|
|
Cotidiano Mujer Nº35
Año
2001
|
¿UN
AJEDREZ POSIBLE?
¿El ALCA
y el MERCOSUR plantean nuevos dilemas a los países del Sur? ¿Cuál debería
ser la estrategia del Uruguay? ¿Dónde se discute y se define? ¿Cómo se
garantiza la transparencia de las negociaciones, la difusión de la información
y la participación de la sociedad civil y sus intereses?
Desde diferentes
miradas, el economista José Manuel Quijano, el sociólogo Gerónimo de Sierra
y el profesor Alberto Methol Ferré, junto a la economista Alma Espino
de la CNS, Álvaro Padrón de la secretaría técnica de la Coordinadora de
Centrales Sindicales, Hugo Manini Presidente de la Asociación de Cultivadores
de Arroz y Ricardo Carrere, Coordinador Internacional del Movimiento Mundial
por los Bosques, representando a los actores sociales, abordaron esas
interrogantes. Aún cuando el diálogo entre las diferentes miradas y vertientes
es aún incipiente, hubo una coincidencia entre las y los participantes
sobre la urgencia de replantearse los modelos de integración regional,
en particular del MERCOSUR.
Desde
Uruguay no ha habido proyecto para el MERCOSUR
Si hiciéramos
un balance del MERCOSUR, expresa Quijano- proyecto que acompaño entusiastamente
porque es el único que tiene por delante el Uruguay-, este balance sería
negativo, en parte por lo que hicieron los vecinos en materia de acceso,
pero también por que Uruguay ingresó al MERCOSUR y en 10 años nunca tuvo
un objetivo claro de lo que quería en ese proyecto. No hubo en estos 10
años nuevas inversiones, nuevas áreas o nuevas exportaciones no tradicionales.
Durante esta década, asociado al MERCOSUR, el país no se movió de su coeficiente
de inversión histórico ( 13 %) solo Haití nos supera con un coeficiente
más bajo. ( ...) Me pregunto entonces qué podríamos hacer en el ALCA sin
saber para qué nos sirve y qué objetivos tendríamos... Por otra parte,
no hay ninguna evidencia de que el ALCA esté arrasando a otros modelos
de integración, parecería que el propio EEUU tendría serias dificultades
para poder impulsar un proyecto de este tipo.
Construcción
política de un proyecto de integración
Para De Sierra
un punto clave en esta ausencia de proyecto que señalaba Quijano se vincula
con las diferencias discursivas entre los diferentes gobiernos que han
comandado las negociaciones y aún las diferencias manifiestas dentro de
un mismo partido de gobierno. No existe ningún proceso de integración-
ni comercial, ni económico y muchos menos político, que no haya sido paralelamente
el fruto de denodados esfuerzos de construcción política, de identidades
nacionales o supranacionales de nuevo tipo. Ningún proceso de integración
puede sostenerse si no le da rédito a sus actores. La construcción política
de un proceso de integración, supone, no la difusión de ideas vagas, sino
un verdadero proceso de articulación entre partidos, empresarios, actores
sociales y ciudadanos. En el MERCOSUR este proceso de construcción tiene
enormes falencias incluso institucionales, sin embargo, ha generado una
percepción ciudadana que va más allá de lo comercial. Por tanto, antes
de plantearse la contradicción posible entre MERCOSUR y ALCA habría que
definir sobre qué MERCOSUR se quiere construir. Con un MERCOSUR básicamente
confinado a lo comercial, pensado como una etapa de preparación para la
libertad de mercados total hacia los países desarrollados, no parece que
el ALCA aparezca como contradictorio. Para quienes piensan que el MERCOSUR
debería ser un proyecto de integración más global, un proyecto de fondos
de compensación para la equiparación de desigualdades de desarrollo y
a nivel social, se requiere pensar en proyectos de desarrollo que no sean
la simple sustitución de importaciones, pensar espacios de protección
para el fortalecimiento de las sociedades y las empresas de la región.
Déficit
democrático
Álvaro Padrón
define el interés de los sindicatos de poner en discusión en este momento
el proyecto de integración necesario. Una zona de libre comercio no es
un proceso de integración, lo cual no quiere decir que no sea deseable,;los
sindicatos estamos interesados en que la región pueda tener más acceso
al comercio internacional, a un mejor y mas justo comercio. El MERCOSUR
se planteó, desde sus inicios, avanzar hacia un mercado común. La discusión
sobre unión aduanera, coloca en debate otros temas de agenda y otros actores.
