«El arquetipo de la PUTA se utiliza para CONTROLAR socialmente a las mujeres»

Este artículo fue publicado en el Cuaderno Nº9 de Cotidiano Mujer, en 2014. Puede encontrar todas las revistas aquí y los posteriores cuadernos aquí.

ENTREVISTA A JUNE FERNÁNDEZ

Marta González

La periodista vasca June Fernández se  asomó a la pantalla de la computadora en Managua, donde reside  actualmente,  para charlar con Cotidiano Mujer. June es  especialista en temas de género y diversidad sexual, espacios que ha trabajado como periodista desde que comenzara su trayectoria profesional en el diario español El País. Dirige la revista digital feminista Pikara Magazine, un proyecto que nació en 2010 y que ha llegado a las  100.000 visitas mensuales. En este tiempo se ha convertido en un medio digital de referencia en el periodismo con perspectiva de género donde mujeres y hombres participan desde ámbitos muy diversos.

Trabaja como asesora de comunicación para asociaciones de mujeres y proyectos institucionales a favor de la igualdad.

Es cofundadora de la Red Vasca de Periodistas con Visión de Género Kazetarion Berdinsarea e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género. Participa como activista en el movimiento feminista vasco y en SOS Racismo-Bizkaia.

En primer lugar, ¿cómo deberían tratarse en los medios de comunicación los casos de abuso sexual a  mujeres? 

Un aspecto esencial a tener en cuenta es que cuando se informe sobre algún tipo de violencia contra las mujeres, se haga de una forma en la que la ciudadanía entienda que esto es todo un problema social con múltiples caras y que todas ellas están interrelacionadas. Considero que  no se dan claves que permitan entender que el hecho de una violación en grupo o de un asesinato de una mujer no son sucesos aislados  sino que forman  parte de un proceso social más amplio.

Otro tema que me parece importante es cuidar qué representaciones se hacen de la víctima y del agresor. Respecto al agresor, veo que suele haber cierta tendencia a buscar otras explicaciones de porqué un hombre asesina o porqué un hombre viola. Entonces dependiendo de si ese hombre tiene poder o no, el tipo de justificación será diferente. Si es un hombre con prestigio, con poder, lo que he encontrado es que muchas veces se justifica el abuso porque estaba borracho, porque se había drogado, que la mujer lo provocó, e incluso se pone mucho énfasis en el prestigio del hombre como para salvar su reputación.

También es imprescindible contactar a personas expertas, si hablas con el político de turno que tiene una visión estereotipada de cómo se tiene que comportar una mujer, o fuentes con componentes muy moralistas, tendremos este tipo de relatos. Es interesante contrastar con la consulta a  fuentes con una sensibilidad feminista que  en seguida nos darán las claves de que aquí el problema no es si decide o no tener una relación sexual o quitarse la ropa, sino el problema es cómo se construye la masculinidad hegemónica y la sexualidad masculina heterosexual.

Aunque se han dado pasos en la identificación de la violencia doméstica ¿qué tipo de violencias contra las mujeres  crees que están más invisibilizadas?

En general, los medios de comunicación tienen una agenda que entiende de una forma muy limitada lo que es violencia y lo que no. Por tanto, todas las violencias cotidianas que vivimos las mujeres por lo general no se consideran noticia. Es difícil encontrar contenidos sobre acoso callejero, por ejemplo, sobre violencia simbólica o relaciones sexuales no consentidas fuera del imaginario de la violación clásica con violencia.

El reto está en mostrar que hay violencias cotidianas que pasan desapercibidas. Si entendemos que la violencia machista es solo la que se da en la pareja es muy difícil comprender por qué hablamos de una violencia estructural. Tenemos que relacionarla con que a las mujeres nos acosan en el trabajo, en la calle, en el transporte público, en la discoteca, nos acosa nuestro novio, nuestro padrastro… Es importante hacer un esfuerzo por mostrar que todas esas violencias forman parte de lo mismo.

A mí me llama la atención los casos de imágenes que se difunden por WhatsApp. Un ejemplo reciente  fue la difusión  de unas fotografías de una chica en una discoteca en el País Vasco sin ropa interior. A  la hora de abordar ese tema no se explicitó que su difusión representa otra forma de violencia machista contra esa mujer a través de los medios virtuales.

Con respecto a este asunto, ¿cómo cree que influyen estas dinámicas de intercambio de imágenes con contenido sexual en la reproducción de estereotipos?

Es un tema que quiero abordar a través de dos casos mediáticos que sucedieron en el País Vasco. Uno el que mencioné anteriormente  de una chica que bailaba en una discoteca sin ropa interior, y otro un escándalo en una universidad donde se levantaron una serie de vídeos eróticos de estudiantes.  Para hablar de estos temas es necesario  buscar fuentes expertas. Además se tiende a llamar al alarmismo y a decir a las chicas “tened cuidado,  porque si vas sin ropa interior te van a sacar fotos y va a ser viral”, “ que si mandas una foto desnuda a tu novio, puede ser que se la pase a sus amigos…” Hay una pauta marcada de generar alarma social y de decir a las chicas que dejen de hacer cosas.

