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Cotidiano Mujer Nº35
Año
2001
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Los
desafíos de la lucha contra el racismo y el sexismo; la complicidad posible
entre mujeres blancas y negras; el posicionamiento feminista frente a
la próxima Conferencia de Naciones Unidas; el inevitable debate sobre
el racismo para un proyecto de democracia y de ciudadanía. Estos son los
temas que toca la entrevista que le hiciera Jacira Melo a Sueli Carneiro,
activista del movimiento feminista y el movimiento negro de Brasil.
Mujer
y negra
Soy una mujer
negra de 50 años. Hace más de 25 años que soy militante de la cuestión
racial y la cuestión del género. Creía antes y lo creo ahora, que estas
son las luchas más justas porque encierran contradicciones que no son
transitorias, que no son coyunturales, porque dicen respecto a estigmas
y preconceptos que atañen a la esencia del ser humano. Naciendo mujer
o negra, no es posible dejar de serlo. Podemos, en la mejor (¿o peor?)
de las hipótesis, traicionar estas dos condiciones básicas y conspirar
contra los intereses de las mujeres o traicionar el origen negro.
Feminismo
con perspectiva de raza
Sueño que
las fuerzas progresistas de este país - negras y blancas - consigan llegar
a un consenso sobre cuáles son los desafíos para la consolidación de la
democracia nacional: la distribuición de la renta, la eliminación de la
pobreza, la inclusión social. Y la cuestión racial es el punto estructurante
de todos estos desafios.
Geledés,
la organización de mujeres negras que ayudé a fundar, es una de las organizaciones
(como varias otras de mujeres negras) que nació en la segunda mitad de
los años 80 de una insuficiencia del pensar feminista sobre las contradicciones
que cercan a las mujeres negras. En el campo feminista, queríamos emprender
una crítica al feminismo occidental, que universaliza un modelo de mujer.
La idea era buscar en nuestra cultura, elementos para la constitución
de una perspectiva feminista con matriz negra africana. Una forma de decir
que para nosotras, las negras, no era imprescindible rendirle tributos
a Simone de Beauvoir. Que teníamos nuestras formas de resistencia, de
confrontar el androcentrismo. Y que nuestras diosas nos ofrecían modelos
ejemplares de resistencia y de poder.
Los
peores índices socioeconómicos
El Plan de
Acción de Santiago enfatiza de manera inequívoca que la cuestión de género
se agrava para las mujeres negras e indígenas en relación con las formas
de violencia, discriminación y falta de acceso a beneficios. Como ya es
consenso entre las feministas y conseguimos introducir en diversos
documentos internacionales , lo fundamental es que las políticas
públicas universales operen sistemáticamente con un enfoque sobre la cuestión
de género y raza. Sabemos que las mujeres negras componen el segmento
social más oprimido, discriminado y marginalizado socialmente. Eso ya
fue exhaustivamente demostrado através de indicadores sociales: las mujeres
negras están en la base de la jerarquía social y experimentan los peores
índices socioeconómicos.
¿Qué
es lo que quieren las mujeres negras?
Considerando
el caso brasilero, tenemos tres cuestiones que me parecen críticas: empleo,
educación e imaginario social. Entiendo que esos tres aspectos, de la
forma en que están siendo tratados ahora, potencializan negativamente
la cuestión de la mujer negra. Lo que vemos es, en una sociedad prácticamente
negra o mestiza, la desvalorización de la mujer negra en el imaginario
social y una hegemonía estética brutal de las mujeres blancas, sobretodo
un elogio exacerbado al biotipo ario, es decir, a las rubias. Eso produce
un impacto muy perverso, por ejemplo, en el mercado de trabajo, en el
cual, siendo mujer, cuanto más blanca mejor. El requisito "buena
apariencia" es un eufemismo que esconde la discriminación que las
"no-blancas" sufren en el mercado de trabajo.
En mi opinión,
para que se promuebe una alteración real en las condiciones de vida de
las mujeres negras brasileras, deberíamos tener como elementos esenciales:
políticas públicas, capacitación, entrenamiento laboral, incentivo a las
empresas que pratiquen una política de diversidad con énfasis en las cuestiones
de género y raza, punición efectiva para las prácticas discriminatorias
presentes en la sociedad, en especial en el mercado de trabajo, y políticas
de acción afirmativa, particularmente para el acceso a la educación universitaria.
El
protagonismo de las mujeres negras en el proceso de la Conferencia
Pienso que
la búsqueda de una intervención política calificada por parte de las mujeres
negras expresa el grado de marginalización social que ellas aun enfrentan.
Es el segmento más oprimido, más discriminado, más marginado. Esta condición
acaba por hacerlo también el sector más aguerrido, en función exactamente
de esa condición extrema a la que están sometidas.
Creo que
todo el vigor demostrado hasta ahora viene de la trágica condición de
su inserción en la sociedad brasilera. El grado de brutalidad de esa marginación
exige que tengamos un empeño absoluto para que nuestra voz sea escuchada,
nuestras reivindicaciones sean conocidas, para que nuestras demandas sean
contempladas en las recomendaciones y declaraciones de las conferencias
internacionales, especialmente en los planes de acción.
Inequívocamente,
las mujeres negras abrazaron la Conferencia Mundial Contra el Racismo
como una oportunidad de hacer avanzar sus reivindicaciones, sus pautas
específicas, y vienen asumiendo, de hecho, un protagonismo extraordinario
en ese proceso. Esperamos que sea debidamente coronado en África del Sur,
con la inclusión efectiva de todas esas preocupaciones, porque, como es
típico de la militancia femenina y feminista negra, las mujeres negras
llevan la cuestión de la mujer negra, pero también junto a esas reivindicaciones,
toda la problemática racial que envuelve al conjunto de nuestra población.
