Foro Social Mundial: Las disputas emergentes en el Foro Policéntrico de Caracas – Virginia Vargas

Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº42, en 2004. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.

El FSM llegó a su sexta edición con una novedad organizativa y descentralizada: la realización, paralela, de tres Foros en tres continentes Asia (Karachi – Pakistán, marzo 2006), África (Bamako – Malí, 19 al 22 enero 2006) y América Latina (Caracas – Venezuela, 24 al 29 enero 2006). Este último fue también organizado como el II Foro Hemisférico. El análisis de las articulaciones de estos tres Foros es una tarea pendiente. En el 2007 el Foro Social Mundial, ya no policéntrico, se realizara en la ciudad de Nairobi – Kenya, en África.

La peculiaridad del Foro de Caracas fue indudablemente el país y el proceso de la revolución bolivariana impulsada por el Presidente Chávez. En perspectiva más amplia, el gobierno venezolano se enmarca en lo que se ha llamado la “nueva oleada democrática” de gobiernos de América Latina, y que expresa el respaldo electoral de coaliciones políticas y/o partidos políticos de izquierda en varios países de la región. Dentro de ella, Venezuela tiene especial significación, por el fuerte contenido antiimperialista del gobierno de Chávez, su cuestionamiento al modelo neoliberal, siendo uno de los pocos presidentes que se atreve a disentir de forma abierta con las políticas imperialistas de la administración Bush. El gobierno ha impulsado la organización de amplios sectores populares alrededor del “proyecto chavista”. Existe, al mismo tiempo, una polarización creciente vivida en el país entre el gobierno y la oposición. Y existen críticas importantes, desde varios sectores democráticos, que perciben un estilo presidencial de rasgos autoritarios.

Desde el Comité Internacional del Foro se plantearon desde el principio interrogantes en relación a la autonomía del foro, alertando sobre el riesgo que se convirtiera en un foro “chavista”, es decir, copado por los intereses del gobierno. Ante este eventual riesgo, tanto el Comité Organizador venezolano como el Comité Organizador Hemisférico generaron buenas condiciones para preservar un Foro autónomo del gobierno. Aunque hubo mayoría absoluta de venezolanos, esta no se expresó en una presencia chavista organizada, ni copamiento de actividades, ni nada que expresara una actitud partidaria antes que un intercambio político entre actores sociales. Por ello, la primera constatación es que el Foro no fue un foro chavista. Sin embargo, la presencia de Chávez en el horizonte del foro fue innegable.

Esta presencia, además de la misma personalidad de Chávez y de la curiosidad política de todos y todas en el proceso venezolano, se nutrió de dos actividades organizadas por algunos de los movimientos sociales nucleados en la Asamblea de los Movimientos Sociales con el presidente Chávez. A pesar que ambas actividades se realizaron fuera del Foro, en horario nocturno, (7 pm) y sin su “auspicio”, su impacto fue significativo, tanto por el riesgo de hipotecar la autonomía de los movimientos sociales como porque entre los muchos temas que trató también opinó sobre el “futuro” del Foro.

Sus opiniones sobre el Foro tuvieron mayor impacto porque se ubican en una de las discusiones centrales que el foro vive actualmente: entre los que aspiran a un Foro con capacidad de decisión, con declaraciones y posicionamientos colectivos frente a los grandes problemas del contexto mundial actual, con una relación más activa con los partidos políticos y los gobiernos de corte izquierdista. Y los que, afirmando la Carta de Principios del FSM, privilegian su característica de ser un espacio no confesional, no gubernamental, no partidario, ni pro lucha armada, sino un espacio-proceso de los movimientos, redes, formas de expresión de las luchas globales contraculturales, contrasistémicas, que contienen nuevas sensibilidades y nuevas posturas políticas y luchas emancipatorias propias del siglo XXI, y donde la diversidad de estrategias y agendas es su más preciada característica y condición para lograr ese “otro mundo posible”. Esta multiplicidad de caminos emancipatorios rompe con la vieja idea vanguardista de luchas principales y luchas secundarias, estas últimas a ser logradas después que las “grandes” luchas han sido ganadas. Mientras para algunos, las estrategias comunes se logran a partir del diálogo creativo y perseverante entre los propios movimientos sociales e intelectuales, valorizando las identidades de cada uno de los sujetos envueltos en vez de anularlos o diluirlos (Antonio Martins), otros, como el prestigioso intelectual Ignacio Ramonet de Le Monde Diplomatique, o Samir Amin, de África, sostienen que el Foro ya cumplió una etapa, y debe dar paso a otro momento, de construcción del sujeto colectivo revolucionario.