La definición de los sindicatos es apostar a un proceso de integración
que cuestiona el modelo adoptado hasta ahora por el MERCOSUR. Si el MERCOSUR
es una respuesta a la globalización, no hay globalización ni de los bienes
y productos, mucho menos de la mano de obra, ni siquiera de los servicios.
Lo que hay es una gran libertad para el flujo y la circulación de capitales
en medio de grandes restricciones para lo demás. Por tanto no existe libre
comercio. Creemos que el MERCOSUR debe ser una forma de posicionarse en
medio de esa desigualdad que es el mundo de hoy, para sumar fuerzas de
países marginados del esquema internacional de comercio intentando mejorar
su inserción internacional. No concebimos a Uruguay fuera de un entorno
de integración en la región. No tenemos ningún interés en un país cerrado,
aún cuando estamos convencidos de la necesidad de reactivar el mercado
interno. Lo que está en crisis en este momento es el modelo de integración,
no la integración, y por tanto, no creemos que el ALCA pueda ser una alternativa.
Pero sí tiene sentido negociar en el ALCA desde el MERCOSUR, un MERCOSUR
mas fuerte y consolidado que se trasforme en un sujeto internacional con
correlación de fuerzas para negociar con otros procesos.
El MERCOSUR
tiene déficit democrático, no sólo en relación a la sociedad civil. El
primer déficit se plantea en relación a los poderes clásicos del Estado,
el Parlamento y el Poder Judicial. Uno le quita certeza jurídica y el
otro esencia democrática. El sistema político no interviene en la conducción
del proceso de integración. La crisis que hoy estamos viviendo puede ser
una buena oportunidad para reabrir un debate de este tipo en el país.
¿Las
políticas comerciales admiten una lectura desde las inequidades de género?
El análisis
de género de las políticas de libre comercio y los procesos de integración
en curso, como el ALCA, han adquirido relevancia en los movimientos de
mujeres de América Latina. Particularmente por la necesidad de cuestionar
la supuesta neutralidad de género de las políticas macroeconómicas...No
obstante, no es obvio ni está comprobado que su impacto sea igual para
los países, regiones, grupos socio-económicos, y tampoco para mujeres
y hombres. Las fuertes asimetrías que enfrentan los países no parecen
superarse por la vía de la liberalización y la desregulación.
La revisión
de la literatura especializada en el tema muestra que los efectos del
comercio no son para nada concluyentes en relación a la superación de
la pobreza ni de las desigualdades sociales y económicas, por lo menos
de la manera que se han venido dando estos procesos. Para nosotras es
un compromiso de la sociedad civil y de los movimientos organizados el
contribuir a formular propuestas de alternativa de integración que se
basen en el desarrollo sustentable, equitativo y democrático. En el Uruguay
no hay estudios que nos puedan decir qué pasó en estos últimos años. Tampoco
suele haberlos para América Latina. En otras regiones del mundo hay más
estudios inculcados a los efectos del comercio, sabiendo que existen para
ello dificultades de carácter teórico y empírico muy importantes, porque
es bastante complejo diferenciar los efectos de las políticas comerciales
cuando esto forma parte de un entramado de políticas económicas que impactan
a hombres y mujeres en una sociedad concreta.
¿Es
posible alterar la lógica predominante en los acuerdos?
La democratización
de las negociaciones, en el sentido de la posibilidad de participar los
y las ciudadanas, el exigir y convertir en realidad que la información
se difunda, la inclusión de las organizaciones que defienden los intereses
de género como es el caso de las organizaciones de mujeres de manera activa,
son pasos que, obviamente, creemos son condición necesaria para alterar
esa lógica, pero que está muy lejos de ser suficiente.
Alterar esa
lógica supone colocar las preocupaciones sociales, las preocupaciones
democráticas, en el centro de esas políticas; colocarlas en la elaboración
de las estrategias nacionales y regionales, que permitan que estas estrategias
comerciales y de inversiones, se subordinen al bienestar de la población
y puedan ser elaboradas en forma más democrática.
Desde el
punto de vista de los efectos diferenciales del comercio, si esta es la
hipótesis, y sabemos que hay efectos diferenciales para países y regiones,
creemos que en lo que se refiere al género ello guarda relación con que
los beneficios de la expansión comercial pueden ser diferentes entre hombres
y mujeres, tanto como entre diferentes grupos de mujeres. Todo lo cual
tiene implicaciones para la equidad de género tanto como para los objetivos
de reducción de la pobreza. expresó Alma Espino.
|