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Cotidiano
Mujer Nš31 y 1/2
Aņo 2000
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Tal como
lo hiciéramos con el Vll Encuentro Feminista de Latinoamérica
y el Caribe, esta publicación especial de Cotidiano Mujer recoge
algunos documentos, disparates y opiniones referidas al Vlll Encuentro
del siglo, realizado en República Dominicana.
De los talleres
sólo se publican los resultados del de las jóvenes y el
de la "discoteca"; no porque no nos hubiese gustado publicarlos a todos
sino porque hasta el día de hoy no los hemos recibido.
Curiosamente,
tampoco podemos publicar varios artículos de opinión: el
verano, el milenio o el propio Encuentro, parecen habernos agotado a todas
al extremo de no querer analizar ya nada, y a preguntas o afirmaciones
como "Este tipo de encuentros no sirve para nada", "No habría que
cambiar la metodología?", "Por lo menos no fue como el de Cartagena";
"¿Por qué no funcionamos siempre en plenarios?", respondemos
cada vez más con un "Y yo qué sé...!" aburridísimo.
Y yo tampoco
sé.
Pero igual
quiero rescatar algunas cosas.
La primera,
discúlpenme, es el Ron Barceló Imperial.
La segunda,
es el coraje de las que asumieron su organización; pese a los varios
hoteles, a la cantidad de turistas (sólo con mucho dinero anticipado
se hubiera podido reservar uno para nosotras solas) y a varios problemas
con las inscripciones.
La tercera,
es que lograron que el "ambiente" no fuera hostil. La naturaleza jugaba
a favor, claro, pero es justo reconocer que pese a los ocasionales nervios
de los primeros días y a las incontables peleas internas que debieron
tener, fuimos tratadas con "hospitalidad", con un cariño que nunca
se vió en Cartagena.
La cuarta,
es que por eso se cumplió el primer objetivo de cualquier Encuentro:
encontrarse. Y eso permitió que las que no querían hacer
arcilla, danza, teatro, catarsis "e ainda mais", pudieran juntarse y hacer
cualquier otra cosa, desde un taller en la discoteca a trencitas abajo
de una palmera.
La quinta,
fue la marcha del 25 por el casco viejo de Santo Domingo (qué belleza,
eh?) y las consignas de solidaridad con las haitianas, los saludos con
la gente en las veredas, las monjas haciendo la "V" atrás de la
ventana, los bailes, los cantos...
La sexta,
es que la respuesta a "Para qué sirven los encuentros?" la tienen
las 1.000 mujeres que fueron a éste y las que irán al de
Costa Rica en el 2.002. A lo mejor, como es un número capicúa
y Caballo en el horóscopo chino, tanto las que van por primera
vez a "descubrir" el feminismo como las que no sabemos qué hacer
con él, saldremos con el mismo entusiasmo renovado.
Y ya que
rescaté esas, también querría olvidarme de otras.
La primera
a olvidar, es que hubo quienes consideraron un acto "artístico
y de lo más revolucionario" pintar la escultura central de la plaza
sin que les importara nada que luego las dominicanas tuvieran que pasarse
la noche, centímetro a centímetro, limpiándola.
La segunda,
fueron los dos plenarios in-ter-mi-na-bles donde se aburrió un
pueblo sin haber llegado a discutir nada. Tan in-ter-mi-na-bles que el
último todavía estamos esperando que se acabe pues las palabras
finales fueron "Nos encontramos acá después de la marcha"
y nunca más se encontró nadie.
La tercera,
que aunque no me guste bailar, en el país del merengue no hubiera
fiesta final.
Respecto
a las preguntas y dudas (como no saber si estoy con el feminismo de la
igualdad o el de la diferencia; si estoy hecha una reformista o lo mío
es la revolución "má non troppo"; si los nudos alguna vez
se hacen desnudos - por favor! -; si "L´état c´est
moi" o mejor negocio con el estado, etc.) volví de Dominicana sin
poder contestarlas. Sin embargo, sé que en todos los talleres,
y en especial en el de la Discoteca, fuimos muchas buscando respuestas.
Eso no es poco. Aunque tampoco alcance.
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