Las opiniones iniciales del Presidente Chávez en relación al Foro, aparecidas al día siguiente en Terra Viva, periódico que traía diariamente artículos y opiniones sobre el Foro, se adscribían a esta última vertiente, al afirmar el riesgo que el FSM “se convierta en un festival anual de turismo revolucionario.” Y que era el momento de pasar a la acción revolucionaria. Ante estas declaraciones, se generó una sensibilidad inmediata en muchas de los/las participantes en el Foro y fueron tema de discusión en varios de los paneles donde se discutía justamente sobre su futuro, su autonomía, sus dinámicas de poder. No eran tanto el contenido de las opiniones, sino el hecho que sea un representante de gobierno el que asumiera la potestad de opinar sobre un proceso autónomo de las sociedades civiles y sus movimientos. Sin embargo, la tensión originada por estas primeras declaraciones quedó en parte diluida luego de las vertidas, dos días después, con motivo de la reunión con la Asamblea de movimientos sociales, al expresar su reconocimiento a la autonomía del Foro, enfatizando su importancia como proceso plural. Fue indudable que varios de los representantes venezolanos en el Comité de Organización hicieron llegar las críticas que habían suscitado sus primeras declaraciones.

Estas opiniones han seguido expresándose en documentos y artículos, previos y posteriores al Foro de Caracas. Un antecedente inmediato que constituye un referente importante para este posicionamiento, y un cierto estilo político, es lo que se ha llamado el ‘Bamako Appeal‘ impulsado por algunas instituciones como el Foro Mundial de las Alternativas, Third World Center, Third World Forum, entre otros. El Bamako Appeal es un manifiesto elaborado en una reunión previa al Foro Policéntrico de Bamako, que en este momento está en circulación para firmas de adhesión. Esta iniciativa tiene continuidad con la Declaracion de Porto Alegre, en el FSM 2005 y elaborado por 19 intelectuales (la mayoría absoluta hombres, la mayoría blancos, la mayoría bastante adultos). Indudablemente todas las expresiones, reflexiones politicas y manifiestos (y hay muchos en los diferentes Foros) son importantes. El problema, como bien señala Peter Waterman, no es el contenido con el cual muchos/as podemos estar de acuerdo (aunque lo referente a las mujeres es marca-damente pobre y lo referido a diversidades sexuales es inexistente), sino más bien el procedimiento: elaborado por un pequeño grupo, complementado por la audiencia invitada a la reunión, editado por el grupo original, y colocado en circulación como si fuera producto del Foro de Bamako.

Para algunos, como Luis Hernández, el Foro de Caracas tuvo un carácter marcadamente político estatal, al centrar el debate en las estrategias de poder , la naturaleza de los gobiernos de izquierda en América Latina, la resistencia al imperialismo y la integración regional. Y aunque, sigue Navarro, los movimientos indígenas, feministas, ambientalistas, comercio justo, comunicación alternativa, diversidad sexual, economía popular, estuvieron presentes, el sello específico del Foro no estuvo marcado por sus reivindicaciones (Hernández Navarro, 2006).

Atilio Boron, celebra este “giro” como un cambio positivo porque los movimientos discutieron temas urgentes “en vez de regodearse en su narcisismo, explorando las infinitas gradaciones y matices que les confiere su única identidad, desentendiéndose por completo de los desafíos planteados por la coyuntura nacional, regional e internacional” (Boron, 2006). Por su parte, Emir Sader, en un último artículo alerta sobre el riesgo de «intrascendencia» de los Foros si no pasan de la resistencia a la lucha por un mundo pos-neoliberal, es decir, delimitar la acción al plano de la “sociedad civil”, sin participar de la lucha por otro poder político (Sader 2006).

Lo riesgoso de estas opiniones reside tanto en el intento de reducir el Foro a una de sus múltiples expresiones, como en el pretender que sólo la negociación y alianza con los gobiernos progresistas y los partidos políticos, reemplazando movimientos sociales y sociedades civiles democráticas, da sentido político al Foro. Tenemos aprendizajes históricos fundamentales de todos estos años de lucha y de los errores de las izquierdas en los 70 y 80 . Uno de ellos ha sido que lo político no es solo lo político estatal y la política ya no es percibida ni ejercida sólo en relación a los estados, sino también a, y desde, la sociedad. Que el socialismo es no solo cambio en modos de producción sino en el imaginario social y en la cultura y la subjetividad política, que las transformaciones emancipatorias no son procesos únicos sino múltiples, que implican tanto dimensiones materiales como simbólicas y subjetivas, tanto sociales como personales, que el error de las izquierdas fue el seguir sosteniendo, a pesar de las evidencias, la existencia de un sujeto privilegiado de cambio, una única forma de hacer política, alrededor de la existencia de contradicciones principales y secundarias y la consiguiente jerarquización de las luchas. Sin reconocer, finalmente, que las exclusiones y subordinaciones de clase, raza, etnia, género, edad, orientación sexual, son parte indesligable de un mismo sistema de dominación. Enorme riesgo reducir la lucha a una de estas dimensiones. Enorme riesgo de desplazar lo que son los nuevos procesos y nuevas rutas emancipatorias traidos por múltiples y renovados actores sociales.

