Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº26, en 1998. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.
Carina Gobbi
El Salón de los Pasos Perdidos quedó desierto al caer la tarde. Sillas, servilletas, bandejas de comida y vasos de plástico que las más laboriosas no alcanzaron a recoger quedaron como testimonio de una jornada muy especial. Sólo faltaba Susanita para que le comentara a Mafalda:«¿Para esto quieren llegar al poder, para dejarlo lleno de basura?»
Al mediodía se dio por finalizado el panel con los dirigentes políticos. Los periodistas se fueron tras los dirigentes, las militantes de los partidos comieron, descansaron, encontraron los baños, tomaron café y a la tarde hicieron el esfuerzo de escuchar a otros cinco panelistas, comentando los resultados de una encuesta sobre qué opinan los uruguayos acerca de las cuotas políticas para las mujeres. Al otro día les esperaba una jornada de talleres para poner al día lo discutido en cada departamento del país sobre los mecanismos de representación política.
Elisa Carca, quien contó la experiencia de las cuotas en Argentina, haciendo hincapié en dificultades que tuvieron las mujeres a la hora de implementar el mecanismo en sus partidos, con la intención de advertir a las uruguayas sobre errores e ingenuidades que no es necesario transitar. Las mujeres del público intentaron por un rato que los políticos allí presentes contestaran lo que era el motivo del seminario: ¿qué piensan los dirigentes de los partidos sobre la mayor representación de las mujeres para ocupar cargos de dirección? Y, en última instancia si tienen alguna propuesta para incidir en un cambio cultural que habilite el cambio de relaciones de poder entre hombres y mujeres. «Decir que todo el problema es cultural es un escudo protector», dijo una militante de un partido a su dirigente. «Es como decir ahí nos quedamos, es una valla insalvable. ¿Hay alguna perspectiva de cambio?»
Marta Suplicy, diputada del Partido de los Trabajadores de San Pablo, empezó diciendo que había escuchado atentamente todos los diagnósticos y dijo: «Nosotras no queremos más hablar de la casa, de la maternidad». Y repasando el límite de su frente como haciéndole la venia al hartazgo agregó: «Nosotras estamos hasta acá de eso. Nosotras queremos hablar del poder político». Entonces las doscientas cincuenta mujeres presentes se pusieron de pie. Empezaron a aplaudir. Abandonaron la búsqueda de baños y de café. Los periodistas dejaron su colección de chistes. De ahí en más escucharon embelesados como hacía años no escuchaban nada en el Palacio Legislativo. «Cuando hablaba el último panelista – siguió diciendo la diputada del PT- decía cuáles eran las mejores decisiones para las mujeres. Yo pensaba: ¿porqué no nos escucha a nosotras? Nosotras sabemos lo que es mejor para nosotras. ¡Nosotras queremos decidir si son las cuotas o no son las cuotas! ¡Y no queremos más que los hombres hablen por nosotras! ¡Nosotras tenemos palabra! Queremos ser escuchadas y queremos ser respetadas en nuestras opiniones». Suplicy terminó su intervención advirtiendo: «Ustedes tienen una posiblidad que nosotras no tuvimos. Nosotras hicimos todo de arriba para abajo. Nuestra ley de cupos fue hecha por la bancada femenina del Parlamento y comunicada abajo, porque teníamos que ir muy rápido. Acá ustedes tienen tiempo para realizarlo de abajo para arriba y crear las condiciones». Y dirigiéndose a quienes la acompañaban en la mesa de expositores agregó: «Ahí es donde ustedes, hombres, nos pueden ayudar mucho porque es cierto que hay que abrir un espacio de capacitación, de infraestructura para las candidatas, -y también para los candidatos- pero ¿por qué no un espacio mayor en la televisión en la campaña electoral?»
