RETOS
FEMINISTAS: LA SEXUALIDAD
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Cotidiano Mujer Nº34
Año
2001
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Gloria
Careaga Pérez
El Clóset de Sor Juana/PUEG
Los derechos
sexuales y reproductivos tradicionalmente se han trabajado íntimamente
vinculados, lo que representa uno de los principales problemas para el
mantenimiento de las relaciones de inequidad en este campo. Puesto que
el proceso de la reproducción humana está aún asociado principalmente
a las mujeres, el vincular los derechos sexuales con los reproductivos
lleva a que se mantenga la concepción de que para estas uno de los fines
principales de la sexualidad, sino es que el más, es la reproducción.
Concepción que viene a negar el derecho de las mujeres al deseo, al erotismo,
al libre ejercicio de la sexualidad.
Si bien ambos
conceptos están relacionados con el derecho a la decisión sobre el cuerpo,
es importante tener claras sus diferencias y su vínculo. El fin de la
sexualidad no es otro que el placer, y su vínculo con la reproducción
para las mujeres, se encuentra solamente en que es una de las posibles
consecuencias de práctica genital. La sexualidad se expresa y se ejerce
muy independientemente de la reproducción.
Es la asociación
de la sexualidad con la reproducción y su ejercicio desde una óptica masculina,
la que la ha llevado a centrarse en la genitalidad, sobretodo en el coito,
de ahí que se exagere su vinculación. Es la reproducción, la que hasta
antes de la fertilización asistida no podía desvincularse de la sexualidad,
y que hoy, incluso, se puede desarrollar de manera independiente.
En este sentido,
y con el objeto de manifestar su diferencia, es que abordaré el concepto
de derechos sexuales independientemente de los reproductivos.
Derechos
sexuales
La lucha
por el reconocimiento de los derechos sexuales se ha dado de manera clara
y abierta a partir de las reivindicaciones feministas en el señalamiento
de la diferencia con que acceden a la sexualidad mujeres y hombres y en
la búsqueda del reconocimiento de los deseos sexuales de las mujeres.
Las reivindicaciones en torno a la libertad sexual se constituyeron en
uno de los ejes principales de lucha del feminismo contemporáneo, al considerarlas
como una de las condiciones necesarias para romper con la subordinación
de que son objeto las mujeres.
Sin embargo,
el reconocimiento de la sexualidad como un derecho, a finales del milenio,
ha quedado aún como una tarea pendiente. Si bien se ha llevado un intenso
debate en los acuerdos internacionales y en la IV Conferencia Mundial
de la Mujer se reconoció que "Los derechos humanos de la mujer
incluyen su derecho a tener control sobre las cuestiones relativas a su
sexualidad, incluida su salud sexual y reproductiva, y decidir libremente
respecto de esas cuestiones, sin verse sujeta a la coerción, la discriminación
y la violencia. Las relaciones igualitarias entre la mujer y el hombre
respecto de las relaciones sexuales y la reproducción, incluido el pleno
respeto de la integridad de la persona exigen el respeto y el consentimiento
recíprocos y la voluntad de asumir conjuntamente la responsabilidad de
las consecuencias del comportamiento sexual" (PA p 96, 1995),
la redacción rebuscada y cautelosa del texto, que vuelve a relacionar
la sexualidad con la reproducción, deja ver las dificultades que se enfrentaron
para alcanzar este acuerdo. Así, el intento de colocar los conceptos de
sexualidad y de derechos, juntos, no fue aceptado, ya que implicaría necesariamente
llevar la sexualidad a un marco de protección legal a la que muchos gobiernos
no están dispuestos.
Si bien la
representación del gobierno mexicano en los foros internacionales, aunque
ha sido muy activa en las discusiones, nunca ha tomado el micrófono en
la plenaria para manifestar su postura. Recientemente, en la evaluación
de los avances de los acuerdos de la Conferencia de la Mujer, estuvo mucho
más abierto a manifestarse a favor de los derechos sexuales aunque ya
no hubo oportunidad. Aún así, el debate en el que se han colocado los
derechos sexuales ha llevado a que los organismos de estudio y trabajo
de la sexualidad no soslayen ya este tópico. Incluso, de las reuniones
internacionales han surgido ya publicaciones y declaraciones que dan cuenta
detallada del concepto, lo que constituyen herramientas importantes para
su abordaje tanto en el campo teórico y profesional, como en el trabajo
político.
Así hoy podemos
claramente afirmar que los derechos sexuales son un elemento fundamental
de los derechos humanos. Abarcan el derecho a ejercer una sexualidad placentera,
que es esencial en y por sí misma y, al mismo tiempo, es un vehículo fundamental
de comunicación y amor entre las personas. Los derechos sexuales incluyen
el derecho a la libertad y la autonomía en el ejercicio responsable de
la sexualidad (HERA, 1996).
Las integrantes
de HERA consideran que la promoción y ejercicio de los derechos sexuales
acentúan el respeto mutuo dentro de las relaciones interpersonales y aseguran
que las personas sean capaces de disfrutar la sexualidad como una profunda
intimidad entre los seres humanos, lo cual es esencial para el bienestar
de los individuos, las parejas, las familias y la sociedad.
