Compartimos la declaración del Foro de Organizaciones Feministas Fabiola Campillai, realizado en el marco de la XIV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, en el cual participamos a través de la Articulación Feminista Marcosur.
Insistimos, Resistimos y Avanzamos
Beijing cumple 25 años, la Cuarta Conferencia Mundial de las Mujeres no fue una Conferencia más, llegamos a ella con la experiencia acumulada y los incuestionables avances previos, en particular la Conferencia de Viena, en la cual por primera vez los derechos de las mujeres se reconocieron como derechos humanos, y en la Conferencia de El Cairo, en la que los derechos reproductivos se instalaron, dejando abierta la puerta para los derechos sexuales. Y aquí estamos, 25 años después e INSISTIMOS en:
Ratificar la Plataforma de Acción de Beijing, así como las agendas de CEDAW, Río, Viena, Cairo y Durban como hojas de ruta, reivindicando el papel que hemos jugado los movimientos de mujeres y feministas en la construcción y sostenimiento de estas agendas y llamando a estados, gobiernos y a diversos actores sociales a sumarse con nosotras en el reconocimiento de la igualdad como bien y horizonte de la humanidad.
Las organizaciones feministas y de mujeres manifestamos nuestra preocupación por el contexto económico y político en la región y en el mundo. Se trata de un sistema económico depredador, estructuralmente extractivista, no sólo de la naturaleza sino también del trabajo (remunerado y no remunerado), de los tiempos, de los territorios, de los recursos naturales y de los cuerpos.
Los actuales patrones de extractivismo, producción y consumo resultan incompatibles con la sostenibilidad de la vida. Esto se expone en las resistencias sociales en la región, con una presencia activa de los feminismos, en articulación con movimientos sociales que luchan por la justicia racial, étnica, generacional, económica y de género, quienes levantamos la voz para enfrentar la mercantilización de la vida.
Por ello, RESISTIMOS y reivindicamos el derecho a la protesta social, la cual no debe criminalizarse; rechazamos que, por oponernos a los mega proyectos, se pretenda responsabilizarnos por las insuficiencias en el desarrollo socioeconómico. No permitiremos que el extractivismo le haga a nuestras tierras y territorios, lo que el patriarcado le hace a nuestros cuerpos y por ello reivindicamos nuestra organización creciente, desde las organizaciones de base, campesinas, comunitarias, indígenas, migrantes, jóvenes, afrodescendientes, sindicalistas y de mujeres urbanas y rurales que resistimos y desafiamos las barreras lingüísticas y las desigualdades estructurales que reproducen condiciones de vida precaria y pobreza extrema.
Estamos acostumbradas a repetir que América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo y ahora vamos a acostumbrarnos a decir que somos también la región con el feminismo más potente y movilizador del planeta.
Nuestro permanente activismo, resistencia y defensa de derechos, se expresan en el marco de Estados y democracias debilitadas y frágiles, en donde se instalan conservadurismos capaces de criminalizar y reprimir de la protesta social. Defender derechos humanos, el territorio y ejercer el periodismo, se han convertido en actividades de alto riesgo. Aún en este contexto de violencia de estado, nosotras resistimos.
Nos encontramos en un momento de disputa cultural, en donde la igualdad de género enfrenta evidentes riesgos de retroceso ante la poderosa articulación de un patriarcado capitalista, misógino, lesbotranshomofóbico, racista y colonial, que se expresa en fundamentalismos religiosos, políticos, económicos y culturales. Ahora más que nunca reivindicamos el estado laico, como el marco para el avance de los derechos humanos de las mujeres y las niñas.
En este contexto, ratificamos nuestra posición de que la democracia -sin discriminación, ni exclusión alguna- es una condición básica para el ejercicio de la ciudadanía y de los derechos humanos, por eso es fundamental asegurar las condiciones que posibiliten la participación de la sociedad civil, particularmente de las organizaciones feministas y de mujeres.
