Graciela
Selaimen
Rits
¿Cuáles
son los desafíos y oportunidades para la construcción efectiva
de canales de diálogo y acción entre los diferentes movimientos
sociales, para que sus luchas se fortalezcan mutuamente? Este
fue el asunto central que motivó el debate en el panel «Diálogo
entre los movimientos: romper barreras y construir puentes»,
organizado por las redes DAWN (Development Alternatives with Women
for a New Era ), AFM (Articulación Feminista Marcosur), WICEJ
(Women’s International Coalition for Economic Justice –y National
Network of Autonomous Women’s Groups). El debate fue conducido
por Cândido Grzybowski, del Ibase y por Mallika Duta, de la organización
«Breakthroug».
Participaron
como panelistas: Gina Vargas, del movimiento de mujeres de Perú,
Sunila Abeyesekere, del movimiento de mujeres de Sri Lanka, Alejandra
Sardá, del movimiento GLBT (Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales)
de América Latina, Martin Makwanna, del movimiento de los Dalits
indios, David Haslam, del movimiento de raza y etnia del Reino
Unido, Sonny Melencio y Ronit Prajapati, del movimiento de los
trabajadores y Marroja Elavarthi, del movimiento gay asiático
«Rainbow Planet».
La
conclusión principal a la que se llegó es que dentro de los propios
movimientos sociales hay que lidiar de manera más directa con
el tema del prejuicio y aprender a trabajar de forma más integrada
para superar las tensiones entre los diferentes movimientos, buscando
entender las intersecciones que existen entre todas las luchas.
Como Sunila Abeyesekere afirmó: «tenemos una serie de discriminaciones
y prejuicios unos sobre otros, y eso sucede porque miramos con
mucha facilidad a aquél al que queremos confrontar –el sistema
dominante– pero tenemos dificultad para entender como lidiamos
con estos temas en menor escala, en el ámbito privado. Precisamos
encarar nuestros juicios morales privados a la luz de una visión
política».
Entre
los desafíos a la integración y al diálogo señalados por los movimientos
presentes, se destaca la cuestión del machismo y de la lógica
patriarcal. El movimiento feminista denuncia este machismo por
parte del movimiento gay – según Gina Vargas, los homosexuales
masculinos todavía son machistas en relación al movimiento de
mujeres. Alejandra Sardá reitera la afirmación de Gina: «Existen
actitudes misóginas entre los homosexuales masculinos». La
misma denuncia se aplica a los movimientos de los trabajadores.
Para Gina Vargas, «los sindicatos tienen que reconstruirse
para reconocer el movimiento de mujeres». Sunila va más allá
y afirma que: «al contrario de todo el entendimiento acerca
de la reproducción biológica, los miembros del movimiento de los
trabajadores y sindicatos no tienen suficiente conciencia social
sobre su papel en el proceso reproductivo y sobre los derechos
de las mujeres en el ámbito privado. ¿Cuántos miembros del movimiento
de los trabajadores asumen la parte que les corresponde en los
trabajos domésticos? ¿Cuánto tiempo pasan con los hijos? ¿Cuántas
veces miran ellos a sus mujeres, madres, hermanas y las ven como
trabajadoras, en el hogar?» Además de esta cuestión, también
deben ser colocados en foco los problemas relativos a la violencia
contra las mujeres, discriminación y acosos sexuales en el ambiente
de trabajo, dice Sunila.
Los
líderes sindicales presentes en el debate, cuando fueran provocados
por Cândido Grzybowski al respecto de esta cuestión, admitieron
que existe machismo en el movimiento de trabajadores. El filipino
Sonny Melencio dice que concuerda totalmente con Gina Vargas:
«Existe un problema en cuanto a la forma en que el movimiento
de los trabajadores y los sindicatos perciben al movimiento de
mujeres. Tenemos varios proyectos para sensibilizar a los miembros
de los sindicatos y del movimiento de los trabajadores de una
manera general para la cuestión feminista: cursos sobre el origen
de la opresión contra las mujeres, campañas respecto de los derechos
de las mujeres – no apenas de las mujeres trabajadoras, sino de
todas las mujeres». Sonny cuenta que hay temas con los que
trabajan en el movimiento de mujeres que son motivo de mucha controversia
en el movimiento de los trabajadores: sexualidad, violencia, divorcio,
roles sociales. Asimismo, el sindicalista dice que a pesar de
las diferentes visiones, entiende que es necesario establecer
el puente entre los dos movimientos. «No habrá liberación social
sin la emancipación de las mujeres», afirma.
Las
intersecciones entre el movimiento de mujeres y el movimiento
de lesbianas también están marcadas por tensiones. «A mi modo
de ver, ningún movimiento social es homogéneo, existen diferentes
tendencias en todos ellos. En el movimiento de mujeres, hay quien
tenga una visión radical a respecto del tema de la sexualidad
y hay sectores más conservadores. Por otro lado, el movimiento
de lesbianas cuestiona a los sectores del movimiento de mujeres
que buscan inserción en instituciones patriarcales, sin cuestionarlas»,
dice la argentina Alejandra Sardá. Ella también resalta que
hay personas, dentro del movimiento de mujeres que piensan que
las lesbianas se mimetizan con lo masculino, sin comprender que
en verdad, ser lesbiana es tener una forma diferente de lidiar
con la femineidad. La dificultad por parte del movimiento de mujeres
para entender al grupo de los transgéneros es otro desafío señalado
por Sardá. «Los transgéneros son parte de nuestro movimiento
GLBT y nosotras nunca los dejaremos para atrás, a pesar de cualquier
alianza política».
