Puentes Entre Movimientos Sociales Una Ingeniería Compleja

Cotidiano Mujer Nº40

Graciela Selaimen
Rits

 

¿Cuáles son los desafíos y oportunidades para la construcción efectiva de canales de diálogo y acción entre los diferentes movimientos sociales, para que sus luchas se fortalezcan mutuamente? Este fue el asunto central que motivó el debate en el panel «Diálogo entre los movimientos: romper barreras y construir puentes», organizado por las redes DAWN (Development Alternatives with Women for a New Era ), AFM (Articulación Feminista Marcosur), WICEJ (Women’s International Coalition for Economic Justice –y National Network of Autonomous Women’s Groups). El debate fue conducido por Cândido Grzybowski, del Ibase y por Mallika Duta, de la organización «Breakthroug».

 

 

Participaron como panelistas: Gina Vargas, del movimiento de mujeres de Perú, Sunila Abeyesekere, del movimiento de mujeres de Sri Lanka, Alejandra Sardá, del movimiento GLBT (Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales) de América Latina, Martin Makwanna, del movimiento de los Dalits indios, David Haslam, del movimiento de raza y etnia del Reino Unido, Sonny Melencio y Ronit Prajapati, del movimiento de los trabajadores y Marroja Elavarthi, del movimiento gay asiático «Rainbow Planet».

 

La conclusión principal a la que se llegó es que dentro de los propios movimientos sociales hay que lidiar de manera más directa con el tema del prejuicio y aprender a trabajar de forma más integrada para superar las tensiones entre los diferentes movimientos, buscando entender las intersecciones que existen entre todas las luchas. Como Sunila Abeyesekere afirmó: «tenemos una serie de discriminaciones y prejuicios unos sobre otros, y eso sucede porque miramos con mucha facilidad a aquél al que queremos confrontar –el sistema dominante– pero tenemos dificultad para entender como lidiamos con estos temas en menor escala, en el ámbito privado. Precisamos encarar nuestros juicios morales privados a la luz de una visión política».

 

Entre los desafíos a la integración y al diálogo señalados por los movimientos presentes, se destaca la cuestión del machismo y de la lógica patriarcal. El movimiento feminista denuncia este machismo por parte del movimiento gay – según Gina Vargas, los homosexuales masculinos todavía son machistas en relación al movimiento de mujeres. Alejandra Sardá reitera la afirmación de Gina: «Existen actitudes misóginas entre los homosexuales masculinos». La misma denuncia se aplica a los movimientos de los trabajadores. Para Gina Vargas, «los sindicatos tienen que reconstruirse para reconocer el movimiento de mujeres». Sunila va más allá y afirma que: «al contrario de todo el entendimiento acerca de la reproducción biológica, los miembros del movimiento de los trabajadores y sindicatos no tienen suficiente conciencia social sobre su papel en el proceso reproductivo y sobre los derechos de las mujeres en el ámbito privado. ¿Cuántos miembros del movimiento de los trabajadores asumen la parte que les corresponde en los trabajos domésticos? ¿Cuánto tiempo pasan con los hijos? ¿Cuántas veces miran ellos a sus mujeres, madres, hermanas y las ven como trabajadoras, en el hogar?» Además de esta cuestión, también deben ser colocados en foco los problemas relativos a la violencia contra las mujeres, discriminación y acosos sexuales en el ambiente de trabajo, dice Sunila.

 

Los líderes sindicales presentes en el debate, cuando fueran provocados por Cândido Grzybowski al respecto de esta cuestión, admitieron que existe machismo en el movimiento de trabajadores. El filipino Sonny Melencio dice que concuerda totalmente con Gina Vargas: «Existe un problema en cuanto a la forma en que el movimiento de los trabajadores y los sindicatos perciben al movimiento de mujeres. Tenemos varios proyectos para sensibilizar a los miembros de los sindicatos y del movimiento de los trabajadores de una manera general para la cuestión feminista: cursos sobre el origen de la opresión contra las mujeres, campañas respecto de los derechos de las mujeres – no apenas de las mujeres trabajadoras, sino de todas las mujeres». Sonny cuenta que hay temas con los que trabajan en el movimiento de mujeres que son motivo de mucha controversia en el movimiento de los trabajadores: sexualidad, violencia, divorcio, roles sociales. Asimismo, el sindicalista dice que a pesar de las diferentes visiones, entiende que es necesario establecer el puente entre los dos movimientos. «No habrá liberación social sin la emancipación de las mujeres», afirma.

 

Las intersecciones entre el movimiento de mujeres y el movimiento de lesbianas también están marcadas por tensiones. «A mi modo de ver, ningún movimiento social es homogéneo, existen diferentes tendencias en todos ellos. En el movimiento de mujeres, hay quien tenga una visión radical a respecto del tema de la sexualidad y hay sectores más conservadores. Por otro lado, el movimiento de lesbianas cuestiona a los sectores del movimiento de mujeres que buscan inserción en instituciones patriarcales, sin cuestionarlas», dice la argentina Alejandra Sardá. Ella también resalta que hay personas, dentro del movimiento de mujeres que piensan que las lesbianas se mimetizan con lo masculino, sin comprender que en verdad, ser lesbiana es tener una forma diferente de lidiar con la femineidad. La dificultad por parte del movimiento de mujeres para entender al grupo de los transgéneros es otro desafío señalado por Sardá. «Los transgéneros son parte de nuestro movimiento GLBT y nosotras nunca los dejaremos para atrás, a pesar de cualquier alianza política».

