Lucia van Velthoven
“Prometemos limpiar este país, barrerlo, lampacearlo, sacudirlo y lavarle el lodo hasta que brille en todo su esplendor. Prometemos dejarlo reluciente y oloroso a ropa planchada”
Fragmento del Manifiesto del PIE,
El País de las Mujeres de Gioconda Belli
Comprender la situación que atraviesa Nicaragua requiere remontarse a las raíces históricas de la revolución sandinista de 1979, por ser un emblema a nivel mundial de cambio social. La revolución se convirtió no solo en un símbolo de la democracia sino también de la igualdad de género (Molyneux 1985, 1988 en Heumann 2014). Casi 40 años después, esta expectativa se ha desmoronado. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), partido de la revolución, tras la derrota electoral en 1990 se transformó en una organización que se centró en la figura de su líder, Daniel Ortega y su actual esposa Rosario Murillo.
Su llegada al poder en 2007 estuvo favorecida por una oposición dividida, cambios en la normativa electoral y alianzas estratégicas con la Iglesia y élites económicas. En los sucesivos mandatos estas alianzas se consolidaron alejando cada vez más a su antigua base social, contexto en el cual el proyecto político feminista se ha visto amenazado.
Las organizaciones feministas han sido muy críticas con los gobiernos de Ortega lo cual las ha convertido en objeto de repetidos ataques (Neumann 2018). Las tensiones entre el sandinismo y el feminismo son de larga data y tienen que ver con la marginación que en la agenda revolucionaria tuvieron las preocupaciones de las mujeres, lo que provocó el distanciamiento entre ambos. Para el sandinismo “la revolución debía ser priorizada sobre los temas de las mujeres por la urgencia que esta tenía” (Heumann, 2014)
Probablemente la mayor expresión antifeminista del FSLN fue la eliminación del aborto terapéutico en 2006, días antes de las elecciones y con los votos de legisladores sandinistas. En esos años la campaña electoral estuvo teñida de una fuerte retórica religiosa, el eslogan que representó al orteguismo rezaba “Gobierno Cristiano, Socialista y Solidario”.
Este fue el punto inicial de una serie de acciones del gobierno que marcaron un retroceso en la agenda de derechos Algunas de estas medidas fueron: la habilitación para construir un canal interocéanico con capitales chinos que expropia tierras a campesinos sin generan beneficios sustantivos para el país (Goett,2018); la reforma de la seguridad social que recorta las jubilaciones y aumenta las cotizaciones ; los cambios introducidos a la ley de violencia de género que debilitan las protecciones legales para las mujeres y las obliga a que busquen “asesoramiento familiar” de “concejos vecinales” antes de realizar la denuncia policial (Neumann,2018).
Estas medidas impulsaron las protestas ciudadanas y desde entonces se abrió un ciclo de represión, se expulsaron organismos internacionales y se impide cualquier movilización social que cuestione al gobierno y demande el restablecimiento de la democracia en el país. Hasta octubre se reportaron 528 personas fallecidas, denunciándose desapariciones forzadas y otras violaciones a los derechos humanos[1].
El discurso del gobierno ha sido de negación, y se refleja en las alocuciones de la vicepresidenta, quien califica a la movilización ciudadana como “grupos minúsculos” que atentan “contra la paz y el desarrollo, con intereses y agendas políticas egoístas, tóxicas, (…) los cuales habían fabricado las muertes, como estrategia contra el gobierno”. Expresó también que “estos corazones enfermos, cargados de odio, y pervertidos, no pueden sembrar el caos y negar a todas las familias nicaragüenses la tranquilidad que gracias a Dios tenemos” (Comunicación de la Vicepresidenta Rosario Murillo Canal Multinoticias 19 de abril de 2018). Es un mensaje cargado de un gran componente religioso que se reitera en casi todas sus intervenciones, del cual emergen conceptos asociados a un modelo de familia tradicional, heterosexual, que reproduce estereotipos de género.
La retórica de paz y reconciliación se acompaña de una estrategia de represión y polarización que no ha logrado imponerse, ya que resulta incompatible con la realidad. El relato de la crisis política de Nicaragua lo está haciendo la ciudadana a través de las redes sociales, la calle y medios independientes.
