Este artículo fue publicado en la revista Cotidiano Mujer Nº25, en 1997. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.
En el mes de junio pasado, invitada por Cinemateca Uruguaya y por el Instituto Goethe, la cineasta alemana Jutta Brückner visitó Montevideo para presentar en Sala Cinemateca una retrospectiva de su obra. Nacida en Düsseldorf, en los años de la culposa Alemania de posguerra integró el movimiento feminista de su pais enraizado en las protestas estudiantiles de mayo del ’68. Pertenece al grupo de alemanas que comenzaron a hacer cine a mediados de los ’70 con una mirada diferente a la de los directores masculinos, junto a Helke Sanders, Helga Sanders- Brahms, Margarette von Trotta y Doris Dorrie entre otras. Jutta vive actualmente en Berlín, habiendo hecho estudios de Ciencias Políticas, Filosofía e Historia; es profesora de Ciencia Cinematográfica en la Escuela Superior de Arte de Berlín y ha dirigido hasta hoy ocho películas.
Un pequeño milagro alemán
Reunidas en Cotidiano junto a un grupo de hombres y mujeres vinculados al cine conversamos durante tres horas sin pausa con esta mujer – feminista, progresista y cineasta – que además de responder muy puntualmente a las preguntas que se le formularon, nos transmitió la alegría de quien encontró en la fórmula de poder conformar su vida, como ella lo deseó.
«A comienzos del movimiento feminista en Alemania, existió el intento, el deseo, de expresarse feministamente en todas las artes. El hecho de que precisamente fuera en Alemania donde hubiera llegado este movimiento de mujeres cineastas tiene un trasfondo muy concreto», comenzó diciendo J.B. La producción del cine alemán a fines de los años ‘60 estaba en una situación desastrosa, y empezó a sentirse que «el cine de papá» había muerto. Fue entonces que una generación tomó la posta y en ella las feministas marcaron su identidad.Los hombres de esa nueva generación de cineastas se preguntaban ¿cuál es nuestra posición respecto a la historia alemana? pero las mujeres cineastas se preguntaron ¿cómo es la situación de la mujer dentro de la historia alemana?, era una producción de género.
Y así comenzó a producirse el cine feminista alemán. Se agregaron algunas cosas más para poder hacer posible este pequeño milagro del cine de la mujer en Alemania. Una de ellas fue la creación de una especie de subdepartamento de cine para la mujer. Ya en aquella época existía el sistema de subvención al cine, y esto fue muy importante para las mujeres, era una subvención del estado, a nivel central y federal. Hubo también una subvención especial para la primer película de un autor. En la televisión estatal había un espacio que se llamaba y se llama la Pequeña Película de la Televisión. Lo que le interesaba a este departamento era producir películas, y dejaba todos los derechos al autor. «Esto es lo mejor que le podía pasar al cine alemán, que la televisión ayudara para que películas pequeñas e interesantes pudieran ser exhibidas». Una de las posibles explicaciones dentro del contexto político y cultural de la épocapara que la TV alemana impulsara el cine de autor, sería la tendencia de los alemanes a la pedagogíay la televisión,comenta Jutta.«que todos pagábamos a través de los impuestos- tenía la tarea de educar y enseñar.» Los autoresdesarrollaron la capacidad de rodar películas con presupuestos muy bajos en comparación con los europeos y se convirtió en una especialidad alemana el que productor, director y guionista fueran una misma persona.
Hoy en dia es el canal Arte, emitido en alemán y francés el que da esos espacios. Por otro lado sigue existiendo el programa de la pequeña película para la televisión, aunque con algunos cambios, por ejemplo se exhibe a la una de la noche…
¿Adonde le giro el dinero?