Marta Suplicy, Elisa Carca y Mafalda: «Estamos hasta acá de hablar de la maternidad»
Cuando Fernández Faingold comenzó su intervención aclarando: «No voy a hablar de diagnóstico»,las mujeres, que estaban en el fondo tratando de tomar café abandonaron su propósito y pensaron por un momento que al fin alguien iba a sacar la situación adelante. Muchas no coloradas llegaron a pensar en un momento: «habrá que terminar votándolo a éste». Otras más realistas comentaron:«son cien años de cultura de gobierno». Pero la ilusión duró poco. La letanía de elogios y diagnósticos sólo había sido interrumpida para decirles a las mujeres allí presentes que tenían razón, pero que las cuotas, con el actual sistema electoral uruguayo, no servirían para nada. «Hace algunos meses defendimos públicamente el tema de la cuotificación. Hoy debo decir que en aquel momento nos equivocamos», dijo Fernández Faingold. «Porque el sistema electoral uruguayo genera dificultades técnicas concretas que hacen que el gran esfuerzo de discusión por el establecimiento de una cuota termina en no resolver una mayor participación de las mujeres, aun con cuota, porque en una mayoría importante de los departamentos de la República se eligen dos diputados nada más, y de partidos distintos. Hablar de cuota significa que la mujer, con una participación del cincuenta por ciento en las listas, en la medida que sea segunda, no va a ser diputada.» El senador colorado concluyó que la única manera de resolver el tema es dentro de los partidos y entre los partidos. Señaló entonces cuatro pasos a dar. El primero: modificar los valores culturales que menosprecian las calidades y competencias de las mujeres. Segundo: apostar a mecanismos en las internas de los partidos. Tercero: apoyar «con pesos y centavos» a las candidatas. Parecía que todo estaba terminado. Los periodistas, que habían ido en gran número, después de grabar la voz del representante del partido de gobierno se disponían a seguir recopilando chistes machistas para su colección. Las mujeres empezaban a preocuparse porque no se veían baños para damas a la vista y estaban a punto de descubrir que el Palacio Legislativo no tuvo originariamente prevista su presencia. Entonces les tocó el turno a dos diputadas del Mercosur, especialmente invitadas para la ocasión.
Hugo Fernández Faingold: «Con el sistema electoral uruguayo las cuotas no sirven»
Después de abundar sobre el tema Volonté anunció que «de a poco nos vamos acercando al diagnóstico» y que la cuestión está no en las diferencias sino en «la falta de reconocimiento de virtudes superiores». Y lo dijo claramente: la mujer no tiene que abrirse espacio dentro de los partidos, sino que serán los partidos los que reclamarán a la mujer como elemento decisiorio a la hora de captación de voluntades. Como lo que en su opinión lo que se necesita no es un reclamo sino un reconocimiento, «para que ese reconocimiento sea profundo, auténtico, valedero, indestructible y para siempre, reconozcamos con toda humildad que requerimos un cambio cultural. No se trata de un cambio en la estructura política, sino de un cambio más profundo,en nuestra cultura». El cambio cultural permitiría, según Volonté, reconocer en la actividad política el valor agregado (de la mujer) y «no permitirle actuar simplemente porque la reconocemos un ser igual, (ya que) sería poca cosa aceptar eso y no reconocer el plus que la mujer ofrece en todas sus actividades y fundamentalmente en la política».
Tras señalar que la sociedad uruguaya ha hecho poco por esa consideración especial y basándose en la encuesta que sería presentada esa tarde aseguró que «lo que encadena más en cuanto al tiempo, la dedicación y el espacio es ese referente permanente: la necesidad indeclinable, inexorable que cumple esa función para la cual la mujer actúa y no puede en ninguna circunstancia renunciar a ella, sea una vocación distinta o diferente a la que lleva a otros seres a realizar distintas actividades». Para Volonté la cosa es muy sencilla: «Si nosotros somos capaces de desarrollar políticas profundas en protección a la maternidad que empieza en lo verdaderamente protegible, no en la mujer, vamos a empezar a encontrar los caminos que conducen a ver si la mujer tiene interés en participar activamente en política».
