ores cuadernos aquí.
Virginia Vargas1
El FSM, iniciado en 2001 en Porto Alegre- Brasil, ya esta instalado en el horizonte y en las estrategias de cambio de las redes y movimientos sociales de perspectiva global. «Otro mundo es posible» y «no al pensamiento único», han sido los dos potentes y movilizadores lemas del Foro que expresan la orientación de esa otra globalización, cuya fuerza es el convencimiento ético y utópico que las alternativas pueden ser construidas por las fuerzas globales democráticas y emancipatorias. Y que para hacerlo no hay receta, ni sujeto único, sino una multiplicidad de actores y actoras sociales, aportando sus múltiples formas de resistencia y de construir democracia con justicia social y equidad.
La Carta de Principios, aprobada a fines del 2001, ha sido el instrumento de cohesión de las múltiples miradas y estrategias que han acompañado su desarrollo. Especificando que este es un espacio de los movi-mientos sociales, que actúan desde las sociedades civiles democráticas, la Carta ha posi-cionado la autonomía del Foro como espacio plural, no con-fesional, no gubernamental y no partidario Ha explicitado también el respeto y la afirmación activa de las diversidades existentes entre los movimientos y fuerzas de cambio. Y el que no es solo un evento, sino básicamente un espacio y un proceso que se va construyendo y expandiendo con los aportes y estrategias de esa pluralidad. No pretende por lo tanto llegar a conclusiones, ni a generar declaraciones publicas en su nombre. Pues ello estaría minando las bases de la enorme pluralidad que traen las diferentes redes, organizaciones y movimientos que participan en él y que pudieran sentirse, de una u otra forma, obligados a asumir una posición única. La Carta de Principios posiciona las reglas de juego en este espacio global.
EL FSM es también un espacio de afirmación, ampliación y construcción de derechos, ahora en el ámbito planetario. Por lo mismo, es un espacio de ampliación de los horizontes democráticos subjetivos y simbólicos: la interacción entre esas múltiples experiencias, movimientos sociales, redes, formas diversas de recuperar una perspectiva utópica y plantearse un mundo diferente, es potente. De esa interacción nadie sale indiferente, sino más bien impactado, de muchas formas, con nuevos interrogantes, con el reconocimiento de nuevas presencias y con la posibilidad de generar nuevas culturas políticas, que alimentan su imaginario democrático. Este es el patrimonio más importante del FSM.
El proceso de mundialización del Foro iniciado en el 2002, (buscando ampliar el espacio global de interacción) ha traído ya una serie de consecuencias al incorporar no solo nuevos sujetos, actores, movimientos y temáticas (Foro Pan Amazónico, Foro Argentino, Foro Palestino y, en preparación, un Foro de Colombia2), sino también nuevas realidades que comienzan a hacer suyo el proceso del Foro, concretándolo en sus especificas realidades (Foro Social Europeo, Foro Social Asiático, Foro Social Africano, y en preparación, el Foro Hemisférico de las Américas). El proceso de mundialización se ha expresado mucho mas claramente en la muy debatida decisión de trasladar el FSM 2004 a India, debiendo volver en el 2005 a Porto Alegre, en una alternancia que posicionará el Foro en diferentes regiones del globo, manteniendo Porto Alegre como sede, simbólica y real, cada dos años.
Sin embargo, con su propio éxito y crecimiento han venido también los desencuentros y las dificultades. Y es que un espacio-proceso de tal envergadura sería impensable -salvo idealización- sin tensiones, búsquedas diferentes, desconciertos, dinámicas de poder. Son tensiones de su propio crecimiento que arrastran ambivalencias entre viejas y nuevas subjetividades, expresión del difícil proceso de generar nuevas formas de debate político, nuevos contenidos para culturas políticas democráticas, de alimentar, en suma un espacio y un pensamiento global de contenido plural y democrático radical, acorde a los nuevos tiempos y a los nuevos problemas, para los cuales no existen aun respuestas claras. Por algo Julieta Kirkwood decía que para estar en los nuevos retos (en su caso aludiendo al movimiento feminista) hay que estar también dispuesta a una cierta ambigüedad. (Kirkwood, 1996).
