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FRAGMENTOS
DE UNA CONVERSACIÓN CON NANCY FRASER
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Cotidiano Mujer Nº34
Año
2001
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Cuando
Nancy Fraser estuvo en Montevideo, el Grupo Multidisciplinario de Estudios
de Género de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación organizó
un taller junto a Cotidiano Mujer. En este diálogo participaron feministas,
e investigadoras comprometidas con los temas de Género, y aunque parezca
extraño. Fraser apreció la posibilidad y la calidad del intercambio ya
que, "en los Estados Unidos existe una gran separación entre intelectuales
y activistas. Pienso que ustedes aquí tienen una situación mucho mejor
que la nuestra con verdadera interacción y comunicación."
SOBRE
LA UTILIDAD DE LA "TEORÍA CRÍTICA" PARA LAS MUJERES
¿Cómo
se piensa que los grupos que en la actualidad tienen un espacio subordinado,
puedan gozar de una paridad de participación?
- En la teoría
de la justicia hay dos tradiciones básicas: la que se remonta a Platón
y la otra, cuyos orígenes se encuentran en Aristóteles. La tradición de
Platón parte de un filósofo rey quien desde las alturas nos dice qué arreglos
se deben considerar justos. La tradición aristotélica apunta hacia la
democracia deliberativa y parte del concepto que solamente los ciudadanos,
en su calidad de participantes activos, pueden resolver estas cuestiones.
Evidentemente yo me ubico en la segunda tradición.
En su forma
actualizada la tradición aristotélica significa que los reclamos de justicia
son objeto de cuestionamientos, deliberaciones y discusiones públicas
en la esfera de la sociedad civil. Se trata de un proceso con muchas capas;
en primer lugar, quien reclama justicia -un movimiento social o un actor
político- debe exponer sus argumentos, por qué considera injusta la situación
existente, como por ejemplo que las relaciones económicas establecidas
no ofrezcan la posibilidad de una participación en condiciones de paridad.
Es decir, debe expresar que existe una injusticia. Como segundo paso,
debe presentar un reclamo de cambio específico, por ejemplo, un cambio
de las leyes de matrimonio que incluya el casamiento entre personas del
mismo sexo sería un paso hacia la participación en condiciones de paridad.
En una sociedad democrática estos argumentos se harán en público y habrá
argumentos en contra. Algunos dirán: no, los arreglos actuales están bien,
otros argumentarán: los cambios propuestos por ustedes ayudarán a resolver
un problema, pero crearán nuevas disparidades para otro grupo. Esto es
parte del proceso de argumentación.
Para que
estos argumentos sean justos tendría que existir una paridad de participación,
nadie debe quedar excluido de la posibilidad de participar en este debate
en la esfera pública. Pero este no es el caso, y en realidad buena parte
del debate gira justamente en torno a los mecanismos que obstaculizan
la participación. Estamos ante un círculo imposible de evitar. Pero esta
circularidad de la argumentación no está relacionada con la teoría, sino
con la realidad social. Y no hay alternativa a la presentación de los
argumentos en una forma reflexiva, a no ser que se opte por la vía de
las armas. Sin embargo, en un debate en la esfera pública existe la posibilidad
de hablar sobre las distorsiones en el debate mismo, en otras palabras,
de debatir sobre el debate.
Se puede
decir que vengo de la perspectiva de la democracia deliberativa, más precisamente
de la ética de discurso de la teoría crítica, pero insisto en las condiciones
sociales, culturales y económicas de un intercambio democrático verdadero,
más allá de lo común, en el debate sobre la democracia deliberativa. Me
parece que los teóricos de la democracia deliberativa abstraen los procesos
políticos de su contexto social, económico y cultural. Y yo trato de decir:
Sí, estoy de acuerdo con la paridad de participación en la deliberación,
pero ¿qué es lo que necesitamos para llegar a ella?
En "Justicia
interrumpida", usted argumenta que las demandas para el reconocimiento
y las demandas de redistribución dependen de una "teoría única o
comprehensiva" ¿cómo se justifica este "deseo" desde la
Teoría Crítica?
