es que el discurso proyectado por el gobierno y los medios comerciales como hegemónico, no es el único, y que existen varias voces críticas e iniciativas de acción hacia la opinión pública y la política estadounidense e internacional desde las organizaciones de mujeres, las organizaciones feministas, las mujeres líderes en funciones públicas, intelectuales, artistas y escritoras en los Estados Unidos y desde las redes formales y grupos informales en el ámbito internacional.

Pero estas opiniones disidentes y sus correspondientes iniciativas no se han visto reflejadas en los medios de comunicación nacionales e internacionales de cobertura masiva y el gran público no las ha reclamado. La impresionante aceptación de la lectura conservadora se explica por una necesidad colectiva e individual de recuperar el sentido de seguridad y estabilidad, y por lo tanto, puede ser coyuntural. En la práctica, los comportamientos y las ideas a los que se refiere en el propuesto discurso unificador, están en un profundo proceso de resignificación y cambio social ya desde los años cincuenta y sesenta, a partir de las experiencias del movimiento de derechos civiles y la protesta contra la guerra en Vietnam. Desde aquella época, los movimientos sociales han empoderado a amplios sectores de la ciudadanía, y la diversidad real y discursiva es un hecho. Si bien conforman una minoría, estos movimientos sociales y esta masa crítica se han consolidado de una manera en la que, a largo plazo, no permitirán la permanencia de un discurso conservador como única representación de la diversidad norteamericana. De hecho, en estos meses hemos visto un crecimiento en los movimientos de paz y las protestas en las universidades.

Reflexiones

Las ONG progresistas, especialmente las feministas, han expresado su preocupación con la situación del financiamiento. Muchas fundaciones estadounidenses han perdido una parte sustancial, algunas hasta el 70% de su base de recursos en la Bolsa, principalmente debido a la baja del valor de las acciones del sector tecnológico y luego por la crisis en la bolsa post-11 de setiembre. Por otro lado, personas individuales y fundaciones estadounidenses han dado montos enormes para ayuda humanitaria a las familias de las víctimas de los atentados, y han dejado de contribuir con sus causas habituales, varias de ellas pueden haber sido en organizaciones con trabajo en el extranjero. Además, existe la posibilidad de un cambio en las prioridades de las agencias bilaterales y una redirección de sus fondos a regiones y temas relacionadas con el conflicto y la futura reconstrucción de Afganistán.

Sin embargo, por primera vez en la historia, los derechos de las mujeres son un argumento en los distintos discursos políticos estadounidenses. ¿Significa que el mainstreaming de nuestras demandas está teniendo éxito? Por cierto las organizaciones feministas y mujeres líderes han logrado movilizar apoyo para los derechos de las mujeres afganas en estructuras políticas como el Congreso estadounidense y la ONU, con éxito. Tenemos que esperar para ver, primero, cómo se concretan estas leyes y resoluciones en la practica, y, segundo, qué contenido tendrán los llamados «derechos de las mujeres».

En la opinión pública, ganó la agenda del gobierno Bush y de los sectores más conservadores de los republicanos en todas sus facetas. La actual atención a los derechos de las mujeres es una estrategia más de un gobierno que hace pocos meses formaba parte de un grupo de negociación ultra-conservador (con Sudan, Libia, Irak e Irán) en la PrepCom para la Cumbre de la Infancia para bloquear los derechos de las mujeres y jóvenes, buscando restringir su capacidad de tomar decisiones libres e informadas sobre su sexualidad y su acceso a servicios de salud reproductiva.

«Los derechos de las mujeres» están en peligro de perder su contenido solidario y transformador. Ahora más que nunca, las feministas tienen la importante tarea de proteger y promocionar los derechos de las mujeres en todo los aspectos de la democratización de la vida pública y de la vida privada. En este proceso, el reconocimiento de los derechos sexuales y los derechos reproductivos como parte integral de los derechos de las mujeres es esencial, y, sabemos que la eliminación de estos derechos está en la agenda de un sector importante de los conservadores y fundamentalistas en los EEUU y otros países.