Jutta Brückner nos cuenta cómo hizo su primer película: tenía el tema desde hacía tiempo, escribió un texto de tres páginas, lo envió a todos los canales de TV y esperó respuesta un tanto desconfiada porque nadie la conocía. Con gran asombro, el director del canal de las pequeñas producciones fue a su casa a ver si realmente existía ese ser desconocido y a preguntarle adonde le giraba el dinero, porque su película había sido seleccionada. «Esas cosas ocurren en Alemania», dice riendo la directora. El dinero era poco pero debía alcanzarle, debía ser ella su propia productora y hacer de siete oficios. «Así se aprende a pensar en formas estéticas que sean baratas. Y así se llegó a decir que el cine alemán tenía demasiada fantasía y poco dinero. No era malo eso». Sin embargo había un desfasaje, las películas alemanas que eran muy apreciadas en el exterior, estaban en todos los Festivales y tenían mucho éxito, provocaban batallas campales en su propio pais. «Eso tiene que ver con el clásico odio alemán a sí mismo: lo que es alemán no puede ser bueno, y eso se mezcla, con el sentimiento de grandiosidad alemana de que todo lo que es alemán debe ser bueno», señala Jutta.
El budín europeo
Hoy en dia existe una subvención a nivel europeo, pero esto es algo muy delicado porque hay que cumplir con condiciones de diferente tipo, lo que se presta a discusiones. Y hay muchas películas que son una especie de «eurobudín». «Por ahora todavía soy optimista, la película que estoy rodando es la primera que está entrando en este engranaje europeo, es una coproducción entre Alemania, Suecia, Finlandia y Dinamarca, y es muy lógico, es una película sobre Brecht, y Brecht viajó por todos estos lugares». En su caso nadie intentó ejercer influencia sobre forma o contenido de lo que quería hacer, pero se sabe de colegas a los que les va distinto. «Yo suelo ser terriblemente crítica con respecto a este cine de coproducciones, porque a menudo no representan a nada ni a nadie.» También lo es respecto al feminismo en Alemania.
El cinco por ciento
«El feminismo en nuestro país ya no está prácticamente en las calles, se ha retirado a las Universidades, y allí hace cosas fantásticas. Todo lo que están investigando mujeres altamente calificadas en las ciencias, por ejemplo, es impresionante. Sólo que eso lo entiende sólo un 5% de la sociedad. Lo entienden sólo las que han hecho toda la carrera en la Universidad y quieren quedarse en ella. Ahí hay un tesoro y en algún momento este tesoro va a volver a ser utilizado… seguramente por la próxima generación», afirma optimista Brückner. Se asombra y se alegra que en Uruguay haya un grupo que se defina feminista. Parece que en Europa la mayoría de las mujeres están cansadas de feminismo o directamente en contra, aunque agrega,«cosechan lo que la primera generación plantó…las mujeres jóvenes -con pocas excepciones- no quieren identificarse con la palabra feminismo, eso no quiere decir que sean tontas o superficiales, son muy inteligentes y aunque no quieran llevar la etiqueta, viven su vida feministamente».
Considera que su generación vivía el concepto de emancipación como unido al de felicidad y hoy tienen claro que la emancipación no incluye la felicidad, bastante que signifique poder conformar la vida como se la desea. Aunque ahora el feminismo esté reducido a la Universidad, a la investigación teórica, aunque no haya más mujeres en la calle y no haya más movimiento, tal vez sí sea posible encontrar – aun desde los propios hombres- otro tipo de análisis en las cosas que se hacen, más cuidado, con más atención al tema. «Antes, las mujeres, cuando estábamos en la calle teníamos necesidad de consignas, de reducir las verdades a blanco/negro, y las preguntas y las repuestas eran muy simples. La mujer, el hombre. Era una posición política muy cerrada, entendida como dos géneros».
Brecht, el padre
Jutta ilustra su proceso feminista con su propia experiencia. «En mis primeras siete películas me interesé sólo por las mujeres, nunca se me hubiera ocurrido hacer una película sobre un hombre, sólo me animé a acercarme a Brecht a través de la mujer. Si se quiere decir en forma teórica, se podría decir que desde el punto de vista autobiográfico, en estas primeras películas me enfrenté solamente con la madre, no sólo con la mujer real, conla madre real, sino con la posición de madre».