- Soy consciente
que hoy las grandes teorías totalizadoras están fuera de moda, por razones
buenas y malas. Las buenas razones se refieren a la asociación histórica
con una teoría totalizadora al estilo de la organización política leninista.
Comparto esta crítica y rechazo este tipo de organización política. Sin
embargo, me parece que cualquier persona políticamente activa, sea en
la práctica o en la teoría, tiene una especie de gran idea marco en mente
acerca de qué quiere y hacia dónde quiere llegar, incluso cuando esta
idea no adquiere una estructura política formal. En mi opinión no se puede
ser activista político sin una idea marco en la cabeza. Creo que debemos
explicitarla para poder discutir y debatir, aborrezco tener una agenda
ortodoxa al estilo leninista, pero este trabajo me parece importante en
este momento, en que los movimientos progresistas se encuentran fragmentados,
a veces opuestos, a veces cooperando. No creo que se presentarán los grandes
cambios sociales, que a mi modo de ver se deberían producir para alcanzar
una mayor justicia social, sin alguna forma de coordinación. Esto no ocurrirá,
mientras un grupo haga solamente esto y el otro solamente aquello.
¿REVOLUCIÓN
Y/O REFORMA?
En uno de
los primeros artículos que publiqué sobre la redistribución y el reconocimiento
planteé un argumento bastante provocativo. En general, podemos distinguir
entre enfoques transformadores y enfoques afirmativos en la política.
En cuanto al aspecto económico esto es bastante comprensible. El enfoque
transformador sería el socialismo, un cambio profundo de las estructuras
económicas, mientras que un enfoque afirmativo se dirigiría por ejemplo
a medidas del Estado de Bienestar para hacer algo, algún tipo de redistribución
económica, pero mucho más restringido. No implica una transformación de
las estructuras económicas en sí. Entonces lo provocativo de este planteo
era, aplicar esta dualidad al tema del reconocimiento. Yo interpreté la
política tradicional de la identidad como una forma afirmativa del reconocimiento,
porque pide más respeto por las identidades devaluadas, sin buscar cambios
profundos en la estructura del orden simbólico. En cambio, la forma transformadora
de la política del reconocimiento no trata de revaluar las identidades
existentes, sino de reestructurar el orden simbólico para cambiar las
identidades de todo el mundo.
Así, con
referencia a la sexualidad se puede señalar el contraste entre la política
de identidad gay o lesbiana y la "queer politics", la política
removedora que se propone desestabilizar la oposición binaria, la dicotomía
de heterosexualidad versus homosexualidad. Me piden un ejemplo del ámbito
racial. Este tema es muy importante en Estados Unidos, y una vez más el
imaginario racial es muy binario: blanco - negro, mientras en realidad
la composición racial de la población es mucho más compleja. Hay latinoamericanos,
americanos de origen asiático, americanos de origen latino, etc. Hay una
óptica simplificadora de las relaciones raciales que divide todo en dos
polos opuestos. En este contexto, la política de identidad negra se enmarca
en el modelo de la política afirmativa.
En cambio,
la política transformadora implica desestabilizar esta relación binaria
blanco negro, en favor de una matriz mucho más compleja. En mi
opinión es válido aplicar esta distinción al área de la política de género.
Se puede plantear un feminismo cultural centrado en la identidad femenina
o, por el contrario, una política dirigida a desestabilizar la relación
binaria de género, planteando por ejemplo las relaciones conflictivas
de género ("gender trouble") como eje de una política removedora
de género ("queer gender politics"). En el artículo me pronuncié
a favor de las formas transformadoras, porque generarían menos consecuencias
no deseadas, como por ejemplo la normalización de ciertas dimensiones
de la política étnica tradicional. Como conclusión del artículo dejé planteada
otra afirmación provocadora: que en el área de la economía deberíamos
luchar por el socialismo y en el del género por la desconstrucción.
En mis trabajos
más recientes intenté afinar lo que planteé en ese artículo, porque algunas
cosas me parecían muy abstractas, al hablar de "estar a favor del
socialismo y la desestructuración". Me parece que la distinción entre
la afirmación y la transformación debe ser necesariamente contextualizada.
