Estrategias confrontadas en las Américas :
hegemonía norteamericana, fuerzas sociales y políticas contrahegemónicas

Cotidiano Mujer Nº38
Año 2002

Lilian Celiberti

  Las luchas emancipatorias no tienen una coherencia propositiva que las trasforme en un sistema de propuestas verosímil para las sociedades. En tal sentido como propone Boaventura de Sousa Santos, los grupos sociales interesados en la emancipación no pueden hoy, comenzar por defender la coherencia y eficacia de las alternativas emancipatorias sin correr el riesgo de profundizar su incoherencia y credibilidad. Es necesario recorrer un camino de debate, de confluencia de experiencias y de reconocimiento de las nuevas formas de sociabilidad, de nuevas subjetividades, de nuevas culturas políticas para poder “reinventar un mapa emancipatorio que no se convierta gradualmente en un nuevo mapa regulatorio” y reinventar una subjetividad individual y colectiva capaz de usar y querer usar ese mapa”; sería “el camino para delinear un trayecto progresista a través de una doble transición, epistemológica por un lado y societal por otro” (de Sousa Santos, 2001, p. 330).

Las propuestas emancipatorias impulsadas por los diferentes actores sociales se desarrollan al interior de relaciones de poder y sus articulaciones no se dan automáticamente. Es posible anunciarlas como un horizonte político democrático pero construirla en la práctica, supone movilizar conceptualmente las jerarquías de interpretación de los problemas a resolver para que, economía, política, poder mundial, no se contrapongan a: subjetividad, diversidad, discriminación, derechos. Al abordar los diferentes problemas parece difícil articular estas perspectivas sin establecer una jerarquía temática y éste es uno de los terrenos del debate político e intelectual del momento actual.

Desde el feminismo, se han venido acumulando importantes esfuerzos intelectuales dirigidos al estudio de los mecanismos de funcionamiento de las economías nacionales y mundial, ya que como dicen las economistas chilenas Rosalba Todaro y Regina Rodríguez "No se trata sólo de incorporar a las mujeres como un 'tema' más a investigar, sino de enriquecer los marcos teóricos y conceptuales para lograr un conocimiento más amplio y adecuado sobre el funcionamiento de la economía” (Todaro, Rodríguez 2001)2 . Estas iniciativas teóricas, no hacen más que acompañar un proceso creciente de participación social y política de las mujeres que rompe con la lógica patriarcal del poder e incorpora en la agenda social las subjetividades silenciadas de la experiencia femenina.

En la misma medida de que, como expresa Beck; “las pautas colectivas de vida, progreso y controlabilidad, pleno empleo y explotación de la naturaleza, típicas de la primera modernidad han quedado socavadas por cinco procesos interrelacionados: la globalización, la individualización, la revolución de los géneros, el subempleo y los riesgos globales (como la crisis ecológica y el colapso de los mercados financieros globales). El auténtico reto teórico y político, es el hecho de que la sociedad debe responder simultáneamente a todos estos desafíos”. ( Beck 2002, p 2).

 

Un espacio para pensar

 

Responder simultáneamente a estos retos constituye de alguna forma el camino abierto por la experiencia de convergencia de movimientos sociales en el Foro Social Mundial. Construir la tolerancia y el respeto de los diferentes intereses presentes en el FSM es una de las principales estrategias para avanzar en la formulación de alternativas y es, tal vez, lo verdaderamente nuevo que propone un espacio como el FSM. Ninguna centralización organizativa y ninguna agenda de movilizaciones podrán acortar los caminos que se deben transitar para poner en diálogo las diversas prioridades de los movimientos. Las fortalezas y debilidades que se expresan en esta iniciativa y las diferencias explícitas e implícitas que expresan las diferentes corrientes de pensamiento son parte del debate de fondo que el Foro como espacio de confluencia propone.

 

Desde mi punto de vista, el problema central de la articulación de los movimientos sociales no es organizativo, sino político y conceptual, y el desafío, como plantea Boaventura de Souza Santos “está en la capacidad de formular problemas nuevos para los cuales no existe solución, o no existe aún solución”. (2001,36)3 

 

Uno de los desafíos que tensiona los espacios de articulación es en primer lugar, el reconocimiento de cada uno/a como actor legítimo de esta búsqueda. Sería ilusorio pensar que este reconocimiento es un acto inmediato y “natural” de nuestras “aspiraciones humanistas”. El reconocimiento del otro/otra como actor/a de la construcción de un espacio democrático no está fuera de relaciones jerárquicas de poder construidas socialmente, ni de la tensión inherente a la definición del “nosotros – otros”.