Quizás una reiterada advertencia es que no estamos hablando de UN Foro, sino de un espacio donde se multiplican las dinámicas, las iniciativas, las conexiones o desconexiones, que dan origen a múltiples dinámicas y múl-tiples foros en su interior, con mayor o menor conexión entre sí, expresando las enormes di-versidades en las búsquedas de los movi-mientos por una globalización alternativa. Otra advertencia importante: el FSM esta inau-gurando estilos nuevos, como el de rendición de cuentas de sus ingresos, gastos, deci-siones. También el que las reuniones del Comité Internacional sean abiertas a obser-vadores que deseen seguir las discusiones .
Es por ello quizás que el Foro no tiene significados únicos para los participantes, sino que éstos surgen de los diferentes posi-cionamientos que allí se despliegan. Para algunos, ha sido visto como un «ágora», donde confluyen ideas, experiencias, movimientos, redes, ya sea en intercambio y diálogo, ya sea ensimismadas en sus propias temáticas. (Waterman, 2003). Ha sido visto también como un «mercado» de intercambio de bienes y de conocimientos (ídem). Es percibido también como un «movimiento de movimientos». Y, por algunos, poniendo el acento solo en las instancias organizadoras del Foro, está siendo visto como conteniendo un espacio oficial o reformista (el Comité Organizador y el Comité Internacional) y/o un espacio alternativo o revolucionario (el conjunto de redes y movimientos).
Indudablemente la idea de espacio, de ágora, de plaza, es la que más se acerca a lo que es el sentido y las dinámicas del Foro. De allí que una de las tensiones más fuertes, señalada lúcidamente por Chico Whitaker, es la que plantea la disyuntiva entre Foro-Espacio y Foro-Movimiento. Ser Foro-Espacio implica, según la Carta de Principios, ofrecer un «espacio abierto de encuentro para ahondar la reflexión para un debate democrático de ideas, elaboración de propuestas, libre intercambio de experiencias y articulación de acciones eficaces por parte de entidades y movimientos de la sociedad civil que se opongan al neoliberalismo y al dominio del mundo por el capital o por cualquier forma de imperialismo y que se empeñen en la construcción de una sociedad planetaria orientada hacia una relación fecunda entre los seres humanos y de éstos con la Tierra», abierto a la diversidad de actuación, además de la diversidad de géneros, etnias, culturas, generaciones, capacidades físicas. (Carta de Principios). No es indudablemente un espacio neutro. Para entrar a esta plaza es preciso estar de acuerdo con la Carta de Principios. Ser un Foro-Movimiento -de la forma como parece plantearse-, implicaría otorgarle un papel esencialmente movilizador, que defina estrategias, con responsabilidades, con una dirección. Ser Foro espacio propicia un ‘movimiento de ideas’ que no impide sino facilita la formación o desarrollo de muchos movimientos, pero sobre todo la interconexión, la posibilidad que cada uno aporte desde los espacios donde apuesta sus transformaciones, sin excluirse de una visión global. Ser Foro Movimiento -en esta realidad- excluye el espacio horizontal, deja de ser una «plaza sin dueño», una propiedad colectiva a ser usada por todos los que encuentran algún interés en usarlo (Whitaker, 2003), convirtiéndose más bien en una especie de movimiento social orgánico (en singular) una nueva coalición internacional (nuevo internacionalismo 3 lo llaman algunos), que actúen en nombre de un amplio y genérico movimiento global (Celiberti, 2002), donde la inclusión no está garantizada. Para este Foro-Movimiento, la Carta de Principios deja de ser necesaria. Y también la diversidad.
Y esto es complicado. Como señala Celiberti, ninguna centralización organizativa y ninguna agenda de movilización podría acortar los caminos que se deben transitar para poner en diálogo las diversas prioridades (anti-capitalistas, anti-patriarcales, anti-racistas, anti-homofóbicas, además de las agendas contra el neoliberalismo) que traen los movimientos. El Foro es un espacio-diálogo para este proceso.