Indudablemente que la interlocución entre gobiernos, partidos políticos y movimientos sociales es crucial en este proceso de querer cambiar el mundo. Sin embargo el piso y la orientación de la que se parte es diferente. Los gobiernos progresistas en AL son una ganancia porque amplian los márgenes de maniobra de los movimientos sociales y porque tienen más interés en lograr una mayor y más justa redistribución de recursos materiales y subjetivos. Sin embargo, los riesgos de suplantar –a imagen y semejanza- las miradas críticas y propuestas autónomas de los movimientos sociales, elimina una de las dimensiones políticas democráticas fundantes del FSM, la de fortalecer la trama asociativa y contracultural, confrontando los arreglos sociales, sexuales, económicos antidemocráticos presentes también en las fuerzas de cambio, incluyendo los mismos gobiernos progresistas.

Más aún cuando la ola democrática de los gobiernos en América Latina es heterogénea. Algunos con énfasis mucho más claros en confrontar el modelo neoliberal (Venezuela), otros más complacientes con él (Chile, Brasil). Algunos con desarrollo más asentado de la democracia y reglas de convivencia democráticas (Uruguay, Chile). Otros con democracias de menor desarrollo y mayor riesgo autoritario (Venezuela, eventualmente Perú si Humala gana en la segunda vuelta). El triunfo de Evo Morales ha traído una nueva realidad, al ser expresión, por primera vez, de las realidades indígenas (quechuas y aymaras pero con significación simbólica indudablemente mayor), realidades históricas y actualmente excluidas, recuperando la defensa de la hoja de coca como símbolo de la cultura andina, afirmando dimensiones simbólicas de mucha potencialidad movilizadora en y más allá de la región andina. El triunfo de Michelle Bachelet en Chile pone a toda esta “oleada” aquello que estaba ausente o débilmente expresado: las mujeres como sujetos políticos, con propuestas y demandas claras a la democracia. Y es que esta oleada democrática no necesariamente asume, por ejemplo, los derechos humanos y ciudadanos de las mujeres, ni de las diversidades sexuales. El caso del presidente Vázquez, de Uruguay y su anuncio de objetar la ley de despenalización del aborto si es aprobada en el parlamento, luego de haberse entrevistado con la jerarquía eclesiástica, es un buen ejemplo de esta dificultad. En estas condiciones, el posicionamiento autónomo de los movimientos sociales, su capacidad de presión y fiscalización, son fundamentales para visibilizar vacíos y contradicciones e impulsar un mayor avance democrático.

El Foro de Caracas sí tuvo mayor énfasis en el eje de poder político y luchas de emancipación social. Este énfasis es producto de la variable sensibilidad de los- las participantes en los Foros, atentos a los cambios en la región, y de la enorme capacidad que ha mostrado el Foro, desde su primera edición, de repensarse permanentemente a sí mismo, hacia las dimensiones nuevas que van apareciendo, hacia un funcionamiento más democrático e inclusivo, más expresivo de la diversidad. Lo novedoso es que el abordaje frente a este eje fue múltiple. La Agenda posneoliberal organizó, por ejemplo, un seminario de tres días sobre la relación entre partidos, gobiernos, movimientos sociales y democracia. Una reflexión significativa, además de la importancia del diálogo y la controversia, es la exigencia que los partidos políticos avancen en su propia democratización, superando su percepción de vanguardia a la cual son subsidiarios los movimientos sociales. Y en este proceso de discusión participaron activamente movimientos sociales, como el feminista. Lo que significa que, a diferencia de lo que sostiene Atilio Boron, los movimientos no se regodean con sus propias reflexiones, ni se desentienden de su realidad sino que están activamente impulsando y alimentando los nuevos temas, incorporando además dimensiones ausentes en las perspectivas de cambio, como es la dimensión interpersonal, subjetiva y contracultural.

Finalmente, creo que otro mundo es posible sin pensamientos únicos, por más radicales que estos aparezcan, que el mundo posible y diferente es una construcción colectiva contracultu-ral desde múltiples dimensiones. No reconocer esta multiplicidad de luchas y abordajes, seguir pensando en una contradicción principal y un sujeto único, aunque sea en este caso llamado colectivo, es perpetuar la lógica de la exclusión.

Referencias bibliográficas

Boron, Atilio, 2006. El Foro de Caracas: la otra mirada. Alai amlatina 27.02.06.

Luis Hernádez Navarro, 2006. Hay debate, reflexión y fiesta, pero el FSM enfrenta una crisis de identidad. La Jornada, Viernes 27 de enero de 2006.

Sader, Emilio, 2006. De la Resistencia a la lucha por un mundo posneoliberal o la intrascendencia. ALAI , 01.20.2006

Waterman, Peter, 2006. The Bamako Appeal: A Post-Modern Janus? Discussion Draft.

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