Las
articulaciones, redes y campañas feministas de América Latina
y el Caribe, reunidas en Montevideo, Uruguay los días 29, 30 y
31 de Marzo de 2007 para debatir la Reforma de la ONU y una posible nueva
Agencia para las Mujeres, nos pronunciamos sobre dicho proceso.
La ampliación de la normatividad existente en derechos humanos
y ciudadanos es producto del esfuerzo de mujeres y hombres desplegados
en los diferentes espacios, conferencias, comisiones y cumbres internacionales.
Nosotras hemos sido actoras en este esfuerzo de democratizar y ampliar
los contenidos de la normatividad global. Hemos negociado, como actoras
legítimas, en los diferentes espacios de Naciones Unidas. Por ello,
el futuro de esta instancia de gobierno global nos incumbe y compromete.
Declaración
de Montevideo
Naciones
Unidas está en profunda crisis de legitimidad, entrampada en intereses
geopolíticos, económicos e ideológicos particulares
de fuerzas antidemocráticas y belicosas, paralizada por una estructura
generada hace 60 años que no corresponde a las actuales dinámicas
ni exigencias globales, ni con la multiplicidad de intereses democráticos
que ella misma, con la presión y lucha de los movimientos sociales,
ayudó a construir. Exigimos que se emprenda de inmediato la revisión
del estatus oficial del Vaticano en la ONU. Es inaceptable que mantenga
esta prerrogativa siendo una institución religiosa, no un estado.
Para
superar esta crisis, para modificar la actual correlación de fuerzas,
para eliminar las instancias y prácticas antidemocráticas
(como el derecho a veto en el Consejo de Seguridad) no es suficiente su
reforma. ¡Es necesario refundar las Naciones Unidas!
Actualmente
el debate de reforma – en el seno de la ONU- aspira a consolidar
“Una Naciones Unidas”, lo que no será posible en una
Naciones Unidas sustentada en correlaciones de fuerza con profundos desequilibrios
de poder. Queremos una organización de Naciones Unidas unificada
en su aspiración democrática y profundamente diversa en
los intereses democráticos que acoge y que explicitan las distintas
realidades sociales, económicas, culturales y sexuales en las que
transcurren las vidas de los pueblos. Pretendemos que la ONU contenga
una mirada democrática común y basada, al mismo tiempo,
en el reconocimiento de la diversidad. Y esto no está sucediendo.
Los derechos y compromisos que conquistamos en Naciones Unidas a través
de la CEDAW, Tratados, Convenciones, Cumbres y Conferencias Internacionales
han sido un piso fundamental para el avance de la agenda hacia la equidad
de género y la lucha por los derechos de las mujeres. Luchamos
en cada una de ellas por ampliar la justicia social y de género,
una de cuyas consolidaciones mayores está en la Plataforma de Acción
de Beijing. Sin embargo los gobiernos niegan o eluden su responsabilidad,
poniendo en el centro de sus compromisos las Metas del Milenio. Estas
Metas están dirigidas a la rendición de cuentas de los países
menos favorecidos, no toman en cuenta sus propias necesidades de desarrollo,
ni modifican las estructuras de poder de los países privilegiados.
Compartimos con Naciones Unidas la aspiración a un desarrollo sustentable
e inclusivo, sin embargo somos concientes que la agenda de desarrollo
a nivel multilateral ha sido sustituida por la agenda de seguridad y la
militarización. Apostamos por los derechos humanos para todos y
todas y la igualdad de personas y naciones, y en este momento vemos cómo
éstos están profundamente constreñidos por los dictámenes
y la prepotencia del Consejo de Seguridad.
Ninguna
arquitectura, ningún organismo que acoja o desarrolle la perspectiva
de género puede verse aislado de esta reforma profunda de la estructura
de Naciones Unidas. Pero esta reforma no puede pensarse sin las mujeres
y las relaciones democráticas que su inclusión conlleva.