Y un espacio por excelencia. Porque los movimientos sociales, redes, coaliciones que confluyen en el Foro, así como lo que puede venir de las militancias de los partidos (que están activamente presentes como individualidades y/o inmersos en diferentes movimientos), lo contagian de sus esperanzas y visiones, pero también de sus limitaciones. Todas las lógicas de cambio, transgresoras, radicales, más negociadoras y conciliadoras, más o menos democráticas, más o menos autoritarias, que contienen y se expresan en los diferentes movimientos sociales democráticos, están contenidas y expresadas también en el FSM. No ayuda el que subsista de muchas formas la percepción valorativa sobre la existencia de luchas principales y secundarias. En el Foro y en cualquier espacio global, las agendas afirmativas de los otros derechos e identidades no pueden ser subsumidas en una globalidad unitaria, que no se enfrente a sus contradicciones y que no esté comprometida con múltiples democra-tizaciones y múltiples formas de justicia y de construir libertad, con rostros, etnias, sexos, opciones sexuales, capacidades, edades diferentes. Estas dinámicas, una vez asumidas, dan como resultado una transformación de subjetividades y reconocimiento vital de la diversidad y sin hegemonismo masculino.
Para que esta lucha por el reconocimiento tenga espacio, es necesario politizar las diferencias, «…celebrando la conciencia de la igualdad, como vehículo de justicia, y proteger la expresión de las diferencias, como acto de libertad» (Rosemberg, 2002).
Alrededor de esta tensión surgen otras relacionadas y que afectan también el sentido -espacio del Foro, propuesto en la Carta de Principios, para las que, parecería, no hay respuestas acabadas. En el proceso de mundialización, ¿cuáles son los límites de la autonomía -necesaria- que los organizadores de los Foros temáticos, regionales, o del mismo FSM, deben tener para llevar a cabo su responsabilidad? La autonomía, por ejemplo ¿puede implicar también libertad para modificar la Carta de Principios? ¿Cuándo esa modificación va a implicar la exclusión de visiones y presencias?4 Los límites de esta autonomía -necesariamente relativa- no se han discutido en forma suficiente. Igualmente, el impactante crecimiento del Foro (13.000 participantes en el FSM I y 100.000 en el FSM III), ha llevado a preguntarse si eso no trae el riesgo de convertirlo en un mega-evento en vez de un mega-proceso. Propuestas de reducir la participación en el FSM a delegados de los Foros regionales y temáticos, así como de los movimientos, redes o países, nos enfrentan a los contenidos de la re-presentación, que ya tienen un contenido difuso en lo nacional. Como traer su lógica a lo global, donde los movimientos se amplían y diversifican, porque las articulaciones son muchísimo mas globales entre ellos. Allí no hay ni luchas ni identidades homogéneas a ser representadas (como la mujer o el homosexual) sino una multiplicidad de visiones y experiencias de vida que construyen las diferencias en esa identidad primaria y en la multiplicidad de posturas estratégicas5 . No se va a resolver en lo global lo que está en crisis en lo nacional.
Otras tensiones a flor de piel están relacionadas con el deseo, desde la postura Foro-movimiento, que el FSM se convierta en vocero del conjunto de movimientos que allí confluyen, a través de declaraciones y propuestas, necesariamente únicas, a nombre del mismo Foro. La práctica, sin embargo, está dando otras dinámicas.
Por ejemplo, el Foro no necesitó una decla-ración pública a su nombre para que los movimientos globales se coordinaran e impulsaran la exitosa movilización mundial en contra de la guerra de Estados Unidos contra Irak el 15 de febrero. Otra propuesta en disputa es la de permitir o no la presencia orgánica de los partidos políticos. Para muchos/as, esta presencia partidaria, en igualdad de condi-ciones con los movimientos sociales, solo será fructífera -y posible- cuando estos mismos partidos no resistan sus procesos de demo-cratización. Abrir la participación incluso a partidos democratizados y en clara alianza con los movimientos sociales (como Refundacione de Italia) abre también la puerta, por derecho democrático, a todos los demás que quieran, y cuyos procesos democráticos son débiles o inexistentes. Y eso es un riesgo mayor. Incluso por eso mismo, los espacios de las sociedades civiles, autónomas de las fuerzas políticas, debería ser una ganancia democrática a defender por ellos mismos.
