Queremos más – Declaración de Montevideo. Reforma de la ONU.

Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº43, en 2007. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.

Las articulaciones, redes y campañas feministas de América Latina y el Caribe, reunidas en Montevideo, Uruguay los días 29, 30 y 31 de Marzo de 2007 para debatir la Reforma de la ONU y una posible nueva Agencia para las Mujeres, nos pronunciamos sobre dicho proceso.

La ampliación de la normatividad existente en derechos humanos y ciudadanos es producto del esfuerzo de mujeres y hombres desplegados en los diferentes espacios, conferencias, comisiones y cumbres internacionales. Nosotras hemos sido actoras en este esfuerzo de democratizar y ampliar los contenidos de la normatividad global. Hemos negociado, como actoras legítimas, en los diferentes espacios de Naciones Unidas. Por ello, el futuro de esta instancia de gobierno global nos incumbe y compromete.

Declaración de Montevideo

Naciones Unidas está en profunda crisis de legitimidad, entrampada en intereses geopolíticos, económicos e ideológicos particulares de fuerzas antidemocráticas y belicosas, paralizada por una estructura generada hace 60 años que no corresponde a las actuales dinámicas ni exigencias globales, ni con la multiplicidad de intereses democráticos que ella misma, con la presión y lucha de los movimientos sociales, ayudó a construir. Exigimos que se emprenda de inmediato la revisión del estatus oficial del Vaticano en la ONU. Es inaceptable que mantenga esta prerrogativa siendo una institución religiosa, no un estado.

Para superar esta crisis, para modificar la actual correlación de fuerzas, para eliminar las instancias y prácticas antidemocráticas (como el derecho a veto en el Consejo de Seguridad) no es suficiente su reforma. ¡Es necesario refundar las Naciones Unidas!

Actualmente el debate de reforma – en el seno de la ONU- aspira a consolidar “Una Naciones Unidas”, lo que no será posible en una Naciones Unidas sustentada en correlaciones de fuerza con profundos desequilibrios de poder. Queremos una organización de Naciones Unidas unificada en su aspiración democrática y profundamente diversa en los intereses democráticos que acoge y que explicitan las distintas realidades sociales, económicas, culturales y sexuales en las que transcurren las vidas de los pueblos. Pretendemos que la ONU contenga una mirada democrática común y basada, al mismo tiempo, en el reconocimiento de la diversidad. Y esto no está sucediendo.

Los derechos y compromisos que conquistamos en Naciones Unidas a través de la CEDAW, Tratados, Convenciones, Cumbres y Conferencias Internacionales han sido un piso fundamental para el avance de la agenda hacia la equidad de género y la lucha por los derechos de las mujeres. Luchamos en cada una de ellas por ampliar la justicia social y de género, una de cuyas consolidaciones mayores está en la Plataforma de Acción de Beijing. Sin embargo los gobiernos niegan o eluden su responsabilidad, poniendo en el centro de sus compromisos las Metas del Milenio. Estas Metas están dirigidas a la rendición de cuentas de los países menos favorecidos, no toman en cuenta sus propias necesidades de desarrollo, ni modifican las estructuras de poder de los países privilegiados. Compartimos con Naciones Unidas la aspiración a un desarrollo sustentable e inclusivo, sin embargo somos concientes que la agenda de desarrollo a nivel multilateral ha sido sustituida por la agenda de seguridad y la militarización. Apostamos por los derechos humanos para todos y todas y la igualdad de personas y naciones, y en este momento vemos cómo éstos están profundamente constreñidos por los dictámenes y la prepotencia del Consejo de Seguridad.

Ninguna arquitectura, ningún organismo que acoja o desarrolle la perspectiva de género puede verse aislado de esta reforma profunda de la estructura de Naciones Unidas. Pero esta reforma no puede pensarse sin las mujeres y las relaciones democráticas que su inclusión conlleva.