Creo que todo lo que las mujeres negras conquisten repercutirá positivamente
para el colectivo negro.
El
movimiento feminista y la Conferencia Contra el Racismo
Teniendo
como referencia la Conferencia Regional de las Américas, es decir, el
post-Chile, creo que hubo por parte del movimiento feminista mucha timidez.
Talvez se pueda hablar de un cierto desinterés, o de falta de percepción
sobre cuál sería el papel del movimiento feminista en este proceso.
De cualquier
forma, pienso que en Chile ya hubo un punto de inflexión en esa actitud.
La Articulación de Mujeres Brasileras participó de manera decisiva en
el proceso de negociación en Santiago, colocando al servicio de las mujeres
negras presentes en Chile la experiencia, la acumulación que el movimiento
feminista tiene en relación a los procesos de las conferencias.
Hay que registrar
también la participación decisiva de la Rede Feminista de Saúde para romper
el silencio sobre la cuestión de la salud y para integrar temas de interés
de la población negra en esa área. Un ejemplo fue la propuesta formulada
y aprobada con apoyo de varios otros países, para la protección del patrimonio
genético de las poblaciones discriminadas. Esa intervención de la Rede
determinó un mayor protagonismo de la OPS (Organización Panamericana de
la Salud) en la Conferencia de Chile.
La
complicidad entre blancas y negras
Hemos sido
capaces de avanzar en ese camino. En Brasil, hace más de una década, tenemos
organizaciones de mujeres negras pensando el feminismo y el racismo conjuntamente.
Actualmente, en el campo feminista, hay personas e instituciones involucradas,
ofreciendo contribuciones importantes para la cuestión de la mujer negra
en el proceso preparatorio de la Conferencia. Por ejemplo, la Rede Nacional
Feminista, que actua en el área de los derechos sexuales y reproductivos,
produjo un amplio diagnóstico dando visibilidad a inveestigadoras negras
y no negras que están profundizando sobre esos temas. La AMB produjo un
documento sobre la mujer negra brasilera, utilizando datos recientes sobre
desigualdades intragénero.
Iniciativas
como esas me dan seguridad para decir que somos capaces de crecer en esa
complicidad. Obviamente, todavía se hace necesario focalizar en el reconocimiento
de que la variable raza promueve desigualdades entre las mujeres.
Nosotras,
mujeres negras, reivindicamos de las compañeras más involucramiento, mas
compromiso y el poder disponer de la experiencia internacional acumulada
por el feminismo en la década del 90 para contribuir a esta Conferencia.
Y, además de eso, una perspectiva propia porque, insisto en decirlo, las
mujeres negras tienen mucho para beneficiarse de la experiencia del movimiento
feminista en intervenciones en el plano internacional.
Las organizaciones
de mujeres negras tienen el desafío de cumplir su protagonismo, de construir
propuestas, de hacerse presentes y ser escuchadas en el contexto de la
Conferencia. Este protagonismo nos cabe inequívocamente, pero otros sectores
también tienen un protagonismo que les es propio en todas las luchas sociales.
El movimiento feminista se posicionó por la apertura, la redemocratización
de Brasil, los derechos humanos, cuestiones ambientales y por otras luchas
que no estaban, en un primer momento, directamente relacionadas con sus
temas.
Insisto que
no se espera apenas un gesto de solidariedad del movimiento feminista
para con las mujeres negras, se espera un posicionamiento político del
movimiento en relación a las temáticas de la Conferencia. Es decir, es
un imperativo moral y también ético para el movimiento feminista, que
asuma una posición clara en relación a las cuestiones de la Conferencia
y haga una intervención política correspondiente con ese posicionamiento.
Principales
estrategias del movimiento negro a nivel internacional
Santiago
de Chile, en el 2000, fue un punto de inflexión. Los afro-descendientes
de América Latina y el Caribe emergieron como un nuevo actor político
en el contexto de la Conferencia Mundial. En Ginebra, en una reunión preparatoria,
fue posible sumar afro-descendientes de Europa, Estados Unidos y Africa,
en un foro global.
Hemos definido
un programa de acción basado en 10 puntos: la condena del tráfico transatlántico
de esclavos como crimen de lesa-humanidad; la adopción de medidas de reparación
para pueblos africanos y afrodescendientes; el reconocimiento de las bases
económicas del racismo; la adopción de políticas públicas correctivas;
de políticas de desarrollo para las comunidades ancestrales; de políticas
específicas para las mujeres africanas y afrodescendientes; la adopción
de mecanismos de combate a los nexos entre el racismo y la pobreza; de
medidas contra el racismo en el sistema penal y de reformas de los sistemas
legales; medidas contra la discriminación múltiple por orientación sexual,
raza, color y origen nacional; y la adopción de medidas contra el racismo
ambiental.
Se trata
de una cuenta nada pequeña. Los países del primer mundo, los mayores beneficiarios
del tráfico de esclavos, son los más reticentes a debatir y aprobar esos
puntos.
Un
resultado significativo
Creo que
es posible afirmar que el Movimiento Negro ya consiguió una victoria en
Brasil: es la de haber puesto en debate y decantado el mito de la democracia
racial. Si hoy hay una mayor visibilidad para la cuestión de las desigualdades
raciales en el país, si hay investigadores de renombre, institutos de
investigación gubernamentales y formadores de opinión posicionándose sobre
las desigualdades sociales es porque hace más de 25 años que tenemos un
movimiento negro trabajando duramente para visibilizar el racismo y sus
perversas consecuencias. El mito de la democracia racial no está liquidado,
pero su sustentabilidad está muy devaluada.
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