Pero mantener la integralidad de los derechos de las mujeres en sí, no es suficiente; se trata de mantener la integralidad de los derechos humanos de las mujeres y los hombres, haciendo el puente entre derechos específicos, ciudadanía y democracia. Los fundamentalismos no solo violan los derechos de las mujeres; son proyectos políticos cuyos objetivos son concentrar autoridad y poder de Estado y restringir la diversidad y la autonomía en la sociedad. Para tener derechos de las mujeres plenos, hay que tener una sociedad civil saludable e instituciones públicas que respeten los procedimientos y rindan cuentas. Llama la atención que los EEUU promueva los derechos de las mujeres, mientras que, con el argumento de la lucha contra el terrorismo, esté introduciendo cambios muy profundos en la protección de las llamadas libertades civiles, específicamente con relación a procesos legales, que, por siglos, han sido la base de la identidad y el orgullo de la democracia estadounidense (ver: www.aclu.org).

Pese a la contribución y el liderazgo de los movimientos feministas norte y latinoamericanos en estas dos tareas – mantener la integralidad de los derechos de las mujeres y promover el entendimiento de estos, incluyendo los derechos sexuales y los reproductivos – es cada vez más importante en el escenario internacional. Mantener el bloque de negociación de los países latinos en las conferencias de la ONU con posiciones en pro de los derechos sexuales y los reproductivos puede evitar regresiones en el lenguaje ya conquistado. En el campo de desarrollo de teoría y políticas de promoción de la ciudadanía de las mujeres y los aportes de los movimientos de mujeres a la democratización, América Latina tiene mucho que compartir con el mundo.

*International Women’s Health Coalition
www.iwhc.org
New York, noviembre 25, 2001

Iniciativas de «advocacy» desde las mujeres

Desde Nueva York, desde una participación en la esfera de organizaciones que trabajan a nivel internacional, hemos identificado cinco iniciativas estratégicas de advocacy que han influenciado en el desarrollo de las reacciones al conflicto en Asia-Central.

1. Sensibilización de la opinión pública:

Una de las primeras iniciativas ha sido el posicionar mujeres afganas en los medios de comunicaciónmainstream. La imagen de la mujer cubierta por una ‘burqa’, llegó a ser la representación visual de la discriminación de la mujer en periódicos, revistas y noticieros populares. El documental «Tras del velo» que exhibe el trabajo del grupo RAWA (Revolutionary Afghan Women’s Association), ha sido transmitido decenas de veces en CNN en horarios preferenciales. RAWA también es contraparte de una campaña de varios años contra el gender-apartheid de la Feminist Majority, y, ha colaborado con «V-Day», una iniciativa para combatir la violencia contra las mujeres organizado por Eve Ensler, la escritora/productora de Los Monólogos de la Vagina. Vale la pena notar que la campaña en favor de los derechos de las afganas, recién empezó a cobrar importancia con el público y el gobierno después de los eventos del 11 de septiembre.

Integrantes de RAWA fueron entrevistadas, entre otros, en Larry King Live, uno de los programas de entrevistas más importantes. Lograron exponer el récord de violación de los derechos de las mujeres, del aliado de los EEUU contra el Talibán, la Alianza del Norte o Frente Unido durante la época de su gobierno y cuestionar la actitud de los líderes actuales frente a la participación pública de las mujeres y frente a otros derechos.

El hecho de que muchas veces RAWA ha sido la única organización representada y a menudo mencionada como «la única organización de mujeres en Afganistán», a pesar de tener sus bases en Pakistán, además de su tendencia política particular, ha dejado a RAWA vulnerable a críticas de no-representatividad y obstaculizó la imagen de un movimiento de mujeres afganas más diverso y ampliamente apoyado.

2. Lobby de organizaciones de mujeres hacia el Congreso de los EEUU:

Un grupo de trabajo sobre la política extranjera de los EEUU del Consejo Nacional de Organizaciones de Mujeres, coordinado por Women’s Edge se concentra en los aspectos de género de la crisis de refugiados afganos y la asistencia financiera y técnica de los EEUU a Afganistán en el futuro. Teniendo mucha experiencia en hacer lobby con el poder legislativo, estas mujeres pretenden colocar lenguaje (amendments), que condicione donaciones de los EEUU a la participación de mujeres como ejecutoras, participantes y beneficiarias, a las leyes que aprueban ayuda humanitaria y apoyo a la reconstrucción civil para el futuro gobierno de Afganistán.

