ores cuadernos aquí.
Taller Regional para la Adopción e Implementación de Medidas Afirmativas para Afrodescendientes de América Latina y el Caribe.
Los días 7, 8 y 9 de Mayo del 2003 se llevó a cabo en Montevideo, el Taller Regional para la Adopción e Implementación de Medidas Afirmativas para Afrodes-cendientes de América Latina y el Caribe. Este espacio de inter-cambio entre sociedad civil y estados fue organizado por el Alto Comisionado de Derechos Huma-nos de Naciones Unidas y el Ministerio de Relaciones Exterio-res. Paralelamente, en el local de Mundo Afro se organizaron distin-tas mesas de discusión. Una de ellas contó con la presencia de Beatriz Ramírez, por Mundo Afro (Uruguay), Jeanneth Cooper Cooper, de la Red de Mujeres Costarri-cences y Afrolatinoamericanas, y de Sueli Carneiro, GELEDES (Brasil). Lo que sigue es una reseña de lo allí planteado.
“El reconocimiento del racismo, la intolerancia y las formas xenófobas por parte de los estados participantes fueron logros de nuestro movimiento”, señaló Beatriz Ramírez al referirse a la Conferencia Mundial Contra el Racismo y la Xenofobia realizada en 2001 en Sudáfrica, sintetizando así el importante aporte de los movi-mientos sociales y el punto de partida para establecer los desafíos globales de los movi-mientos de mujeres afro descen-dientes en la actualidad. Tal desafío es aplicado, tanto a la ingerencia real en los procesos políticos formales, como en lo que significa hoy para el movimiento, estar a la altura de la reivindicación de sus derechos.
La crisis mundial y la des-legitimación progresiva del Derecho Internacional, fueron puntos destacados por Ramírez en su análisis de la coyuntura a enfrentar. El “desamparo” al que queda librada la lucha por los DDHH, y la consecuente legi-timación de la guerra como único mecanismo de acción supra-nacional. De allí que, en esta deli-cada coyuntura, el movimiento de mujeres deba asumir este desafío con una “clara visión política transformadora”, resultado de la necesaria e incesante revisión interna. Crear un diálogo colectivo y alcanzar la negociación política, ayudará a revertir la vulnerabilidad de las mujeres afro descendientes. Revalorizando los principios éticos, el respeto por la diversidad y la adopción de nuevas formas de organización y acción. En definitiva, acciones afirmativas que deconstruyan viejas prácticas.
La exposición de Jeanneth Cooper Cooper, del Centro de Mujeres Costarricenses, enfatizó que las exigencias de los movimientos de mujeres afro descendientes deben traducirse en leyes, programas y proyectos a nivel político. A estas acciones “afirmativas y de incidencia”, Cooper las dividió por su orientación hacia distintos ámbitos. Dentro de lo público-político, ubicó la reforma electoral en pos de obtener cuotas de género, garantías de contratación laboral a afro descendientes, el seguimiento de los acuerdos internacionales de DDHH y la inclusión en la agenda pública de las reivindicaciones del movi-miento. En el ámbito educativo, la urgencia que tiene el acceso a planes de alfabetización y a la tecnología de punta, paso funda-mental hacia la real inclusión de las mujeres afro descendientes en la sociedad. También destacó que en la serie de propuestas realizadas hay un elemento apremiante que es la carencia actual de políticas públicas en la mayor parte de América Latina. Opinó que de no mediar acciones precisas, “es acertado indicar que nuestras comunidades serán cada día más pobres, ya que son las más marginadas, las más carenciadas de todas las regiones”.
Finalmente, la exposición de Sueli Carneiro enmarcó en la realidad brasilera, gran parte de lo reivindicado por las otras dos expositoras. Brasil podría ser un ejemplo de la concreción conceptual y política de una parte importante de las reivindicaciones expresadas. Carneiro enumeró los espacios políticos ganados por las mujeres en su país. El proceso a Durban consolidó e hizo mucho más visibible en Brasil el aporte del movimiento, tanto en lo político como en lo conceptual.
Importa destacar que en este momento histórico que vive el Brasil tres mujeres negras integran lugares en el gobierno de Lula. Esta instancia consultiva que se tiene a nivel de la presidencia requiere una gran responsabilidad política para cumplir con los compromisos asumidos. El espectro de acción abarca el Ministerio de Medio Ambiente, la Secretaría de Promoción Racial (que tiene la misión de dar seguimiento a lo establecido en Durban), y el Consejo de Desarrollo Económico y Social. Tal magnitud adquirida desemboca en un “nuevo pacto social de concer-tación entre el gobierno y la sociedad civil” al que el presidente Lula ha convocado a las mujeres.