Identidades
Sunila
Abeyesekere fue derecho al punto de la identidad, al abordar la
relación entre el movimiento de mujeres y el GBLT: «El tema
constante aquí es: ¿a qué espacio perteneces tú? Nosotras no tenemos
percepción política suficiente como para encarar esto. Yo insisto
en que la identidad sexual es una prioridad. Siempre tendemos
a reforzar nuestras identidades ya constituidas. Debemos concentrarnos
en el desafío de las necesidades sexuales individuales considerándolas
una prioridad para los movimientos sociales, administrando la
tensión entre derechos individuales y colectivos. Es necesario
conectar ambas necesidades. La supervivencia económica no es el
único motivo por el cual vivimos. Todas las personas tienen el
derecho de vivir y sentirse bien, con dignidad. Nuestra supervivencia
está directamente vinculada a nuestra identidad sexual – y esto
no puede ser tratado como un asunto secundario».
Para
los representantes de los movimientos Dalit y raciales, incorporar
los temas del movimiento de mujeres también es un desafío. El
inglés David Haslam asume que estos son movimientos machistas:
Dalits, movimiento racial, movimiento de los trabajadores. «Son
instituciones patriarcales», dice. «Son movimientos excesivamente
dominados por hombres. Resulta irónico decir eso, pero incluso
dentro de los movimientos que luchan contra la discriminación,
hay discriminación. Esto también se aplica al movimiento de mujeres,
donde la cuestión racial es un desafío. El movimiento de mujeres
continua siendo liderado por mujeres de la elite».
Haslam
cuenta que en el movimiento de los trabajadores, la cuestión racial
es comprendida más fácilmente y sus temas son apoyados. «Entretanto,
eso sucede con más frecuencia en las bases. Cuando llegamos a
los líderes de los sindicatos, ya no es tan así». Ya acerca
de las tensiones entre los movimientos raciales y el GLBT, Haslam
recuerda que para las personas no blancas, asumir la homosexualidad
es mucho más doloroso. Es un factor más de exclusión. «A pesar
de no haber mucho diálogo entre los movimientos raciales y el
GLBT, se puede percibir que existe un respeto mutuo».
En
este punto, Alejandra Sardá es enfática: «no podemos concebir
un movimiento GLBT que no sea anti–racismo, a favor de las mujeres
y de la justicia social».
Los
problemas específicos de los Dalits en la India y su inserción
como tema de debate en otros movimientos, fue abordado por Martin
Makwanna, que dijo haber Dalits involucrados con el movimiento
de mujeres, de los trabajadores, además, obviamente, de los raciales.
Sin embargo, la cuestión de la «intocabilidad» es tan grave, que
muchas veces es difícil para los Dalits participar en reuniones
de los movimientos, o ser considerados como parte de ellos.
«Quedamos confinados, aunque estemos aquí, porque creemos que
también somos parte de los otros movimientos». La discriminación
contra las mujeres entre los Dalits es una enorme barrera cultural
a ser superada, así como la discusión a respecto de la sexualidad.
«EL movimiento Dalit aún no fue capaz de crecer y comprender
las cuestiones individuales».
La
dificultad de interacción entre el movimiento Dalit y los sindicatos
fue señalada por Martin, y reconocida por Ronit Prajapati, del
movimiento de los trabajadores. «El movimiento de los trabajadores
no reconoce que existe el problema de las castas en la India»,
dice el líder Dalit. Ronit complementa: «como las castas
fueron internalizadas por los sindicatos, no se habla de la cuestión
Dalit. Solamente hace algunos años que comenzamos a reflexionar
sobre eso. Las bases de los sindicatos comienzan a preguntarse
qué hacer. Queremos incorporar sus perspectivas a nuestra lucha».
Apertura
para el Cambio
La
disposición del movimiento de los trabajadores para afinar el
diálogo con otros movimientos también aparece en el discurso del
sindicalista filipino Sonny Melencio. «Vamos a concientizar
a los sindicatos sobre estos temas que aún no son abordados. Vamos
a hacer campañas. Tenemos esta perspectiva de la posibilidad de
articulación entre todos los movimientos».
A
respecto de la posibilidad de cooperación e intersección, la moderadora
Mallika Duta afirmó que «hay temas muy concretos con los cuales
podemos trabajar en colaboración. La razón para unir fuerzas es
que en todos estos movimientos, creemos fuertemente en la igualdad,
en la justicia, en los derechos humanos. Y esto no sucede apenas
porque tenemos que luchar contra la opresión del sistema».
David Haslam lo ve de la misma manera: «el valor básico aquí,
no–negociable, es la igualdad entre todos los seres humanos».
Haslam defiende lo que llamó de política de las diferencias. «Para
aceptarnos unos a otros tenemos que ser abiertos. Y para ser abiertos
es preciso mucho coraje».
Sunila
Abeyesekere golpea la misma tecla: «precisamos de unión y de
una agenda común. Tenemos que cambiar el sistema – en este punto
llegamos a un consenso. Es en función de eso que debemos romper
las barreras y construir los puentes».