una
historia real
Elena
Fonseca
Primera
parte, 16 de abril: desempleo, angustia... desafío
¿Qué
vamos a hacer, Juan Ángel? le dijo Myriam
Rodríguez a su esposo, al cambiar la casa de Tarariras contra 10 hectáreas en el campo. Cambiaron una
casa “con todo” en la ciudad, por
una tapera, una vivienda precaria que
tuvieron que remodelar y con un campo donde no había nada. "Realmente el momento fue tremendo, pero bueno había
que seguir adelante, ya habíamos tomado la decisión". Juan Ángel había perdido su trabajo en la Conaprole
local, Myriam tecleaba en el suyo como contadora y experta en relaciones
públicas y había que largarse al agua...como tantos otros en el Uruguay
de hoy.
Fue
una opción de toda la familia, había que buscar una alternativa de vida
y también una alternativa de
trabajo, “porque nosotros, como quien dice, no teníamos más
de qué vivir”. Casi por
casualidad, Myriam se encuentra con alguien
que le habla de la cría de unos cerdos magros con una genética
española muy buscada en nuestro país. Invierten lo que tenían en la
compra, y se lanzan a la cría intensiva de esta genética de avanzada,
primero haciendo el ciclo completo, desde la crianza artesanal y natural,
a campo, hasta la comida. “Pero los tiempos
nos fueron mostrando que los números daban en rojo; y así empezamos
a ponerles valor agregado, es
decir, fuimos inventando
cosas, aprendimos a deshuesar, después a rellenar y hoy hacemos todo".
Myriam
se preparó, hizo cursos de capacitación
para dirigir una pequeña empresa como esta y sabe de los límites entre
la inversión y el endeudamiento tan temido. “Hoy por hoy tenemos que medirnos en todo y ponernos al tanto con los precios. Tienen valor agregado,
porque desde el momento que se deshuesa, ya la mano de obra existe,
ahí está la ganancia que uno le puede sacar”.
Ganó
el primer premio en el II Concurso Latinoamericano de Emprendimientos
Económicos Exitosos liderados por Mujeres organizado por REPEM en 2001.
El premio consistió en un viaje a Guadalajara,
México para asistir a un Encuentro con las ganadoras de otros
países de la región. Ella fue la
única que trabajaba con animales y eso fue muy llamativo
"porque además los cerdos son un rubro masculino y todavía existe mucho machismo allá".
Aunque fue una experiencia maravillosa, ver qué hacen mujeres de
otros países, dijo.
Intereses
abrumadores, garantías imposibles, capitales que se esfuman
Antes
de terminar la entrevista, Myriam explicó cuáles eran, a su juicio,
las causas de las dificultades por las que pasaban los pequeños productores
rurales: “Nosotros recibimos capitales con intereses muy duros, muy
altos, ya no tenemos más rentabilidad. En el rubro
nuestro en particular, todo se compra en dólares, y se vende
en moneda nacional, por lo tanto jamás nos van a dar los números. Además
los intereses son abrumadores, imposible
llegar a cubrirlos. Lo que pasa es que los capitales que vienen
del exterior, se desvanecen acá
en Uruguay, no se sabe adonde llegan y si llegan, llegan a intereses muy altos
y la pequeña empresa es la que más sufre”.
“Yo
no soy ajena a lo que es el Uruguay
de hoy, todo es muy problemático, pero a nosotros no nos llegan los préstamos porque
no tenemos garantías. O sea el
pequeño préstamo, un pequeño capital de giro
que podía servirle al
pequeño productor, a nosotros no nos llega; vienen los
grandes capitales. Cuando estuve
en México traje materiales de lo que viven los demás países, pero en
Uruguay no tenemos ni siquiera los conocimientos de que esa plata ingresó al país. Por eso es que yo les digo a los productores, no se
queden quietos, busquen, porque el dinero en algún lado está”.
Esta
primera entrevista fue realizada
antes del feriado bancario, de los corralitos varios, de la liberalización
del dólar y de que el aumento de los casos de
depresión preocuparan a las autoridades
del Hospital Vilardebó, provocados básicamente por la falta de trabajo
y los problemas económicos. La mayor depresión psicológica de la historia del país, para un conocido politólogo.