Los efectos de esta crisis política se han hecho sentir en la economía y ha erosionado los apoyos del gobierno lo cual condujo a que el propio presidente propusiera un diálogo nacional, que tuvo como mediador a la Conferencia Episcopal y como contraparte a un grupo de líderes sociales y económicos (sector privado, estudiantes, mujeres, campesinos, académicos y la sociedad civil) que posteriormente conformaron la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que tiene como cometido buscar una salida pacífica manteniendo los principios de resistencia cívica[2]. A pesar de la disposición de la sociedad civil para negociar, se entró en un impase debido a la negativa del gobierno de abordar los puntos relacionados con la democratización y, más específicamente, con la posibilidad de realizar reformas electorales y adelantar las elecciones presidenciales.
En síntesis, Nicaragua formó parte de la tendencia regional de gobiernos de izquierda denominada “marea rosa”, sin embargo en algunos países no trajo consigo una expansión de políticas de reconocimiento de derechos (especialmente para las mujeres). Estas trayectorias divergentes, indican que no es una condición suficiente el signo ideológico del gobierno, sino que importa el tipo de gobierno. Es así que es posible identificar dos tipos de izquierdas, institucionalizadas caracterizadas por el respeto a las reglas e instituciones, donde se permite la movilización y participación social; y por otro lado las izquierdas no institucionalizadas las cualesconcentran el poder en la figura de un líder que no se siente limitado por las reglas institucionales (Levitsky y Roberts 2011 en Blofield y Ewing, 2017). En este segundo tipo parece encontrarse Nicaragua.
El FSLN se ha convertido en una máquina al servicio de Ortega que comenzó como una izquierda revolucionaria para luego institucionalizarse a través de relaciones basadas en la lógica patrón-cliente[3], que aboga por la reconciliación y no por la revolución, que pactó con el gran capital dejando a un lado a su antigua base social la cual se ha convertido en una amenaza política. En ese contexto el énfasis del feminismo en la autonomía y la diversidad lo coloca en una situación de oposición al liderazgo de Ortega y Murillo, por lo tanto “ni el mensajero ni el mensaje se ven bajo una luz positiva” (Blofield y Ewing, 2017). Ante esta situación el movimiento de mujeres no se ha visto aplacado y ha encontrado nuevas y creativas formas de manifestarse, ejemplo de ello es la campaña #YoSoyPicoRojo[4] que surge de forma improvisada tras la detención de una activista feminista que como forma de protesta se pintó los labios de rojo argumentando que pertenecía a la organización del pico rojo, logrado acaparar las miradas del país y de la región.
Este escenario donde los apoyos de Ortega cada vez son más escasos, la ciudadanía no se ha desmovilizado sino que se ha fortalecido, parece anunciar el final para la crisis política y humanitaria que vive el país. La interrogante es si Ortega cederá a una salida negociada o si para mantenerse en el poder prolongará esta situación que deteriora cada vez más a la sociedad y la política nicaragüense.
Bibliografía
- Blofield Merike, Ewing Christina; “The Left Turn and Abortion Politics in Latin America”, Social Politics Volume 24, Number 4, 2017
- Cuadra Elvira; “Caminos Posibles para Nicaragua”, Revista Nueva Sociedad, Agosto 2018.
- Cuadra Elvira; “Nicaragua: ¿una nueva transición en puerta?”, Revista Nueva Sociedad, Setiembre-Octubre 2018
- Goett Jennifer; “Beyond Left and Right: Grassroots Social Movements and Nicaragua’s Civic Insurrection” en Citizen Protests and government repression in Nicaragua, Michigan State University, LASA Forum, 2018
- Silk Heumann; “Gender, Sexuality, and Politics: Rethinking the Relationship Between Feminism and Sandinismo in Nicaragua”, Social Politics: International Studies in Gender, State & Society, Volume 21, 2014
- Kampwirth Karen; “Abortion, Antifeminism, and the Return of Daniel Ortega in Nicaragua, Leftist Politics? LATIN AMERICAN PERSPECTIVES, 2008
- Neumann Pamela; “Transnational Governance, Local Politics, and Gender Violence Law in Nicaragua” Latin American Politics and Society University of Miami, 2018
Otros recursos utilizados
- Páginas del Movimiento Feminista de Nicaragua: www.movimientofeministanicaragua.org
- Programa Radial Feminista “La Corriente” del 31 de octubre de 2018 “El gobierno del FSLN promueve una cultura de violencia” http://lacorrientenicaragua.org
- Página web de Alianza Cívica Por la Justicia y la Democracia: www.alianzacivicanicaragua.com
- Discurso de la Vicepresidenta Murillo, 19 de abril de 2018: https://youtu.be/CRjwEtWT5NQ
- Página de la Asociación Nicaragüense Pro Derecho Humano www.ANPDH.org