«Pienso que lo práctico es intentar encontrar un diagnóstico acertado», comenzó diciendo Alberto Volonté, para pasar al «primer tema que se nos plantea, si a la mujer como tal le interesa determinada actividad». Volonté preguntó directamente a las presentes: «¿Hay interés?», para pasar inmediatamente a definir la actividad política, como «la culminación de un desarrollo volitivo que nace en una profunda vocación» y puesto que las vocaciones no distinguen entre hombres y mujeres, definió finalmente la única distinción que hay entre un hombre y una mujer. «La única distinción que hay entre un hombre y una mujer-y eso no lo venimos a descubrir hoy- es simplemente una que signa a todas las mujeres: la maternidad». Puesto que, fuera de eso, para Volonté todo iguala al hombre y la mujer, lo que cabe preguntarse es qué ha hecho la sociedad uruguaya en políticas sobre maternidad. «No sobre la mujer, la mujer no necesita de ninguna política especial, sí la maternidad».
Alberto Volonté: «La única distinción que signa a todas las mujeres es la maternidad»
Finalizando su intervención Nin Novoa dijo: «Si bien esto es insuficiente, muestra nuestra inequívoca voluntad de reconocer el importantísimo rol que la mujer está cumpliendo en nuestra sociedad y segundo que estamos buscando mecanismos para incrementar la participación política de las mujeres. Confiamos que seminarios como éste profundicen el camino de mayor reconocimiento del rol de la mujer. Muchas gracias.»
Después de recordar que el Encuentro Progresista lleva adelante varios programas desde los que«se atiende el tema de la mujer», y explicarlos, Nin Novoa señaló que se ha tenido especial interés en promover la participación de la mujer en diversos ámbitos y puso de ejemplo a la secretaria general de la IMM, «que es, después del Intendente, la persona de mayor jerarquía en la Intendencia y sin cuya firma nadie está obligado a aceptar las resoluciones del Intendente».
Finalmente Nin Novoa recordó que «la participación de la mujer en la sociedad uruguaya es muy activa en lo social, sobre todo a nivel local, que es en definitiva donde se resuelven las cosas concretas». Y puso como ejemplo el proceso de descentralización llevado adelante en el departamento de Montevideo, enumerando las 7 edilas montevideanas y las 81 del Interior que, dicho sea de paso, estaban casi todas entre el numeroso público.
Como había estado repasando, hizo un repaso «desde la declaración de los derechos de la mujer y ciudadana que le costara la vida a Olimpia de Gouges» hasta llegar a Beijing en 1995. Por eso encontró «cifras que ustedes conocen pero que es bueno repetirlas». Y las repitió. Así partió de que las mujeres en el mundo son el 52 por ciento de la población hasta llegar a que ocupan solamente el 10 por ciento de los escaños parlamentarios y un 6 por ciento de los cargos de gabinete. Después de señalar que «todos estos factores están determinando discriminación y violencia contra la mujer», dio cifras de las mujeres en América Latina para pasar después a Uruguay, «donde las mujeres adquirieron el derecho al voto a partir de 1938», enumerando las que estuvieron en cada legislatura y en cada gabinete a partir de 1943 hasta hoy.
El vicepresidente del Encuentro Progesista comenzó diciendo que «participar en este tipo de eventos tiene sus ventajas; a los dirigentes políticos que andamos recorriendo el país, visitando la gente, recogiendo sus testimonios, sus preocupaciones más inmediatas como el empleo, la salud y la educación de los hijos, el hecho de repasar los documentos, las cifras, las estadísticas, nos hace tomar concencia que el tema de la participaciónde la mujer tiene que estar estrechamente vinculado a la búsqueda de soluciones de los problemas que preocupan a la inmensa mayoría de los uruguayos».