3. Iniciativas de leyes bipartidarias:

Las 13 senadoras mujeres de ambos partidos (el Senado de los EEUU tiene 100 miembros) se unieron en un frente común para promocionar los derechos de las mujeres afganas. Este grupo fue apoyado por senadores hombres republicanos y demócratas. Como resultado, una resolución sobre la participación de las mujeres de todos los grupos étnicos en la reconstrucción económica y política de Afganistán fue introducida por los senadores Dodd (d), Kerry (d) y McCain (r) (HCONRES268 ver:www.thomas.org ). Una Propuesta de Ley idéntica sería presentada en la Cámara de Representantes.

La parte central de la resolución dice que :

(1) parte de la ayuda humanitaria ofrecida a Afganistán deberá ser destinada a las mujeres afganas y sus organizaciones;

(2) a las mujeres afganas de todos los grupos étnicos en Afganistán se les deberá permitir participar en la reconstrucción económica y política de su país;

(3) una constitución o estructura legal de un Afganistán reconstruido debería garantizar los derechos humanos y políticos de las mujeres afganas.

4. Petición electrónica contra la guerra firmada por amplios sectores del movimiento feminista internacional.

Se trata de una propuesta de doce puntos, antimilitarista y en contra de la participación de los EEUU y/u otros países pertenecientes a la Coalición en futuras fuerzas de paz y reconstrucción civil, exigiéndole a la ONU un papel regulador en la negociación, el mantenimiento de la paz y la reconstrucción. Esta inciativa la llevó adelante un grupo de mujeres activistas de derechos humanos en Nueva York, Asia y América Latina.

La propuesta abarca distintos aspectos relacionados con la democracia y los derechos de las mujeres. Reclama la inclusión de éstas en todas las etapas las negociaciones de paz, el respecto por los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo. Reclama también la atención a las causas de fondo de los extremismos, como pobreza y desigualdad, y el uso político de las religiones en la represión de las mujeres en sociedades alrededor el mundo. Además, exige la ratificación, por todos los países, pero particularmente por los EEUU, de los estatutos de la Corte Penal Internacional de la ONU, con una instancia que podría llevar a cabo los procesos penales contra personas acusadas de terrorismo internacional en forma independiente. (Ver: www.whrnet.org).

La petición fue presentada el 30 de octubre al Consejo de Seguridad de la ONU en un encuentro anual entre ONG de derechos humanos de mujeres y representantes del Consejo. Hace un año el Consejo de Seguridad adoptó la Resolución 1325 sobre mujeres y conflicto armado que llama por la participación igualitaria de mujeres en negociaciones de conflicto y construcción de paz. Después de este encuentro el Consejo reafirmó su compromiso con el incremento del rol de las mujeres en procesos de decisión relacionados a conflictos, y recomendó que los Estados incluyan mujeres en las negociaciones e implementación de los acuerdos de paz y estrategias para la reconstrucción.

5. Lobby de mujeres adentro de la ONU:

Mary Robinson, la Alta Comisionada para Refugiados, había advertido que si los EEUU no detenían el bombardeo, la ayuda humanitaria no podría llegar antes del invierno y siete a nueve millones de personas, predominantemente mujeres y niños, estarían en peligro de morir de hambre.

Noeleen Heyzer, Angela King y Carol Bellamy han estado entre las primeras delegadas que conversaron con Lakhdar Brahimi, el representante especial para Afganistán de la ONU encargado de las negociaciones para constituir una asamblea nacional preliminar, para abogar por la participación de mujeres en la reconstrucción del tejido social y político en Afganistán.

Durante la Asamblea General de la ONU, un grupo de 16 mujeres cancilleres, iniciado por Madeleine Albright, ha escrito una carta al Secretario General Kofi Annan, insistiendo sobre la protección de las mujeres en zonas de guerra y su participación en las negociaciones de paz.

A propósito de las demandas de las mujeres, incluyendo delegaciones de diferentes organizaciones de afganas, entre ellas, RAWA, de ser incluidas en el proceso de reconstrucción de la sociedad afgana, Brahimi, el representante especial, a mediados de noviembre declaró en el Consejo de Seguridad que«la credibilidad y la legitimidad del Consejo Provisional (Afgano) se encontraría reforzado, si le diera particular atención a la participación de individuos y grupos, incluyendo mujeres, quienes no han participado en el conflicto armado.» Y, que «La reconstrucción dará oportunidades para absorber un alto número de hombres involucrados en la guerra, y oportunidades para las mujeres afganas quienes han sido despojadas de la voz y de la participación en la sociedad». (www.peacewomen.org monitorea el trabajo del representante de Afganistán en la ONU)

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