Seguiremos AVANZANDO
Desde la aprobación de la Plataforma de Acción de Beijing hemos avanzado, sin embargo lo logrado es poco y los retos permanecen y demandan la articulación estado, sociedad civil, organismos multilaterales y otros. Por ello:
Exigimos a los Estados que los compromisos se transformen en acciones concretas a favor de la igualdad y los derechos de las mujeres que cuenten con la asignación de recursos presupuestarios suficientes para avanzar las políticas necesarias, con mecanismos progresivos que garanticen la redistribución del ingreso y la riqueza.
Exigimos aborto legal, seguro, libre y gratuito en toda la región, su penalización y obstaculización deben ser tipificadas como violencias de estado porque los derechos sexuales y los derechos reproductivos son derechos humanos.
Exigimos que el cuerpo de las mujeres deje de ser territorio de conquista para los represores; alto a toda forma de represión incluido el uso de la violencia sexual como herramienta de control policial y militar en medio de las crisis en nuestros países, en particular por las recientes agresiones a las chilenas y nicaragûenses o las respuestas en diversos países ante las crisis migratorias.
Exigimos que los Estados rindan cuentas sobre el cumplimiento de sus obligaciones internacionales y las recomendaciones de los órganos de derechos humanos, con los que se han comprometido.
Insistimos en que se entienda de una vez por todas que, una paz sin las mujeres no es sostenible ni sustentable, y que sin justicia restaurativa, no hay posibilidad de construir sociedades pacíficas.
Instamos a los Estados a garantizar que la participación política de las mujeres, lesbianas, travestis, bisexuales, personas trans y no binaries, se ejerza sin temor a represalias y violencia, para lo que es necesaria una institucionalidad que garantice el acceso a la justicia, para que todas las mujeres -particularmente las afrodescendientes e indígenas- participemos en la gobernanza de los Estados de forma paritaria.
Convocamos a los gobiernos a reconocer que los modelos de desarrollo construidos sobre la expoliación, limitan las posibilidades de autonomía económica de las mujeres, tanto más de las niñas, mujeres indígenas, afrodescendientes, jóvenes, migrantes, trabajadoras, incluidas las trabajadoras sexuales, de las disidencias sexo genéricas, con discapacidades, y que viven con VIH.
Instamos a eliminar el racismo y la xenofobia institucionales, estableciendo políticas con perspectiva interseccional de atención y apoyo en los servicios públicos y los programas de protección social para las mujeres y niñas negras, migrantes e indígenas, y otras que sufren discriminación por motivos de raza o etnia.
Exigimos atención inmediata al cambio climático y sus afectaciones en toda la región con énfasis en El Caribe.
Exhortamos a los Estados a adoptar las medidas necesarias para eliminar los nudos de reproducción de la desigualdad económica, garantizando el acceso a empleos dignos, remunerados y de calidad, a la seguridad y soberanía alimentaria, a una vida libre de acoso y discriminación en el deporte, a promover una organización del cuidado socialmente co- responsable, universalizando la protección social, el acceso a servicios públicos de calidad, el acceso a la educación, incluida la Educación Integral de la Sexualidad, la salud y la infraestructura social en todos sus niveles.
Exigimos avanzar de forma inmediata en la erradicación de todas las formas de violencia contra las mujeres, particularmente el feminicidio y las prácticas nocivas, por lo que exigimos que, la violencia sexual, las uniones, matrimonios y embarazos forzados en niñas y adolescentes no sigan ocurriendo. Garantizar una vida libre de violencia es una tarea impostergable.
Exigimos atención inmediata a la discriminación, violencia y acoso que enfrentan las mujeres en el mundo del trabajo, en particular las periodistas, porque la transformación de los medios y la comunicación digital y sus abordajes sexistas es necesaria para la transformación cultural a la que aspiramos.
Beijing sigue siendo nuestra agenda y exigimos su cumplimiento sin reducciones ni simplificaciones. Hoy los Estados afirman que “no quieran dejar nadie atrás” somos nosotras quienes no aceptamos ningún retroceso y no vamos a permitir que nos dejen atrás.
¡Nada sobre nosotras, sin nosotras!