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Artículos
del Cotidiano Nº 31
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La
Guerra
El mismo
día que el diario El Espectador de Bogotá recogía
la historia de la "escritura de la muerte", desde las cruces rojas
en las puertas de los "condenados" o la serenata mortal anunciando
el ajusticiamiento de una familia entera, los Se Busca con foto y recompensa
o el aterrador carraspeo de una llamada nocturna, o los pequeños
ataúdes de regalo o los avisos fúnebres invitando al sepelio
de quien todavía estaba vivo...el mismo día, el mismo diario
comentaba la nueva telenovela de la tarde, la insólita eternidad
del bolero, el concierto próximo de Pavarotti & friends y las
diversiones de los adolescentes multimillonarios.
Colombia
es así. Tan multiracial como multicultural, tan multifacética
como imprevista. Son también muchas las fuerzas que se disputan
el control de un territorio de más de un millón de km2 con
una población de alrededor de 37 millones, con 4 % de propietarios
dueño del 67 % de las tierras cultivables, y desde 1985, con sucesivos
ajustes económicos y su consecuente pérdida del poder adquisitivo
de la población, sumado a que un 45% de los habitantes vive en
niveles de pobreza crítica.1
Los protagonistas
de la realidad colombiana son, por un lado, "las" guerrillas, las FARC,
(Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, con más de 60 frentes),
el EPL (Ejército Popular de Liberación), el ELN (Ejército
de Liberación Nacional), por otro, el ejército regular de
Colombia, más los paramilitares que son mercenarios, más
los autodenominados sicarios (con su patrona la Virgen de los Sicarios
en la iglesia de Sabaneta), las ultraderechistas AUC, (Autodefensas Unidas
de Colombia), y finalmente un convidado de piedra, el narcotráfico.
Y por si faltaran más comensales a esta mesa de armas, sangre y
muerte, sobrevolando Colombia, pero haciendo sombra sobre toda América
Latina, la posible intervención armada de los Estados Unidos. Frente
a ellos, una población civil sin más armas que su tenaz,
pertinaz voluntad de paz, testigo silencioso y sufriente de los enfrentamientos.
Por un lado
el terror diario con el que han vivido ya varias generaciones (una mujer
de 40 años no recuerda la paz en su país), por otro, un
estado de derecho con sus instituciones funcionando, sus Universidades
de primer nivel, teatros, cines y estadios, abarrotados. Hace tanto tiempo
que viven entre violencia y terror, es tanta la cantidad de gente que
ha muerto (y sigue muriendo), son tantos los secuestrados y secuestradas,
tantos los desplazados y desplazadas, tantas las masacres, que llama la
atención, como lo afirma el colombólogo francés Daniel
Pecaut, que tal situación no haya provocado mayores reacciones
de la opinión pública, pero sobre todo de la internacional
o que haya apenas, una fugaz resonancia de ella.
Para Pecaut
son varios los factores que pueden explicar este silencio: el principal
"la banalización de la violencia"2 efecto de varios elementos
que no permiten que surja un único eje de conflicto y cita entre
otros, sus dimensiones heterogéneas, el desdibu-jamiento del perfil
de los actores, ni la guerrilla es lo que era, ni los narcos son sólo
narcos, la fragmentación del territorio con regiones bajo el poder
de tal o cual de las partes, la ausencia de articulación entre
las identidades colectivas, la ausencia de relatos colectivos. No hay
categorías intelectuales o políticas que permitan entender
la violencia para oponerse a ella con su misma fuerza. En Colombia reina
(o reinaba) "la ley del silencio", porque el terror ha hecho de la desconfianza
y el miedo elementos paralizantes.
La
Paz
Sin embargo,
tan fuerte como la presencia de la guerra, es la fabulosa voluntad de
los más de 10 millones de colombianos y colombianas que creciendo
año tras año, y con riesgo de sus vidas gritan a voz en
cuello, que quieren la paz. Pero esto hay que palparlo en Colombia misma.
La prensa del mundo trae lo que el periodismo masivo considera noticia,
masacres, muerte, guerra. Sin embargo lo que trastoca las reglas del juego,
lo insólito, lo que debería ser noticia es esta paz que
se está expresando desde hace algunos años a través
de la Semana de la Paz organizada por Redepaz3 y a la que fuimos
invitados Cotidiano Mujer por Uruguay, Madres y Familiares de Plaza de
Mayo de Argentina y CLADEM de Chile junto a Rigoberta Menchú, Premio
Nobel de la Paz, 1992. Fuimos en calidad de testigos solidarias comprometidas
a difundir, en nuestra medida esta realidad: que en Colombia la voluntad
de paz es tan fuerte como la realidad de la guerra, que en Colombia la
paz ha dejado de ser una opción, es una necesidad.
Redepaz
Las actividades
de Redepaz incluyen además de la Semana por la Paz en setiembre
de cada año, el Mandato de los Niños por la Paz y sus Derechos
organizado con el apoyo de UNICEF en 1997 con más de 2 millones
700 mil votos infantiles, el Mandato Ciudadano por la Paz, la Vida y la
Libertad con 10 millones de votos, y la organización de la Asamblea
Permanente de la Sociedad Civil por la Paz. Esta sociedad jaqueada y acorralada
no quiere, una paz cualquiera, quiere una paz con justicia social una
paz con bases sólidas para que dure y que se imponga una cultura
democrática que respete los derechos humanos en todas sus dimensiones.
El Mandato
Ciudadano fue para la Coordinadora Nacional de Redepaz, Ana Teresa Bernal,
un gran acierto con el que se pudo transformar el sentimiento de descontento
y de impotencia que invadía a la población civil en una
evidencia clara y medible, la primera en muchos años, para demostrar
que el pueblo colombiano está harto de guerra. Fue inmediatamente
después del Mandato que tanto el ELN, como el recién electo
presidente Pastrana, iniciaron sendos diálogos, con la sociedad
civil, y con las FARC, respectivamente.