Nos posicionamos por una institucionalidad de género con capacidad
operativa en cada país que impulse, proponga, monitoree y cuide
de la agenda de los derechos de las mujeres y garantice la necesaria transversalización
en el Sistema de las Naciones Unidas. Con un marco político democrático,
que redefina las estructuras y las relaciones de poder desconcen-trado,
que tenga paridad y que incorpore la perspectiva de género como
regla general. En igualdad de condiciones con las otras agencias. Con
recursos suficientes. Con un mandato democrático, que garantice
el fortalecimiento de las instancias regionales. Con activa relación
con la sociedad civil en lo global, en las regiones y en los países.
Nos pronunciamos a favor del fortalecimiento de una arquitectura de género
que articule el trabajo de todas las instancias existentes, con interlocución
con las esferas al más alto nivel y con capacidad de rendición
de cuentas a la propia institución, a los gobiernos y a las ciudadanías.
Cuando
hablamos de Naciones Unidas no sólo nos referimos a las estructuras
globales sino también a las estructuras regionales. A pesar que
los espacios regionales han sido espacios vivos que han dado un terreno
propicio para ampliar la normatividad regional y generar un nivel de institucionalidad
regional de género, son también espacios donde se dan las
resistencias de muchos estados para cumplir los compromisos internacionales
asumidos. De allí la importancia de fortalecer las instancias regionales
y generar mecanismos para el efectivo cumplimiento de su normatividad
por los gobiernos de los países.
Mantendremos
una articulación vigilante frente a las posiciones de nuestros
gobiernos en el debate de reforma de Naciones Unidas y estaremos en permanente
disputa por ampliar las prácticas y la institucionalidad democrática
a nivel regional, nacional y local.
En
este proceso, las alianzas con las feministas de otras regiones son fundamentales,
tanto por la riqueza que traen los diferentes posicionamientos para la
elaboración de agendas y prácticas globales más complejas,
como por la fuerza de una articulación global feminista.
La
Organización de la Naciones Unidas fue fundada para la construcción
de la armonía entre los pueblos, esta armonía no será
posible mientras la injusticia y la desigualdad definan las relaciones
entre las personas y entre los países. El reto para la construcción
de un mundo democrático es un desafío que nos involucra
a todos y todas en esta búsqueda en que estamos comprometidas.
Ni un paso atrás.
Firman:
Redes,
Articulaciones Regionales y Globales
Articulación Feminista Marcosur (AFM)
CLADEM
CAFRA
DAWN AL
Equipo de Trabajo Feminista de la GCAP- ALC
Frente Continental de Mujeres Indígenas
Iniciativa Centroamericana de Seguimiento a Beijing
IGLHRC
ICAE
ILGA
Isis Internacional
Red Latinoamericana de Católicas por el Derecho a Decidir
Red de Educación Popular Entre Mujeres de América Latina
y el Caribe REPEM
Red de Salud de Mujeres Latinoamericanas y Caribeñas RSMLAC
Red Latinoamericana Mujeres y Habitat
Red Internacional de Género y Comercio
Red de Mujeres Rurales de América Latina y el Caribe
RED-LAC
Programa Regional La Corriente de Centroamérica
Red de Mujeres Afrolatinoamericanas
Radio Feminista Internacional FIRE
Campañas
Campaña Tu Boca Contra los Fundamentalismos
Campaña 28 de Septiembre por la Despenalización del Aborto
en América Latina y el Caribe
Campaña por una Convención Latinoamericana por los Derechos
Sexuales y Reproductivos
Articulaciones
Nacionales
Articulación de Mujeres Brasileras AMB- Brasil
Articulación de Mujeres Negras-Brasil
Consorcio- México
Comisión Nacional de Seguimiento CNS – Uruguay
Organizaciones
de Mujeres Jóvenes Feministas
Karin Veloso Mazorca : Jóvenes Feministas de Sao
Paulo
Johanna Ortiz : Coordinadora Feministas Jóvenes de Chile
María Eugenia Miranda : Youth Coalition
María Goñi : Articulación de Mujeres Jóvenes
Trabajando en América Latina y el Caribe por los Derechos Humanos
y la Ciudadanía
Carolina Thiede : Programa Sub-Regional del Conosur de Mujeres Jóvenes
Feministas
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