Silvia Arjona Martín, Madrid (España) – Entrevista a la activista uruguaya Lilian Celiberti.
Lleva 46 años de militancia feminista, forma parte del colectivo latinoamericano Cotidiano Mujer y participa de la Articulación Feminista Marcosur (AFM) promoviendo el desarrollo de un campo político feminista a nivel regional y global. Es uruguaya y encontró los caminos de la resistencia por sí sola durante la dictadura de su país (1973-1985), cuando estuvo en la cárcel y vio limitada sus acciones por ser mujer y madre. Lilian Celiberti de Casariego lleva tatuado su pasado y lo ha utilizado para luchar en su presente por los derechos de las mujeres que a lo largo de la historia han sido aniquilados.
A su paso por Madrid, después de un relámpago trabajo en el encuentro feminista que se celebró a finales de noviembre en la Cumbre Iberoamericana de Cádiz, Celiberti muestra con entusiasmo, aunque con mirada cansada debido a los ajetreados días por España, el papel de los movimientos feministas en la sociedad y su necesaria labor en momentos de crisis económica y crisis civilizatoria.
Precisamente la crisis ha sido el contexto del que se ha partido en dicho encuentro feminista a la hora de analizar cómo se incrementan los cuidados por parte de las mujeres ante los recortes sociales del Estado. Este aspecto, que es eje central en el pensamiento feminista, crece ante la presente coyuntura económica haciéndose crucial plantearse un cambio de vida en el que el ámbito doméstico se renegocie en la solidaridad entre hombres y mujeres con el fin de compartir más en lugar de mantener la división sexual del trabajo.
Del mismo modo, dicho encuentro ha servido para analizar las relaciones de las feministas con las alternativas de desarrollo, tanto en países del Sur como del Norte, los derechos sexuales y reproductivos en un espacio Iberoamericano, así como en la distancia entre la teoría y la práctica de la ley contra la violencia de género existente.
Centrándose en este último punto, recalca la importancia de la lucha contra la violencia de género porque “surge como una necesidad y no una elucubración” cuyo fin es incrementar la atención de las mujeres que mueren a manos de sus compañeros, amantes o esposos o cuyos cuerpos son violados en todas sus formas por un poder masculino. Es por ello que considera las luchas feministas como imprescindibles porque han servido para visibilizar estas violencias pero también para que muchas mujeres saliesen de su tortura cotidiana de sometimiento y de soledad. Y una prueba del trabajo realizado, añade, es la declaración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se celebra, desde 1999, cada 25 de noviembre en memoria de las hermanas Mirabal.
Aunque el activismo feminista de todo el planeta trabaja todos estos puntos, considera que hay una variabilidad de movimientos feministas que dependen del contexto en el que se generan y las características del país donde surjan. Es firme cuando habla de que cada vez más existe una permeabilidad de las agendas feministas en otros movimientos pero “tal vez no tanto en las luchas concretas”. Y se remite a su país para ejemplificar sus palabras con el movimiento sindical uruguayo, que ha tomado la bandera de la legalización del aborto en su agenda política. “Esto se debe a la presencia feminista en el país”, reitera con orgullo y añade que “es la misma pluralidad de sujetos que forman este movimiento lo más interesante que ha surgido” de esta lucha, ofreciendo así la posibilidad de construir sujetos políticos diversos.
En el conjunto de América Latina, la unificación del feminismo “es difícil” aunque sí han existido luchas históricas comunes como los derechos sexuales y reproductivos que incluyen el aborto, la píldora del día después o la anticoncepción, pero hay otras que tienen que ver con la defensa de la tierra y del territorio, con los derechos colectivos, sociales, culturales…, que forman parte de las contiendas feministas diversas.
Convencida de la existencia de muchas luchas en una misma (como la lucha de las mujeres campesinas e indígenas en América Latina), no ve necesario priorizar unos temas sobre otros cuando se le pregunta por las reivindicaciones más activas del movimiento de liberación en la actualidad. “Las mujeres han llegado a incorporar simultáneamente la lucha contra el racismo, contra la homofobia, la lesbofobia y la heteronormatividad o el etnocentrismo, todo como parte de las luchas comunes feministas”, clarifica.
