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Artículos
del Cotidiano Nº 31
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El Programa de mujeres negras organizadas,
inserto dentro de Organizaciones Mundo Afro, se encuentra en un proceso
de fortalecimiento institucional. Debió superar un período
crítico donde sufrió en su interna etapas de baja autoestima
y debilidad estructural que lo hicieron permeable a la influencia ideológica
de las vertientes que lo conformaron. Por un lado el movimiento negro, que
se negaba a reconocer que la cuestión no pasaba solamente por el
tema étnico sino también por el de la discriminación
contra las mujeres olvidando que, históricamente, habían sido
las negras las que ejercían la lideranza cultural de la comunidad.
Por otro
lado el movimiento feminista, que desde una visión eurocéntrica
y hegemónica, hacía desaparecer las diferencias de etnia,
clase, opción sexual, etc. considerando que todo lo que no fuese
analizado desde una sola postura dividía las fuerzas del movimiento
y que, por cierto, no eran las mujeres negras las más «aptas»
para realizar cuestionamientos de ese tipo.
Pese a estas
confrontaciones de orden ideológico (ambas en disputa por el poder)
el movimiento de mujeres negras en Uruguay ha seguido un camino de empoderamiento
y ha podido concretar una primera acción afirmativa: el Programa
de Viviendas para Mujeres Negras jefas de familia que en estos días
se inicia con la construcción de las primeras 36 en un régimen
de reciclaje subvencionado por el Estado, la Intendencias Municipal de
Montevideo y el ahorro previo de dichas mujeres.
En el programa
se prioriza a las madres adolescentes dando respuesta concreta a una de
nuestras problemáticas más urgentes a atender y reivindicando,
desde lo étnico cultural, el "retorno al barrio" como respuesta
a las expulsiones de las que fuimos objeto en los años 70 de la
dictadura.
Otro hito
de fundamental importancia en el camino del empoderamiento, ha sido la
realización del Primer Diagnóstico sobre la Condición
de la Mujer Negra, recientemente publicado. Como decimos en el prólogo
«se trata de un logro político, un instrumento científico
que nos lleva a redoblar nuestra fuerza por alcanzar mejores niveles de
vida y donde nuestra participación en niveles de incidencia se
hace impostergable».
Nuestro trabajo
toma un nuevo cariz cuando podemos esgrimir datos y cifras como éstas:
a 152 años de la abolición de la esclavitud el 50% de las
mujeres ocupadas incluidas en este estudio trabaja en el servicio doméstico.
Se trata de la misma actividad que desempeñaban mayoritariamente
las mujeres negras en la época de la esclavitud. El 80% de estas
mujeres que residen en Montevideo percibe por su trabajo menos de $2.500
y el 90% de las que reside en el interior, percibe una remuneración
de menos de $1.500.
Por otro
lado, a 64 años de la proclamación universal de la igualdad
de todas las personas ante la ley, la mitad de las mujeres estudiadas
no accedió al nivel de la enseñanza secundaria y sólo
el 4.1%logró realizar estudios superiores(universidad o docencia).
Pese a eso, en cuanto a los jóvenes, debemos reconocer cambios
en el buen camino, aunque lentos.
Hay un descenso
del trabajo infantil a través de las generaciones de un 42% entre
las mujeres de 60 años y más a un 16% comprendidas en el
tramo etario de 15 y 20 años.
Sin embargo,
se constata que la situación de las mujeres jóvenes sigue
siendo en muchos casos inferior a la del total de la población.
Mientras que el 16% de las jóvenes negras declaran haber comenzado
a trabajar antes de los 15 años, sólo el 8% de las jóvenes
en general indicaba esta situación (CEPAL 1991).
En el tramo
etario de 14 a 19 años, la tasa de participación de las
mujeres negras es 38% más alta que la del total de mujeres de ese
grupo de edad. El alto nivel de empleo entre las más jóvenes
puede considerarse perjudicial en dos sentidos: a)resulta difícil
pensar que este grupo de jóvenes se encuentre en condiciones de
dedicar el tiempo necesario para su formación en niveles educativos
superiores y b) el ingresar tempranamente al mercado laboral compromete
seriamente las posibilidades de movilidad ocupacional ascendente. Quienes
comienzan a trabajar muy jóvenes lo hacen en actividades muy poco
calificadas y deben apartarse de los estudios formales.