Sin embargo,
los hombres que manejan las armas pareciera que no lo han oído,
ni quieren percibir este No Más a la violencia. Por eso, para defender
este consenso de llegar a una salida pacífica, este año
se propuso un Pacto Civil en Defensa de la Vida y por la Paz, que comprometa
a quienes lo firmen a: exigir una negociación inmediata e ininterrumpida
con los actores armados, exigir el cese al fuego, la búsqueda de
acuerdos humanitarios, el diálogo con justicia social y a una participación
ciudadana con poder de decisión en la agenda nacional de paz. Parece
pedir mucho, pero es lo mínimo para empezar. Trabajan juntos en
la Mesa de Víctimas de la Violencia -y dando testimonio de la voluntad
de reconciliación- organizaciones que van desde la Asociación
de Familiares de Detenidos Desaparecidos (ASFADDES), filial de FEDEFAM,
el Movimiento de Niños y Niñas por la Paz, la Asociación
de Familiares de Soldados y Policías Retenidos por la Guerrilla,
la Asociación de Desplazados y Desplazadas, de Secuestrados y Secuestradas...
y muchas más. "Matan guerrilleros, matan militares, matan civiles...y
el país sigue igual". Quieren hacerse oír, quieren que
la sociedad civil participe en la Mesa de Diálogo, la paz no se
hace por decreto entre dos cúpulas, dicen. Saben que el esfuerzo
será muy grande, y saben también que va a hacer falta mucha
grandeza para llegar a una paz verdadera.
La
guacamaya, un papagayo colombiano
La alegoría
que eligió Redepaz para representar la identidad colombiana es
una guacamaya especie de papagayo, un pájaro de muchos colores,
que crece en libertad y que habla, porque "recuperar la palabra es una
condición de respeto en la convivencia". Y es una necesidad.
Gloria Ayala
de UNIFEM se refirió a la forma de particular vulnerabilidad que
sufren las mujeres en los conflictos armados, con las muertes en sus familias,
los desplazamientos obligados, el aumento de la pobreza, abusos de todo
tipo y se comprometió a ofrecer todo el respaldo posible desde
el ámbito internacional para generar redes de acompañamiento
a mujeres que trabajen por la paz, a generar conciencia de los efectos
de la guerra en las mujeres refiriéndose a un derecho poco mencionado,
el derecho a la ternura, a la compañía, a la familia, a
que se abran espacios de comunicación que no estén mediados
por el terror y a una negociación digna y humana subrayando el
respeto a la no intromisión en las decisiones que hombres y mujeres
colombianos tomarán para decidir su historia.
Una
alcaldesa singular
Con la socióloga
Gloria Cuartas visitamos Barranca Bermeja, en plena zona de conflicto
en el Magdalena Medio. Durante el vuelo, esta mujer pequeña, de
39 años y ojos alerta nos contó parte de su vida, que es
también la de los últimos años de su país.
Trabajó
en el Urabá4 en una empresa de energía en el preciso
momento que las FARC proponían a la población no pagar los
servicios de la compañía. Aprendió a negociar, con
la guerrilla, con los campesinos, con los empresarios. Coordinó
proyectos de participación ciudadana con "la convicción
personal que venía de la teología de la liberación,
en una línea de compromiso con la gente más vulnerable;
mi trabajo era un aporte a la construcción del Reino, que para
mi no está después de la muerte, sino aquí y ahora".
Luego del secuestro del alcalde de Apartadó, localidad de la zona,
Gloria Cuartas acepta ser candidata a la municipalidad con el mismo compromiso
con la gente y al salir electa por mayoría acepta también
"con mucha emoción, mucha pasión" el cargo. Supo
enseguida a lo que se enfrentaba: Sra., Ud. está aquí para
ocuparse de la administración, Ud. no se va a meter con esas cosas
del conflicto no tiene nada que opinar sobre las masacres... el conflicto
armado no es con nosotros, está afuera. La alcaldesa no está
de acuerdo.
Resolvió
trabajar sola. Pero sola con la gente. Logró un acuerdo para romper
el silencio de muerte que existía en la región. Fue el primer
paso para establecer nuevas relaciones entre los sectores sociales. La
alcaldesa de prácticas escandalosas como las de hablar con la gente,
o acompañar a las viudas a buscar los cadáveres de sus maridos,
pudo terminar su mandato de cuatro años a pesar de las reiteradas
amenazas de muerte, porque otra cosa que aprendió, pero esto hace
más tiempo, es a no tener miedo. Tampoco quiso aceptar la escolta
que todo gobernante tiene de 8 soldados armados. Es pacifista y no quiere
ver armas a su alrededor. Dice que en ese tiempo aprendió otra
cosa importante: "Aprendí a escuchar".
Gloria Cuartas
pertenece a la propuesta Suma Colombia desde donde hace un pedido de solidaridad
a todas las ONG de América Latina: "Hace falta que apoyen francamente
el Movimiento por la Paz en Colombia, porque la sociedad civil tiene que
tener expresión política - no partidaria, pero sí
política- para poder negociar". Con la fuerza de las organizaciones
sociales del continente, de nuestro continente, podrán acabar con
la guerra. Y porque tienen muchos sueños intactos esperarán
el milenio haciendo las paces.
Elena
Fonseca
1 Datos de la
guía del Mundo, 1999-2000
2 Pecaut aclara que este concepto no tiene nada que ver con el de la "cultura
de la violencia", usado con frecuencia por otros analistas.
3 Redepaz, Red de Iniciativas por la Paz y contra la Guerra, creada en 1993.
4 Norte de Colombiav
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