No se trata de una distinción excluyente. Es decir, es posible llevar
a cabo un tipo de reformas que desde un punto de vista abstracto no parecen
tener el potencial de una transformación de las estructuras profundas,
aunque en un determinado contexto pueden provocar cambios capaces de abrir
otras posibilidades que a la vez permitirían cambios más profundos. Por
ejemplo, en el campo de la economía, algunos han promovido la idea de
un ingreso básico universal sin condiciones. Es un planteo que no cambia
las estructuras del capitalismo, en este sentido es un planteo afirmativo.
Pero podría cambiar el equilibrio de poder entre capital y trabajo, empoderando
a los trabajadores para que avancen con los cambios. Se trata entonces
de un ejemplo de algo que parece afirmativo, pero con el potencial de
convertirse en transformador en el contexto adecuado y en condiciones
de ser puesto en práctica radicalmente.
LA
DESPENALIZACION DEL ABORTO
Este podría
ser un caso en el que lo que se necesita es encontrar la forma en que
puedan coexistir dos visiones del mundo radicalmente opuestas: una visión
religiosa del mundo que cree que el aborto es un homicidio y un punto
de vista secular, para el cual la cuestión fundamental es la posibilidad
de elegir. ¿Cómo pueden coexistir estas dos posiciones? Solamente, si
existe la posibilidad de optar. Desde esta perspectiva quizás no se trate
de una posición a favor de la elección, quizás no sea una posición transformadora,
porque permite a los otros tener sus puntos de vista religiosos, pero
sin darles la opción de bloquear la posibilidad de elegir a quienes quieren
tener acceso a un aborto. Es una posición liberal, no en el sentido del
neoliberalismo económico, sino como contraposición al fundamentalismo
cuando este establece: Nosotros sabemos lo que está bien y ustedes, mujeres,
¡cállense!
La cuestión
fundamental es que, si queremos conocer el valor práctico de una teoría,
tenemos que intentar anticiparnos a prever las consecuencias negativas
antes de que sucedan, y rumbear en otro sentido
¿Cuál
sería el papel de los distintos actores a nivel de los nuevos modelos
de producción y de trabajo, también del actor estatal en el reconocimiento
y la institucionalización de estos derechos sociales?
Esto se refiere
al hecho de tener derechos garantizados en el papel, sin que exista la
posibilidad de ejercerlos efectivamente. A mi entender esto nos dice algo
fundamental sobre la naturaleza de los derechos. Los derechos tienen una
incidencia real en la medida en que la gente se apropie de ellos, se sirva
de ellos y les dé vida. A lo largo de la historia de la lucha por los
derechos esto fue un problema permanente: se generan intensas movilizaciones
radicales durante las cuales la gente genera derechos, posteriormente
estos derechos se plasman en la Constitución, el movimiento pierde fuerza
y los derechos se convierten en papel. Es una cuestión permanente a lo
largo de la historia de la democracia. Usted preguntó por el rol de los
diferentes agentes de cambio, incluyendo el Estado. En un primer momento,
son los movimientos y actores movilizados. Sin embargo, algunas injusticias
sólo se pueden corregir a través de la intervención estatal. Si la ley
declara ilegal el aborto, el único camino posible para corregir esta situación
consiste en cambiar la ley. Pero esto no alcanza: También deben existir
los médicos y las clínicas, se debe garantizar el libre acceso de las
mujeres a ellas, y no deben existir factores culturales estigmatizantes
que impidan a las mujeres hacer uso de su derecho. Entonces, la intervención
del Estado y de la ley es necesaria. Pero hay otro tipo de cambios, cambios
de prácticas sociales, donde no parece adecuada la intervención pesada
del Estado, cuando se quiere llegar a un cambio en la sociedad civil,
cuando se hace propaganda y se agita para crear la conciencia necesaria
para cambiar la práctica. Todo depende de qué tipo de injusticia estemos
hablando, de qué forma está institucionalizada, para que podamos identificar
el nivel adecuado para su desinstitucionalización.