Y en este sentido, lo que persiguen feministas latinoamericanas y españolas discurre por el mismo sendero a través de relaciones muy porosas. Con la Articulación Feminista Marcosur (AFM), de la que Lilian forma parte, han conseguido diálogos constructivos con feministas del Gobierno de España, de las Comunidades Autónomas y de instituciones ligadas a la cooperación internacional. Son muchas las feministas que han conocido, por medio de los programas de cooperación entre el Norte y el Sur y sus correspondientes pasantías en países de América Latina, a las activistas femeninas latinas y sus realidades de lucha, generando con ello unas redes más sólidas y proyectos de futuro comunes. “Esto demuestra cómo el feminismo ha sido siempre internacionalista y nunca es pensado en términos regionales sino globales”, apunta para reafirmar su idea del feminismo como un tronco gigante del que se ramifican otros muchos más chiquitos que forman, todos juntos, el propio movimiento.
Huellas de mujer
La representación de las mujeres en el poder no ha logrado la paridad en el mundo a pesar de sus intentos. Son pocas las que acceden a puestos de dirección en las empresas y menos las que gobiernan un país a imagen y semejanza de las mujeres. Por ello es bien novedosa e interesante la experiencia que están desarrollando mujeres políticas en Paraguay con la creación, en mayo de 2011, de una plataforma política que persigue que una mujer ocupe la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones de 2013. Kuña Pyrenda, que significa huellas de mujer en guaraní, es un movimiento que “sienta las bases de una realidad que concibe el feminismo como una acción política”, apunta Celiberti con positividad sobre el futuro halagüeño que se le presenta a este partido liderado por Lilian Soto (ex Ministra de la Secretaría de la Función Pública durante el gobierno de Fernando Lugo).
Como explica su manifiesto, las integrantes de Kuña Pyrenda se comprometen a seguir el legado que las “miles de heroínas invisibles” les dejaron cultivado en la historia del Paraguay con el fin de “levantar la bandera por la igualdad y la justicia social” y de “transformar las relaciones de poder que subordinan, explotan, excluyen y discriminan”. Pero como apunta Lilian, aunque la idea es rompedora, habrá que esperar a las próximas elecciones paraguayas para ver cómo se desarrolla y de qué manera es acogida entre su pueblo.
Esta iniciativa política, formada únicamente por mujeres (y por ello exclusiva en América Latina), se plantea admitir también a los hombres que están a favor de la igualdad y que además la practican, considerando que su felicidad también depende del rol de las mujeres en la sociedad. Son aquellos que desisten construir relaciones de subordinación y apuestan por la paridad, el compañerismo y el encuentro. Reivindican el goce en unas relaciones igualitarias, desafiantes y creativas no sólo en el discurso sino también en la praxis.
Pero el número de varones que actualmente apuestan por todos esos calificativos no es suficiente porque la realidad social es todavía patriarcal, racista y colonial, de ahí que sean necesarios nuevos paradigmas en las relaciones humanas para conseguir una transformación en búsqueda de la igualdad ya que “toda persona necesita ser amada, reconocida y respetada”.
En este sentido, Lilian cree que falta mucho debate político y público en la sociedad para cambiar esta realidad que afecta a las mujeres. Así, establece dos premisas básicas a tener en cuenta ante las ideas colonizadoras relacionadas con el feminismo: una es la de sospechar de nuestras certezas y construcciones; sospechar de lo que nos dicen como lo absoluto y dialogar sin imponer juicios. La otra es desarrollar siempre un pensamiento crítico que posibilite deconstruir las categorías teóricas más profundas, el análisis crítico de la literatura, de los medios de comunicación y de las industrias culturales.
A pesar de sus muchos años en la lucha feminista, Lilian Celiberti se muestra esperanzadora ante las transformaciones que se avistan en beneficio de las mujeres y de toda la sociedad, aunque para ello sea necesario un esfuerzo y un compromiso social porque, incide, “no podemos esperar que los sistemas institucionales nos enseñen cómo ser críticas porque eso no va a pasar, todo dependerá de nuestro poder colectivo en la sociedad para que se produzcan cambios reales”.
Fuente: Latitud 194