Mujeres Privadas de Libertad en Uruguay- “El último orejón del tarro”

Juan Manuel Varela

Mujeres en el sistema penitenciario

Las instituciones de reclusión son una característica de nuestra sociedad moderna. Aquellas personas que han alterado su orden incumpliendo las normas establecidas, se las encierra, tanto para alejarlas del resto de la sociedad porque se las considera una amenaza y se les tiene que controlar, como para disciplinarla o rehabilitarla. A pesar de que la privación de libertad es una práctica violenta tanto para hombres como para mujeres y tiene consecuencias significativas durante y después de la condena, en ellas adquiere características específicas debido a su condición de género.Al igual que la mayoría de las instituciones la cárcel está pensada desde un modelo androcéntrico, es decir para el hombre, y además es habitada principalmente por hombres. Esto último sucede porque las mujeres delinquen menos que los hombres, y representan un pequeño porcentaje de la población carcelaria,de cada 100 personas detenidas en el mundo 7 son mujeres[1]. Por lo tanto la criminología ha desatendido e invisibilizado la figura de la mujer en las cárceles, insertándolas a la fuerza en un sistema concebido en torno a lo masculino.

 

 

Históricamente las mujeres han sido encarceladas principalmente por trasgredir el rol femenino esperado socialmente[2], por lo que el objetivo principal siempre ha sido reencauzarlas en su rol, por lo que en general aprenden o hacen trabajos relacionados con los quehaceres del hogar, como limpiar, coser, cocinar, lo que acentúa y reproduce ese rol esperado y dificulta su reinserción al momento de recuperar su libertad. Sobre este tema cabe destacar que la estigmatización que sufren es mayor que la que sufre el hombre. No solo se les penaliza por haber cometido un delito, sino que son rechazadas por su entorno familiar y social por haber fallado en el comportamiento como madre o como pareja. Lo que lleva a que estas sientan más culpa que los varones al estar presas, sobre todo aquellas que son madres o están embarazadas, ya sea por tener que abandonar a sus hijos/as, o por tener que criarlos/las dentro de una institución penitenciaria, siendo este un entorno hostil para la crianza de niños o niñas. “La madre dentro de la cárcel no solamente cumple su condena por el delito que cometió, sino que afuera tiene la presión social, de criar su hijo dentro de la cárcel, y ser tildada como “mala madre”, ya que aquella que sería la responsable de cuidar y amparar a sus hijos, los somete al sufrimiento” (Bastitta Godoy, 2017). El distanciamiento de su entorno lleva a que las mujeres sean mucho menos visitadas que los hombres sufriendo abandono y teniendo poco o ningún apoyo anímico o contacto con el exterior, lo que dificulta sobrellevar la situación de privación de libertad.

Situación de las mujeres presas en Uruguay

La población de mujeres privadas de libertad en Uruguay representaba para marzo de 2017 un 5,8% aproximadamente, habiendo 613 mujeres en un total de 16 unidades penitenciarias.Las principales unidades destinadas a mujeres son la Unidad N° 5 con 356 mujeres y la Unidad N° 9 donde se encuentran las presas con hijos, teniendo este una capacidad locativa insuficiente. En el interior del país la mayoría de las unidades femeninas se encuentran en el mismo predio que las masculinas lo cual representa una dificultad para su correcto manejo.En lo que respecta a espacios de trabajo, estudio o recreación, las mujeres tienen acceso más limitado porque existe un sesgo de género en el acceso a la capacitación laboraly acceso al trabajo. Son mucho menores las ofertas de trabajo para las reclusas que para los presos varones, y además los trabajo a que acceden siguen la lógica de cuidados o quehaceres domésticos como decíamos más arriba, que terminan reproduciendo formas subjetivas de subordinación.

Según la ONU las mujeres privadas de libertad son un grupo vulnerable con necesidades específicas que deben ser atendidas por los distintos Estados. En nuestro país se crea en el año 2010 el Instituto Nacional de Rehabilitacion[3], y recién en 2016 se crea la Division de Género del INR, lo que implica un cambio en el enfoque androcentrista que ha primado en nuestra ley penal. La mayoría de las mujeres privadas de libertad en nuestro país son madres, y si bien muestran un nivel educativo más elevado que los varones, provienen de los sectores más vulnerables de la sociedad, además suelen ser responsables económica y socialmente del núcleo familiar, lo que implica que cometan infracciones a la ley procurando medios de supervivencia para su familia, o se auto inculpen para proteger a su pareja o familiar directo.

