Cómo pensar acerca del feto. Frances Kissling

Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº42, en 2004. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.

«Creo que las mujeres poseen el derecho humano básico a decidir qué hacer con un embarazo. Otros conceptos bien establecidos dentro del marco de los derechos humanos refuerzan ese argumento, incluyendo la integridad corporal, el derecho a la salud, el derecho a practicar (o no) una religión y el derecho a ser libre de leyes religiosas en sociedades democráticas modernas. A pesar de lo afirmado por inteligentes individuos en contra del derecho a decidir respecto a que el aborto es una cuestión de los derechos humanos del feto, la comunidad de derechos humanos da pasos firmes hacia el reconocimiento del derecho a decidir de la mujer y no existe postura contraria alguna dentro de esa comunidad que siquiera considere la cuestión de si el feto constituye o no una entidad con derechos.

Por muchos años, una verdad evidente del debate del aborto ha sido que quienes estamos a favor del derecho a decidir poseemos derechos y quienes se oponen al aborto legal poseen la moral; que quienes apoyan los derechos al aborto se concentran en la mujer y quienes se oponen a esos derechos se concentran en el feto. Después de 30 años de existencia del aborto legal y de un debate que no muestra señales de terminar o de que tenga un ganador evidente, ¿no es hora ya de tratar de combinar los derechos y la moral, de considerar tanto a la mujer como a la vida humana en desarrollo? Fundamentalmente, el aborto no es una cuestión política y la política no dará fin al enorme conflicto sobre el aborto. El aborto es una cuestión moral profunda y por ello fracasarán los esfuerzos por ganar el apoyo de la mayoría del pueblo estadounidense de cualquier movimiento que no aborde y respete todos los valores que se encuentran en juego al diseñar una política social en materia de aborto.

Una observación acerca de la terminología: Cualquier artículo cuidadoso sobre el aborto se topa con el problema de cómo definir a las y los opositores y proponentes del aborto legal. Por lo general, trato de usar términos más específicos: ¿quiénes apoyan? o ¿quiénes se oponen? al aborto legal. En ocasiones, parece justo llamar provida a algunos grupos e individuos cuya postura es más amplia, que entre otros aspectos incluye oponerse a la guerra y a la pena capital, así como medidas de apoyo sociales y políticas que permiten a la gente llevar vidas saludables y productivas. De igual manera, estoy convencida que sólo a pocos oponentes del aborto legal los motiva realmente un profundo respeto por la vida fetal. Si todos ellos actuaran motivados por ese respeto, ¿se conducirían como si el aborto fuera un asesinato?, como dijo hace muchos años Randall Ferry, fundador de Operación Rescate. El ejemplo de los obispos católicos ilustra mi argumento claramente. Yo esperaría que si los obispos realmente creyeran que el aborto es un asesinato, harían muchos más sacrificios a nivel individual y colectivo para garantizar que no hubiera abortos. Aunque la dirigencia católica es muy reservada en cuanto a los gastos en los que incurre, es evidente que el monto que dedican a la prevención del aborto es muy pequeño. Los obispos afirman que el aborto es el mayor problema moral de nuestros tiempos, que las y los católicos no pueden votar por candidatos a favor del derecho a decidir y que las y los legisladores creyentes a favor del derecho a decidir cometen un grave pecado al apoyar el aborto legal. Si ésa es la respuesta ante un asesinato, es retórica y débil. ¿Cómo puede un obispo o sacerdote justificar que se asigne un centavo del presupuesto a gastos discrecionales en vez de usarlo para ayudar a tantas mujeres que no interrumpirían sus embarazos si contaran con los recursos para criar a ese niño o niña? No se gastaría en cenas, en boletos de avión de clase «business», en vacaciones, en flores para el altar mientras se necesitara ese dinero para evitar abortos. El mismo estándar se debería aplicar a creyentes laicos que hablan en contra del aborto; sólo algunos de ellos hacen algo que no sea atacar a políticos católicos por el derecho a decidir y apoyar al partido republicano. Si usted cree que el aborto es el peor de los males que enfrenta la humanidad, austeridad y sacrificio es lo menos que se le puede pedir».

Compartir