El METAFORO – Segundo Foro Social Mundial

Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº37, en 2002. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.

La segunda edición del Foro Social Mundial en Porto Alegre convocó mas de 50 mil personas de diferentes espacios, movimientos sociales, ONG, pastorales, sindicatos, movimientos juveniles, indígenas, feministas, gay y lesbianas, investigadores, educadores, organizaciones y personas provenientes de diferentes continentes, culturas y diversidades. Movimientos sociales de diferente signo, con múltiples actores y actoras, han asumido este espacio como propio, avanzando nuevas perspectivas para un pensamiento utópico, algo casi perdido en el horizonte social de las últimas décadas. Un espacio de reconocimiento mutuo, de confluencia y diálogo que busca formular propuestas alternativas al «pensamiento único».

El FSM expresa las esperanzas, búsquedas, propuestas, desacuerdos y tensiones frente a la globalización neoliberal y a los dramáticos y crecientes procesos de exclusión social. La oportunidad de construir nuevos paradigmas civilizatorios, nuevas culturas políticas, nuevas formas de estar en el mundo, es el desafío propuesto por el FSM. El Foro es, sin embargo, un espacio de confluencia de nuevas y viejas estructuras de pensamiento y de acción, y por tanto, es un espacio de convergencia, pero también, de confrontación.

Como espacio en construcción, el FSM está sujeto, como dice Sergio Haddab, «a interpretaciones y presiones acerca de su sentido y su futuro. Es un espacio de debate de ideas, propositivo y al mismo tiempo de movilización, acción y lucha. Es un espacio contestatario, que manifiesta inconformismo. Allí se juntan los organizados, pero también es un espacio aglutinador de quienes quieren ser parte de este proceso, sin identidad de organización o filiación ideológica o partidaria. El FSM es un espacio democrático, aglutinador de fuerzas progresistas colectivas e individuales.»

En solo un año se generaron en torno al foro nuevas dinámicas y orientaciones. La más significativa, porque implica una toma de posición acerca del sentido y alcance del Foro Social Mundial, fue la Carta de Principios. La Declaración de principios considera que el FSM no es un evento sino un proceso cuyo logro fundamental es justamente ser percibido como proceso colectivo de redes, coaliciones, campañas, alianzas y movimientos, que alimentan presencias y disputas en el espacio global. Sin carácter decisorio, sin mayorías o minorías, se está consolidando como un espacio diverso, plural, no gubernamental, no confesional, descentralizado, movimientista y sin ninguna pretensión de representación de todas las iniciativas impulsadas por una sociedad civil global en formación. «Nadie estará autorizado a expresar, en cualquiera de sus encuentros, posiciones que pretendan ser representativas de todos sus participantes.(…) El Foro por lo tanto, no se constituye en una instancia de poder, a ser disputado por los participantes de sus reuniones, ni pretende constituirse en única alternativa de articulación o acción de las entidades y movimientos que en él participan». La declaración de principios establece también una frontera para la participación «no deben participar del Foro representaciones partidarias, ni organizaciones militares.» (Carta de Principios)

Estos principios constituyen un marco fundamental para el desarrollo del debate político. Sin embargo, en la misma medida que el Foro crece como espacio simbólico, la tentación de «capitalizar» -en el sentido más tradicional del término- un tan vasto movimiento, se expresa principalmente en debates que adquieren una formulación organizativa pero son en realidad el gran debate político del momento actual. ¿Se combinan y complementan las movilizaciones, la resistencia, la denuncia, con la negociación y el diálogo? ¿Somos capaces de potenciar las múltiples estrategias de los diferentes movimientos sociales? ¿Cómo nombrar este amplio movimiento dando visibilidad y reconocimiento a sus múltiples componentes?