Actualmente, gran parte de la población femenina carcelaria esta presa por delitos relacionados con el trafico de drogas,(representando un 27% del total)y delitos contra la propiedad. A su vez podemos observar que hubo un aumento en la población carcelaria femenina respecto a los hombres, y este se debe principalmente por los delitos relacionados con el trafico de drogas,puesto que en estos casos las mujeres generalmente ocupan los eslabones mas débiles de la cadena, sean mulas o por microtráfico.Obviando esta situación en 2017, a través de la ley 19.513, se han endurecido las penas para el narcotráfico,delitos que son altamente feminizados, sin contemplar penas alternativas o situación de sometimiento que se encuentran muchas mujeres que delinquen en este ámbito.

Reflexiones Finales

Podemos observar que la mujer dentro del sistema carcelario uruguayo se encuentra totalmente desatendida y dejada de lado, viéndose vulnerados muchos de sus derechos.A pesar de algunos pequeños cambios (como el Departamento de Género del INR), normas internacionales o leyes que contemplan las diferencias de género, las mujeres privadas de libertad siguen sufriendo discriminación constante[4], se las sigue viendo como un seres dependiente, incapaces de tomar decisiones, y desviadas de su rol esperado, reproduciendo la desigualdad de género.

 

Bibliografía

 

  • Ares Perez, E. (2015), Maternidad entre Rejas. Montevideo Uruguay. Facultad de Psicologia, Universidad de la República.

 

 

  • Amorelli Cayafa, M.N. (2016) Mujeres privadas de Libertad y sus Condiciones de encierro. Montevideo, Uruguay. Facultad de Psicologia, Universidad de la Republica.

 

 

  • Arbusún Rodríguez, R. (2017), Las prisiones del Uruguay, Informe Anual, Prision Insider. https://www.prison-insider.com/fichapais/prisionesuruguay

 

 

  • Basttita Godoy, A. (2017) La realidad de las mujeres privadas de libertad que viven con sus hijos en prisión. Montevideo, Uruguay. Facultad de Psicología, Universidad de la República.

 

 

  • Comisionado Parlamentario Penitenciario, (2017) Informe Anual. Recuperado de: https://parlamento.gub.uy/cpp/documentos/informes

 

 

  • Folle, A.M. y Vigna A., (2016) Carceles en el Uruguay en el siglo XXI. Montevideo, Uruguay.CSIC, Universidad de la Republica.

 

 

  • Lacaño Silva, P. (2015), Personas privadas de libertad por delitos asociados al microtrafico y trafico de estupefacientes en Uruguay. Analisis jurídico y desde una perspectiva de género.Montevideo. Uruguay. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de la Republica.

 

 



[1]Bernos, P. (2017), Perspectivas, Graficos, Prision Insider. https://www.prison-insider.com/es/regards/graphiques.

[2] Adulterio, ebriedad, o comportamientos promiscuos podían ser razón de encarcelamiento de mujeres en el siglo XIX.

[3]El Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), fue creado por la Ley de Presupuesto Nacional Nº 18.719 del 27 de diciembre de 2010, como instrumento del proceso de construcción de un sistema penitenciario nacional y órgano encargado de la organización y gestión de las diferentes instituciones penitenciarias establecidas en el país, la asistencia de los procesados, la rehabilitación de los penados y la administración de las medidas sustitutivas y alternativas a la privación de libertad

[4] Respecto a las presas con hijos “indirectamente se ven forzadas a mantener una conducta apacible, para que las autoridades penitenciarias les permitan tener sus hijos con ellas, como si esto no fuera un derecho, sino un premio que se ganan”. (Bastitta Godoy, 2017).

En la última década ha habido un crecimiento de movimientos o partidos de extrema derecha, tanto en Europa como en América, incluso con grandes éxitos electorales en países como Austria o Suiza. Este viraje hacia posturas más radicales en Europa muestran el descontento respecto a temas como la crisis migratoria por los refugiados, los ataques y/o amenazas terroristas, el lento crecimiento económico, y la Unión Europea. Sin embargo muchas de estas agrupaciones, surgidas o renovadas en los últimos años, reivindican derechos de las mujeres y de la población LGBTIQ, y están encabezados por mujeres o tienen un papel importante dentro de la organización. Esto muestra la intención de la extrema derecha de poder abarcar un mayor electorado tratando de alejarse de la tradicional ultraderecha fascista o nazi, revisando y renovando tanto sus principales reivindicaciones como sus planteles; aunque siguen manteniendo una fuerte postura conservadora, nacionalista, euroescéptica (contra la Unión Europea) y perpetúan un constante ataque a los inmigrantes y refugiados.

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