Debido a esto, desde Pikara hicimos un reportaje llamado “Misoginia por WhatsApp“, que hablaba de estos dos casos. Para ello, consultamos a una psicóloga especialista en violencia con jóvenes, que hablaba de la responsabilidad de quien comparte la foto, quien la difunde quien se ríe de ello… Y hablamos también con Miguel Vagalume, activista  de la corriente del Sex Positive Movement, que pone el foco en las sexualidades alternativas. En este caso él plantea que lo malo no es compartir contenidos eróticos con tu gente, sino no tener cuidado con cómo lo haces, recomendaba que si se te ve el culo que no se te vea la cara, y de esa forma no se dice que no lo hagas, ni que limites la vida sexual, sino que se da una clave práctica. Se van a seguir mandando fotos desnudas o vídeos eróticos porque forma parte de la cultura sexual del siglo XXI. Hay que dejarse de prejuicios morales  y desde los medios hacer un periodismo útil. Necesitamos en el periodismo que alguna experta o experto  en estudios de género nos explique esto. Que aún hoy la sexualidad de las mujeres es motivo de burla, de escarnio público y de vergüenza social  y que la sexualidad de los hombres no va a estar sometida a los mismos parámetros.

Esto se observa precisamente cuando saltan a la luz casos de este tipo  donde se expone el cuerpo de la mujer, o aparecen actitudes relacionadas con la sexualidad masculina y femenina.

Nosotras hablamos de “putafobia”, de cómo el arquetipo de la puta se utiliza para controlar socialmente a las mujeres. Hace falta la imagen de lo que es la mala mujer y lo que te va a pasar si te sales de lo que se presupone de la buena mujer. Si te acuestas con muchos hombres y un día te violan ya no vas a ser inocente porque se te pondrá en tela de juicio por tu promiscuidad. Ocurrió con un caso en España de una chica violada y asesinada por un psiquiatra conocido, y en el juicio se le preguntó a la madre de la chica asesinada sobre la vida sexual de su hija y si era o no promiscua.

También está instalada la idea de que cuando haces una cosa como mujer que pone su cuerpo en público luego no tienes derecho a detener esa situación. Si te quitas la camiseta, lo que ocurra a partir de ahí ya no tienes control sobre ello. Y lo mismo con el tema del sexo. Si empiezas a tener relaciones con un hombre, no lo vas a poder parar y vas a tener que hacer lo que él quiera. Hay que buscar las vías para explicar que una relación sexual tiene que ser consensuada y  que en cualquier momento que una de las dos personas se sienta incómoda tiene derecho a decir basta.

Otra cosa que hay que desmontar en los medios es la naturalización de la violencia hacia las mujeres, de tal modo que se deje de pensar, por ejemplo, que si te metes en el baño con tres hombres, te van a violar. Se ve como natural que está en la esencia del hombre violarnos y somos nosotras las que nos tenemos que proteger no haciendo cosas, porque es su instinto.

Para desmontar estos argumentosserían necesarias múltiples alianzas, ¿qué rol ocupan  los varones en este escenario?

Flaco favor se hace a los hombres al marcarlos como personas que no pueden controlar sus impulsos. Que son unos salvajes en potencia. Creo que es importante recoger en los medios de comunicación aportaciones de hombres que deslegitimen las conductas machistas. Que se vea que la violencia machista no es un problema de las mujeres, sino precisamente de los hombres machistas y dar referentes para que vean que hay hombres que se desmarcan de estas actitudes.

No se trata solo de hablar en plataformas feministas, sino que tienen que deslegitimar actitudes en su propio contexto. Así como en los medios de comunicación cada vez hay más referentes de mujeres que rompen con los roles tradicionales de género, necesitamos hombres que planten cara a la violencia machista, no desde el arquetipo del héroe que va a salvar a la mujer, sino simplemente desde el hombre que como ciudadano alza su voz. Está bien invitar a los hombres a hacer ejercicios como por ejemplo preguntar a su pareja, su hija o  su hermana si alguna vez les ha pasado, para darnos cuenta de que son violencias silenciadas pero que son muy frecuentes y que están a la orden del día. 

 

En relación al tema del abuso en relaciones en un primer momento consentidas y  que trataste en profundidad en el reportaje “Yo quería sexo pero no así”,  ¿cómo reconocer e informar de estos casos? 

Por una parte,  hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos la mujer no identifica que eso ha sido una agresión. Y no lo identifica porque se siente responsable. Además el estigma de la víctima es muy fuerte. Asumir que te ha ocurrido o que tu novio te maltrata implica una fase previa de negación porque de alguna forma sentimos que a nosotras no nos van a pasar estas cosas. Las víctimas solo son las mujeres pobres, las mujeres tradicionales. Con esos imaginarios una se siente libre, y piensa que tiene todas las herramientas y que nunca será víctima.

En este marco, es importante mostrar imaginarios de víctimas que no se victimicen, que digan: ”Sí, he sufrido una violación, pero eso no me convierte en una tonta, sino en  una mujer que ha enfrentado una violencia porque vive en un sistema violento contra las mujeres”. Lo importante es dar herramientas para saber que podemos responder y no nos tenemos que resignar, ni quedarnos recluidas en la condición de víctimas. Es imprescindible hablar del tema y dar claves de lo que es una violación. Que hay más violaciones de las que ocurren en la calle por parte de un desconocido. Las mujeres sienten vergüenza porque saben que  la sociedad les va a juzgar, les va a decir que ellas se lo han buscado.

Ante esta respuesta social, ¿cuál es la mejor vía para denunciar?

Es importante mostrar que la denuncia penal no es la única solución para obtener reconocimiento y reparación. Si no nos sentimos fuertes para enfrentar el sistema judicial también podemos encontrar otros espacios como asociaciones de mujeres o contar la historia en un medio de comunicación feminista… Saber que hay lugares para que muchas mujeres cuenten su historia y no se reconozcan como culpables, para dejar de ser víctima y ser una luchadora,  una rebelde que lo cuenta y busca estrategias con otras mujeres para que esto deje de silenciarse.

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