Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº30, en 1999. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.
El Instituto de la Mujer de Chile, CECYM de Argentina y Cotidiano Mujer, en el marco del Programa Regional de la Fundación Heinrich Böll «Ciudadanìa y Potenciación de las mujeres en los países del Cono Sur» han encarado un Proyecto de Investigación simultánea en los tres países que relevará los temas de la agenda electoral impulsada por los principales candidatos a la presidencia . Para realizar el análisis de los temas de la agenda se han priorizado tres grandes grupos de interés: i)tipo de democracia que las propuestas partidarias expresan (el rol del estado y la sociedad civil, derechos humanos, ciudadanía), ii) la dimensión de género (participación de la mujer y ciudadanía, familia, derechos humanos de las mujeres, salud y derechos reproductivos, desarrollo económico y empleo femenino), iii) y la integración regional (cómo aparece o no el tema de la integración en la campaña, aspectos económicos, aspectos sociales, culturales y políticos del Mercosur, imágenes del país en la región y roles de cada uno en el contexto regional. El que sigue es un avance del análisis de la campaña en el Uruguay Ma. Elena Laurnaga |
La campaña electoral en Uruguay
La campaña electoral de 1999-2000 está marcada fundamentalmente por dos aspectos: uno institucional, derivado de los cambios electorales incorporados por la reforma constitucional aprobada en 1996 y que entra en vigencia en este período; otro político, vinculado a la consolidación del sistema de tres partidos mayoritarios con importantes posibilidades de triunfo de la izquierda a nivel nacional.
La reforma constitucional genera transformaciones que pueden caracterizarse de «fundacionales» para el sistema político nacional, en la medida que modifica mecanismos institucionales cuyos impactos recién comienzan a evidenciarse; pero fundamentalmente, produce transformaciones en la «cultura política» de los uruguayos. Los cambios en la cultura política involucran tanto los posicionamientos y actitudes de los ciudadanos como las prácticas de los partidos. Por tanto, la innovación de mecanismos institucionales en la competencia electoral genera un contexto de incertidumbre en relación a los tradicionales comportamientos esperables en el país.
Entre los aspectos institucionales más innovadores para el sistema electoral uruguayo incorporados por la reforma hay que destacar:
- elecciones internas obligatorias para los partidos políticos como inicio del período electoral (25 de Abril de 1999).
- definición de una candidatura única a la presidencia por partido, que resulta de las elecciones internas del mes de Abril.
- elecciones nacionales generales en Octubre.
- sistema de elección presidencial de mayoría absoluta, lo que implica la figura del balotaje o segunda vuelta entre los dos candidatos presidenciales más votados en el caso de que ninguno de ellos tenga más del 50% de los votos en Octubre.
- balotaje, en Noviembre.
- elecciones departamentales separadas en el tiempo que se realizarán en Mayo del año 2000.
En función de estos cambios la agenda electoral se extiende desde abril de 1999 hasta mayo del 2000. Esta agenda puede ser considerada como una extensa campaña electoral, pero también como una sucesión de cuatro campañas diferenciadas, ya que cada una de ellas tendrá competencias y formas de resolución política diferentes.
Las mujeres en la campaña.
El protagonismo de las mujeres en la campaña ha sido hasta el momento escaso. Dos son los escenarios posibles para analizar su presencia: la participación en los ámbitos institucionales definidos por los partidos en las elecciones internas y la participación en la propia dinámica de la campaña. El lugar de las mujeres en las listas es todavía una incógnita, ya que están conformándose las mismas y existe plazo hasta el 20 de Setiembre para la inscripción en la Corte Electoral.
La participación de las mujeres en los organismos de dirección política parece seguir la tendencia histórica de menor índice a mayor relevancia del organismo de dirección. Sin embargo, existen diferencias importantes entre los partidos, lo que permite suponer (por distintas razones que no nos proponemos analizar en este artículo) distintos grados de permeabilidad de cada uno de ellos.
Porcentaje de Mujeres en las Convenciones Nacionales.
Partido | Convencionales mujeres | % s/total de convencionales. |
Partido Colorado | 75 | 15% |
Partido Nacional | 41 | 08.2% |
Encuentro Progresista | 110 | 22.0% |
Nuevo Espacio | 153 | 30.6% |
Fuente: Corte Electoral, (faltan los datos de la Convención de la Unión Cívica).