Para muchos movimientos, el Foro Social Mundial es un espacio de confluencia de la lucha antiglobalización donde concertar una agenda de movilizaciones globales, para otros, es un espacio plural donde es posible compartir y articular alternativas democráticas y democratizadoras. Los puentes entre una y otra son múltiples y menos rígidos de lo que aparentan, pero también su construcción está llena de tensiones y conlleva nuevos desafíos. La diversidad puede convertirse en una pantalla para esconder las disputas de poder y la confrontación de las diferentes concepciones que convergen en ese espacio. Para algunos, el Foro es una oportunidad para crear una coalición internacional que actúe en nombre de un amplio y genérico movimiento global, algo así como una Internacional de nuevo signo. Para otros/otras es una oportunidad para el desarrollo de nuevas culturas políticas que por el contrario deben abrir diálogos entre los diferentes movimientos. Como dice Candido Grzybowski:»Estamos frente a la necesidad de radicalizar la perspectiva de los derechos humanos de todos los humanos como priodidad fundamental para dar cuanta de una nueva conciencia de la humanidad. Romper el divorcio entre economía y sociedad, entre economía y naturaleza, entre naturaleza y sociedad son tareas centrales para la construcción de una agenda global promotora de una ciudadanía planetaria.(…) La especificidad del Foro Social Mundial reside exactamente en la capacidad de construir el espacio de encuentro, diálogo e intercambio entre redes, movimientos, basado en el respeto y fortalecimiento de su propia diversidad y autonomía.»

Para cada persona que participó en el Foro, la creatividad, el respeto y la diversidad constituye el patrimonio mas resaltado de la experiencia subjetiva vivida durante esos cinco días en esa especie de torre de Babel de lenguas, colores, imágenes, gestos y símbolos. Por detrás de estas múltiples experiencias subjetivas se abre un debate sustantivo acerca de las estrategias y objetivos del propio Foro. Atilio Borón en sus reflexiones de evaluación se plantea algunas preguntas: ¿Cómo resolver el problema de organización de este nuevo internacionalismo, preservando su identidad plural y su imprescindible democraticidad sin sacrificar su eficacia reivindicativa? ¿Cómo evitar que el FSM termine siendo un ámbito catártico pero privado de operatividad transformadora? ¿Cómo coordinar la labor de los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil con partidos, gobiernos y otras fuerzas políticas que también están luchando para poner fin a la cruenta pesadilla de la globalización neoliberal?

Estas preguntas y las diferencias explícitas e implícitas que expresan, son parte del debate de fondo que esta alternativa propone. Desde mi punto de vista, el problema central de la articulación de los movimientos sociales no es organizativo, sino político y conceptual, y el desafío, como plantea Boaventura de Souza, «está en la capacidad de formular problemas nuevos para los cuales no existe solución, o no existe aún solución». Los debates propuestos van desde la conceptualización de la globalización a las relaciones entre lo público y lo privado, lo productivo y lo reproductivo, identidades, sujetos, subjetividades, el nosotros y el otros. ¿Cuáles son los problemas centrales y cómo los interpretamos?

Un espacio para pensar «otro mundo posible» coloca entonces, varios desafíos a la vez. En primer lugar, el reconocimiento de cada uno/a como actor legítimo de esta búsqueda. Sería iluso pensar que este reconocimiento es un acto inmediato y «natural» de nuestras «aspiraciones humanistas». El reconocimiento del otro/otra como actor legítimo de la construcción de un espacio democrático no está exento de relaciones de poder, ni de la tensión inherente a la definición del «nosotros – otros.»

En segundo lugar, un espacio de confluencia intersocial depende también de la presencia de esquemas de interpretación y significados compartidos entre todos los actores. El esquema de trabajo y la metodología de debate propuesta para esta segunda convocatoria del FSM pretendía avanzar en el acercamiento de marcos referenciales entre los diferentes movimientos, una red formularía una propuesta y sería ésta la materia de debate entre los diferentes movimientos. Los/las anima-dores de los paneles debían justamente promover ese debate antes del Foro para enriquecer las propuestas, detectar las diferencias y carencias, rescatar otras miradas y enfoques. Esta metodología tuvo, sin embargo, magros resultados, precisamente porque generar una cultura del debate, es una tarea de largo alcance que comienza por el reconocimiento de los/las otros/otras como legítimos interlocutores de propuestas. De igual forma cada panel debería contemplar un equilibrio entre hombres y mujeres y entre regiones del mundo. En la práctica hubo paneles más » femeninos» y más «masculinos» y ello también parecía establecer jerarquías temáticas. Mientras el panel dedicado al Combate a la discriminación estuvo integrado mayoritariamente por mujeres, el de «Democracia partici-pativa» no contó con ninguna. Este ejemplo, aparentemente menor, denota que el camino del reconocimiento de los y las actoras de propuestas alternativas no deja de ser un campo de lucha paradigmática, abierto a desafíos y tensiones, que no se resuelven solo con buenas intenciones.