La política, dice Chantal Mouffe “tiene que ver con la acción pública y la formación de identidades colectivas. Su objetivo es la creación de un 'nosotros' en un contexto de diversidad y conflicto. Pero para construir un nosotros hay que poder distinguirlo de un 'ellos'. Por esto la cuestión crucial de una política democrática no es cómo llegar a un consenso sin exclusiones o cómo crear un 'nosotros' que no tuviera un ´ellos' como correlato, sino cómo establecer esta discriminación nosotros/ellos de una manera que sea compatible con la democracia pluralista.” (Chantal Mouffe).

 

En este sentido “salvaguardar el derecho a la palabra” y el de “la libertad de los individuos y de los grupos para establecer el sentido de lo que son y de lo que quieren ser” (Melucci, 2001.57) es el aporte sustancial de este esfuerzo por constituir un escenario de actores/as que disputan el significado, las prioridades y los fines de la vida en común.

 

En segundo lugar, un espacio de confluencia que habilite la tolerancia y el desarrollo de nuevas culturas políticas depende también de la oportunidad para colocar en debate los esquemas de interpretación y significados que los diferentes actores/as otorgan a sus utopías y propuestas.

Crear una cultura del debate es una tarea de largo alcance, que comienza por el reconocimiento de los/las otros/otras como legítimos interlocutores de propuestas capaces de cuestionar o interpelar posiciones de otros. Parecería que aún nos interesa más “mostrar” o visibilizar las iniciativas o propuestas de cada una de las redes o grupos que abrir efectivamente el debate acerca de ellas. El camino del reconocimiento de los y las actoras no deja de ser un espacio de lucha abierto a desafíos y tensiones, cuya construcción no depende solo de las buenas intenciones declaradas.

La perspectiva de construcción de nuevas identidades políticas democráticas supone el reconocimiento de una “cadena de equivalencias de demandas democráticas” al decir de Mouffe. (1993, 102).

 

En tal sentido hemos avanzado poco en la perspectiva de pensar los problemas globales de la humanidad desde una nueva visión emancipatoria que integre y articule lo público y lo privado, las subjetividades y poderes, clase, raza, género, opción sexual para formular nuevas identidades políticas democratizadoras.

Intervenir en este debate, es un desafío político para las diferentes corrientes feministas, desde el punto de vista teórico, pero también desde la práctica política cotidiana.

Para Virginia Vargas “Los cambios en las subjetividades han impactado también a los feminismos y sus agendas de transformación, re incorporando a ellos las “agendas olvidadas” o debilitadas en la larga marcha hacia le fortalecimiento institucional. Agendas que buscan integrar la justicia de género con la justicia económica, recuperando al mismo tiempo la subversión cultural y la subjetividad como estrategia de transformación de más largo aliento. A esta lucha por la justicia, los feminismos comienzan a incorporar la diversidad no solo en la vida de las mujeres sino en su estrecha relación con las características multiculturales y pluriétnicas de la región que se expresan también en lo global. Estas luchas expresan dos tipos de injusticia: la injusticia socioeconómica, arraigada en las estructuras políticas y económicas de la sociedad y la injusticia cultural, o simbólica, arraigada en los patrones sociales de representación, interpretación y comunicación. Ambas injusticias cruzan a las mujeres y a muchas otras dimensiones raciales, étnicas, sexuales, geográficas. Expresadas en la desigual distribución de recursos y en la ausencia de valoración, se concretan en las luchas por redistribución y por reconocimiento. (Vargas 20025 ).

 

Un espacio de encuentro y acción de los movimientos sociales para pensar los problemas y desafíos de la organización actual del mundo, se asume un protagonismo político que amplía el escenario de quienes están convocados/as para tomar la palabra en este debate y proponer cuáles son los asuntos que motivan la búsqueda de felicidad.

¿Qué nuevos puentes entre la sociedad y sus organizaciones, las demandas y problemas, la diversidad y el reconocimiento, plantea este espacio a los sectores políticos progresistas?

¿Cómo abrir y procesar debates entre los movimientos y los partidos sin cooptaciones o exclusiones?

¿Se podrá acortar la brecha entre las ciudadanías diversas y plurales y los espacios de representación política?

¿Qué procesos de democratización de los partidos son necesarios?

 

Tanto para las diferentes corrientes feministas, como para el conjunto de los movimientos sociales estos desafíos adquieren a su vez una dimensión específica, tanto en lo organizativo como político. Sin duda los movimientos sociales tienen corrientes diversas tanto en espacios organizativos, como en intereses temáticos y políticos. Parece necesario un mayor grado de articulación entre las diferentes corrientes para no quedar atrapados/as al decir de Marta Lamas “en rivalidades absurdas” resultantes de la lógica identitaria” que confronta a activistas que podrían tener entre sí múltiples coincidencias políticas solo porque pertenecen a redes o instancias organizativas distintas y producen dislocaciones discursivas, falsas oposiciones y confrontaciones personalizadas.6 

 

Las alianzas entre las diferentes corrientes y agendas feministas podrían articularse en torno a cómo transformar el debate global sobre las alternativas en un debate de “equivalencias de demandas” y las múltiples estrategias a desplegar para enfrentar tres desafíos básicos.

