Más de 70 personas participaron en el conversatorio “La Casa de Papel”, con los finlandeses Teivo Teivainen y Thomas Wallgren, en la Casa Bertolt Brecht el lunes 12 de marzo de 2018.
Con un público conformado por personas de entre 20 y 90 años de edad, los académicos se presentaron y comenzaron el conversatorio. “Finlandia es un país de bosques”, explicaron, y se ha expandido al mundo a través de ellos. Comenzaron por el sur asiático, instalando plantas de celulosa. Según Wallgren, decidieron venir luego a Uruguay por las ventajas económicas y por la falta de un control ambiental estructural.
Las personas del público que intervinieron en el conversatorio se mostraron muy preocupadas por el impacto ambiental y social que representa la instalación de una nueva planta de UPM en Uruguay.
Se hizo hincapié en las consecuencias del monocultivo para la tierra, especialmente con la plantación de eucalyptus, un árbol que no es natural de la región y que requiere de mucha agua para sobrevivir.
“Lamentablemente, en Uruguay no hay un control ambiental que sea efectivo”, dijo una de las participantes. “Nadie habla de cómo se van a afectar nuestros ecosistemas de pradera”, dijo otra.
Se hicieron varias referencias a la mirada cortoplacista del proyecto, desde distintas perspectivas. “Las plantas duran 40 años. ¿Qué pasa después?”, se preguntaron.
En cuanto al impacto social, una participante explicó que las mujeres serán las más afectadas. El trabajo que traerá la nueva planta es masculinizado y, tal como pasó con la planta en Fray Bentos, “es más que probable que se genere prostitución, explotación infantil y trata de personas”.
También se mencionó que los trabajadores finlandeses que vendrán generarán lazos con las personas de la localidad y, al terminar sus contratos, quedarán desempleados o se irán del país y abandonarán a sus parejas e hijos/as.
Otros argumentos hacían referencia al extractivismo y al debilitamiento de la normativa, que permitió al gobierno realizar la negociación con UPM en secreto. Tanto la oposición como la sociedad civil fueron excluidos de la discusión.
“Si tuviéramos una máquina que demorara un minuto en sacar un tocón de eucalyptus, demoraríamos 2000 años en recuperar el suelo. Eso equivale a 3.000 millones de dólares de pérdidas, que nadie cuantifica”, explicó un participante. A eso se le agregan los mil millones de dólares que cuesta la instalación de un ferrocarril, responsabilidad del Estado y que solo utilizará UPM porque se trata de un transporte de de carga. Los costos de mantenimiento también corren por parte de Uruguay. Por otro lado, el participante dijo que “el sindicato es muy cortoplacista”, pues la mayoría de los puestos de trabajo se generan durante la instalación de la planta y luego disminuyen. “Ahí los trabajadores van al seguro de paro, otro costo que nadie cuantificó”, agregó.
Más de un participante reflexionó sobre el papel del PIT-CNT en la instalación de una nueva planta. “Si la fuerza trabajadora uruguaya está a favor, se les facilita el camino”, dijeron. “Si quienes se supone que deben estar en contra están a favor, ¿quién va a defender la tierra?”.
En el mismo sentido, un participante recordó que los puestos de trabajo que efectivamente se generarán no serán tantos, pues UPM traerá sus propios trabajadores y el contrato con el gobierno establece de antemano la paz sindical.
A su vez, otro participante dijo que “la instalación de una nueva planta es un problema para todo el Uruguay, no solo para la localidad”, porque los impuestos que no pagará UPM “los pagamos entre toda la ciudadanía”.