El reconocimiento
del aborto es para mí una transformación pero siempre hay que negociar
con otros poderes, y nunca sabemos cuál es el mejor camino. ¿ser reformista
o transformadora?
En la teoría,
por supuesto es bueno ir hasta el final. Pero en la práctica, probablemente
habrá que pasar por las reformas para llegar a la transformación. Pensemos
en el experimento francés en torno a lo que ellos llaman paridad, y lo
que para mi no lo es, a saber: un cambio de la Constitución por el cual
a partir de ahora la mitad de los/las integrantes del Parlamento y de
las diferentes asambleas deben ser mujeres. Por un lado, visto desde el
presente se trata de un paso fantástico, radical. Sin embargo, la reforma
es perfectamente compatible con la idea de que los hombres sigan teniendo
los puestos de influencia y serán ellos a quienes se les escuche, etc.
Además, todavía no tenemos las respuestas para una serie de asuntos, como
por ejemplo el posible impacto sobre la representación de otros grupos
como las minorías islámicas. En resumen, la cuestión de género no es el
único eje a tener en cuenta en este contexto. Para mí, se trata de un
claro ejemplo de una reforma afirmativa y en la actualidad, nadie sabe
si tendrá un efecto realmente transformador. Es demasiado temprano para
saberlo. Será muy interesante observar cómo se implementa la reforma y
qué efectos tendrá.
Ann Philips
hace una muy buena discusión de la cuestión de las cuotas de representación
en su libro, "The politics of presence", lo recomiendo
mucho. En él, hace justamente este análisis tan importante acerca de los
pro y contra, los desarrollos posiblemente positivos y los negativos.
El tema
de la evaluación entre reforma y transformación lleva a un punto más profundo
que tiene que ver con el no-reconocimiento de los/las actoras. Plantea
un problema de democracia en el sentido más profundo: ¿Quién define qué
es una reforma o qué es una transformación? ¿Cómo se decide? Yo creo que
en realidad los movimientos transformadores están atravesados por este
problema, hasta dónde pueden ser democráticos, hasta dónde pueden generar
consultas. Me parece que es un tema bien complejo.
- No tengo
una respuesta, pero me parece una descripción muy acertada de la situación.
A mi entender las feministas no sólo tienen que ser activistas de género
sino también demócratas radicales. Parece paradójico que cada vez que
se logra construir un movimiento y éste se establece como un sujeto político
legítimo, otros pierden un espacio. Es una dinámica inherente, lo cual
no significa que deba ser aceptada, siempre hay que tratar de abrir nuevos
canales de expresión. Pero hay una lógica inevitable según la cual cada
apertura viene acompañada de un cierre
¿Existe
una nueva ubicación política feminista? ¿ Cómo ve este cambio, que quizás
esté aún muy incipiente? ¿Hay un nuevo movimiento donde la teoría que
plantea Fraser está sustentada en experiencias políticas?
- Siento
un cambio interesante. En los Estados Unidos yo veo este cambio en muchas
mujeres, mis estudiantes. Muchas participaron activamente en las protestas
contra la globalización corporativa de Seattle, Washington etc. Son mujeres
jóvenes de 18, 19 o 20 años, todas son feministas, pero no necesariamente
ponen la condición de la mujer en el centro de sus actividades. Su interés
se dirige hacia los problemas del mundo en general, y es como si una nueva
generación hubiera pasado por este túnel estrecho de las políticas de
identidad, para llegar ahora a una especie de espacio amplio. Aunque parecen
muy ingenuas en muchos sentidos, siento que se trata de un desarrollo
positivo. Confirma mi sensación de que la teoría feminista con su debate
de esencialismo versus anti-esencialismo se ha movido en el vacío, mientras
en los hechos algo mucho más interesante estaba sucediendo en la práctica
política. En consecuencia, la teoría tendrá que ponerse al día con este
cambio de sensibilidad.
Selección
y elaboración: Graciela Sapriza
Traducción del inglés: Niki Johnson
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