 

 

Identidades

 

Sunila Abeyesekere fue derecho al punto de la identidad, al abordar la relación entre el movimiento de mujeres y el GBLT: «El tema constante aquí es: ¿a qué espacio perteneces tú? Nosotras no tenemos percepción política suficiente como para encarar esto. Yo insisto en que la identidad sexual es una prioridad. Siempre tendemos a reforzar nuestras identidades ya constituidas. Debemos concentrarnos en el desafío de las necesidades sexuales individuales considerándolas una prioridad para los movimientos sociales, administrando la tensión entre derechos individuales y colectivos. Es necesario conectar ambas necesidades. La supervivencia económica no es el único motivo por el cual vivimos. Todas las personas tienen el derecho de vivir y sentirse bien, con dignidad. Nuestra supervivencia está directamente vinculada a nuestra identidad sexual – y esto no puede ser tratado como un asunto secundario».

Para los representantes de los movimientos Dalit y raciales, incorporar los temas del movimiento de mujeres también es un desafío. El inglés David Haslam asume que estos son movimientos machistas: Dalits, movimiento racial, movimiento de los trabajadores. «Son instituciones patriarcales», dice. «Son movimientos excesivamente dominados por hombres. Resulta irónico decir eso, pero incluso dentro de los movimientos que luchan contra la discriminación, hay discriminación. Esto también se aplica al movimiento de mujeres, donde la cuestión racial es un desafío. El movimiento de mujeres continua siendo liderado por mujeres de la elite».

 

Haslam cuenta que en el movimiento de los trabajadores, la cuestión racial es comprendida más fácilmente y sus temas son apoyados. «Entretanto, eso sucede con más frecuencia en las bases. Cuando llegamos a los líderes de los sindicatos, ya no es tan así». Ya acerca de las tensiones entre los movimientos raciales y el GLBT, Haslam recuerda que para las personas no blancas, asumir la homosexualidad es mucho más doloroso. Es un factor más de exclusión. «A pesar de no haber mucho diálogo entre los movimientos raciales y el GLBT, se puede percibir que existe un respeto mutuo».

 

En este punto, Alejandra Sardá es enfática: «no podemos concebir un movimiento GLBT que no sea anti–racismo, a favor de las mujeres y de la justicia social».

 

Los problemas específicos de los Dalits en la India y su inserción como tema de debate en otros movimientos, fue abordado por Martin Makwanna, que dijo haber Dalits involucrados con el movimiento de mujeres, de los trabajadores, además, obviamente, de los raciales. Sin embargo, la cuestión de la «intocabilidad» es tan grave, que muchas veces es difícil para los Dalits participar en reuniones de los movimientos, o ser considerados como parte de ellos. «Quedamos confinados, aunque estemos aquí, porque creemos que también somos parte de los otros movimientos». La discriminación contra las mujeres entre los Dalits es una enorme barrera cultural a ser superada, así como la discusión a respecto de la sexualidad. «EL movimiento Dalit aún no fue capaz de crecer y comprender las cuestiones individuales».

La dificultad de interacción entre el movimiento Dalit y los sindicatos fue señalada por Martin, y reconocida por Ronit Prajapati, del movimiento de los trabajadores. «El movimiento de los trabajadores no reconoce que existe el problema de las castas en la India», dice el líder Dalit. Ronit complementa: «como las castas fueron internalizadas por los sindicatos, no se habla de la cuestión Dalit. Solamente hace algunos años que comenzamos a reflexionar sobre eso. Las bases de los sindicatos comienzan a preguntarse qué hacer. Queremos incorporar sus perspectivas a nuestra lucha».

 

 

Apertura
para el Cambio

 

La disposición del movimiento de los trabajadores para afinar el diálogo con otros movimientos también aparece en el discurso del sindicalista filipino Sonny Melencio. «Vamos a concientizar a los sindicatos sobre estos temas que aún no son abordados. Vamos a hacer campañas. Tenemos esta perspectiva de la posibilidad de articulación entre todos los movimientos».

A respecto de la posibilidad de cooperación e intersección, la moderadora Mallika Duta afirmó que «hay temas muy concretos con los cuales podemos trabajar en colaboración. La razón para unir fuerzas es que en todos estos movimientos, creemos fuertemente en la igualdad, en la justicia, en los derechos humanos. Y esto no sucede apenas porque tenemos que luchar contra la opresión del sistema». David Haslam lo ve de la misma manera: «el valor básico aquí, no–negociable, es la igualdad entre todos los seres humanos». Haslam defiende lo que llamó de política de las diferencias. «Para aceptarnos unos a otros tenemos que ser abiertos. Y para ser abiertos es preciso mucho coraje».

 

Sunila Abeyesekere golpea la misma tecla: «precisamos de unión y de una agenda común. Tenemos que cambiar el sistema – en este punto llegamos a un consenso. Es en función de eso que debemos romper las barreras y construir los puentes».