Así también,
el respeto por los derechos sexuales como derechos humanos brinda la base
para la eliminación de la violencia contra las mujeres, que viola y atenta
contra las libertades fundamentales de mujeres jóvenes y adultas, abandonándolas
al riesgo del acoso y el abuso sexual, la violación, la prostitución y
el maltrato conyugal.
Los derechos
reproductivos
La lucha
por la defensa de los derechos reproductivos en el movimiento feminista
contemporáneo ha tenido dos etapas centrales. La original, donde se buscaba
el acceso libre a los métodos anticonceptivos para las mujeres y la segunda,
contra la imposición de estos métodos que se acrecentó de manera importante
a partir de los años ochenta con la imposición de metas demográficas como
un índice de valoración del desarrollo.
Esta violentación
del derecho de las mujeres a decidir en torno a la reproducción, levantó
una gran discusión que llevó a la clarificación del concepto de salud
reproductiva exigiendo una concepción holística del proceso, más allá
de la etapa reproductiva, más allá de los programas de planificación familiar
y más allá del proceso de embarazo y parto (Careaga, 1996).
"La
salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y
social, y no de mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los
aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos.
En consecuencia, la salud reproductiva entraña la capacidad de disfrutar
de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear, y la libertad
para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia"
(POA p 7.2, 1994).
"La
salud reproductiva está fuera del alcance de muchas personas de todo el
mundo a causa de factores como: los conocimientos insuficientes sobre
la sexualidad humana y la información y los servicios insuficientes y
de mala calidad en materia de salud reproductiva, la prevalencia de comportamientos
sexuales de alto riesgo; las prácticas sociales discriminatorias; las
actitudes negativas hacia las mujeres y las niñas; y el limitado poder
de decisión que tienen muchas mujeres respecto de su vida sexual y reproductiva.
En la mayoría de los países, los adolescentes son particularmente vulnerables
a causa de la falta de información y de acceso a los servicios pertinentes.
Las mujeres y los hombres de más edad tienen problemas especiales en materia
de salud reproductiva, que no suelen encarase de manera adecuada"
(POA p 7.3 1994).
Esta definición
de la salud reproductiva abrió la perspectiva que anteriormente se había
trabajado en los programas de planificación familiar y posibilitó la atención
anticonceptiva para todas las personas sexualmente activas, al mismo tiempo
que obligó a que los servicios públicos de salud contemplaran la necesidad
de vigilar y acompañar el desarrollo de la persona para asegurar en lo
posible una reproducción en las mejores condiciones, así como vigilar,
a lo largo de todo el ciclo vital, otras manifestaciones relacionadas
con el sistema reproductivo que han sido causa de enfermedades y muerte
para las mujeres.
Aún así se
consideró necesario llevar la discusión más allá, de tal manera que se
lograran compromisos para favorecer y garantizar las decisiones reproductivas,
lo que dio lugar al concepto de "derechos" reproductivos. "Los
derechos reproductivos se basan en el reconocimiento del derecho básico
de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el
número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el intervalo entre
éstos y a disponer de la información y de los medios para ello y el derecho
a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva. También
incluye su derecho a adoptar decisiones relativas a la reproducción sin
sufrir discriminación, coacciones ni violencia, de conformidad con lo
establecido en los documentos de derechos humanos. Como parte de este
compromiso, se debe prestar plena atención a la promoción de relaciones
de respeto mutuo e igualdad entre hombres y mujeres, y particularmente
a las necesidades de los adolescentes en materia de enseñanza y de servicios
con objeto de que puedan asumir su sexualidad de modo positivo y responsable"
(POA p 7.3, 1994).
Estos acuerdos,
incluso quedaron enmarcados en una modificación importante sobre los indicadores
de desarrollo, al lograr que se eliminaran las metas demográficas y se
incluyera la condición de las mujeres, lo que dio entrada a la perspectiva
de género como el marco general que orienta la definición de las políticas.
Conclusión
Aunque las
organizaciones feministas y de mujeres han dirigido muchos esfuerzos para
alcanzar el respeto de los derechos reproductivos y la salud reproductiva
para todas y todos, es muy importante aun, diseñar estrategias para la
demanda de estos derechos de parte de las mujeres y diseñar estrategias
orientadas a involucrar a los hombres en la responsabilidad de la reproducción
y crianza de las hijas e hijos. Sin embargo, el trabajo en torno a la
sexualidad y los derechos sexuales aun tiene un largo recorrido por hacer.
Son pocas las organizaciones y agrupaciones que dirigen su atención a
este tema. Necesitamos invertir mayores esfuerzos en abrir espacios de
discusión y literalmente sacar del cajón el tema de la sexualidad que
posibilite una vivencia más sana y placentera para todas las personas.
Referencias
Careaga,
Gloria (1996) Las relaciones de género en la salud reproductiva. México.
Comité de Maternidad sin Riesgos.
HERA (1996)
Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos de la Mujeres, Hojas de Acción.
Nueva York.
Plataforma
de Acción aprobada en la IV Conferencia Mundial de la Mujer, Beijing,
1995. Naciones Unidas.
Programa
de Acción adoptado en la Conferencia Internacional sobre la Población
y el Desarrollo, El Cairo, 1994. Naciones Unidas.
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