Y
¿qué tal una zanahoria que se fume?
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Artículos
del Cotidiano Nº 31
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Eso
que suena exótico, los transgénicos, y que sin embargo
se han metido subrepticiamente en nuestro plato, son organismos que
han sido manipulados genéticamente en el laboratorio y ahora
están siendo aplicados en la agricultura y comercializados. Jurassik
Park (¿se acuerdan?) ya está aquí. Esperamos que
no para quedarse, aunque eso depende de nosotros.
Cada célula
que interviene en la reproducción contiene una parte central más
densa, el núcleo, en cuyo interior se distinguen partículas
dispuestas en forma de hilos (que contienen ácido desoxirribonucleico/ADN
y proteínas) que durante la división de la célula se
fragmentan en cuerpos separados llamados «cromosomas». Los cromosomas,
a su vez, contienen un número muy grande de partículas («genes»)
dispuestas como las cuentas de un collar, que representan la unidad básica
en el proceso de transmisión de los caracteres hereditarios.
La ingeniería
genética hace una especie de «recorta» y «pega»
de los genes a los que le atribuye determinado rasgo, con el propósito
de transmitirlo de un organismo a otro, saltando para ello las férreas
barreras naturales entre las especies: es así que se han insertado,
por ejemplo, genes de luciérnaga en zanahorias y tabaco, genes
de escorpión en maíz, genes de lenguado en papas.
¿Quiénes
hacen ingeniería genética y para qué?
Toda esta
sofisticada manipulación de la vida tiene un propósito muy
definido: el lucro. Son los laboratorios como Monsanto, Novartis, DuPont,
Zéneca, etc., quienes han invertido abultadas sumas en estas experimentaciones
con la finalidad de explotar económicamente los resultados.
El enfoque
actual de las investigaciones de esas grandes transnacionales se concentra
en la aplicación genética para la agricultura, y dentro
de ella en desarrollar cultivos tolerantes a herbicidas, a fabricar toxinas
insecticidas, a generar resistencia a ciertos virus, a retardar su descomposición
o a lograr que sean más uniformes.
Que quede
claro: no se apunta a obtener cultivos libres de plaguicidas sino variedades
resistentes a los plaguicidas. Son los mismos laboratorios los que hacen
los plaguicidas y los transgénicos. Monsanto fabrica el plaguicida
Roundup y también la variedad de soja transgénica Roundup
Ready, resistente a su plaguicida. El negocio le cierra redondo: -»Cómpreme
mi soja, señor agricultor, que le garantizo que podrá aplicarle
mi plaguicida sin temor de matarla». Es que es más barato
adaptar el vegetal a la química que la química al vegetal:
el costo de desarrollar una nueva variedad de cultivo raramente llega
a los 2 millones de dólares, mientras que el costo de un nuevo
herbicida supera los 40 millones.
Pero, además
de todo, intentan vender su negocio con el discurso de que los transgénicos
son los que evitarán el hambre del mundo. ¡Como si el problema
del hambre fuera por la escasez de alimentos! Según el Programa
Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, hay una vez y media la cantidad
necesaria de alimentos por persona, a pesar de lo cual cerca de 800 millones
padecen hambre porque no tienen acceso a la tierra para cultivar alimentos
o carecen de dinero para comprarlos. ¿Acaso esa gente tendrá
acceso a las nuevas variedades transgénicas, patentadas por las
transnacionales? ¿Acaso serán más baratas, más
saludables?
¿Qué
riesgos tienen los cultivos transgénicos?
Los laboratorios
han invertido mucho dinero en investigaciones para crear nuevos productos
agrícolas transgénicos, pero muy poco para estudiar sus
consecuencias sobre el medio ambiente y la salud. Incluso a la hora de
hablar de los riesgos, revierten la carga de la prueba y exigen que quienes
alertamos sobre los transgénicos probemos sus peligros.
Riesgos
ambientales
La posible
propagación de microorganismos con una capacidad de mutación
absolutamente desconocida podría ser más inquietante aún
que el antiguo peligro químico o nuclear ya que estaríamos
ante la contaminación del ambiente por un ser vivo con capacidad
de reproducirse. Algunos de los peligros serían:
Pérdida
de biodiversidad, pues los cultivos transgénicos proponen
el uso en grandes extensiones de una sola variedad agrícola.
Creación
de supermalezas. Existe en la naturaleza la capacidad de
cruzamiento horizontal de rasgos genéticos a variedades emparen-tadas.
Los genes de cultivos resistentes a herbicidas podrían pasarle
esa característica a otras variedades silvestres de la familia.
Aumento
del uso de agrotóxicos, en la medida que estos cultivos
permiten su aplicación masiva sin temor de matar la planta, incrementando
la contaminación de suelos, agua y alimentos.
Aparición
de superplagas. Los vegetales transgénicos que producen
insecticidas lo hacen por la inserción de una bacteria, como
es el caso del Bacillus thuringiensis (Bt), que produce toxinas. La
exposición masiva y constante de los insectos a este insecticida
biológico aumenta el riesgo de que generen resistencia al mismo,
inutilizándolo además como herramienta para la agricultura
biológica.
Alteración
de la cadena trófica. Las plantas que producen herbicidas
pueden dañar a otras especies benéficas del ecosistema.
Así lo ha comprobado un estudio realizado en la Universidad Cornell,
Estados Unidos, según el cual el maíz Bt (transgénico)
podría matar a las larvas de la mariposa Monarca.
Riesgos
para la salud humana
Muchos de
los genes insertados en los cultivos de alimentos nunca antes habían
integrado la dieta humana y nadie sabe cómo terminarán afectando
nuestra salud. Pero además están los riesgos asociados a
la transferencia horizontal de genes a través de vectores tales
como virus y otros agentes infecciosos.
Creación
de sustancias nocivas. Es inevitable que la inserción
de un nuevo gen en regiones activas del ADN altere el funcionamiento
celular, originando sustancias nocivas que en el peor de los casos pueden
ser de carácter alergénico, tóxico, mutagénico
o carcinógeno.
Aumento
de infecciones. Mientras que los vectores naturales respetan
las barreras de las especies, los vectores artificiales están
concebidos justamente para cruzarlas, aumentando así la posibilidad
de esparcir nuevos virus y bacterias patógenos.
Transmisión
de resistencia a antibióticos. En la manipulación
genética se utilizan genes con resistencia a antibióticos
(que sirven como «marcadores» para identificar si se logró
la inserción de nuevos rasgos en la planta), pudiendo pasar esa
característica a bacterias del medio, bacterias intestinales
o agentes patógenos.
Riesgos
económicos y comerciales
El proceso
de concentración feroz en la ingeniería genética
dejaría a los productores y economías de los países
pobres a merced de una o dos transnacionales, que amparadas en el marco
legal de los derechos de propiedad intelectual de la OMC (Organización
Mundial del Comercio) se convertirían en dueñas de la seguridad
alimentaria de nuestros países.
Por otro
lado, es importante señalar el fuerte rechazo de los consumidores
europeos a los alimentos transgénicos. Uruguay, que podría
tener un nicho de mercado importante como «país natural»,
vería eliminada esa posibilidad en caso de aceptar los productos
transgénicos.
Raquel
Nuñez
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