Finalmente, en estos contextos, ¿qué es oficial y qué es alternativo? Las diferencias en es-trategias frente a la lucha contra el neo-liberalismo y a la ahora dinámica imperial de EU ¿son suficientes para descalificar a una parte del Foro? Es cierto que todo proceso que nace alternativo lleva sus propias dinámicas de cambio. Y eso es fundamental para su propia renovación. Sin embargo ¿cuáles son los límites de lo alternativo? Quizás también acá tendríamos que recuperar lo alternativo en plural y tendríamos que inventar con prisas lo necesario para lograr que, más allá de un formato, se logre el grado necesario de organicidad y flexibilidad. Y que, evitando la «tiranía de la desestructuración», este proceso esté marcado más por el dinamismo y la trasgresión que trae la diversidad, que por los cierres y las obturaciones que traen los pensamientos únicos.
La característica más saliente de este Foro, en relación a los anteriores, ha sido la autorreflexión sobre el Foro mismo. Los desbalances percibidos y nombrados son también materia prima para propuestas más audaces que amplíen y conecten miradas y subviertan así la fragmentación que trae el neoliberalismo, que alienta los pensamientos únicos al interior de las dinámicas de cambio. Son también expresión de la forma, ambivalente e inédita, en que se está construyendo pensamiento global.
Nuevamente, el problema no es la existencia de tendencias o conflictos -que son el laboratorio de la democracia- sino su existencia en forma paralela y encontrada, sin buscar los espacios de «traducción» de los que habla De Souza Santos.
Estamos construyendo una sociedad civil democrática de corte planetario. Los avances en los tres Foros y su proceso de mundia-lización evidencia que esta construcción es ya una realidad. Las tensiones que va encontrando este proceso responden a las búsquedas, no siempre con respuestas claras, de cómo construir estos espacios globales en forma democrática. Y estas tensiones pueden enriquecer infinitamente las posibilidades de expansión e inclusión, como marco y como lucha en construcción. Cómo no provocar que colapse (Whitaker, 2003) requiere inteligencia democrática y búsquedas colectivas.
Este es el momento del Foro. Las tensiones que enfrenta son parte del difícil proceso que significa ensayar formas nuevas para capturar la imaginación democrática del nuevo milenio.
Referencias Bibliográficas
De Souza Santos Boaventura (2003) «Para uma Sociología das ausencias e uma sociología das emergencias». Revista Critica de Ciencias Sociales, 63. Octubre 2002: 237-280.
Celiberti, Lilian 2002. Metaforo. Documento de la Articulación Feminista Marcosur.
Kirkwood, Julieta 1986 Ser Política en Chile. Las Feministas y los Partidos (Santiago de Chile: FLACSO)
Rosemberg, Marta , 2002. «¿Qué otro mundo es posible?» Documento de Internet.
Waterman, Peter, 2003. Place, Space and the Reinvention of Social Emancipation on a World Scale
Whitaker, Chico, 2003. Notas para o debate sobre o Forum Social Mundial.
1 Esta es una lectura político personal, desde mi compromiso militante con este espacio global en construcción. He participado en los tres Foros, y formo parte del Consejo Internacional del Foro, junto con Lilián Celiberti, en nombre de la Articulación Feminista Marcosur. Estas son algunos interrogantes que me surgen desde estas múltiples militancias.
2 Estos no son Foros sobre países específicos, sino sobre realidades que expresan tensiones globales. Así, el de Argentina, como expresión del impacto de las políticas de ajuste estructural y la ortodoxia económica neoliberal. El de Palestina, por el conflicto de Medio Oriente, el de Colombia, por la problemática de la violencia y la guerra.
3 El Internacionalismo es uno de los valores históricos de solidaridad global que recrea y expande la globalización. Sin embargo, una V Internacional no puede ser pensada si no se piensa a sí misma en esta multiplicidad de nuevos-viejos actores sociales incidiendo en lo global.
4 Modificar la Carta de Principios es derecho de los movimientos. Pero es también el derecho de los movimientos evitar que este instrumento global sea definido por parcialidades regionales o temáticas. Y menos con prácticas eventualmente autoritarias y excluyentes.
5 El consenso es de lucha contra el neoliberalismo y la globalización neoliberal, por razones de justicia y equidad. No hay consenso sin embargo si la lucha es contra el capitalismo. Hay apuestas antiglobalización y apuestas por una globalización alternativa. Hay apuestas que aspiran a un capitalismo democrático y otras que dudan de su posibilidad. Hay socialistas de todas las corrientes, sindicalistas de todas las centrales sindicales globales (incluso las que aun mantienen presencia en Davos), etc.