En la exposición del caso brasilero estuvo siempre presente el logro político adquirido, pero también el desafío que significa “pensar en especificidad de género y raza paralelamente a las cuestiones consideradas estructurales de las fuerzas hegemónicas”. Se ha tenido que aprender en la marcha a articular las agendas específicas de género con lo macroeconómico del país. “De todas maneras, a pesar de estos problemas, lo logrado es para nosotras la medida del avance organizativo de las mujeres negras del Brasil”.
C�Iio�����b>, GELEDES (Brasil). Lo que sigue es una reseña de lo allí planteado.
“El reconocimiento del racismo, la intolerancia y las formas xenófobas por parte de los estados participantes fueron logros de nuestro movimiento”, señaló Beatriz Ramírez al referirse a la Conferencia Mundial Contra el Racismo y la Xenofobia realizada en 2001 en Sudáfrica, sintetizando así el importante aporte de los movi-mientos sociales y el punto de partida para establecer los desafíos globales de los movi-mientos de mujeres afro descen-dientes en la actualidad. Tal desafío es aplicado, tanto a la ingerencia real en los procesos políticos formales, como en lo que significa hoy para el movimiento, estar a la altura de la reivindicación de sus derechos.
La crisis mundial y la des-legitimación progresiva del Derecho Internacional, fueron puntos destacados por Ramírez en su análisis de la coyuntura a enfrentar. El “desamparo” al que queda librada la lucha por los DDHH, y la consecuente legi-timación de la guerra como único mecanismo de acción supra-nacional. De allí que, en esta deli-cada coyuntura, el movimiento de mujeres deba asumir este desafío con una “clara visión política transformadora”, resultado de la necesaria e incesante revisión interna. Crear un diálogo colectivo y alcanzar la negociación política, ayudará a revertir la vulnerabilidad de las mujeres afro descendientes. Revalorizando los principios éticos, el respeto por la diversidad y la adopción de nuevas formas de organización y acción. En definitiva, acciones afirmativas que deconstruyan viejas prácticas.
La exposición de Jeanneth Cooper Cooper, del Centro de Mujeres Costarricenses, enfatizó que las exigencias de los movimientos de mujeres afro descendientes deben traducirse en leyes, programas y proyectos a nivel político. A estas acciones “afirmativas y de incidencia”, Cooper las dividió por su orientación hacia distintos ámbitos. Dentro de lo público-político, ubicó la reforma electoral en pos de obtener cuotas de género, garantías de contratación laboral a afro descendientes, el seguimiento de los acuerdos internacionales de DDHH y la inclusión en la agenda pública de las reivindicaciones del movi-miento. En el ámbito educativo, la urgencia que tiene el acceso a planes de alfabetización y a la tecnología de punta, paso funda-mental hacia la real inclusión de las mujeres afro descendientes en la sociedad. También destacó que en la serie de propuestas realizadas hay un elemento apremiante que es la carencia actual de políticas públicas en la mayor parte de América Latina. Opinó que de no mediar acciones precisas, “es acertado indicar que nuestras comunidades serán cada día más pobres, ya que son las más marginadas, las más carenciadas de todas las regiones”.
Finalmente, la exposición de Sueli Carneiro enmarcó en la realidad brasilera, gran parte de lo reivindicado por las otras dos expositoras. Brasil podría ser un ejemplo de la concreción conceptual y política de una parte importante de las reivindicaciones expresadas. Carneiro enumeró los espacios políticos ganados por las mujeres en su país. El proceso a Durban consolidó e hizo mucho más visibible en Brasil el aporte del movimiento, tanto en lo político como en lo conceptual.
Importa destacar que en este momento histórico que vive el Brasil tres mujeres negras integran lugares en el gobierno de Lula. Esta instancia consultiva que se tiene a nivel de la presidencia requiere una gran responsabilidad política para cumplir con los compromisos asumidos. El espectro de acción abarca el Ministerio de Medio Ambiente, la Secretaría de Promoción Racial (que tiene la misión de dar seguimiento a lo establecido en Durban), y el Consejo de Desarrollo Económico y Social. Tal magnitud adquirida desemboca en un “nuevo pacto social de concer-tación entre el gobierno y la sociedad civil” al que el presidente Lula ha convocado a las mujeres.
En la exposición del caso brasilero estuvo siempre presente el logro político adquirido, pero también el desafío que significa “pensar en especificidad de género y raza paralelamente a las cuestiones consideradas estructurales de las fuerzas hegemónicas”. Se ha tenido que aprender en la marcha a articular las agendas específicas de género con lo macroeconómico del país. “De todas maneras, a pesar de estos problemas, lo logrado es para nosotras la medida del avance organizativo de las mujeres negras del Brasil”.