¿Cómo eludir la encrucijada, en que las “urgencias de las crisis” (particularmente la financiera),

parecen colocar nuevamente en un lugar secundario las consideraciones de género y su estrecha relación con la economía?

¿ Cómo hacer de la cultura de derechos un campo de praxis política?

¿ Cómo introducir en los debates actuales la dimensión corporal y sexual de la diferencia?

 

Las agendas y los movimientos, redes y articulaciones feministas convocan al desarrollo de nuevos paradigmas, combinando lo local, lo nacional y lo global, la interconexión de múltiples agendas y la oportunidad de colocar en debate una dimensión más profunda de la justicia que integre la justicia económica, social, cultural y simbólica. Pero que también coloque en debate las formas de hacer política de los propios movimientos sociales. La democracia en una sociedad compleja, al decir de Melucci se mide por la capacidad de hacer aflorar dilemas y conflictos de donde emergen nuevos derechos.

Es en este campo de la disputa simbólica, de la libertad y los derechos donde las diversas corrientes feministas tienen aún un enorme espacio de actuación, de disputa y de “aparición” entre los movimientos sociales que se convocan al Foro Social Mundial para buscar los caminos de construcción de “otro mundo posible”.

 

Bibliografía  

- Arditi Benjamín Editor. El reverso de la diferencia. Nueva Sociedad, Caracas 2000

- Beck Ulrich, La sociedad del riesgo global. Siglo XXI de España Editores, Madrid 2002

- Cotidiano Mujer (s. f.), Programa Mujer y Democracia en el MERCOSUR: Integración Regional y Equidad de Género, Montevideo: Cotidiano Mujer.

- Dawn- REPEM, De poderes y saberes. Debates sobre reestructura política y transformación social. Memoria del II Seminario Regional. Doble Clic editoras Montevideo 2000

- Debate Feminista. Ciudadanía y Feminismo. Marta Lamas Editora, México 2001

- Jelin, Elizabeth (2001), ‘Los movimientos sociales y los actores culturales en el escenario regional: El caso Mercosur’, en Gerónimo de Sierra (comp.), Los Rostros del MERCOSUR: El Difícil Camino de lo Comercial a lo Societal, Buenos Aires: CLACSO.

- Johnson, Niki, La agenda de género en los movimientos sociales uruguayos. Cotidiano Mujer- REPEM Informe de Investigación 2001

- Melucci Alberto, Vivencia y convivencia, teoría social para una era de la información. Editorial Trotta, Madrid 2001

- Mérida Jiménez. Editor Sexualidades transgresoras: Una antología de estudios queer. Icaria, Barcelona 2002

- Mouffe Chantal. El retorno de lo político. Paidos, Barcelona 1999

- Mujeres y sustentabilidad, Intercambio y debates entre el movimiento de mujeres y el movimiento ecologista. (2001) Patricia Bravo, Katya Araujo, Sara Larraín.Chile Editoras. Chile.

- Todaro Rosalba Rodríguez Regina, editoras. El Género en la economía CEM- ISIS Ediciones de las mujeres No 32. Chile 2001

- Virginia Vargas 2002, Los nuevos derroteros de los feminismos latinoamericanos en lo global: las disputas feministas por una globalización alternativa. Documento de trabajo.

- Sanchis Norma, Editora (2001) El ALCA en debate: Una perspectiva desde las mujeres, Buenos Aires.

 

 1 Ponencia presentada en el Seminario Internacional «Estrategias confrontadas en las Américas: hegemonía norteamericana, fuerzas sociales y políticas contra-hegemónicas, en Quito, Ecuador, 28 y 29 de octubre de 2002, en el Panel: Experiencias y concepciones de las luchas emancipatorias.

2 Rosalba Todaro, Regina Rodríguez. Ampliar los límites de la economía. Ediciones de las Mujeres No. 31 Isis/CEM Chile 2001.

3 Boaventura de Sousa Santos. Para um novo senso comum: a ciencia, o direito e a política na transicao paradigmática. 3.ed- Sao Paulo, Cortez 2001

4 Chantal Mouffe. Feminismo, ciudadanía y política democrática radical. Reproducido en español por Debate Feminista. México 2001.

5 Virginia Vargas: Los nuevos derroteros de los feminismos latinoamericanos en lo global: las disputas feministas por una globalización alternativa. Documento de trabajo 2002

6 Marta Lamas. La redicalización democrática feminista. En El reverso de la diferencia. Identitadad y política.Editor: Benjamín Arditi, Nueva Sociedad 2000, Venezuela