Los obstáculos de las mujeres en la «banlieue». Marta López

Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº43, en 2007. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.

Son las madres de aquellos jóvenes musulmanes de los barrios periféricos de Paris que practican hacia sus hermanas y amigas brutales sanciones frente a actitudes «occidentales», como tener novio o no usar el velo. (Ver Cotidiano Nº 42)

Ni Putes Ni Soumises emprende como acción de este año dar la posibilidad de voz a las madres de los barrios populares de Francia. Esta movilización no surge de manera aleatoria, todo tiene un porqué. Hace poco más de un año Francia fue escenario de revueltas urbanas y en los alrededores de las ciudades los jóvenes se revelaron quemando coches a lo largo de la noche. Su motivo, interpelar a los poderes públicos… Las voces de las madres se levantaron también, tenían varios motivos, por un lado intentar que sus hijos no continuaran la rebelión y por otro, mostrar también el malestar existente por la situación de exclusión en lo que se encuentran.

A continuación de estos sucesos, en los debates sociales, los padres y sobre todo las madres han sido acusadas de ser ellas las responsables y de no ejercer su papel de educadores. Pero, ¿no es tiempo de interesarse por ellas e intentar solucionar o por lo menos reconocer los problemas a que se enfrentan?

Denunciando las dificultades de sus tareas y su precariedad, llamamos a la puesta en marcha de políticas públicas y voluntaristas con el fin de que estas mujeres dejen de sufrir todos los obstáculos sociales y adquieran también los útiles para su emancipación.

La situación de las mujeres descendientes de la inmigración es significativa: estas mujeres – madres se han casado en la mayoría de los casos, jóvenes y están enteramente consagradas al marido y a los hijos. Una vez que los niños han crecido, muchas de estas mujeres desean salir del espacio doméstico, mejorar su práctica del francés para así poder participar en el mercado laboral y realizar otros proyectos. Pero no existen los medios, los trabajadores sociales, los mediadores y los cuadros asociativos no tienen capacidad para acompañar los deseos del cambio. Se les ofrecen espacios culturales ausentes de mixidad y actividades como costura, cocina … siendo inexistentes los cursos de formación, de lengua francesa…faltan opciones que les ayuden verdaderamente a evolucionar y mejorar.

Los defensores del patriarcado sostienen el modelo de mujer madre como trasmisora de la tradición, educadora y cuidadora del hogar en detrimento de la mujer libre, emancipada, y con posibilidad de elegir su destino. Para ver esta realidad que sigue siendo actual a pesar de las grandes conquistas y luchas feministas solo tenemos que observar las propagandas contra el derecho al aborto, posturas a favor del velo, actitudes de rechazo ante la homosexualidad…

Por razones de “presupuesto” los organismos públicos privan a las madres que no trabajan del tiempo libre necesario para su emancipación y para su enriquecimiento personal. A causa de falta de infraestructuras las plazas en las cantinas, guarderías, etc. están reservadas exclusivamente para las personas que trabajan; ¿qué posibilidad tiene entonces la mujer en paro si no puede pagar una guardería para sus hijos? Las posibilidades de encontrar otro trabajo son también difíciles y por lo tanto salir de la esfera del hogar, de lo privado y participar en la esfera pública… ¿buscar trabajo es un lujo? La mujer esposa y madre actúa en la esfera privada teniendo obstáculos para acceder al espacio público. La determinación de los roles sociales a partir del género implica la continuación de un orden de desigualdad que tiene entre otras muchas consecuencias, violencias sexistas, frustraciones y sufrimientos invisibles.

Esta situación de exclusión y falta de acceso bloquea la emancipación de las mujeres y las condena a la inmovilidad. A esta pertenencia social debemos añadir los efectos nefastos del racismo, del sexismo en los oficios. Por ejemplo, existe una descalificación de las mujeres emigrantes que aunque estén diplomadas van a encontrar un oficio precario, de una calificación menor, simplemente por el hecho de ser mujer- inmigrante. Otra dificultad añadida que no debemos olvidar es la movilidad en los barrios y guetos, los transportes no están adaptados a las necesidades de los barrios populares.

Y si no dudamos en considerar a estas mujeres como protagonistas de la integración, y responsables de diferentes situaciones, al mismo tiempo no se las reconoce como ciudadanas ni como actrices de las instancias colectivas.

En este contexto ciertos “buenos espíritus”, en nombre del derecho a la diferencia no denuncian prácticas como la poligamia, la escisión, los obscurantismos religiosos…, tradiciones que encierran a las mujeres y les suprimen a las madres todo tipo de autoridad. Estas actitudes no fomentan una solidaridad ni una verdadera integración sino que contribuyen a políticas que mantienen a las mujeres en sus casas.

Por estas razones es que demandamos políticas que eliminen las barreras sociales que sufren todas las mujeres. Tenemos que proporcionarles los útiles para ganar la batalla de la igualdad y la emancipación. ¡El tiempo de la mujer ha llegado y de las que son madres también!

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