Estos dos
hechos conducen a una baja movilidad ocupacional. Tal como se ha comprobado
en diferentes investigaciones, las características del primer empleo
resultan determinantes respecto a las ocupaciones que tendrá el
individuo a lo largo de su vida laboral.
De cada diez
jóvenes ocupadas, siete trabaja en el servicio doméstico
y las tres restantes se encuentran en categorías poco calificadas,
de bajo prestigio social que no posibilitan una acumulación de
conocimiento que permita un ascenso a otro tipo de ocupación.
En relación
con la instrucción recibida, la fuerte asociación entre
el nivel de instrucción y otros indicadores de bienestar social
(salud, calificación del empleo, ingreso)no deben interpretarse
en el sentido de que la baja asistencia a la enseñanza formal es
la causa última de los problemas en los demás aspectos.
La posibilidad
de acceso a la educación, es a su vez consecuencia del contexto
familiar y social general en que estas mujeres crecieron y viven actualmente.
Las pocas mujeres que logran alcanzar niveles medios o superiores en la
enseñanza, seguramente cuentan con ventajas relativas en relación
con sus pares que a lo sumo han logrado culminar enseñanza primaria:
disponer de tiempo para el estudio, es decir, poder retrasar su ingreso
al mercado laboral o al menos trabajar un número bajo de horas;
integrar un hogar con ingresos suficientes como para no tener que salir
tempranamente a trabajar y poder costearse los estudios; contar con los
apoyos sociales necesarios para desarrollar sus estudios en un contexto
sin discriminación por origen étnico.
También
es importante recordar que existe una íntima relación entre
las formas de discriminación material (calidad de empleo, acceso
a la educación, a la salud, etc.) y aquellas de tipo cultural (exclusión,
violencia). La discriminación de orden material encuentra su legitimación
en las formas de exclusión cultural y éstas últimas
se reproducen en cuanto aquellas permanecen.
Por lo tanto,
cualquier programa de acción orientado a mejorar las condiciones
de estas mujeres debe atender ambas dimensiones del problema.
Para terminar,
hay otra información que me parece relevante en el camino del empoderamiento
de las mujeres negras uruguayas, y tiene relación con las conclusiones
del COMITÉ ACERCA DE LA ELIMINACIÓN DE LA DISCRIMINACIÓN
RACIAL.
El informe
presentado en el Comité que sesionó en Ginebra en agosto
pasado, arrojó recomendaciones que se tornan históricas
por ser el resultado de un trabajo que iniciamos hace 10 años en
el país:
a) hace visible
a un sector fuertemente afectado por las formas discriminatorias existentes;
b) responsabiliza
al Estado uruguayo en cuanto es el actor principal en la generación
de acciones afirmativas;
c) legitima
a las ONG en cuanto son quienes han puesto estos temas y sus posibles
soluciones, sobre la mesa desde la sociedad civil.
De las 21
conclusiones transcribimos las dos que hacen referencia directa a la situación
de las mujeres negras uruguayas:
"10. El
Comité permanece preocupado acerca de la falta de información
en el uso efectivo de los derechos suministrados especialmente por el
artículo 5(C) y (e) y en particular, por miembros de la comunidades
afrouruguayas e indígenas. En resumen, la preocupación está
expresada particularmente por la situación de la mujer que pertenece
a la comunidad afrouruguaya, que es víctima de una doble discriminación:
género y raza.
16. El
Comité recomienda que el Estado integrante establezca programas
especiales apuntando a facilitar el acrecentamiento social de las mujeres
pertenecientes a las comunidades afrouruguayas quienes sufren doble discriminación
en los campos de género y raza".
Se inicia
una nueva fase que demanda un profundo análisis de las estrategias
que nos deberemos dar para lograr que nuestras mujeres puedan alcanzar
un desarrollo sostenido para una real integración social.
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Integrante de Mundo Afro
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