Hemos asumido como feministas esta oportunidad como dice De Sousa «de reinventar un compromiso con una emancipación auténtica, un compromiso que, en vez de ser el producto de un pensamiento vanguardista iluminado, se revela como sentido común emancipatorio». Abrir el caleidoscopio de múltiples miradas que nos permitan recuperar la diversidad de sensibilidades, perspectivas, interrogantes y contradicciones presentes en esta vasta experiencia, es en todo caso, el más apasionante desafío que plantea este espacio. Las tensiones, las contradicciones, los diferentes niveles en que se expresan las propuestas, lejos de ser un motivo de preocupación son, en realidad, la materia prima de esta búsqueda.

Las feministas en el Foro Social

Las estrategias de varias expresiones feministas en el Foro Social buscan «posicionarse frente a los retos del nuevo milenio,(…) desarrollando una rica reflexión sobre las dinámicas macroeconómicas y macro políticas y sobre el proceso de globalización, expandiendo estrategias que articulen lo global con lo local. Los feminismos asumen la urgencia buscan, de esta forma, comenzar a cerrar la brecha entre la dimensión política y la dimensión social de las ciudadanías femeninas que el neoliberalismo ha acentuado de manera brutal. Y llevan al FSM lo que ha sido una practica intrínseca a su existencia y su desarrollo: sus articulaciones internacionalistas, acumuladas a lo largo de 30 años de existencia en su segunda oleada. Como dice Waterman, no hay duda del aporte de los feminismos de los 70 y los 80 al movimiento de justicia global.» (Virginia Vargas)

A esta segunda versión del FSM la Articulación Feminista Marcosur llevó un conjunto de talleres (Mujeres migrantes: fronteras anchas y ajenas, en coordinación con REPEM y UNIFEM), Sexos, mentiras y comercio internacional (CICSA, GEM, WIDE), la coordinación del panel central del Foro «Combate a la discriminación y la intolerancia» y, finalmente, una campaña, creativa y transgresora, sobre los fundamentalismos, de todo tipo. La campaña «Contra los fundamentalismos, lo fundamental es la gente», buscó «amplificar las voces que se oponen con firmeza a las prácticas, discursos y representaciones sociales discriminatorias, sometiendo a las personas a situaciones de oprsión o vulnerabilidad.» Porque «Creemos en la posibilidad de construir, en el campo simbólico y en el campo político, una dimensión de seres humanos y de sujetos, sean mujeres u hombres, en el que esas prácticas se tornen imposibles» (documento de la campaña). Ampliando el contenido de los fundamentalismos a todos aquellas «…expresiones religiosas, económicas, científicas o culturales que pretenden negar a la humanidad en su diversidad, legitimando mecanismos violentos de sujeción de un grupo sobre otro, de una persona sobre otra. Esencialmente excluyentes y belicosos, los fundamentalismos minan la edificación de un proyecto de Humanidad donde todas las personas tengan derecho a tener derechos, sacrificando, en el colmo de la perversidad, la vida de las mujeres» (documento).

Las agendas feministas convocan al desarrollo de nuevos paradigmas, combinando lo local, lo nacional y lo global, la interconexión de múltiples agendas y la oportunidad de colocar en debate una dimensión más profunda de la justicia que integre la justicia económica, social, cultural, y simbólica. Pero que también coloque en debate las formas de hacer política de los propios movimientos sociales presentes en el Foro. Porque no nos basta con saber y creer que otro mundo es posible: lo queremos mejor.

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