Segunda
Parte, 17 de octubre: remate judicial, angustia, solidaridad
En
setiembre les llegó un Cedulón anunciándoles el remate judicial de las
cerdas. Lo curioso fue que lo que se ordenaba rematar, no era la propiedad
inmobiliaria, el campo o la casa, sino las chanchas, el instrumento de trabajo.
“La
verdad que fue un muy mal momento, nos incautaron nuestra fuente de
trabajo, los cerdos, para cubrir una cuenta
de los honorarios de un profesional, no era un banco ni nada por el estilo. Este señor incautó las cerdas y se las llevó por 45 días
para una mejor alimentación según él. Cuando llegaron al remate estaban en un estado crítico, deshi-dratadas,
sin agua. Para mí y para mi familia, fue muy fuerte, me valió una enfermedad, era demasiado lo
que me estaba pasando, no fue cobrarse una cuenta,
sino que fue hacer daño,
hacer una maldad, porque cuando
se quita una fuente de trabajo de un
productor que se sabe que está traba-jando en su campo, se le está sacando su fuente de trabajo”.
Y
llegó el día del remate, y empezaron
a caer amigos y no, gente que venía a solidarizarse con ellos; el lugar
fue prácticamente invadido por más de 100 personas, que se acercaron
a apoyar a los Rodríguez… “Y después pasó algo… muy bueno...hay cosas
que con palabras no se pueden expresar, lo que un
productor, como nosotros, siente cuando está rodeado de tantos
productores, como en el caso
nuestro, de tantas familias que fueron a acompañarnos en ese remate,
es algo que, como dije, con palabras no se puede expresar”.
Lo
que pasó fue lo siguiente: en el momento de comenzar el remate, la multitud
empezó a cantar el Himno Nacional, luego se hizo silencio y el martillero
iba subiendo los precios, pero nadie ofertaba por esas magníficas cerdas que, extrañamente tenían una base muy baja;
fue entonces que uno de los presentes levantó su mano hasta que el rematador bajó el martillo. El nuevo dueño de
los animales se acercó a la familia
Rodriguez y les dijo que quería que
volvieran a la Granja Don Juan
SRL, de donde nunca deberían
haber salido...
“El
agradecimiento a tanta gente de Tarariras,
a los productores de Colonia, que
me defendían a mí, a nuestra familia, no estaban defendiendo
una persona, nos estábamos defendiendo todos. Esa es la consigna, defendernos
todos. La mesa representativa
de las gremiales es así. A ese
productor y a todos los productores del departamento de Colonia, pero
en especial a esa persona... no hay con qué
pagarle, creo que con el agradecimiento que estará en el alma
y en el corazón de toda la familia”.
Fue
un gesto que se comentó en todo el país, un gesto solidario... como tantos otros en el Uruguay.
“A
veces uno piensa, volví a empezar de
cero, pero yo creo que no empecé de cero, creo que estoy en el más uno.
Porque para mí la capacitación que recibimos es algo que nadie nos puede
sacar. Y vamos a seguir trabajando en eso, ahí o en cualquier parte
del país, porque es lo que sabemos hacer”.
La
nueva etapa incluye la unión
con cinco productoras más, un
grupo de cinco familias, que reciben un
subsidio, tercerizando así la
producción. “En la campaña se vive, se puede vivir, no nos queremos
ir. Quiero decirlo públicamente,
creo que soy una privilegiada, por la
forma en que me apoyan mi esposo y mis hijos; nosotros
tenemos un fin, y es la sobrevivencia de la familia y poder vivir juntos, que esté la familia unida. El hecho de estar felices y tener cómo vivir,
ese es el fin".
Antes
de terminar esta segunda entrevista, Myriam, que ha profundizado en
el tema económico sugiere a las autoridades del gobierno que no pidan
garantías hipotecarias a las pequeñas empresas porque hoy por hoy ¿Quién
tiene una garantía hipotecaria para un banco por
1.000 dólares para insumos, por ejemplo? “Necesitamos capitales
de giro que nos den un respiro, un aire, porque estamos ahogados”.
¿Quien
le responderá a Myriam Rodríguez?