Sentimientos muy mezclados

Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº31 y 1/2, en 1999. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.

Hola Lucy,

Aquí va lo que estoy empezando a pensar. Eso de reaccionar como periodista, cuando se es historiadora, cuesta mucho.

La sensación que tengo, después de unos días de distancia, es la misma que sentí cuando terminó el Encuentro: sentimientos muy mezclados y una enorme ambivalencia.

Alivio, porque habíamos llegado al fin de la jornada sin mayores enfrentamientos, o sea, sin rompimientos, y hasta nos habíamos dado cita en Costa Rica.

Admirada, de que un acontecimiento que parecía condenado al fracaso (porque nos repartieron por lo menos en seis hoteles diferentes y nos mezclaron con turistas «normales,» porque por la mañanas nos encontramos con un formato centrado en el cuerpo, los juegos, las sensaciones y las actividades de grupo que muchas abandonamos después del primer día, porque celebramos poco el estar juntas de nuevo y ni siquiera terminamos el encuentro con una fiesta como estamos acostumbradas) sin embargo, al menos haya «resistido».

Apenada, por la dificultad que tenemos de mirar el pasado y aprender de las metidas de pata de los encuentros anteriores y porque las compañeras de República Dominicana perdieron una ocasión única. En 1980, en el primer encuentro del Siglo XX, el grupo de feministas dominicanas que fue a Bogotá propuso el 25 de noviembre como el día de la No violencia contra las mujeres por haber sido esa la fecha en que tres compatriotas suyas, las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Miraval fueron brutalmente asesinadas por la dictadura trujillista. En estas casi dos décadas, los 25 de noviembre se han ido convirtiendo en una fecha verdaderamente internacional pues se realizan actos en contra de la violencia contra las mujeres tanto en América Latina como en otros continentes. Allí estábamos en casa de las hermanas Miraval, un 25 de noviembre, en el último Encuentro del siglo y en el último año del siglo y las organizadoras no pudieron arreglar una plenaria en la que se recordara el pasado, se celebraran los logros (que han sido muchos, aunque todavía falten) y se enriqueciera y fortaleciera la memoria de todas, cosa que a las mayores nos viene muy bien y a las jóvenes todavía mejor.

Sorprendida, por la falta de preparación de las organizadoras para integrar a las numerosas mujeres caribeñas de muy distintas culturas que asistían por primera vez a un encuentro y que no se sintieron muy bienvenidas pues la lengua mas o menos oficial es el español y en un principio no hubo traducción ni al francés ni al inglés. Claro que las brasileñas sentaron un precedente: para ellas nunca ha habido traducción y durante estos años se las han arreglado estupendamente y sin quejarse….

Feliz, porque aparecieron por primera vez las mujeres jóvenes como un grupo generacionalmente distinto, que tiene problemas con nosotras. Dijeron venir de muchos lados diferentes. Algunas eran hijas de feministas, otras periodistas o trabajaban en ONG o habían descubierto el feminismo en los programas de estudio de las mujeres.

Agradecida, porque hubo otro grupo de feministas dispuestas a trabajar en la organización de un encuentro.

Feliz, también, porque el enfrentamiento que se dio en Cartagena no se reeditó en Juan Dolio y a pesar de que el Encuentro fue organizado por autónomas y éstas hicieron sentir su presencia, no lo definieron, ni lo dominaron. Es decir, hubo lugar para todas e imperó el espíritu pluralista, cosa que también se dio tanto en el grupo que reflexionó en la discoteca, como en las muchas declaraciones de los distintos talleres leídas el ultimo día.

Satisfecha, porque los encuentros siguen siendo un lugar importante para incorporar a nueva gente al movimiento, para ponerse al día con los cambios y para reforzar las redes o coordinar y ajustar campañas como la que se está desarrollando por la descriminalización del aborto.

Y contenta, porque en ellos me puedo encontrar con mucha gente querida y discutir tranquilamente las cosas que me importan con mujeres dispuestas a hacer lo mismo no solamente por las tardes, sino también por las mañanas, cuando no nos gusta el programa que nos tienen preparado.

Marysa.

P.S.: Como índice de lo que han cambiado las cosas en este mundo tan globalizado, por primera vez en casi veinte años, no oí ningún cuestionamiento sobre el financiamiento del Encuentro. Felices fiestas, hermanita.

Diciembre de 1999.

Marysa Navarro

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