Rodolfo Nin Novoa: «Desde Olimpia de Gouges hasta hoy»
El presidente del Nuevo Espacio terminó su intervención diciendo «queremos optimizar los recursos humanos y para ello nuestro partido apoyaría cualquer tipo de soluciones en ese sentido». Aseguró que su partido ya tiene cuatro mujeres entre los quince integrantes de la Mesa Ejecutiva Nacional y que tiene «el deseo de apoyar este reclamo legítimo de una parte de la sociedad, porque como dije, la capacidad no tiene sexo».
Pérez Piera recordó que durante la discusión de la reforma Constitucional se habló de un porcentaje fijo de cargos políticos para las mujeres. «Pero, dijo, la nueva Constitución obtuvo el voto de una mayoría mínima; donde hubiésemos incorporado algún tema polémico adicional, hubiese naufragado. Fue nada más que por eso que no se incorporó ese reclamo femenino». «Tendríamos que hacer un diagnóstico» dijo Pérez Piera. Y lo hizo. «El hombre ocupa hoy en día, en el mundo entero y en el Uruguay también, una mayor cantidad de cargos públicos. No más del 10 por ciento de las mujeres se encuentra en los ámbitos de decisión. Este es un diagnóstico negativo, porque hay una definición clarísima de que la capacidad no tiene sexo». Pérez Piera señaló que mantener alejadas a las mujeres de estos ámbitos significa subutilizar ese recurso humano que es la inteligencia social de la mujer, además de transgredir un valor fundamental que es la verdad, porque al no hacer el mejor uso de las capacidades nos estamos mintiendo como sociedad. «Ni qué hablar de la libertad» agregó, «porque creo que la mujer debe tener la misma libertad que el hombre para ocupar esos cargos y hoy no la tiene». Habló en tercer lugar de un valor de justicia. «La capacidad no tiene sexo»
Héctor Pérez Piera (presidente del Nuevo Espacio): Cuando las mujeres que militan en los partidos políticos hablan de cuotas no se refieren a la forma de pago de un nuevo lavarropas marca «Poder» ni a una nueva tarjeta de crédito «Politicard» sino de quitarle una parte de su poder político a los varones. Eso lo asumió directamente el senador Hugo Fernández Faingold, al intervenir en el seminario «Mecanismos para incrementar la representación política de las mujeres, un desafío para la democracia» realizado a fines de agosto en el Salón de los Pasos Perdidos. El secretario general del Partido Colorado comenzó su intervención diciendo:«En la medida que se reconozca que éste es un tema de poder, empezarán a operar los mecanismos de poder, aquellos regulados y los no regulados, pero que hacen a la conformación del liderazgo. Es una forma de hacer del tema de la participación de la mujer un tema crucial en la disputa de poder. A mi juicio, es el primer paso real para cambiar el acceso de las mujeres a posiciones de poder. Dentro de los partidos y en la sociedad». A Fernández Faingold le habían antecedido en el uso de la palabra Héctor Pérez Piera (presidente del Nuevo Espacio), Rodolfo Nin Novoa (vicepre-sidente del Encuentro Progresista) y Alberto Volonté (presidente del Directorio del Partido Nacional). ¿Y qué habían dicho hasta en-tonces estos tres diri-gentes políticos a las doscientas cincuenta mujeres de sus partidos, edilas, militantes barria-les y de comisiones internas partidarias de todo el país, cada una con su experiencia de postergación a cuestas, tantas veces analizadas en talleres, encuentros y seminarios y que por fin los tenían a todos allí delante para que les contestaran de una buena vez si van a hacer algo para que vayan más mujeres en las listas y para que estén representadas en los espacios de poder de los que ellos son viejos inquilinos?
A fines de agosto, en un seminario organizado por la Comisión Nacional de Seguimiento y la Red de Mujeres Políticas, se encontraron frente a frente, en el Salón de los Pasos Perdidos, doscientas cincuenta militantes de los partidos y sus dirigentes máximos. Ellas querían hablar. Ellos también.