Tanto el número de mujeres como sus lugares en las listas deberán ser analizados en función de la competencia al interior de cada partido; es decir, del poder efectivo que cada una pueda asumir en cada caso. Así, es posible suponer que a niveles mayores de competencia intrapartidaria menor posibilidad de ingreso de mujeres.
En términos de liderazgos de mujeres, la campaña tiene pocas figuras y de muy distinto nivel de protagonismo. Algunas desarrollan un liderazgo público, con claros objetivos electorales; otras desarrollan una tarea más colectiva en el seno de sus partidos y en el ámbito legislativo o ejecutivo en que se desempeñan, otras ocupan lugares centrales en su sector como Graciela Rompani, viuda del ex-presidente Jorge Pacheco Areco, secretaria general de la Unión Colorada y Batllista aunque no está claro aún si se postulará a cargos legislativos. Otras figuras son emergentes como la candidata a la vicepresidencia por la Unión Cívica; hubo liderazgos que parecieron procesarse desde la sociedad civil con grandes dificultades de incorporación efectivamente a la escena de la campaña, como fue el caso de la candidatura, finalmente no concretada, de Carmen Beramendi a la vicepresidencia del Encuentro Progresista.
La Unión Cívica tuvo dificultades para constituir su convención, sesionando finalmente en una segunda convocatoria con quórum mínimo. Como elemento innovador en el escenario político surgió la candidatura de una mujer a la vicepresidencia de la República, Ma. Benita Dini, militante de la Unión Cívica del departamento de Tacuarembó. Una pregunta pertinente es si la emergencia de esta nueva figura en el escenario significa una ruptura con la tradición masculina de los liderazgos o expresa más la necesidad de «reproducción política» de este sector (canalizándolo a través de la figura de una mujer), que ampara grupos nuevos y vertientes muy viejas de la tradición cristiana.
Pero sin duda el caso más relevante es el desempeño político de Julia Pou, denominado por algunos como el «fenómeno Julita». La emergencia de un protagonismo tan fuerte en lo político y lo electoral es uno de los escasos aspectos removedores en esta materia. Aunque su candidatura merece un análisis que trasciende el objetivo de este artículo, no podemos dejar de señalar algunos aspectos relativos a este liderazgo: se conjugan en esta figura y su práctica política legitimidades que provienen de su indudable carisma personal, la trayectoria política (de su familia de origen y de su marido, el ex-presidente Luis Alberto Lacalle), su capacidad y nivel de comunicación, legitimidades que provienen de su gestión como primera dama al frente de Acción Solidaria, y también sin duda, legitimidades conferidas por la propia estructura del Herrerismo y del Partido Nacional que han contribuido al desempeño electoral de la candidata. Tal vez es uno de los pocos casos donde se reúnen tantas variables juntas, que dan como resultado esas experiencias innovadoras en la previsible superficie de la competencia electoral en Uruguay.
Las percepciones de algunas mujeres políticas.
Es nuestro propósito ir incorporando al análisis de la campaña la percepción que las propias mujeres políticas tienen del clima de la competencia electoral y de las oportunidades de desempeño exitoso dentro de sus partidos. Apenas hemos iniciado una indagatoria con este objetivo, pero nos parece interesante señalar algunos elementos que parecen comunes a las mujeres de distintos partidos que hemos entrevistado y que dejamos planteados como interrogantes para futuras reflexiones:
- la centralización de la política evidenciada en este período restringe las oportunidades de competencia exitosa de las mujeres, tanto al interior de sus partidos como en el escenario de competencia interpartidario;
- las llamadas «listas grandes» cierran el paso a nuevos liderazgos emergentes (mujeres en particular, y también liderazgos masculinos),
- la personalización de la campaña hace muy difícil la construcción de liderazgos no tradicionales, aunque en algunos casos hay que reconocer la importancia de protagonismos carismáticos como el de Julia Pou, que logra articular componentes de variado tipo,
- la competencia por los cargos, ante la eliminación de la ley de lemas para diputados, es más cruel que antes. Esto afecta más las probabilidades de las mujeres de ser electas o propuestas.
la segunda vuelta puede constituir una oportunidad para incorporar temas de la agenda de género en la campaña, operando como factor aglutinador de electorados diferentes. Por ahora, la necesidad de los candidatos es de diferenciación y el tema de género no es un tema central en el reclutamiento de las elecciones de octubre.