Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº28, en 1998. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.

Que transforman lo eterno en cotidiano
que conviven sin miedo con la muerte
que luchan cuerpo a cuerpo con la suerte hasta lograr que coma dulcemente de sus manos.

Aunque la imagen que identifica al 68 es la del militante radical, la vida apacible y amablemente indiferente de otros jóvenes seguía su curso. Sonia, mi amiga de la infancia, se preparaba para casarse ese año.

¿Cuáles eran tus preocupaciones más importantes en 1968? (Si es que te acordás de la prehistoria.)

Mi centro de preocupación era, ya sé que te vas a reír, el príncipe azul. El ideal era casarme con aquel príncipe y tener el bebé. Me iba a realizar cuando tuviera mi bebé. Era un ideal de cuentos de hadas. Mis compañeras de estudios, mis amigas, estaban en otra ¿estaban en otra? creo que yo ni siquiera lo sabía. A mí me importaba que ellas escucharan mi historia de Susanita.

¿Y cómo era vivir el 68 fuera del mundo?

No, pero yo no vivía fuera del mundo, vivía en mi mundo.

Sí, yo también vivía en mi mundo pero el mío incorporaba lo que pasaba en el país y en otros países.

Un día paró un camión militar frente a mi casa y vi que se llevaban tu colchón, el colchón de mi amiga del alma.

No m’hija, entreverás todo, eso fue en 1972, pero estamos hablando del 68.

Ah, fue en el 72. En el 68 mi amiga se quedó con mi ramo de novia. Me casé en el 68. Y yo me perdí… me perdí en mi vestido de novia, en el tamaño que tendría la cola, en cómo iba a ser la fiesta de la princesa. Y después me perdí en mi panza…

¿Y no te importaba estudiar?

¡Para qué iba a estudiar! Yo sabía todo lo necesario, hasta sabía tocar el piano, coser, bordar y ¿cómo era? las medias para..

Por suerte no bordaste medias para el general.

No sabía que existían los generales. En mi mundo no había generales ni milicos, no sé si había ley.

¿Estudiabas?

Dejé de estudiar el mismo año en que me casé. Nunca me dijiste que estabas en cosas políticas. ¿Sería para protegerme? Y a mí ni se me ocurría pensar en eso.

I.T

Sonia Merletti, es psicóloga, tiene un hijo y dos nietas. Actualmente trabaja en la Cátedra de Rehabilitación Facial de la Facultad de Odontología.

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