Esta mujer que se considera una teórica dentro del movimiento afirma: «Los cineastas odian la teoría, creo que soy la única que no la odia, tengo una formación teórica muy grande, pero sé también muy bien cuan grande es la diferencia entre la teoría y la práctica y se lo difícil que se hace pasar de lo uno a lo otro, no se puede filmar una teoría, puede demorar muchos años el decantarla.En la película que estoy haciendo sobre Brecht, por primera vez me enfrento al padre, al padre en el sentido de la cultura, de la cual a una como mujer la echan y a la que como mujer artista se ingresa con mucho esfuerzo. En este sentido los conceptos sexo y género me han influenciado mucho con el correr del tiempo. Brecht ha sido descrito prácticamente sólo por hombres, sólo una o dos mujeres han escrito sobre él, y hubo muchas ambigüedades en sus libros. Todas vieron que Brecht con respecto a las mujeres era un explotador, pero todas caían en la magia de sus poemas de amor. Mi tarea en esta trilogía de Brecht (después de ¿Ama usted a Brecht?Jutta prepara dos películas más sobre el autor) fue mostrarlo desde mi costado femenino».
Se compara el «caso Brecht», en relación con las mujeres con los de Marx y Freud y Jutta nos hace reir con su ironía:«Brecht, que pasa toda su obra hablando sobre la economía de la carencia hubiese tenido que entender que en su hogar, viviendo con tres mujeres al mismo tiempo, estaba practicando una economía de exceso; ésta es una gran contradicción que él mismo pudo tematizar». Al final de su vida este hombre cuya imagen dio la vuelta al mundo con su pelo cortito y sus lentes redondos escribió esta frase lapidaria: «Hay mujeres que luchan toda la vida, éstas son imprescindibles».
Dos confesiones y una pasión
Dos preguntas finales permitieron que Jutta Brückner en la plenitud de su tarea creativa responda con mucha honestidad – y humor porqué no – sobre dos opiniones personales. Una fue qué pensaban las feministas de la época radical, de los setenta, de Marlène Dietrich que hacía roles nada feministas: «fue un hecho muy significativo, cuando empezamos con el movimiento feminista íbamos a un cine que los miércoles pasaba películas de mujeres a las 8 de la noche, pasaba «las» que teníamos que ver. Pero más tarde, en el trasnoche, muchas de nosotras veíamos los filmes que no debían ser vistos, los de Marlène Dietrich, no debían ser vistos, no eran feministamente correctos, no teníamos derecho a que nos gustaran. Pero eso fue al principio, luego fue otra cosa». La otra pregunta fue sobre la discutida Leni Riefenstahl, la realizadora alemana, comprometida con el régimen nazi a través de sus macro-películas magnificando las obras del III Reich. ¿Es una buena realizadora? Jutta se toma su tiempo, alarga el si como con ganas de que no salga de su boca y finalmente dice «Sí, es verdad que es una buena realizadora, pero tambiénes verdad que con los medios que tenía a su disposición, tantos como los que hoy dispone Spielberg, trabajando con un equipo de 400 personas, grúas, etc. haciendo todas las pruebas que quisiera… se puede trabajar de manera fantástica. Tenía tiempo, dinero y poder. También creo sabía muy bien lo que estaba haciendo». Y finalmente la pasión: «Mi ídolo es Tabucchi con «El espejo», pero reconozco que él también tuvo los medios para hacer hasta nueve versiones, y trabajó años en ese filme, hasta que en la novena dijo: OK. Si alguien tuviera esos medios…».
