Cuando
alguien me pregunta ¿cómo puede estar usted a favor
del aborto? yo les respondo con otra pregunta, ¿ustedes
realmente creen que haya alguien que esté a favor del aborto?
No conozco a una sola mujer a la cual le guste abortar...
hasta que se ven ellas mismas en la situación de tener que abortar,
sin otra alternativa que la interrupción del embarazo. Hay quienes
creen que la solución del problema del aborto es condenar
y quienes piensan que condenar a la mujer que aborta no es solución
de nada, al contrario, tiene un efecto negativo y, entre estos últimos,
me encuentro yo.
Pero
yo sostengo que este es un falso dilema, que no existen personas
a favor o en contra del aborto. El dilema es otro, es condenar o
no condenar a la mujer que aborta, esa es la discusión.
La
otra pregunta que me hago es si es justo condenar a la mujer
que aborta y si eso es eficaz para resolver el problema del aborto,
para que no haya más abortos y cuáles son las consecuencias que
tiene condenar a la mujer que aborta.
Cuando
uno pretende condenar el aborto tendría que empezar sabiendo
por qué las mujeres se hacen un aborto. Lo primero
es por qué las mujeres se embarazan cuando no desean tener un hijo
y por qué el embarazo llega a ser tan indeseado que la mujer
opta por los sufrimientos y riesgos de un aborto. La
primera razón, en la que se piensa poco, es porque la mujer
muchas veces tiene relaciones sexuales sin su voluntad, o
no tiene poder para oponerse o porque a veces no quiere tenerlas
de esa manera.
La
otra razón es porque muchas mujeres no conocen los métodos
anticonceptivos o no tienen acceso a ellos y aun las que los conocen
tienen información equivocada, muchas veces. Incluso las que los
usan pueden quedar embarazadas porque éstos, a veces, fallan. Y,
las que quieren quedar embarazadas y se embarazan creyendo que será
posible tenerlo, cambian las circunstancias y se enfrentan
a una situación en que no tienen otra alternativa que la interrupción
del embarazo.
Pero
además de todo esto, no es justo porque solo las mujeres pobres
pagan las consecuencias de la penalización del aborto. Las mujeres
con capacidad económica se hacen tal vez más abortos que las pobres,
pero quienes mueren son estas últimas, es decir hay una enorme inequidad
en el problema del aborto.
Otra
de las preguntas es si condenar a la mujer que aborta es eficaz
para resolver el problema La condena es de dos tipos,
una legal y otra religiosa o moral. La prohibición legal no
tiene efectos sobre la cantidad de abortos, porque si fuera así,
los países con el aborto penalizado tendrían una tasa mucho más
baja que aquéllos en que es legal, y no
ocurre eso, sino todo lo contrario.
Desde
el punto de vista de la condena moral o religiosa, sabemos que el
Vaticano condena con la excomunión automática sólo en dos casos:
el aborto y el intento de asesinato al Papa y el castigo
por el aborto es mayor que el del homicidio desde el punto de vista
de la jerarquía actual de la Iglesia Católica.
Podemos
concluir entonces que condenar a las mujeres que abortan, no solo
no es justo sino que tampoco es eficaz.
La
otra pregunta es ¿qué consecuencias tiene la despenalización para
las mujeres y para la sociedad? La criminilización del aborto
lleva por lo menos a tres problemas: desvío de recursos para atender
complicaciones del aborto, problemas de esterilidad y una
mayor mortalidad materna, lo que en Uruguay ha sido denunciado recientemente
como un problema grave.
Entonces,
condenar a la mujer que aborta, no solo no es justo ni es eficaz,
sino que tiene graves consecuencias para la mujer y
para la sociedad.
¿Qué
hacer?
Estamos
de acuerdo en que no hay nadie a favor del aborto, y
también entendemos que condenar a la mujer no es la solución,
porque no es ni justo ni eficaz y tiene graves consecuencias.
¿Cómo hacemos para reducir el aborto y sus consecuencias?
Por una parte tenemos que corregir los factores que
hacen que ocurran embarazos no deseados y por otro lado tenemos
que dar protección social a la mujer que tiene un embarazo
deseado y que se encuentra sin esa protección.
Lo
primero que tenemos que hacer es luchar por una igualdad de poder
entre géneros que permita a la mujer tener capacidad de decidir
cuándo, con quién y en qué condiciones desea ejercitar
su sexualidad y eso significa simplemente educación sexual
con características apropiadas y en los momentos apropiados. El
otro elemento es facilitar el acceso a los métodos de planificación
familiar, que en Brasil, por ejemplo, al aumentar la tasa de prevalencia
de métodos anticonceptivos provocó una disminución significativa
del número de abortos.
|