|
El
libro “Mulheres Negras do Brasil”* rescata la trayectoria
de personajes fundamentales para la construcción de la identidad
del País. Discriminadas por ser mujeres, negras y pobres, cada
conquista estuvo acompañada de mucha lucha y persistencia. Conocer
su historia es entender la propia evolución social de Brasil, dice
Sueli Carneiro en el prólogo de este magnífico e imprescindible
documento de 496 páginas de gran formato, tanto por sus textos
como por las ilustraciones, fotos, recuperación de diarios y revistas.
Revive
la vida de las mujeres negras esclavizadas – desde las hijas de
la aristocracia africana que ostentaban títulos de nobleza - hasta
las que lucharon de mil maneras por poner fin a esa situación que
a pesar de ser “legal” nunca jamás fue aceptada. Sólo
hacia Brasil fueron traficados alrededor de cuatro millones de personas
esclavizadas, entre congos, angoleños, benguelas, caçanjes,
minas y otros individuos provenientes de los más diversos pueblos
y grupos étnicos que habitaban las villas, ciudades y regiones
del continente africano.
Las
mujeres negras que el libro trae son aquellas que de alguna manera entraron
en la historia del país, que tienen nombre. Pero ellas representan
a muchas otras, anónimas pero no menos importantes para el desarrollo
social brasileño. No solo fueron esclavizadas sino que después
de la Abolición fueron invisibilizadas por la historia oficial,
ahora por pobres y también por mujeres y negras. Este es el vacío
que el libro llena, dice Carneiro.
Hubo
rebeliones cuidadosamente ocultadas y también testimonios como
el que sigue, recuperado por los autores. Se trata de la carta escrita
por Esperança Garcia en 1770, dirigida al gobernador de la provincia
de Piauí, que se convirtió en un documento de mucho valor,
pues representa uno de los raros testimonios dejados por quien de hecho
experimentó las atrocidades del sistema esclavista. En ella Esperança
denunciaba los malos tratos que estaba sufriendo por parte del administrador
de una de las haciendas reales que fueron incorporadas a la Corona después
de la expulsión de los jesuitas. Era la Hacienda “Dos Algodões”,
en la jurisdicción de la Inspección de Nazaré, administrada
por el capitán Antônio Vieira do Couto. Esperança
vivía allí con el marido, pero fue llevada por el capitán
para ser la cocinera en la sede de la Inspección. Esta narrativa
no sólo retrata las violencias sufridas cuando escapaba para encontrar
al cónyuge, lo que le estaba prohibido, como también el
hecho de ser sometida a los ataques del patrón. “(...) no
lo puedo explicar pues soy un colchón de golpes, tanto que una
vez caí de la casa hacia abajo; por misericordia de Dios escapé(...)”.
|