Nos posicionamos por una institucionalidad de género con capacidad operativa en cada país que impulse, proponga, monitoree y cuide de la agenda de los derechos de las mujeres y garantice la necesaria transversalización en el Sistema de las Naciones Unidas. Con un marco político democrático, que redefina las estructuras y las relaciones de poder desconcen-trado, que tenga paridad y que incorpore la perspectiva de género como regla general. En igualdad de condiciones con las otras agencias. Con recursos suficientes. Con un mandato democrático, que garantice el fortalecimiento de las instancias regionales. Con activa relación con la sociedad civil en lo global, en las regiones y en los países. Nos pronunciamos a favor del fortalecimiento de una arquitectura de género que articule el trabajo de todas las instancias existentes, con interlocución con las esferas al más alto nivel y con capacidad de rendición de cuentas a la propia institución, a los gobiernos y a las ciudadanías.

Cuando hablamos de Naciones Unidas no sólo nos referimos a las estructuras globales sino también a las estructuras regionales. A pesar que los espacios regionales han sido espacios vivos que han dado un terreno propicio para ampliar la normatividad regional y generar un nivel de institucionalidad regional de género, son también espacios donde se dan las resistencias de muchos estados para cumplir los compromisos internacionales asumidos. De allí la importancia de fortalecer las instancias regionales y generar mecanismos para el efectivo cumplimiento de su normatividad por los gobiernos de los países.

Mantendremos una articulación vigilante frente a las posiciones de nuestros gobiernos en el debate de reforma de Naciones Unidas y estaremos en permanente disputa por ampliar las prácticas y la institucionalidad democrática a nivel regional, nacional y local.

En este proceso, las alianzas con las feministas de otras regiones son fundamentales, tanto por la riqueza que traen los diferentes posicionamientos para la elaboración de agendas y prácticas globales más complejas, como por la fuerza de una articulación global feminista.

La Organización de la Naciones Unidas fue fundada para la construcción de la armonía entre los pueblos, esta armonía no será posible mientras la injusticia y la desigualdad definan las relaciones entre las personas y entre los países. El reto para la construcción de un mundo democrático es un desafío que nos involucra a todos y todas en esta búsqueda en que estamos comprometidas. Ni un paso atrás.

Firman:

Redes, Articulaciones Regionales y Globales

Articulación Feminista Marcosur (AFM)

CLADEM

CAFRA

DAWN AL

Equipo de Trabajo Feminista de la GCAP- ALC

Frente Continental de Mujeres Indígenas

Iniciativa Centroamericana de Seguimiento a Beijing

IGLHRC

ICAE

ILGA

Isis Internacional

Red Latinoamericana de Católicas por el Derecho a Decidir

Red de Educación Popular Entre Mujeres de América Latina y el Caribe REPEM

Red de Salud de Mujeres Latinoamericanas y Caribeñas RSMLAC

Red Latinoamericana Mujeres y Habitat

Red Internacional de Género y Comercio

Red de Mujeres Rurales de América Latina y el Caribe

RED-LAC

Programa Regional La Corriente de Centroamérica

Red de Mujeres Afrolatinoamericanas

Radio Feminista Internacional FIRE

Campañas

Campaña Tu Boca Contra los Fundamentalismos

Campaña 28 de Septiembre por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe

Campaña por una Convención Latinoamericana por los Derechos Sexuales y Reproductivos

Articulaciones Nacionales

Articulación de Mujeres Brasileras AMB- Brasil

Articulación de Mujeres Negras-Brasil

Consorcio- México

Comisión Nacional de Seguimiento CNS – Uruguay

Organizaciones de Mujeres Jóvenes Feministas

Karin Veloso Mazorca : Jóvenes Feministas de Sao Paulo

Johanna Ortiz : Coordinadora Feministas Jóvenes de Chile

María Eugenia Miranda : Youth Coalition

María Goñi : Articulación de Mujeres Jóvenes Trabajando en América Latina y el Caribe por los Derechos Humanos y la Ciudadanía

Carolina Thiede : Programa Sub-Regional del Conosur de Mujeres Jóvenes Feministas

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