Juan Pablo II negó los derechos a las mujeres

Extraído de: Jean Louis de la Vaissiere, Diario Nueva York, Agencias.

(Mujereshoy)

De Europa a América Latina, los detractores católicos rompieron la armonía de la lluvia de abalanzas que recibe la figura del Papa desde su muerte el sábado, reprochándole su rigidez sobre la sexualidad y su condena de la Teología de la Liberación.

En América Latina las críticas versan sobre las orientaciones político-sociales del Santo Padre.

Premio Nobel de la Paz en 1980, el escritor argentino Adolfo Pérez Esquivel, miembro del movimiento progresista Servicio, Paz y Justicia, reprochó al difunto Papa haber «pretendido establecer una Iglesia piramidal, algo que se reflejó en su hostilidad a la Teología de la Liberación».

Esta corriente surgió en América Latina como consecuencia de las transformaciones introducidas en la Iglesia por el Concilio Vaticano Segundo (1962) y algunas de sus expresiones fueron los curas guerrilleros o los obispos comprometidos con las luchas populares.

Para monseñor Pedro Casaldaliga, uno de los jefes de esta Teología en Brasil, Juan Pablo II era «un poco duro con los servidores progresistas que abrían nuevos caminos».

El brasileño Leonardo Boff, otro heraldo de esta tendencia, considera que el Santo Padre «nunca entendió (la Teología de la Liberación) ya que sus orígenes polacos le impidieron ver que en América Latina el enemigo no era el comunismo ni el nazismo, sino las elites desprovistas de sensibilización social».

En Europa los católicos tradicionalistas de la Fraternidad de San Pío X de Econe (suroeste de Suiza), excomulgados por Juan Pablo II, insistieron este domingo en su hostilidad hacia las gestiones ecuménicas papales manifestando, no obstante, su «unión con la oración de la Iglesia universal».

Juan Pablo II deja a la Iglesia en «una crisis de confianza y de esperanza», afirmó por su parte el célebre teólogo suizo Hans Kueng.

Este viejo detractor del Papa estima que el Sumo Pontífice «predicó los derechos humanos en el extranjero pero se los negó en el interior a los arzobispos, a los teólogos y sobre todo a las mujeres».

 

«Wojtyla predica el ideal femenino pero niega a las mujeres la píldora y prohíbe su ordenación», añadió Kueng.

Para Joanna Manning, cofundadora del grupo «Catholic Organizations for Renewal» (Organizaciones Católicas para la Renovación), Juan Pablo II restableció la concepción de una mujer sumisa en la que la Virgen María encarnaría la femineidad.

«Esto se explica en parte por su pasado. (….) Su madre murió cuando él era pequeño y él proyectó la nostalgia de una figura materna sobre las mujeres en general», opina.

Según Christian Terras, director de la revista crítica francesa Golias, el Papa polaco no comprendía «las dificultades de las mujeres en el mundo moderno».

Para el movimiento católico occidental «Somos la Iglesia», Juan Pablo II ha privado de los principios al individuo, sobre todo en lo referente al matrimonio de los sacerdotes y a la ordenación de las mujeres.

La falta de sacerdotes, motivada por su rechazo a autorizar su matrimonio, será, según este movimiento, una cuestión candente para el próximo Pontífice.

Conservadurismo del Papa

Para sus críticos, el papa Juan Pablo II se negó a seguir el ritmo de algunos de los cambios del mundo moderno. El conservadurismo del Papa fue con frecuencia considerado un resultado de su formación en la Iglesia Católica polaca, una organización que se mantuvo inmune a las tendencias liberales de Occidente en el curso de las cuatro décadas de régimen comunista.

El Papa impulsó a los obispos a oponerse al matrimonio entre homosexuales e intentó poner fin al debate sobre la ordenación de las mujeres.

El Vaticano fue criticado por su oposición al uso de condones en la lucha contra el sida, una posición que surgía de su condena al control artificial de la natalidad. Aunque ofreció ayuda y solidaridad a las víctimas del sida, Juan Pablo II y los cardenales del Vaticano siempre indicaron que la abstinencia era la mejor forma de evitar la diseminación del virus.

Cuando las Iglesias de Estados Unidos, Irlanda, Australia y en otras partes fueron afectadas por denuncias sobre abuso sexual de feligreses por parte de sacerdotes, algunos culparon de la situación al requisito del celibato. Indicaron que la imposibilidad de casarse desalentaba a muchos potenciales candidatos al sacerdocio.

El Papa se negó a cambiar de opinión en ese tema o en otros puntos. Una vez dijo a los periodistas que la Iglesia Católica no podía ser considerada una democracia o una asociación de «libres pensadores».

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