La próxima película de esta directora no va a ser barata tampoco, está montando un documental nuevamente sobre Brecht, con un presupuesto alto, a propósito de los 100 años del nacimiento del escritor y una película de ficción también sobre el inagotable Brecht. Lo que parecía inagotable esa mañana de junio fue la riqueza de esa charla compartida con esta alemana lúcida, cálida, honesta y exigente que nos proporcionó una mirada de gran angular de su pais, su cine, sus mujeres.
Elena Fonseca
Filmografía:
1975 – Cría fama y échate a dormir; 1977 – Una muchacha absolutamente abandonada; 1980 – Años de hambre; 1980 – Aprender a andar; 1983 – Raíces aéreas; 1984 – Amor colosal; 1988 – Una mirada y estalla el amor; 1993 – ¿Ama usted a Brecht?
El cine es cosa de mujeres
EUNICE GUTMAN
Eunice visitó Montevideo en el mes de julio, brasilera con estudios en Ciencias Sociales en su pais y egresada del Instituto Superior de Artes, Espectáculos y Técnicas de Difusión de Bruselas, Bélgica. Ha filmado un mayoría de videos y documentales y tiene en su haber varios premios internacionales. Conversamos con ella en esa oportunidad y nos contó qué la movía y la conmovía.
Le gustó el cine por ser un trabajo colectivo, en contacto con la gente. Aprendió la técnica en el INSAS, en Bruselas, pero prefirió volver a Brasil cuando políticamente pudo hacerlo. «Uno hace un filme porque quiere decir algo, mostrar su identidad, en el fondo todo esto es la misma historia que la voluntad de transformar el mundo porque crees que puede ser mejor» afirma Eunice.
De su video «Amores da Rua», un documental sobre la prostitución en Rio de Janeiro, nos dice: «lo más importante fue transmitir un discurso político, no abordé la práctica diaria de la prostitución, la proximidad con las drogas, por ej., preferí hablar de la vida de ellas más que de ser o no ser prostituta, a qué lleva eso y qué puede hacer de su propia vida. Hablar de la prostitución fue muy difícil, era una experiencia que yo no había vivido. Me dio mucho trabajo comprender que también era una opción». El hecho de participar en el movimiento feminista le dio ganas de contar las diferentes formas que tienen las mujeres de vivir.Después de transitar por temas como la alfabetización de una mujer de 77 años, los problemas de las empleadas domésticas venidas del campo, las mujeres políticas o la religiosidad, Eunice piensa hacer una comedia y es la productora de un largometraje que se llamará «Cielo de Añil», por el color azul del cielo de Rio. Afirma que, aunque no es fácil, puede vivir de su trabajo siempre apoyándose en otras áreas como la de los comerciales para la TV. «El camino que elegí es muy difícil porque no es seguro, y aunque sepas que lo que hiciste es bueno – y eso da mucho placer – puede no ser un éxito de taquilla…es un camino difícil».
Los recuerdos de infancia de Eunice están divididos entre un padre polaco y judío que escapó al exterminio de su familia en Polonia y de su madre, maestra, también escapada del deterioro de una familia de cultivadores de azúcar en el Nordeste brasilero, «de alguna manera mis padres tenían en común – a pesar de venir de orígenes tan diferentes – el que los dos habían dejado sus raíces, no tenían familia alrededor y querían algo diferente a lo que habían dejado». El padre murió cuando tenía 12 años y de su adolescencia recuerda con vivacidad las diferencias a favor del hermano varón, un colegio de monjas donde todo estaba prohibido, hasta recalar, luego de recibirse de maestra, en la fermental Universidad de los ’60.«Allí conocí gente que me cambió la vida, gente que hablaba de un mundo nuevo. Luego elexilio en Polonia. Y allí la gran desilusión: «habían prometido transformar el mundo, pero yo veia que las relaciones familiares seguían iguales, el socialismo soviético me desilusionó en el sentido de que no era importante la vida personal, me fui de Polonia y del partido y empezé a estudiar historia del arte». De todo eso y mucho más hablamos con esta apasionada mujer de carcajada franca y contagiosa.
Elena Fonseca